Day: febrero 23, 2008

Taxi driver

Ella se paró en el medio de la pista, se acercó a mi taxi y dijo llorando ‘Sácame de acá. Te pago lo que sea pero sácame de acá ahorita’. Carajo, no entendía por qué lloraba tanto una mujer tan bonita. Terminé aceptando que suba al taxi. Tú sabes como es la gente. A esas horas hay que tener mucho cuidado con quién se sube al taxi. Imagínate, al principio creí que era una loca más.

Fui un poco atrevido cuando le pregunté porqué lloraba pero me dio a entender que había visto a su marido bailando y besándose con otra mujer en una fiesta cerca donde la recogí, en la Victoria si más no recuerdo. Que estaba deshecha porque él había sacado los pies del plato.

Mi hermano, no sabes la pena que me dio. Una mujer tan bella, esposa de uno de los empresarios más platudos de Gamarra, siendo cachuda. El tipo estaba borracho pe‘, seguramente se le había pasado la mano con alguna mujer o algo así.

Solita se tranquilizó la flaquita. Me contó algunas cosas más de sobre su esposo, sobre la empresa que tenían y su relación en pareja. Al final, me pidió disculpas. Se secó las lágrimas y me dijo ‘Acompáñame en mi departamento por favor’.

Yo le dije que no podía, que tenía que trabajar toda la noche. Pero ella me dijo ‘Te pago lo que sea. Lo mismo que vas a sacar taxeando o más si quieres’.

La pensé. Te lo juro. De repente venía su marido borracho y me hacía problemas y luego… qué pasaría. Ella me dijo que aunque viniera no le iba a abrir la puerta. Que le iba a decir al guardia del edificio que no lo dejara entrar esta noche.

Ya pe‘ dije ‘A la mierda’. Llegamos a un edificio en una zona bien pituca, me metí con ella a su departamento. Bien bonito hermano, para qué te voy a mentir. Tenía un televisor grandote. Bonitos muebles. Tenía la casita bien arreglada.

Me preguntó si quería comer algo y se fue a calentarme unos bocaditos que dijo que tenía por ahí.

Cuando regreso, carajo, tenía puesto un baby doll transparente y traía trago en una mano y los bocaditos en la otra. Nos pusimos a tomar mientras me contaba más sobre ella. Luego me empezó a insinuar, a tocar, tú sabes. Bueno y la carne es carne. Yo ya sabía que quería compañía y algo más. Me daba cólera que ese baboso la haya hecho cachuda. Ella me dijo que no quería saber nada de ese idiota esa noche. Que quería desquitarse de él como sea.

No pensé en nada más. Me agarró y me jaló a la cama.

¡Miércoles pero qué mujerón! hicimos de todo, de todo, ni te imaginas. Qué rico tiraba la tía caray. Todavía, parece que el tipo no la hacía feliz en la cama. Ese idiota, perder una mujer tan hermosa como ella con el primer taxista que se encuentre. Qué suerte que haya sido yo.

Encima, se levantó más temprano que yo y me preparó un desayuno… ya no ya. Me dijo ‘te espero en el jacuzzi‘. Me metí nomás y nos bañamos juntos. Nunca había entrado en un jacuzzi, no arrepiento hermano. De nada. De nada de lo que pasó esa noche.

Como ya era de mañanita tenía que irme. Me dio un billete de 100 dólares y me dijo ‘La he pasado de maravilla contigo’. Me acompañó hasta la puerta principal del primer piso y me despidió con un beso.

Subí a mi taxi y me fui a casita más feliz que nunca, una de las mejores noches que he tenido en mi vida carajo.

Hasta ahora no he regresado a su departamento otra vez y no creo que vuelva a visitarla jamás. Es más, no creo que quiera acordarse de mí tampoco.

Así son las historias de un taxista mi hermano. Nos pasan cada cosa día a día. Leer más