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Necesito escribir. Simplemente eso. Es aquello para lo cual me formé mediante años de lecturas y borradores. Las aulas universitarias, por supuesto, también hicieron lo suyo. La invención de Internet me ha proporcionado más de un espacio gratuito en el cual puedo lanzar mis palabras en busca de lectores. Pero no todo es color de rosa. Nos damos, es cierto, el gusto de gritar, de dar a nuestros pensamientos la dimensión material que necesitan para ser percibidos. Pero podría ocurrir que este blog sea un grito más en medio de la barahúnda universal vociferante, en la que se entremezclan los pregones del vendedor callejero, los encendidos discursos del político, el canillita que vocea las noticias y los que simplemente queremos ser escuchados porque sí.
No importa. Igual, escribo y seguiré escribiendo.