Uno

Sus patas jugaban fútbol, mientras él los miraba desde la banquilla.
Comprendía que no era lo suficientemente bueno en el deporte. Era muchísimo mejor no participar.

Se quedó sentado durante toda la duración del partido.
No tenía nada más por hacer. Lo único que le quedaba era pensar en cualquier cosa.
Pensaba, pensaba y pensaba.

Pronto, cayó en algo: estaba hablando solo en voz alta.

¿Por qué?
¿Es malo hablar solo?
Pero si no tienes con quién hablar ¿por qué no hacerlo solo?

¿Estará perdiendo la cordura?

Sus amigos lo miraban ajeno desde antes ¿Se habrán percatado de que se está volviendo loco?

Se lo preguntaba en voz alta.


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