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Jacobo Timerman, el preso sin nombre

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Claroscuros del terrorismo de Estado durante la dictadura de Videla

(junio, 2013)

El circuito de la represión

El 19 de diciembre del 2012 el juez Carlos Rozanski sentenció a cadena perpetua a 16 acusados por crímenes de lesa humanidad por su participación en muertes, torturas, desapariciones y secuestros en el Circuito CampsLa megacausa del Circuito Camps no es la primera ocasión en la que se enjuicia a los responsables de la represión ocurrida entre 1976 y 1983. Ya en diciembre de 1985 fueron llevados ante el estrado en calidad de acusados los miembros de las tres primeras juntas militares, un total de 9 personas, de las cuales 4 fueron sentenciadas a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad. (Clarín Web TV, 2010). Entre estos personajes se encontraba Jorge Rafael Videla, quien fue absuelto junto a una larga lista de militares, favorecidos por indultos otorgados en los gobierno de Raúl Alfonsín (1983 – 1989) y Carlos Saúl Menem (1989 – 1999) (Young, 2010). Solamente en el gobierno de este último fueron indultadas más de 1000 personas entre 1989 y 1990, figurando en la lista “represores, guerrilleros, imputados por delitos comunes, participantes de distintos levantamientos y los militares responsables de Malvinas” (El País, 2010).

En el año 2010 la Corte Suprema de Justicia Argentina declaró tales indultos inconstitucionales, pues según el Derecho Internacional desarrollado en la década de 1990, las violaciones de derechos humanos dejaban de tener prescripción (Young, 2010). Entre las nuevas causas que Videla tuvo que afrontar estaba la del “plan sistemático de robo de bebés”, que ocasionó la separación de cientos de niños y sus familias (El País, 2010), el baluarte de los reclamos de asociaciones como “Las abuelas de Mayo”, quienes aún después de más de 30 años continúan en la búsqueda activa de aquellos nietos que fueron apartados de sus padres debido a sus filiaciones políticas o por haber nacido en cautiverio (Abuelas, s/f).

Junto a las “Abuelas de Mayo”, decenas de organizaciones civiles han participado del proceso a lo largo de los 30 años en que se ha buscado restituir identidades, memorias y justicia. Después del macroproceso de diciembre del 2012, muchas heridas se han cerrado, si bien se han abierto aún posibilidades de juicios por nuevas causas, a la vez que ninguno de los implicados ha cedido en dar información para encontrar a los desaparecidos o a quienes han perdido su identidad.

El tema de lo ocurrido durante las Juntas Militares es, pues, un tema vigente y con muchos vacíos aún por cubrir, ya que se dio el “terrorismo de Estado”, del cual no estaría libre ningún sector de la sociedad civil. Para los militares, la justificación del golpe de 1976 era el caos imperante en Argentina, pues el gobierno  constitucional de María Estela Martínez de Perón había dejado al país en una precariedad económica, además del caos político y social que estaba polarizando a los argentinos (Canelo, 2008:14). La sensación general de desorden llevó a importantes personajes como Borges o Sábato a apoyar abiertamente el golpe; aunque años después más bien se horrorizaran y condenaran las acciones y excesos de los militares en el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” (Borges, 1985). El apoyo al régimen también era compartido por una importante ala de la Iglesia Católica, como ilustraría la alegoría del provicario Bonamín, “los militares deberán desenvainar su espada y bañarla en el Jordán de la sangre para salvar a la patria” (citado en Reato, 2012:19). Ciertamente, entre 1973 y 1976 Argentina vivió tiempos difíciles, como describió Timerman: “Coexistiendo en Argentina estaban: guerrillas trotskistas urbanas y rurales, escuadrones de la muerte peronistas de derecha, grupos terroristas armados de los sindicatos dedicados a vengar el asesinato de sus hombres, grupos parapoliciales de izquierda y derecha luchando por la supremacía en la organización de las fuerzas policiales federales y de provincias; y grupos terroristas de la derecha católica organizados por camarillas que se oponían a las propuestas del papa Juan XXIII para reconciliar a los sacerdotes liberales de izquierda” (2002 [1980]: 14). El diagnóstico que ofrece el periodista y entonces director del diario La Opinión le llevó a apoyar el empoderamiento de los militares en 1975 para “preservar las instituciones politicas existentes y hacer uso de los canales legales para poner fin a todo tipo de violencia” (2002 [1980]: 14). Quizás no estaba tan en desacuerdo con el propio general Videla, quien en una entrevista en la celda donde murió, confesaba que el golpe militar de marzo de 1976 fue un desacierto, ya que los decretos peronistas del pasado octubre “fueron una especie de licencia para matar; no podíamos pedir más ni necesitábamos más” (Citado en Reato, 2012: 12).

