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Amamos a Cipolla

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Carlo Cipolla (1922 – 2000) fue un historiador italiano especializado en historia económica, a partir de la cual descubrió su propia pasión y curiosidad sobre la sociedad y lo humano.

En la época que comenzó a ejercer su profesión tenía 26 años, eran tiempos difíciles en Europa y la historia económica italiana se caracterizaba por ser descriptiva y carente de análisis; Cipolla marcó un cambio en la aproximación y en la forma de análisis.

Cipolla era un gran historiador, investigó a la población, las pestes, la tecnología, colonización y los pormenores de la “macro – historia” para luego desarrollar su extraordinario sentido del humor y divertirse haciendo algo que podría reconocerse como “microhistoria”. Desplegó su ingenio, sencillez y gracia en unos escritos que son tan buenos como sus más rigurosos textos de historia económica.

La primera vez que leí un texto suyo, fue Allegro ma non troppo, que desde el título anuncia su carácter: “Alegre, pero no demasiado”. A partir de la introducción destaca la sencillez del escrito, sin pretensiones, claro, contundente y que defiende el “humorismo” en contra de la “ironía”, por ser más agradable y preferible reírse con los demás que de ellos y porque “la vida es una cosa seria, muy a menudo trágica y algunas veces cómica”.

El libro se divide en dos partes; la primera se titula El papel de las especias (y de la pimienta en particular) en el desarrollo económico de la Edad Media. Trepidante, erudito y lleno de humor; una parodia de la cliometría junto a dudosas metodologías para contarnos la historia de Europa desde la caída del Imperio romano. Hasta las notas al pie de página son acotaciones con gracia, muy distintas a las notas de sus propios escritos “serios” de historia económica.

La segunda parte puede que haya sido la más difundida de sus obras, aunque no tenía en absoluto la intención que muchas veces se le ha atribuido. Titulado Las leyes fundamentales de la estupidez humana“, Cipolla describe este ensayo como algo que los eruditos del siglo XVIII hubieran denominado una “aguda invención”. No hace falta decir más.

Otro libro de este corte, denominado Tres historias extravagantes, reúne tres ensayos: Hombres duros, El timo del siglo (XVII) y Los Savary y Europa. La característica común de estos escritos es que están bien documentados y que son textos ligeros, entretenidos, que a la vez permiten conocer ciertos aspectos específicos de la historia: personajes, familias.

La carencia de notas a pie de página pueden sorprender a los historiadores, siempre en busca de referencias, notas y bibliografía. Cipolla no solamente se toma la licencia de evitar a toda costa las notas (en los tres ensayos tiene solamente cinco llamadas a pie de página), sino que parece ser parte del entretenimiento. Y es que como la vida, la historia también es cosa seria, muy a menudo trágica y algunas veces cómica. Por eso amamos a Cipolla.

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