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EL GRAN HERMANO ENTRE NOSOTROS

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Covid 19, el tráfico de nuestros datos y la vigilancia masiva

 “El verdadero poder, no es el poder sobre las cosas sino sobre los hombres” 1984 (George Orwell)

Pequeña Catarsis Introductoria:

Esta semana que ha pasado, no sé en el caso de ustedes, pero particularmente la he sentido más pesada y más cargada que otras. La “desescalada” parece que no llega y la danza finalmente se ha convertido en un carnaval. Y es que, en verdad, todo se viene juntando y acumulando. Ahora no solo vemos las noticias diarias de feminicidio y asaltos; la muerte de George Floyd ha conmocionado a todo el mundo y la frase “I can’t breathe” puede convertirse en el nuevo lema que dirija una corriente de protesta que se extienda desde EE.UU. hacia todo el globo. El descontrol nos está desbordando.

A esto se suman las noticias de miles de muertes y desgracia producto de esta terrible pandemia; además de la necesidad y angustia diaria en la que viven muchas personas al momento de salir a buscarse el pan, exponiendo su vida y las de sus familiares. Esta penosa situación nos debe llevar a tener una actitud de mayor empatía por el prójimo, poniéndonos en los zapatos del otro al momento de querer lanzar alguna crítica; esa actitud de corazón nos va a permitir encontrar paz interior y poner los mejores esfuerzos para convertirnos en parte de la solución y no agudizar más el problema.

Por otro lado, entrando más en materia, las estrategias que se vienen lanzando para combatir este virus se vuelven cada vez más sofisticadas. El uso de la tecnología, al parecer, va a ser un imperativo en la lucha contra esta terrible enfermedad. Países como la India, Corea del Sur, Reino Unido, China, Hong Kong, Singapur y varios países de Europa, confían en que el seguimiento de las personas, es la principal herramienta para detectar a tiempo a los infectados; para tal efecto, los ciudadanos tienen que descargar aplicaciones en su teléfono inteligente con la finalidad de que sus gobiernos puedan identificar el riesgo de contraer y propagar a su vez el virus. Posiblemente en algunos países de América Latina y El Caribe (ALC), esta tendencia se convierta también en una realidad mucho más rápido de lo que imaginamos.

Pero estas prácticas gubernamentales de rastreo de contactos ¿Qué tantas implicancias tendrán en cuanto a nuestras libertades civiles? ¿Cuánto podemos sacrificar de nuestra intimidad, para que la efectividad del control del Covid 19 funcione? Considero que si no llegamos a desarrollar antes o paralelamente al uso de estas aplicaciones de seguimiento, leyes de protección de datos de nuestra privacidad y de control de nuestra vigilancia, podemos ser víctimas de eventuales gobiernos autoritarios que se aprovechen de estos recursos para dar rienda suelta a prácticas de espionaje, control ciudadano, súper vigilancia masiva, entre otras siniestras modalidades de persecución social y política. Podríamos fácilmente enmarcarnos en un capítulo de “1984”, teniendo a nuestro omnipresente Gran Hermano, controlando cada paso que damos.

Desde cámaras de vigilancia, sensores térmicos, app descargadas desde el celular, y las propias redes sociales; en todo tiempo se están recogiendo nuestros datos. Estos tienen que ver con el contenido que compartimos, los datos de las fotos que subimos, mensajes enviados de manera pública y privada, lista de contactos, datos de nuestro perfil, nuestras interacciones, nuestra localización, etc. Estos datos personales son utilizados para sugerirnos mayor información, para definir patrones de nuestro comportamiento, generarnos emociones, segmentarnos en campañas publicitarias, etc. Y es que, tanto el gobierno como las corporaciones, cuando tienen el acceso a todos nuestros datos, por ejemplo cuanto ganamos o cuanto gastamos, los algoritmos de aprendizaje utilizados por la inteligencia artificial se encargan de sistematizarlos para finalmente encerrarnos dentro de lógicas de economía global, convirtiéndonos en una especie totalmente predecible y manipulable a la vez.

