El domingo me desperté con ganas de toser, muchas ganas de toser, cuando llegué al caño del baño, lo bañé de rojo sangre. Nunca me había pasado, entonces como cualquier persona normal haría, llamé a emergencias. Vino una ambulancia, que no me llevan a la clínica, que sí, pero a qué clínica, que no hay atención, que sí. Bueno, que me llevan a la clínica San Gabrielito en La Marina y no me aceptan, y que nunca había viajado en una ambulancia, fue genial, pero me mareo y casi vomito. A esperar, que me llevan a la clínica Limatambus de San Isidro, que no me quieren atender, que la señorita de la ambulancia se queda conmigo hasta que alguien me atienda, que no quieren, que se pelea con el doctor encargado. Ya no me importa si estoy botando sangre por la boca y aún así no me quieren atender, pero la señorita se peleaba con convicción por mí, ¡POR MÍ!, me rompió el corazón en pedacitos, o sea me lo ablandó, y luego se rompió de lo blando que se puso (no tiene mucho sentido). Estallé y me hice agüita, el doctor me pregunta cómo me llamo, me pide calma, no se la doy y me dice que va a hacer todo lo posible para que me atiendan. Ah, y mi papá venía en el taxi de mi tío persiguiendo a la ambulancia, le pedí que se quede afuera porque adentro había mucha gente y ¿mejor, no? Para que no corra riesgo de contagiarse o algo. Que el doctor me ayuda y sí me atienden, y la señorita ambulancia se despide y CÓMO CHUCHA ME VOY A OLVIDAR DE PREGUNTARLE CÓMO SE LLAMA, si es lo máximo y nunca la voy a olvidar. Bueno, que me van a atender, y que se demoran 3 horas en hacerme el triaje, 2 horas más en sacarme sangre y 1 en tomar una tomografía, yo emocionada porque nunca había visto la maquinita esa y me sentía en el futuro. Que espero 2 horas más, con la panza vacía, ¡y ya me leen los resultados! “tienes los pulmones dañados, uno al 80%, está muy mal, aquí no te puedes quedar porque no tenemos cama UCI disponible y se puede complicar, el seguro te va a conseguir otra clínica donde si haya cama para que te internes”, y ya no tenía hambre, ya no me dolía la barriga, me dolía elpecholacabezalosojoslanariz, me quedé sin aire un ratito, me senté y me derretí horas. El mismo diagnóstico le dijeron a mi papá (mentira, se lo dijo otro doctor y dijo cosas que contradecían lo que me dijeron a mí), y a través de la luna que nos separaba me intentaba consolar, pero nadie lo consolaba a él. Y mientras estábamos en el momento más dramático del día-tarde, ya estaba en una nueva ambulancia camino a la 3era clínica del día, Santa Marta del Sur, de nuevo en ambulancia wuuuuuu. Y como la 3era es la vencida, en esta clínica NO me interné: no querían atenderme, no había especialista, no tenían ni idea de mi diagnóstico, pero aún más importante, 3 doctores amigos vieron todos mis resultados (se los enviamos x whatsapp, obvio) y coincidieron en que NO TENÍA POR QUÉ CARAJOS INTERNARME, yo estaba estable, sí necesitaba tratamiento y alguna pruebas más de descarte, pero náh máh. Entonces, siendo las 8 de la noche y habiendo estado fuera de casa casi 12 horas, volvimos. Mi tío y mi papá tampoco habían comido nada porque era domingo y… pues no había nada para comer. Gracias tío, gracias papá.

Y así terminó el peor día del año, que luego calificaría como el mejor. Mi mami hizo mazamorrita de plátano para cenar, no es un detalle relevante, solo para que se te antoje.

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Los doctores-mejores-amigos coincidían en que necesitaba descartar TBC y ver a un neumólogo ASAP (no había encontrado un pinche neumólogo en todo el domingo). No conozco a ningún neumólogo, así que estábamos perdidos todos, pero pidiendo ayuda, y en menos de 24 horas conseguimos uno por medio del amigo lejano de la hermana segunda del papá de mi hermano menor, o sea el amigo de mi tía. Me puse mi mejor pijama, una con dibujitos de cupcakes, y el papá de mi hermano menor, o sea mi papá, me llevó a ver al doctor. Y QUÉ BUEN PROFESIONAL CSMRE, me hizo sentir la calma que me faltó el día anterior, no te preocupes, estás bien, mírate, vamos a descartar TBC y… Aguanta, ¿qué? ¿TBC? Ah, es que el covid puede haber bajado tus defensas y ahí te enfermaste… PUTO COVID 🙂 .l. pero el TBC tiene tratamiento, es gratuito, y eres joven así que lo vas a superar, tranquila. Ya, sí, el doctor me tranquilizó, ay, me enamoré un poquito, pero era un vejete. Ah, y te voy a dar dfhasgdfahjsdfskdaskdsa para tus síntomas, tómalos svdsjhdgsjkddsk veces al día. Gracias doc.

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Hay muchas cosas que no he mencionado, como la cantidad de personas cercanas y no-cercanas que estuvieron al pendiente, en el teléfono, de mi avance y mejoría, al final creo que los nada-cercanos fueron los que más me ayudaron, entre otros gestos de cariño y amorsh. Y mi mamá ahí, nerviosa temblando pero ahí. Olvidándose por un momentito de las diferencias con mi viejito y siendo el mejor dúo dinámico para cuidar a su hija enferma.

Cuando vi al neumólogo y me dijo que podía tener TBC, desperté. Ya no me importaba NADAAAAA, solo el amor de mis papás, de mis amigos más cercanos, de mis tíos, de gente que no veía hace mil años, de desconocidos, y mi propio amor. A veces no te imaginas cuánto te quiere alguien, hasta que te quieren internar, te dicen que te vas a ir a UCI, luego que quizás tienes TBC, y ellos hacen todo por ti, todo TODO, todito. Gracias mamá, gracias papá. Qué suerte tenerlos. No me falta nada, un poquito de salud pero, nada. Gracias, es mi nueva palabra favorita.

Ahh, y no tengo TBC, ya me descartaron en 2 laboratorios diferentes. Era neumonía, atípica, pero neumonía. Uno no sangra por neumonía, o no es muy común, mi neumonía se ubica en una zona poco común, por debajo del tercio superior, choca con el árbol bronquial y por eso el sangrado. Ya no sangro, es amor lo que sangra, desde el cielo en la cúpula.

Gustavo lo cantaba para mí desde 1988.

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