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Había una vez un mundo donde dos más dos sumaban cinco. Así se había decretado alguna vez, en alguna época inmemorial. Un célebre matemático que propuso una reforma de la tabla planteó que dos más dos sean cuatro. No solo se burlaron de él. Lo acusaron de herejía y lo enviaron a un campo de reeducación. Dos más dos siguieron sumando cinco, y así lo continuaron aprendiendo los niños en el colegio. Claro, eso no significa que el cuatro no existiese. Existía como un número misterioso, de origen desconocido, que aparecía de pronto, así como así, sin razón alguna. Ninguno de los teoremas que pretendían explicar su existencia han sido resueltos hasta el día de hoy.