Donde existe un proceso de reflexión y de acción, frente a la Palabra de Dios, se produce un proceso teológico (Pastor 1990, 27). En ese proceso, se busca una metanoia (cambio de vida), que se busque transformar la realidad, en la cual “Dios nos llama”.
Teología, es el encuentro de la Palabra con la inteligencia y razón humana.
Todos los pueden hacer teología, no solo los teólogos profesionales. De la misma manera, que existen matemáticos dedicados a las ciencias matemáticas, existen todas personas, que sin ser matemáticos, necesitamos saber algo de matemáticas en nuestra vida cotidiana.
Pero, existen algunos peligros, en hacer teología, por ejemplo:1.Reemplazar la palabra bíblica por la reflexión teológica, es decir, poner el acento en la reflexión.
2.En que sea un acto principalmente racional, academicista, y no un acto que te demande un compromiso vital, una respuesta de amor.
3.Que no se oriente a la conversión (metanoia), a un cambio de vida.
4.Que se desvincule de la realidad, necesidades y requerimientos del ser humano. No hay teología, sin relación con la vida y las inquietudes del ser humano.
5.Que la labor del teólogo profesional, reemplace la reflexión cotidiana de los creyentes.
¿Creer es también pensar?
Nuestra obligación, es fructificar todos los dones recibidos, incluido la inteligencia.
“Pero su señor le contestó: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido?” (Mateo 25:26).
¿Es bíblico pensar? ¿Qué cabida tiene mi inteligencia en mi fe?
La inteligencia permite a los hombres conocer las realidades exteriores a ellos para adaptarse a ellas, y ponerlas a su servicio. La inteligencia, es el mismo instrumento que le sirve al hombre, para comprender y poner por obra, en su vida concreta, la palabra de Dios.
La inteligencia debe de extraer de la palabra bíblica su mensaje permanente para nosotros… hoy en día.
Por ejemplo: en la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37), Jesús nos llama a imitar a ese hombre que echó aceite y vino a las heridas de un desvalido, y lo llevó a una posada para que lo cuidarán.
Hoy día, al menos en Lima, Perú, no usamos aceite, ni vino para curar las heridas; es difícil conseguir un asno para trasladar a un herido, lo hacemos en ambulancias; y las personas se curan en hospitales, y no en posadas.
La intención de Jesús no era que imitarán material y exactamente al samaritano; el pedido es más general y profundo: “es estar atento a las necesidades de los demás y ponerse a su servicio”.
Esta brevísima reflexión sobre la parábola, es ya una reflexión teológica.
A partir de esa reflexión, nos preguntamos: ¿quiénes necesitan nuestra ayuda?, ¿cuáles son sus necesidades y las causas de esas necesidades?, ¿cómo podemos ayudarlos con la misma eficacia como lo hizo el samaritano?, etc…
Todo esto es un acto teológico, en el cual interviene la inteligencia.
Por ello, todo creyente hace teología. Ella es un acto espontáneo y permanente, de quien quiere vivir su fe…
Referencias
Pastor, A. 1990. ¿Qué es la teología? Lima: Centro Cristiano de Promoción y Servicios. CEPS.
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