1. LA SALUD PÚBLICA Y EL RASTREO DE LOS ASINTOMÁTICOS:

La excusa perfecta que ha servido a muchos países para implementar sus mecanismos de vigilancia social, ha sido la salud pública. Nuestra privacidad puede dejarse de lado, si se trata de priorizar el rastreo de los asintomáticos, los cuales son la principal fuente de propagación del virus. En un mundo tan interconectado como el nuestro, la lucha contra la pandemia ya no solo es tarea de virólogos y epimediólogos, sino también de expertos en informática y de científicos en datos. Y es que para los impulsores de la vigilancia digital de personas, actualmente el big data, no solo previene el contagio del virus, sino también puede salvar vidas; estas afirmaciones son sustentadas por ejemplo en el exitoso control de la pandemia de los países asiáticos utilizando estos métodos tecnológicos, en contraste con EE.UU., Europa y ALC, quienes prácticamente tienen su sistema sanitario colapsado.

Para nadie es un secreto que con esta pandemia, los cambios de paradigmas se han acelerado exponencialmente. Hemos incursionado potentemente a la era digital, y la vigilancia y el poder de rastreo de enfermedades, hoy en día, se puede dar en tiempo real. En China ha sido un éxito el uso de las cámaras térmicas que toman la temperatura a distancia, son una herramienta de detección y alerta para controlar el avance del coronavirus, para dicho efecto, el control de datos, el reconocimiento facial y el seguimiento posterior resultan ser muy importantes. Otro caso de éxito es el de Corea del Sur, quien fue golpeado por la epidemia del SARS 2003, por lo cual su gobierno tuvo que prepararse para afrontar este tipo de emergencias sanitarias. La política de rastreo de Corea del Sur ha sido catalogada como un éxito para el control de la pandemia. La trazabilidad del virus es permanentemente controlada y el testeo masivo complementa una estrategia muy efectiva.

Sin embargo, no todo es perfecto. La contraparte a este eventual éxito por parte de Corea del Sur, vienen siendo los cuestionamientos por parte de la ciudadanía que está viendo amenazada su privacidad. Las coronapps, monitorizan absolutamente todos los movimientos de los ciudadanos sur coreanos, esto está trayendo consigo despidos por mentiras en el trabajo, divorcios por infidelidades, disminución de las coberturas de los seguros por accidente, entre otros. En ese sentido, si bien es cierto los resultados avalan las prácticas de monitoreo y control de la propagación del virus, se debe, asimismo, establecer una clara y marcada línea que garantice la privacidad de las personas. Recordemos que uno de los derechos fundamentales de los seres humanos es la libertad y esta no puede verse restringida ni vulnerada por la salvaguarda de otro derecho, como es la salud pública. La regulación constitucional en estos casos debe ser muy precisa, sin menoscabar ningún derecho fundamental.

2. LA ECONOMÍA O LA SUPERVIGILANCIA:

Otro de los factores que puede impulsar el uso de instrumentos de vigilancia ciudadana es en definitiva el factor económico. Nuestra economía está siendo dañada debido a las medidas de aislamiento social y la extensión prolongada de la cuarentena. Este preocupante escenario está motivando a países de Europa, EE.UU. y ALC, a plantearse la posibilidad de flexibilizar su regularización con respecto a la utilización de datos de las personas y su control social para el control de la pandemia; imitando de esa forma a las políticas implementadas por los países asiáticos.

Más allá de las medidas adoptadas en el ámbito fiscal, monetario y financiero con la finalidad de mitigar el impacto económico del virus; se han implementado también subsidios salariales, transferencias monetarias y medidas económicas para ayudar a los hogares y empresas más vulnerables; sin embargo, ninguna medida parece ser suficiente. Esta situación está afectando el régimen capitalista de los países, con lo cual el recorte de las libertades civiles y el incremento de la vigilancia ciudadana mediante tecnologías digitales, aparece como una oportunidad de supervivencia del capitalismo.

