-¿Me amas?
Amor a qué, amor de qué. Son ganas de pellizcarle el costado, sobre el muslo, el cosquilleo inminente producto de la vibración de sus piernas. Es el sueño de no despertar cuando se duerme con él. La melancolía de acurrucarse contra sus latidos. Fuerza de tacto en la entrepierna. Menor fuerza de tacto en la sien. El vaivén en el que nos encontramos, ¿es eso amor?, ¿son acaso las dudas que te planteas acerca de mi potencial amor? Es el horno en que vivimos. El aire -que brilla por su ausencia- cuando estás acá, y, sí, también allá. El desatino de mirarte cuando no me miras cuando lo último que miras soy yo, cuando cierras los ojos y desaparezco. Un fantasma. La propagación de esa frase que no te digo, porque no la necesitas.
-Te amo.
Y cierro los ojos yo también
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