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La mayoría le adjudica la facultad de escuchar; sin embargo, yo le pido que se acerque y no se mueve. Claro, puede que no me quiera escuchar y solo permanece en el centro, rodeado de cajas que ciertamente no le aseguran nada, mucho menos cobijo.
Sus vivarachos ojos, junto a sus movimientos de cabeza se burlan de los seres superiores que lo miran ansiosamente anhelando introducir su cuerpo peludo y castaño en una de las cajas.
Ellos lo retienen en sus manos mientras este animal agita sus peludas patas en círculos, como protestando por la violación de cogerlo sin su consentimiento. Pero los superiores no lo sienten y solo dicen: como cuy en tómbola.
La descripcion curiosa del cuy me parece muy interesante mas la independencia que el cuy presenta y ese contrate que hay entre el tamaño del cuy y el poder que representa el hombre en relacion al destino del cuy.
Buen articulo.