Este escenario tan crítico en el que estamos entrando producto de la paralización económica, va a motivar a que los gobiernos, ya sea por un tema de conveniencia política, carácter ideológico o por que su margen de maniobra presupuestal no da para más, recurran a las corporaciones tecnológicas para que puedan cumplir un papel más efectivo en cuanto a la vigilancia ciudadana. Este papel que podría ser impulsado desde el gobierno, con sus propias herramientas institucionales, va a ser entregado a empresas privadas que van encargarse de esta delicada tarea. Esto ya está ocurriendo en la India, gran parte de los países asiáticos, Reino Unido, EE.UU., etc., están entregando estas facultades de rastreo a sus corporaciones multinacionales, como Tech Mahindra, Huawei, Google, Apple, etc., las cuales ofrecen sus poderosas herramientas de big data y geolocalización para combatir el Covid 19 y de paso, almacenan datos de  millones de personas en todo el mundo.

Esta nueva forma de Neoliberalismo Tecnológico, requiere ser observado muy de cerca, sobretodo por la regularización que debe existir dentro de un marco democrático. Este papel de “vigilante ciudadano” que se les está otorgando a las corporaciones debería entenderse que solo es debido a este contexto de lucha contra la pandemia, el mismo que no debe extenderse para otros usos de carácter político, electoral o comercial. Son conocidas las malas experiencias que hemos visto en el indebido uso de nuestra información, como el escándalo de Cambridge Analytica y su determinante participación para la aprobación del Brexit y la elección de Trump, por citar algunos ejemplos.

3. LA REGULACIÓN DE LOS DATOS:

Actualmente existe una corriente muy fuerte que está impulsando el “solucionismo tecnológico”concepto del cual profundizaremos más en el próximo post-, como mecanismo virtuoso para combatir el virus a través del uso del big data, esto, sin la necesidad de cerrar fronteras, ni prolongar el lockdown, ni paralizar la economía del país. La Universidad de Oxford ha señalado por ejemplo que: “…la utilización de una app de rastreo de contactos, puede notificar inmediatamente a una persona infectada y a sus contactos para poder controlar la epidemia sin necesidad de cuarentenas masivas que son perjudiciales para la sociedad. Para que esto se haga efectivo, al menos el 60% de la población de un país necesitaría participar de este rastreo”. Una consideración nada desagradable, ni muy lejos de que se pueda implementar.

Por otro lado, hay otra corriente antagónica, que por el contrario, alerta a la población con respecto a estas prácticas de control ciudadano; el Real Instituto Elcano de España por ejemplo señala que: “…la resaca que puede dejar la ampliación del poder policial en nuestras instituciones combinada con la -normalización- del acoso social, pueden producir una tormenta perfecta de autoritarismo”. Por otro lado Evgeny Morozov, quien acuñó el término de “Solucionismo Tecnológico” mencionó en una reciente entrevista que: “…a menos que encontremos una alternativa, nos veremos atrapados en un triste proyecto neofascista que combina el estado de vigilancia de la derecha, con un sistema de salud privatizado y americanizado por Silicon Valley”. Un legítimo temor ante un escenario crítico, al cual podemos llegar en definitiva.

Una señal que debe llamar nuestra atención, es en cuanto a la posición que viene adoptando la OMS en relación a la prácticas de rastreo implementadas desde Pekín. Por ejemplo María Neira, Directora de Salud Pública de la OMS ha mencionado que: “…si bien es cierto no bendicen el caso chino, sin embargo consideran que el manejo de la pandemia ha tenido resultados sin precedentes, los cuales en una democracia total, no hubiese sido posible implementar, mientras en el caso del gigante asiático, debido a su régimen político existente, sí ha sido posible”. Si interpretamos entre líneas, lo dicho por la funcionaria de salud pública, la fortaleza del régimen político marcaría la pauta para el desarrollo de estrategias exitosas como las de China. Esto sin duda puede alentar al empoderamiento de gobiernos de mano dura y con poco talante democrático.

