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Un análisis en cuatro partes con recomendaciones y sugerencias para determinar si la cumbia es música/baile de seriedad.

Una bellísima imagen en representación al baile de la cumbia.Imagen tomada de internet
Uno: Una vida sin cumbia
Me gusta la cumbia, desde hace unos años, cuando Elsa me enseñó a bailarla. Pero no siempre fue así.
Y es que viajar a Centro y Sudamérica sin saber mover el cuerpo me era un lastre, me daba pena yo mismo. Es decir, no podía convivir con la gente local, integrarme a sus costumbres y así asimilar lo mejor de cada grupo de personas y de cada país nuevo en mi repertorio viajero.
Mi ignorancia musicocorporal era originada principalmente por venir de una familia donde bailar era un acto sacrílego (porque nunca vi a nadie hacerlo). Esta hipótesis parece corroborarse con la existencia de algún fanático religioso dentro de mis parientes. Esto en el contexto íntimo. En el externo, o sea, el escolar y el comunitario; nada tampoco. Parecía triste mi suerte de haber nacido en un país machista donde el baile era solamente una opción para las mujeres: en las fiestas los hombres bebían y hablaban, y únicamente las mujeres bailaban entre ellas.
Curiosa mi reflexión cuando se es de un país como México, cuya fama de musical y bailadora se ha engañosamente fomentado. Hay que buscar las razones en la televisión y las películas.
Sin embargo, ciertos grupos (no sé si sea adecuado definir como minoritarios) de mi país SÍ eran reconocidos por su capacidad de baile; algunos barrios populares de la ciudad de México sobre todo. Cuando era más joven, demasiadas veces escuché la expresión que cuando alguien sabía bailar bien que “baila como chilango (defeño o del D.F.)”. Guau. Lo máximo. Así pues, aún en ese tiempo, había cierto dejo de envidia por poder bailar; aunque nadie deseaba parecerse a un chilango de barrio pobre.
Y crecí sin baile. Escuchando rock, pop y demás música de manufactura extranjera. En su mayoría música blanca, sajona… y se podía decir que “yo tenía muy buen gusto musical” ya que ellos, si bien no eran del gusto de una mayoría, al menos eran similares al de cierta clase universitaria y de estrato económico “no tan bajo”.
Con el tiempo la educación y la cultura (que no son lo mismo de ninguna manera pero ese asunto no lo tocaré ahora) van generando cambios naturales en las percepciones del mundo y la forma de vivir en él. Los gustos cambian, maduran, evolucionan. Es posible hacer una analogía con las etapas piagetanas. Los gustos juveniles tienen que madurar (si el contexto hace posible esto) y comienzan a apreciarse otras dimensiones que antes ni siquiera se percibían.
En un viaje a Panamá tuve la oportunidad de ver a un par de hombres negros de porte esbelto y vestidos impecablemente de blanco bailando salsa con sus respectivas parejas; y en ese instante percibí un nuevo sentido del ritmo, elegancia corporal y despliegue de sensualidad que nunca había imaginado. El deseo de saber bailar (y aspirar alcanzar cierta semejanza) nació esa noche en ciudad de Panamá (BLG).
Pero fue la cumbia el género que me conquistó, y que en Panamá mismo se escuchaba aunque en Perú me sorprendió más.
Dos: Anécdotas anticumbia (que se reflexionarán más adelante)
1) Uno de los gatilladores que me llevaron a escribir este artículo me vino de Chile, donde un joven músico que se inspira en grupos nordeuropeos para componer su rock, arguye al parecer que la cumbia carece de arreglos complejos. Y hace una analogía muy interesante sobre la música que se escucha en una boda en Inglaterra y en Chile, “descubriendo” que las culturas musicales son muy diferentes.
Pensar que la cumbia es algo simple y superficial es pensar que el rock (por aludir al ejemplo en cuestión) es lo que fue a principios de los sesentas.
