“AGORA” Y LA MUJER EN LA HISTORIA
Rachel Weisz interpreta a Hipatia, la joven matemática, filósofa y maestra que denunció la injusticia, proclamó la fraternidad, y defendió sus ideas científicas en medio de la Alejandría del siglo IV, dividida entre judíos, cristianos y paganos. Es la historia de una mujer adelantada a su época, que termina siendo condenada por cuestionar el fundamentalismo (aquel que mata al hermano por no creer en “los dioses” o en que “dios es uno”) y las ideas preconcebidas sobre el universo (la teoría geocéntrica de Tolomeo). A la que se le sacrifica porque siendo mujer, decide ocupar el lugar de un hombre, estudiando y diciendo en voz alta lo que piensa (“Si Dios eligió a doce apóstoles, todos ellos hombres, fue porque quería que la mujer ocupase otro lugar”: palabras de Cirilo, el obispo de Alejandría, en la película) y porque decide no creer y profesar su ateísmo (“mi deber es dudar”).
Pero AGORA de Alejandro Amenábar, es más que una radiografía de la intolerancia y del rol de la mujer en la historia. Es un cúmulo de sensaciones por el conocimiento que van desde la tristeza (la quema de libros de la biblioteca de Alejandría), la apatía (la transformación de la biblioteca en un granero) hasta el asombro (cuando Hipatia avanza en sus reflexiones sobre la posición de los astros en el universo).
En todo caso, en un contexto en que mujeres visionarias ganan torneos mundiales en disciplinas que por mucho tiempo fueron consideradas masculinas (Sofía Mulanovich, en tabla y Deysi Cori, en ajedrez). O, en el que Yoani Sánchez (la famosa bloguera cubana), es hostigada por reportar lo que está ocurriendo en su país. O, en el que la violencia doméstica cobra cada día más víctimas mujeres, y lo que es peor, aún se escuchan el “resiste por tus hijos” o el “algo habrás hecho para que te pegue”. En un mundo global, en el que la fuerza laboral masculina sigue siendo mejor remunerada que la femenina, es importante recordar, que la igualdad de derechos entre hombres y mujeres sigue siendo una lucha que no ha terminado.
Me gusta la reseña. Pero hay una cosa, cuando Hipatia, como tú bien dices, comenta, "mi deber es dudar", ¿tú crees que está profesando su ateísmo?. No sé, yo no lo veo tan claro. Dudar es necesario, porque nos hace pensar, que es lo que nos da la vida. El ateo niega por principio la existencia de un ser superior, no duda, tiene su propio fundamentalismo, su propia religión. Duda el que quiere buscar y no encuentra, el que se pregunta, el que no se atreve a hacer una aseveración acerca de ciertas cuestiones tan trascendentales que no podemos llegar a conocer, ¿Existirá algún Dios? ¿O simplemente una energía superior? o ¿por el contrario no habrá nada? Es imposible llegar a descubrir una verdad absoluta. Por cierto, tu blog es muy bueno. He disfrutado leyéndolo. Enhorabuena.
Muchas gracias Teresa por tus comentarios. Independientemente del credo de Hipatia, creo como ella, que dudar es necesario. Cuando damos todo por hecho, o nos aferramos a teorías preconcebidas, se hace imposible seguir aprendiendo.