[Visto: 501 veces]
Investigadores de la Universidad Estadual de Campinas y la Universidad de Franca, de Brasil (Tognetta, Liccardi, Leite y Morishita, 2011) publicaron un estudio titulado: “Formación ética y afectividad: entre las concepciones de los educadores y su genuina importancia”. Seleccionaron aleatoriamente a 42 docentes de educación infantil. Utilizaron dos instrumentos, el primero con preguntas de opción múltiple, y el segundo con preguntas abiertas. Los autores afirman que la escuela tiene la tarea de trabajar la afectividad y que debe incorporarse en los programas de estudio para que los alumnos construyan personalidades éticas. Igualmente realizan una pregunta que bien puede aplicarse en nuestro medio (Perú): “¿disponen de estos conocimientos los profesionales que se dedican incansablemente a la educación moral de nuestros hijos?” (p. 10). El artículo se dirige a responder esta pregunta. Asimismo los autores consideran
que la escuela debe proporcionar momentos para que los alumnos piensen en lo que sienten, para que hablen de sí y vivan las consecuencias de sus actos. Solamente la experiencia de un ambiente escolar cooperativo, basado en el respeto mutuo, en el que la convivencia escolar del niño pueda ser respetada por el adulto y por los demás alumnos, y donde el proceso de toma de decisiones sea compartido con los alumnos, es lo que podrá, de hecho, formar personalidades éticas (Vinha, 2000; Tognetta, 2003, 2009a). (p. 23)