Day: agosto 20, 2007

Un libro, un lapicero, algo de pita y Miguel Grau: nuestra ouija perfecta [II]

Primera Parte

* * *

El día del concurso había llegado. Nos sentaron en unos escritorios a manera grupal por secciones.

La primera ronda se dio por puntaje acumulativo. Sin prisa, sin alteración. Todo normal.
Las preguntas no resultaron excesivamente difíciles.

Nuestra sección llegó a la segunda ronda.
Desde la puerta, algunas voces de ayer nos alentaban. Apostaban nuestro triunfo.

En la segunda y final ronda las cosas fueron más complicadas. Era eliminatorio, un todo contra todo.

Las preguntas eran entregadas al mismo tiempo a todos los equipos, las respuestas correctas eran las que validaba la estancia en la competencia.
Uno por uno, fueron acortándose el número de miembros de aquel salón.

Poco a poco, lentamente, sólo quedaron tres secciones en competencia.

Las voces seguían afuera expectantes de todo. Felices tras ver los rostros derrotados de las otras secciones.

– Te juro que si quedamos en primer puesto, alabaré a Miguel Grau toda mi vida. Escribiré sobre él -una voz decía en broma.

– Shhhhhh! Nadie debe saber. Pero ya está predicho: vamos a ganar.

Concentración total. El aula de la competencia se cargó con un ambiente demasiado ardiente.

Quedamos dos secciones: 5º año de secundaria, bicampeón consecutivo y 3º año de secundaria, nosotros.

Las preguntas se tornaron complicadas en un abrir y cerrar de ojos.
Ninguno daba su brazo a torcer. Respuesta correcta tras otra respuesta correcta: la suerte estaba con nosotros.

De pronto. Uno de los dos salones falló. Un error mínimo. Descalificación.

El veredicto se dijo: “Campeón del concurso de conocimientos, 5º año de secundaria”.

Habíamos perdido. Segundo Puesto, eso nos quedó, segundo puesto.

Revisábamos la pregunta, debía tener alguna falla. ¿La respuesta era la errónea? ¿Qué ocurrió?

Nos rendimos. 5º año se lo merecía, además sería su último año en el colegio.

– Bien hecho muchachos -nuestras voces desilusionadas felicitaron a los ganadores.

Al salir nos encontramos con las voces de anoche. Nos comprendieron.

– Perdimos -dijo una voz inconforme-. Todo por culpa de esa pregunta.

– ¡No se preocupen! Quedamos segundos -reconfortó alguna voz-. Eso nos da demasiado puntaje en los juegos florales este año. El próximo año campeonaremos.

– Qué raro -dijo la voz creadora del aparato-. Ayer Grau nos dijo que íbamos a ganar.

– Muy extraño -otra voz ajena al concurso pero cercana al juego.

Esa noche, luego del concurso, apareció la duda: todas esas voces en quién creyeron más ¿en nosotros o en Miguel Grau?

Yo no mudo, creí completamente a Miguel Grau.

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