2) Miguel Pirata Hacker, un olivense dedicado a la venta de programas, películas e imágenes piratas; ingeniero en sistemas de alguna universidad alejada del top, en alguna ocasión contrató los servicios de un limeño de origen cañetano-chinchano para que lo enseñara a bailar cumbia. Yo me sorprendí que Miguel, siendo peruano, no supiera bailar, a lo que con frialdad respondió que “un intelectual como él no era dado a cosas banales como bailar”.
En verdad me dejó mucho más que boquiabierto. Que este personaje se considerara intelectual chocaba de manera violenta con mi propio concepto de este término. Para mí Miguel no era más que un pobre individuo que vivía al margen de la ley y (para colmo) en la casa de sus suegros que, como mecanismo de defensa quería sentirse un genio de la computación. Nunca en sus charlas jamás hubo una reflexión auténtica o una simple referencia a algún filósofo, pensador, estadista o a cualquiera. Y su recurso de justificar su torpeza corporal dada su capacidad de pensamiento me dio más que lástima; él era un gordo amorfo y de movimientos lerdos.
Pero la evidente influencia de la cultura positivista traída de Europa en cierto momento histórico de América Latina y que generó un alejamiento de la espiritualidad, emocionalidad y corporalidad que ahora estamos pagando (unos, como Miguel, más que otros).
Claro que el maestro danzarín de Miguel por su parte, aparte de bailar no entendía nada de nada. Era como un oligofrénico que a su vez, para él, saber moverse era un distintivo inequívoco de forma superior de pensamiento y modo de vida.
3) Otro historia irónica que viene del Perú, donde los cantantes del famoso Grupo 5 (y uno de mis favoritos) fueron invitados para posar en una revista con prendas Dolce & Gabbana y, la gerenta del almacén de donde provendrían el exquisito vestuario declaró que su ropa no era para el género cumbia que es poco serio, sino para “intelectuales”. Y pensar que yo nunca he conocido un pensador con ropa Löwe o Boss…
O sea, ¿por qué la satanización de la cumbia? Hasta me cuestiono si mi ropa Hillfiger (la cual ya no puedo pagarme más) es para alguien como yo, que soy blanco e intelectualoide (por fatalidad y no por gusto) pero nada serio…

Imagen del baile de la cumbia, tomada de internet
Tres: Dejémonos de tonterías y toquemos el punto medular: ¿Qué tan seria es la cumbia?
Utilizaré los siguientes criterios para poder responder esta cuestión: origen, reconocimiento y área de difusión, contenidos letrísticos, arreglos musicales y clase social que la consume.
Al buscar en textos impresos o en la web artículos relacionados con la cumbia se encuentran pocos y superficiales. Infalibres los wikiresúmenes que siempre surgen, pero ellos no satisfacen a criterios más exigentes. Pero tuve la fortuna de encontrarme con un sitio llamado Ritmos Típicos del Caribe que ofrece una definición que considero muy superior a las enciclopedias Folio, Salvat y la Wikipedia:
“Uno de los aires Folklóricos mas representativos del Folklor costeño en la Cumbia, cuyo nombre parece derivar de la voz cumbé, un baile popular de Guinea en la zona de Batá en África. En sus orígenes la Cumbia es de procedencia africana, convertida con el tiempo en un baile mestizo, al ser sometida a la influencia indígena e hispánica.
Es considerada como la danza símbolo nacional porque integra, tanto en su coreografía como en su música, las etnias que conforman nuestra nacionalidad. Es una danza de cortejo amoroso, que se baila en casi toda la Costa Caribe y que actualmente hace parte de todos los desfiles del Carnaval, bailada por una multitud de parejas que pertenecen a los distintos barrios de la ciudad y reciben el nombre de cumbiambas. La coreografía tradicional de la cumbia que se bailaba y se baila aún, consiste en una rueda o ronda con bailarines que giran siempre en sentido contrario a las manecillas del reloj. Las parejas separadas, el varón de la mujer, sin tocarse nunca, elevando ella uno o dos paquetes de velas encendidas en su brazo en alto. Garbosa y sonriente mece su cadera, adornándose con su pollera larga, mientras el varón la acosa con ademanes seductores abanicándola con su sombrero.”