Tomando en consideración estos dos enfoques, me atrevo a afirmar que tanto por factores de control sanitario como económicos, tarde o temprano los gobiernos van a terminar por legitimar el control y la vigilancia de la sociedad. En medio de nuestra actual situación va a resultar necesario “etiquetar” electrónicamente a los grupos de riesgo para que sus movimientos sean trazables y georeferenciados en todo momento. Si estas prácticas no van a estar debidamente reguladas, las persecusiones ideológicas, políticas, raciales, etc., que se pueden generar, producirán efectos nefastos para la democracia. Por el contrario, si utilizamos el registro de datos para extender bienes y servicios básicos a las poblaciones más vulnerables, puede sin dudar tener otra connotación la utilización de estas tecnologías de rastreo. Estaremos atentos a como se va desarrollando esta tendencia.

LAS OTRAS VÍCTIMAS DEL COVID-19

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¿Cómo prepararnos para afrontar la “nueva normalidad”?

“Te vas de aquí, pronto desaparecerás, te desvanecerás en una hermosa luz, porque todo el mundo está cambiando, y yo no me siento bien” (Canción: “Everybody’s changing” –  Keane).

Cada uno de nosotros estamos tratando de asimilar cómo será el nuevo mañana. Nuestra mente trabaja a mil por hora identificando las opciones que tenemos para adaptarnos y permanecer. Los gobiernos del mundo en el afán de controlar la caída de sus economías, tienen que empezar a aflojar la cuerda de las restricciones sociales. Y no es que hayamos controlado el virus, sino que necesitamos empezar a convivir con nuestro verdugo.

La nueva palabra que vamos a empezar a escuchar en diversos medios y a lo largo de estos días es: “Desescalamiento”. Y aunque en el castellano esa palabra no existe, la vamos a seguramente utilizar de manera frecuente. Y es que cuando escalamos un árbol y llegamos a lo más alto, lo natural es que nos bajemos o descendamos, pero bueno, el mundo con esta pandemia, empezará a “desescalar” hacia una nueva normalidad.

Con contadas excepciones, le hemos dado una dura batalla de contención a la enfermedad, pero lamentablemente se está llevando consigo a millones de seres humanos en todo el mundo. Algunos hemos luchado desde nuestras casas, tratando de obedecer las medidas de cuarentena, inclusive hasta limitar con la paranoia. Otros desde sus escritorios, como nuestros políticos, que, en su mayoría, están haciendo el mayor de sus esfuerzos para cumplir con su responsabilidad ante sus pueblos; y los que están todavía en la línea roja del enfrentamiento, como son nuestro cuerpo médico, las fuerzas policiales y militares, los servidores públicos, etc. La gran mayoría de alguna forma y de manera unida, le estamos haciendo frente a este enemigo común.

La humanidad está empezando a asomar desde la cueva, la luz del sol todavía molesta a los ojos, pero no va a durar mucho. Después de parpadear por un poco de tiempo, vamos a percatarnos que estamos frente a un nuevo día, frente a un nuevo amanecer. La percepción sobre nosotros mismos definitivamente a cambiado, este golpe existencial nos ha demostrado cuan fuertes y frágiles somos a la vez, y cuánto nos vamos a necesitar los unos a los otros. El futuro tras esta pandemia como nunca antes nos está empoderando como sociedad. Tenemos la oportunidad de que nuestra generación, participe en la construcción de este nuevo mundo, uno que beneficie a todos, que sea más justo, que deje atrás el odio y empiece a cultivar la tolerancia, el respeto y el amor.

Pero esta pandemia no sólo viene arrastrando con la salud de la población mundial. Existen otras víctimas que no necesariamente ven afectadas sus vidas, pero si sus oportunidades de sobrellevar esta crisis; ya sea por falta de recursos o también por el desinterés que hasta el momento muestran los gobiernos. A continuación, un repaso de las otras víctimas del COVID-19, que también necesitan atención urgente:

1. LOS EXCLUÍDOS DIGITALES:

Para algunos el traslado del mundo físico, hacia el mundo digital no ha sido tan complicado que digamos. La tele educación, el tele trabajo, la tele salud, etc. se ha convertido en la nueva plataforma que nos permite acceder a dichos servicios y darle continuidad a nuestra vida diaria. Sin embargo, la brecha digital todavía aísla y está poniendo en peligro a los más pobres y vulnerables de nuestra sociedad, debido a que muchos de ellos no cuentan con acceso a la web.

