Y apenas lo distingo. Cuando te acercas, cuando me miras confundido. Cuando, a lo lejos y a pesar de la miopía, sé que eres tú. Cuando das vuelta y no miras más. Cuando te vas. Cuando no estás. Cuando lloras y la escondes. Cuando te arriesgas. Cuando andas. Cuando duermes. Cuando despiertas. Cuando sueñas. Cuando eres feliz. Cuando no importa nada más.
Es tu sonrisa que cambia, pero que sigue siendo fuerte. La sonrisa que calla, la sonrisa que no me das. La sonrisa que no es “la sonrisa perfecta”, pero sí mi sonrisa favorita.
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