Tomado de:
http://usuarios.lycos.es/elfolklorcolombiano/Region%20Caribe/Ritmos%20Tipicos%20del%20Caribe.htm
Y en la misma Wikipedia se menciona que este género, “hasta mediados del siglo XX era considerado un baile vulgar de las clases más bajas”. Compárese con la mención de los barrios de la ciudad o cumbiambas.
http://en.wikipedia.org/wiki/Cumbia
Ya queda definido el origen colombiano de la cumbia, su raíz negra y su cualidad de crisol negro-multi indígena-español, así que la instrumentalizad de este género se nutre a mares de flautas, acordeones, guitarras, güiros y percusiones. Posteriormente se le fueron aunando más y más instrumentos, como los teclados, cajas de ritmos y secciones de vientos.
Pero bien así, un crisol como tal pudiera evocar una memoria histórica que afecte a un enorme grupo de gente y países (donde haya habido esclavos, indios y colonia española).
La cumbia se escucha pues desde México hasta Chile y Argentina como parte hispana de América Latina y por influencia colombiana. Aunque en Brasil no hay cumbias, ni en Belice (no se habla español en ellos) y quizá en ciertos países de Centro América sea más difícil percibirla por encima del calipso o géneros más afro… pero por allí está. Un caso particular es Cuba, donde no recuerdo haber escuchado este género, quizá por ser isla o porque este país ha creado otros géneros musicales tan propios y no hubo espacio mismo para la cumbia.
Nota cultural:
La Enciclopedia Salvat (1998) no reconoce cumbia, sino cumbiamba pero se refiere a la danza popular de Colombia y Panamá donde los danzantes llevan una vela en la mano. Así como en la definición de cumbia previa, donde cumbiamba (repito) se le llama a los barrios populares. Ahora sé porque en Perú se refieren a un intérprete de cumbia como cumbiambero, aunque no me queda claro si es lo mismo, pero me da igual.
En los años ochentas en México la cumbia comenzó a ser famosa en la radio… y popular. Eran grupos colombianos que, buscando fama en mercados musicales crecientes iban a contagiar con ritmos alegres pero con letras más que pícaras (y vulgares).
Frases como “No te metas con mi cucu (cucu)” y “Oye zorullo, el negrito es el único tuyo”, fueron tan comunes que se plasmaron en el inconciente colectivo con un mensaje erótico y de infidelidad (¡¡además de interracial!!) que seguramente chocó a las buenas conciencias defensoras de las buenas costumbres. Y en el calor del momento surgió la mexicanaza Laura León con su “Yo no soy abusadora”. El cuadro completo para tildar a la cumbia como el género de la bajeza social e inmoral.
Segunda nota cultural:
Inclusive algunos grupos de rock mexicano tuvieron el viaje cumbiero meramente oportunista como manera de renovarse musicalmente y ganar (o perder adeptos). La Negra Tomasa (canción original cubana y cuya entrada NO aparece en la Madre Wiki) interpretada por Los Caifanes y que ante –en aquel tiempo- mi ignorancia yo juraba que Saúl Hernández la había creado. Botellita de Jerez sacó su famosa Baticumbia (“abuelita de Batman” frase que significa “a fuerza” o en mexicano puro “a güevo”) y, por esos años se consolidaba musical y comercialmente Maná que coqueteaba con diversos géneros tropicales en fusión con su rock, y cuyo éxito fue visto con envidia por los rockeros ortodoxos que criticaban algo que no comprendían.
Y en mi caso personal quizá seguí creciendo pensando que “esa era la cumbia”… hasta que un día escuché “Eres mi canción” de Rubén Blades (que no es solamente salsero sino UN GRAN MÚSICO) de su opera magna (y no la única) La Rosa de los Vientos -que es un bello y magnífico homenaje a la música oriunda de la Cintura de América (Panamá) y sus talentosos músicos-. La letra y arreglos de esta composición eran por mucho muy pero muy superiores a las lejanas cumbias de mi juventud.
