Puedo creer en el valor de las estadísticas para muchas situaciones. Éstas se vuelven indicadores importantes para (poder) interpretar dichos datos y tener cierto panorama de las condiciones de cierta realidad. Justo en estos días se está levantando un censo de la población en todo el territorio mexicano.
Siento admiración y pena por las personas que recogen esta información. Son individuos jóvenes con cierto grado de instrucción pero definitivamente sin trabajo fijo. Son contratados para realizar una maratónica tarea en cuestión de días. Y por cierto, es una tarea que termina no siendo bien vista por mucha gente. El mero hecho de que alguien llegue a “husmear secretos” -por llamar así a ciertos asuntos que algunas personas quisieran no tener que decir nunca- llega a generar desconfianza.
Para colmo, un país como México se ha vuelto un país herido: Sumamente defensivo (aunque si bien no llega a una suerte de “paranoia” como la que experimenté en Perú, por ejemplo). Pero este país es otro, definitivamente muy diferente a lo que era hace unos cinco años atrás.
Y para colmo (de mi colmo) me llegó una encuestadora que me aseguró que “mi cuadra fue la afortunada de responder la encuesta extendida”.
Yo sigo siendo alguien que se aferra a creer en las personas y (más ingenuo aún) en las Instituciones. Esa nube que los pesimistas llevan encima (nube que no da sombra, por cierto, pero siempre les hace creer en la posible lluvia) no la tengo. Así que invité a entrar a mi casa a la joven mujer jovencita y regordeta y le ofrecí una silla para que conmigo realizara tu trabajo de una manera más agradable.
Que de qué material tiene la casa el piso, las paredes, el techo, que si el baño es propio (es rentada al fin y al cabo), pero no me cuestionaron sobre la cochera eléctrica. Que si tengo auto (no, no, no, yo soy responsablemente ecológico). Que si un día he dejado de comer (basta ver mi vientre voluminoso para saber que no), o que si tenía algún padecimiento físico o mental (y si supieran que padezco los dos pero nadie lo nota porque están peores aún). Que si sabía alguna lengua indígena y si me consideraba como tal.
No me considero indígena por varias razones (y me da pena NO serlo). Sería tan fantástico ser indio en un país tan curiosamente homogenizado en lo étnico… pero tan radicalmente extremo en lo económico y en lo cultural.
La cosa me incomodó cuando se me preguntó sobre mi salario. Digo, tengo un sueldo modesto que gracias a mi soltería me permite beber vino tinto seguido o viajar en corto y clase económica de vez en cuando. Nada más. Pero este país, la región y la misma ciudad se han caracterizado por una epidemia masiva de extorsiones y engaños… pero total. Por mi parte el Censo intentará ofrecer datos más cercanos a lo verídico. Aunque quizá el matiz final lo decida el Gobierno.
Justo a la mañana siguiente en la puerta de mi casa apareció un pequeño papel… el cual me generó cierta desconfianza recogerlo y mirar qué era o decía. Sospeché vagamente en una amenaza… pero al final era un recado de mi jefe directo diciendo que No me daría ride en su auto al siguiente día. Nada grave la situación.
Pero ese cuestionario extendido no se refirió a otros asuntos que es necesario conocer (o que cuando menos las instituciones del Estado). Claro que indagar sobre más aspectos generaría más desconfianza. Pero debieran incluirse como indicadores útiles algunos de estos:
Si se tienen varios autos y su modelo (tanto delincuente que se hace de lotes de dinero de la noche a la mañana y lo primero es lo primero: el auto). Si se maneja tarjeta de crédito. Si compran libros (si los leen es asunto superior), si se habla algún idioma extranjero… Si le creen a Televisa o TV Azteca, que si se ven telenovelas… O mejor aún; si uno se siente contento con el tipo de país que ahora es México, con el Gobierno y con sus narco políticos. Con las oportunidades sociales y la expectativa de vida que se tenga para el futuro.
Por supuesto que este estadístico sería lo menos deseable para los intereses políticos, aunque puede ser llevado a cabo a manera de grupos muestra… pero si se encuestara a toda la población, el panorama entero podría percibirse.
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Le reconozco el crédito de la idea de la “gente que lleva su nube” a Alberto Ocus.
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