Laura en (Norte)América

Don Juan casi acababa de barrer el local adjunto a la Estación de West Esplanade cuando entonces preguntó: “¿De dónde viene usted, muchachito?”.

Parecía extraño que me haya preguntado esto. Con el tiempo que venía conociéndole pensé habérselo dicho antes.

“De Perú”, respondí. Los gringos suelen asociar inmediatamente Perú con algún imponente cobrizo y magestuoso Inca. Yo les cuento más acerca de las maravillas geográficas del país. Se sorprenden extasiados. El panameño don Juan, en cambio, no.

“¡Ah!”, exclamó triunfante, como si hubiera recordado algo. “Que pase el peruano”, cantó.

No le encontré significado a lo que dijo. “¿Perdón?”, expresé mi incomprensión.

“¿Cómo? ¿Acaso no conoces a la señorita Laura?”, preguntó sorprendido, quizá algo ofendido.

“Ah, Laura Bozzo. Bueno, ella es peruana”, lo primero que me vino a la mente. “¿Cómo sabe de ella?”

“La tele: ¡Que pase el borracho, que pase el mujeriego, que pase el amante!”. Imitaba a la Bozzo sonriente.

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