Un par de años más tarde, en mi primer viaje a Perú sucumbí ante el encanto de Agua Marina y Armonía 10, que ya mismo estos grupos representaban a un subgénero denominado tecnocumbia (y que ya he hablado en otras entradas). Los arreglos musicales en cuanto a keyboards y cajas de ritmos así como vientos me parecieron una novedad muy agradable para escuchar. Y, como una vez lo manifesté (La cumbia peruana con nombre y apellido); sus letras, aunque alejadas de la vulgaridad colombianochentera sí tenían claras tendencias hacia costumbres de cantinas y desengaños amorosos.
En Perú se está dando un fenómeno peculiar, la popularización de la cumbia. Es decir, no que esta llegue a estratos populares, ya que precisamente estos han sido sus consumidores; quizá a que grupos locales de ciertas poblaciones hayan escogido la cumbia como el medio de expresión. Sino que una nueva estética literaria (o relativa a la letra misma de las composiciones) está surgiendo. Marcada por canciones del Grupo 5 (canciones de Estanis Mogollón sobre todo) pudieron generar que en el año 2007 la cumbia ocupara más espacios que hasta los entonces tenía. Y sus canciones se transmitían constantemente en radio y llegaba incluso a tocarse en discotecas de clases altas (para lo racista que es Perú, esto ya es más que bastante). El 2007 fue el año en que la cumbia coqueteó con el pop, con esto me refiero –como una vez lo hice ya- a la accesibilidad de sus letras (sin tanta fatalidad alcohólico amorosa) así como arreglos no convencionales (hasta el momento) en las melodías.
Pero lo anterior no es propiamente una novedad. Como fenómeno musical comercial, la cumbia y algunas de sus variantes tuvieron ya probado éxito en gente yankee agringada, sobre todo de los E.E.U.U., el país donde todo se mide en base a las ganancias generadas. Selena y sus parientes los Kumbia Kingz (que de ninguna manera son mexicanos) han sido éxito verdadero en ventas de CDs originales; algo que bien pudiera ser en buen sentido imitado. Su éxito ha sido tanto musical como mediático (y no me atrevo a decir cuál depende del otro): ropa de moda, videos provocadores y, físicos de exhibición. Es decir; ellos siendo yankees (y que sean descendientes de mexicanos ya no significa gran cosa), fueron una primera muestra de cumbia pop Made in the USA.

Con portadas así, difícilmente se tomará con seriedad a este género. Pero esto no es culpa de sus músicos sino de los limitados recursos marketeros de los sellos discográficos. Imagen tomada de internet.
Conclusiones (y respuestas a las cuestiones plantadas en las anécdotas anticumbia)
1.- La cumbia es Latinoamericana solamente. Colombiana en primera instancia y después emulada en muchos países hispanos. Por lo tanto, como en la anécdota anticumbia antes mencionada; no hay razón para encontrar cumbias en Inglaterra, Islandia, China o Japón (ahh, ni tampoco -y para mi sorpresa- pude encontrar cumbias en Uruguay).
2.- La cumbia, al tener una procedencia negra e india antes de fusionarse con la cultura española (que a su vez tiene sangre arábiga) no parece ser aceptada por gente que se rige de manera conductista y acrítica bajo las tendencias hegemónicas blancas, protestantes y sajonas. Además, este género de música y baile en cierto momento fue considerado vulgar y de clase baja (cumbiamba), y semejante estigma parece comenzar a ceder –hasta ahora- en países que viven una fiebre musical como el Perú.