En América Latina y el Caribe (ALC), son millones los hogares que producto del lockdown, se han quedado sin acceso a internet debido a que muchos de ellos dependen del servicio del prepago para hacer llamadas telefónicas o para acceder a los servicios de salud, educación, bonificaciones sociales y otros beneficios que se brindan on line. La exclusión digital que vienen sufriendo los hogares más pobres es asombrosa. Y es que la combinación de falta de recursos económicos y confinamiento, no hace posible que se acceda a los servicios que brinda el gobierno, ni que haya comunicación con la familia y amistades fuera del entorno del hogar.

Imagínense por un momento lo complicado que debe ser para una madre soltera de extrema pobreza, tener que elegir entre la comida y los servicios de datos. En muchos hogares, puede significar hasta la mitad de su presupuesto familiar el tener que recargar datos para tener acceso a los recursos de educación que brinda el gobierno a través de las plataformas digitales. Si bien es cierto la mayoría de operadores de telefonía móvil vienen dando facilidades a sus clientes con contrato postpago, son muchos los hogares sin internet y clientes prepago que no son parte de este universo.

Una de las estrategias de los gobiernos, dentro de esta “nueva normalidad” debe estar orientada a garantizar que nadie se quede rezagado producto de la exclusión digital.  En el Perú por ejemplo se hicieron promesas de proporcionar computadoras portátiles para los estudiantes de las zonas rurales, lugares donde el acceso a internet es casi nulo y lo peor aún, no se cuenta ni con abastecimiento de fluido eléctrico. Se requiere en tal sentido, soluciones que provengan de la alianza pública y privada para tratar de disminuir el impacto del COVID-19 a las personas de menos ingresos, caso contrario, todo programa alternativo e iniciativa social para promover los tele servicios públicos, serán una broma de mal gusto.

2. LAS MIPYMES:

Otras de las víctimas de esta pandemia vienen siendo las micros, pequeñas y medianas empresas – mipymes. Tras esta cuarentena más del 50% de las actividades económicas han sido paralizadas. En ALC, las mipymes representan más del 99% del tejido empresarial y generan aproximadamente el 30% del PBI en la región, por lo que requieren ser protegidas cuanto antes.

Actualmente en muchos países se han activados diversos planes de reactivación económica que de alguna manera tratan de asegurar la cadena de pagos. Recordemos que las mipymes en ALC está básicamente orientada al mercado interno y su desempeño depende mucho de factores macroeconómicos, es por eso que en tiempos de recesión como el actual que estamos viviendo, estas mipymes tienen su tendencia a desaparecer.

Esta situación ha propiciado que las medidas de reactivación económica optadas por los gobiernos, se enfoquen en dotarlas de liquidez, con la finalidad de que estas a su vez puedan cumplir con sus pagos de planillas y de proveedores. En algunos países, según recomendación del BID, también se han optado por los alivios tributarios, sobre todo para las grandes empresas. En este aspecto, el sector financiero se está comportando a la altura, con ciertas excepciones. Por ejemplo, se han ampliado las líneas de crédito para capital de trabajo, se han ampliado las garantías para facilitar los créditos y flexibilizado los procedimientos, reestructuración de créditos y ampliación de plazos para el pago de cuotas, etc. Sin embargo, todas estas medidas no van a ser suficientes, porque lo que se requiere ahora no solamente pasa por inyectar liquidez a las mipymes, sino también en reactivar las actividades productivas por completo.

En ese sentido, otra de las estrategias de gobierno debe ir orientadas precisamente a elevar el Índice de Competitividad Digital a través una política potente que promueva el desarrollo del comercio electrónico y la transformación digital de las empresas más vulnerables. Algunas empresas vienen haciendo el esfuerzo para poder incorporar plataformas digitales seguras para que los consumidores puedan adquirir sus productos con las garantías de seguridad sanitaria necesarias, pero los gobiernos no están todavía a la altura de las circunstancias.

