En la publicación de El Comercio del domingo 24 aparecieron dos entrevistas a ministros salientes, a un nuevo ministro y a un ministro que se queda. Los entrevistados fueron los ministros salientes, Alfonso Segura de Economía y Piero Ghezzi de la Producción, el entrante fue Carlos Basombrío, que dirigirá la cartera del Interior y Jaime Saavedra, actual ministro de Educación que seguirá en el cargo.
Primero comentaré lo dicho por Carlos Basombrío. Ante la pregunta del entrevistador, Fernando Vivas, si como parte de su estrategia, para reducir la criminalidad, saldrá todos los días a la calle a vigilar y dirigir la política de seguridad ciudadana que implementará a partir de julio y, además, velar que la policía actúe con eficacia, este respondió que si saldrá a la calle; pero que, también, se dedicará a planificar en su oficina. Esto, realmente, me entusiasmo y da claras muestras que en el próximo quinquenio contaremos con altos funcionarios, al menos en la cartera del Interior, que le dan importancia a la planificación, como estrategia válida para solucionar el problema de la inseguridad que azota a nuestro país.
Recordé de inmediato la Teoría de las Ventanas Rotas implementada en Nueva York, por el alcalde Rudy Giuliani, como parte de su estrategia, planificada, para reducir los altos índices de criminalidad e inseguridad ciudadana que se vivía en dicha ciudad. Vaya que lo logró, convirtiéndose Las Ventanas Rotas en la teoría referente para muchas ciudades que tenían el flagelo de la delincuencia gobernando sus calles.
Otro ejemplo exitoso de planificación estratégica en la lucha contra la delincuencia, los delitos y las faltas, de todo nivel, desde las de menor intensidad hasta las de mayor intensidad (faltas desde cruzar las pistas cuando el semáforo está en rojo o invadir el crucero peatonal hasta el asalto con armas letales con muerte incluida) fue lo implementado en la ciudad de Bogotá en la década de los noventa. Bogotá tenía una de las mayores tasas de criminalidad y muerte de la región. La inseguridad ciudadana se había convertido en algo normal para los ciudadanos. Sin embargo, no lo vio así Antanas Mockus, ex alcalde de Bogotá. Mockus implantó una política planificada de acción cívica y respeto al ciudadano, desde una perspectiva de reconocer la interculturalidad. La implantación de dicha política fue muy exitosa y logró revertir la situación de alta criminalidad que vivía su ciudad. Hoy en día el modelo de Bogotá ha sido, y es ejemplo, para muchas ciudades del mundo.
Que un Ministro de importancia a la planificación de su sector genera buenas expectativas y la alta probabilidad que el problema de la inseguridad ciudadana se resolverá en el país. Todos debemos apoyar esta iniciativa. De nada sirven funcionarios que se dediquen a apagar incendios, como si fueran bomberos. Lo que se necesita son estrategas que sepan trazar la ruta a largo plazo y actúen, en consecuencia, en el día a día. El contar con una teoría de la criminalidad es de por si un éxito para combatirla. El ejemplo en el Perú fue la captura de Abimael Guzmán y su cúpula por el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), lo que llevó, luego, a la derrota de sendero. Es de precisar que no fue el SIN de Montesinos y Fujimori, sino el dirigido por Benedicto Jiménez.
La otra afirmación a comentar fue la que hizo el ministro Segura, quien estaba comentado sobre los mitos rotos por la actual administración. Por ejemplo, señala que no solo el crecimiento económico es causal para salir de la pobreza; sostiene que es necesaria la intervención del estado mediante políticas sociales. Pero, lo que analizaré es otro mito, que según el ministro se ha roto. Sostiene Segura que el mito de que solo el gasto en infraestructura importa, no es cierto, es necesario contar con el gasto corriente. Pone como ejemplo lo ocurrido en Educación. Dice al respecto: “Pregúntale a Jaime [refiriéndose al actual ministro de Educación] si podría hacer una reforma educativa si no incrementase el gasto corriente. Tienes que hacerlo bien con incentivos y rendición de cuentas”.
La importancia del gasto corriente en el presupuesto de la república es apreciable, según la consulta amigable del MEF, para el año fiscal 2016 el presupuesto para gasto corriente es de 116 miles de millones de soles y es 3 veces más que le gasto en inversiones. Además, el gasto corriente financia las actividades que ejecutan los funcionarios y se supone que sus actividades deben estar dirigidas a proveer de bienes y servicios públicos, como por ejemplo, educación, salud, seguridad, cuidado del patrimonio arqueológico, etc.
Una forma de asegurar la eficacia y eficiencia del presupuesto para gastos corrientes ha sido la implementación de los programas presupuestales, categoría presupuestal que obedece a la estrategia de contar con una Gerencia Publica por Resultados en el marco de la modernización del Estado. Segura sostiene que a inicios de la actual administración el presupuesto de los programas presupuestales representaba el 11% del total, luego de cinco años, el porcentaje ha subido hasta un 60%. Significa que un mayor porcentaje del presupuesto, se gasta bajo los criterios de eficacia y eficiencia y con resultados concretos para la población.
Pregunté a un especialista en educación, el ex Director Regional de Educación de la región Loreto, Emilio Agnini, qué importancia tiene la infraestructura educativa en el logro de aprendizajes (Loreto tiene los más bajos índices del país en comprensión lectora y lógico matemática). Me dijo que la infraestructura educativa, aquella que se financia mediante la inversión pública, a lo mucho representa el 10% en el logro de resultados escolares. El 90% del logro del aprendizaje es explicada por una excelente gestión educativa y pedagógica. Los cuales son actividades financiadas con gasto corriente. Confirmando así lo aseverado por el ministro de Economía saliente.
Los programas presupuestales son una buena herramienta presupuestal que asegura el logro de resultados a partir de una línea base. Al incorporar actividades y proyectos, se asegura la sostenibilidad del programa, ya sea mediante intervenciones de corta duración, pero necesarios en el logro de resultados y el financiamiento de actividades permanentes en el tiempo que consolidan los resultados a lograr. Se sabe que el periodo educativo de una persona dura unos veinte años. Esperamos que el nuevo gobierno consolide estos logros, para, de esta manera, consolidar al Estado.
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