3.- Existen creencias irracionales de que el baile o la música tropical son para determinados grupos de personas; como las mujeres o los salvajes. Algunos que piensan estas barbaridades inclusive se autodenominan “intelectuales” como eufemismo a su poco criterio o su mediocridad determinada por su educación y tipo de vida, y desconocen los cambios de paradigmas que se proponen para transformarse en personas menos rígidas y emocionalmente más completas (emoción, emotividad y corporalidad; y sugiero leer a Manuel Contreras en su documento Aprender para desaprender en la búsqueda de un aprendizaje transformativo; esto con el fin de poner un hasta aquí al positivismo en el pensamiento ordinario).
3.- Algunos grupos o géneros musicales han abordado la cumbia a manera de oportunismo, y sin entenderla, han hecho extraños aportes que confunden o disgustan a su público.
4.- Otra razón de gran peso que bien pudiera no haber ayudado a la difusión del género puede ser la siguiente:
Si analogamos (me permito este neologismo) con el rock, cuyos orígenes también fueron algo vergonzosos (en una óptica conservadora con descendencia inquisidora) percibo una clara diferencia en su boom: la gestión del conocimiento.
Basta buscar en alguna vieja enciclopedia o en el Internet la palabra rock para que la oferta histórica apabulle al deseoso conocedor: que si la canción “My baby rocks me with a steady roll”, que si Buddy Holly, que si del jazz sale el blues y del blues se origina el rock, que Elvis, los Beatles, los Stones y más. Abundan las versiones (y muchas coinciden) y hasta percibo una pugna cultural entre Inglaterra y los E.E.U.U. para ver quién inventó el rock más rock y quién ha dado lo mejor.
De la cumbia, nada. Las razones: su mercado comercial no interesa a los sellos discográficos internaciones.
Por lo tanto las compilaciones de cumbia (colombiana por dar ejemplo) son editadas a precios bajos y se ofrecen entonces pobres producciones. Países como el Perú no tienen una concepción de proyección externa y no visualizan estos mercados internacionales. Una producción con altos estándares demanda un respeto a su venta y derechos de autor. En mi experiencia, solamente Costa Rica (que no es cumbiera) tiene una dura legislación en contra la piratería (se te aproxima un jovencito con un pequeña mochila y saca unos CD que te muestra unos segundos y se retira inmediatamente, tú tienes que llamarlo o seguirlo), ni en Argentina o Chile donde también lo “genérico” es ilegal no es difícil hallar pequeños puestos donde conseguir música. Pero en Perú y México es un descaro este fenómeno (que ya he hablado de la cultura bamba en previos artículos).
Cinco: Recomendaciones
1.- Entonces si se deseara -por cuestiones de orgullo cultural o mero comercio musical- fomentar un desarrollo de la cumbia a niveles culturales nacionales, además de promoverla constantemente en la radio y legislar con seriedad los derechos de autor.
2.- Otra idea favorecedora es incorporarla constantemente en escenas incidentales de comerciales, películas y programas televisivos (como las muy disfrutables escenas románticas entre Panta Pantoja y la Colombiana en la película de Lombardi).
Bueno, después de lo anterior es hora de contestar la pregunta inicial de esta reflexión; ¿es la cumbia algo serio?
Para la gente con criterio, que no se rige por la dominación blanca postmoderna, que tiene madurez, que NO le importa el status quo de las cosas para poder aceptarlas y que tiene una capacidad (o inteligencia) motriz que le permite disfrutar en movimiento de ritmos que alguna vez en su matiz más profundo vienieron del África: SÍ.
Para disfrutar de la cumbia en expresiones sublimes jamás imaginadas les sugiero:
Eres mi canción de Rubén Blades (Panamá)
Me llamo cumbia de Totó y la Composina (Colombia)
¿Sabes? del Gran Silencio (Monterrey, México)
Guajira bonita de Julián Álvarez y los Afroandes (¿Perú?)
A todos los rockeritos les aconsejo escuchar los punteos de guitarra del Grupo Néctar.
A todos los new wave synth musicians me permito recomendar los teclados de Armonía 10 y Agua Marina.
Y a ti que quieres bailar pon La Kulebrítica (que es mexicana) ¡¡pero con el Grupo 5 suena mucho mejor!!
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