Por ejemplo, tomando nuevamente como referencia al Perú, se emitió la Resolución Ministerial Nº 138-2020-PRODUCE, una normativa que regula el reinicio de actividades económicas, entre ellas las del comercio electrónico. De la revisión de la misma, vemos que se trata de una ley sábana que regula bajo los mismos parámetros a todas las actividades económicas por igual. ¿Tendrá necesidad una empresa que se dedica al comercio electrónico, contar con un local físico? ¿Acaso no se trata de evitar el contacto público? ¿Cuál sería el criterio para exigir a estas empresas que cuenten con su propio servicio de delivery y que no puedan contratar a operadores logísticos especializados en dicho servicio? ¿Por qué se les autoriza operar solamente a las empresas de Lima? ¿Acaso no sería una buena oportunidad para que las empresas de cada región, también puedan reiniciar sus operaciones comerciales electrónicamente? Estas son interrogantes que se quedan abiertas y que necesitan ser respondidas con acciones concretas por parte de los gobiernos, en este caso el peruano.

3. LAS GRANDES URBES:

Una de las grandes transformaciones digitales de la cual algunos privilegiados están siendo testigos, es en cuanto al trabajo remoto. Las corporaciones más importantes señalan que es bien complicado que todos sus empleados regresen a ocupar sus oficinas físicas. Por ejemplo, Google ha dejado de lado un acuerdo para comprar más de dos millones de pies cuadrados para oficinas urbanas. El CEO de Twitter, Jack Dorsey, manifestó en una reciente entrevista que se les va a permitir a sus empleados trabajar de manera remota para siempre. De igual manera Facebook está también evaluando el trabajo remoto como regla general, la cual posiblemente se convierta en tendencia y sirva como un nuevo modelo de trabajo productivo para las demás empresas del globo; las cuales irán dejando poco a poco sus oficinas urbanas.

Dentro de esta “nueva normalidad”, los empresarios y directivos están percatándose que los niveles de productividad de sus trabajadores no han disminuido en relación a su modalidad de trabajo remoto, por el contrario, se están viendo beneficiados con el ahorro de costosos alquileres de edificios y oficinas en las grandes urbes. Este cambio de paradigma lamentablemente va a perjudicar la economía de propietarios de inmuebles, centros comerciales, centros financieros, inversionistas en bienes raíces, etc. Y eso traerá consigo, el despido masivo de miles de trabajadores que dependían de esa interacción comercial producto de la gran afluencia de clientes.

Según el profesor de la Universidad de Harvard, Ed Glaeser, uno de los principales estudiosos de la economía urbana, destaca en una reciente entrevista para el Boletín Planet Money, que los principales atractivos de una gran urbe han sido: a) El ecosistema ideal para el trabajo de jóvenes profesionales; este está relacionado a la conectividad y la creatividad que se desarrolla entre las personas al momento de trabajar y aprender de manera conjunta; y b) El entretenimiento; es decir todas esas tiendas que circuncidan a los centros del trabajo urbano como son: cafés, clubes, restaurantes, etc. Los mismos que conforman un ambiente ideal para lo que se conoce como “la ciudad del consumidor”. Estos dos imanes han sido sustituidos por el Zoom y ha tenido como un efecto colateral, la migración de miles de jóvenes trabajadores que están mudándose a vivir a lugares más tranquilos, que no tengan mucho ajetreo urbano y donde finalmente puedan desarrollar sus trabajos remotos, bien remunerados y sin ataduras urbanas.

Grandes ciudades como Sao Paulo, Buenos Aires, Santiago, Lima, Bogotá, etc. Van a tener que replantear su futuro y adecuar sus plataformas urbanas y servicios comerciales, para no dejar que los efectos colaterales de la pandemia, terminen también por afectar sus economías y que, por el contrario, puedan replantear las mejores estrategias que permitan atraer nuevamente a la estrella urbana por excelencia: El Ciudadano.