¿Opinarían de igual forma los ciudadanos de a pie que veían recortadas sus libertades y tuvieron que atestiguar, con indiferencia, aprobación u horror, las desapariciones, muertes y torturas de 30 000 ciudadanos argentinos? Probablemente esta respuesta sea cada vez más difícil de resolver, ya que la memoria sobre los años más duros de la represión está siendo reconstruída en nuestros días. El terrorismo de estado fue estimulado por el silencio cómplice de muchos, por eso también es importante reconciliar a la sociedad argentina. Parte importante en esa reconstrucción es tener información que pueda dar nuevas pistas sobre lo acontecido, es por ello que liberar archivos y documentos restringidos ha sido un proceso de gran ayuda para comprender otras perspectivas y así colaborar con la justicia desde el estado y desde la sociedad civil. Como señala Casanova: “frente al olvido e indiferencia hacia los terrores organizados, solo caben políticas públicas de memoria basadas en archivos, museos y educación” (2013). En esa dirección ha habido varias acciones como la desclasificación y publicación de documentos del gobierno argentino y el estadounidense respecto a temas de represión y tortura, como fue lo vivido por Jacobo Timerman, detenido en abril de 1977 por la jurisdicción de Ramón Camps.

La celda sin número y el preso sin nombre

Jacobo Timerman plasmó las memorias de su prisión en un conmovedor relato llamado Preso sin nombre, celda sin número. Publicado por primera vez en 1980, en este volumen autobiográfico, Timerman ofrece un panorama de sus ideas, pensamientos, temores y acciones relacionadas al encierro que vivió desde el momento en que fue secuestrado en abril de 1977 (Timerman, 2002 [1980]). No fue, pero, el único testimonio que hubo sobre su prisión. Ya en octubre de 1979 el Departamento de Estado norteamericano había preparado un documento titulado Background on the Timerman Case, en donde, en poco más de dos páginas, se cuenta los pormenores de su arresto, proclama su inocencia y se le erige como un símbolo de los “miles de argentinos que fueron privados de su libertad […] y mantenidos en detención ejecutiva”. (Antecedentes…, 1979). Años después, Timerman reafirmaría su testimonio ante la Cámara Federal de Argentina, en el marco de los Juicios a las Juntas Militares. (Cámara Federal, 1985). Los testimonios de sus hijos, especialmente de Javier Timerman, parecen hacer eco de las palabras de su libro, con respecto al primer momento de la captura: Camps le dijo que su vida dependía de sus respuestas. (Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP, 2012).

¿Por qué razón fue secuestrado y encarcelado Timerman? Esta es una de las preguntas más difíciles de resolver en el caso.

David Graiver era un próspero empresario a quien se le acusó de lavar dinero de Montoneros por los rescates de Juan y Jorge Born, así como de Heinrich Metz, gerente de Mercedes Benz. El empresario murió en un accidente de avión en México en agosto de 1976 y sus herederos no tardaron más de tres meses en vender su imperio económico, incluyendo sus acciones en Clarín, La Nación y La Razón. En marzo de 1977 Ramón Camps, jefe de la Policía de Buenos Aires, lanzó la “Operación Amigo”, que consistía en detener, torturar y encarcelar a familiares, socios y colaboradores de Graiver. (Reato, 2012: 151). Según Videla, Timerman era un amigo del régimen y desde sus letras los apoyaba, igual que Héctor desde La Tarde. Sin embargo, continúa el dictador, Timerman al menos conocía el origen malhabido de los fondos con los que David Graiver financiaba el diario La Opinión, además de ser su socio (Reato, 2012: 151 – 152).

Sobre este espinoso asunto, los documentos desclasificados y puestos a disposición por el National Security Archive no brindan ninguna luz al respecto, pues precisamente en el cuarto punto, donde de Graiver pasa a Timerman, hay una censura de varios párrafos (La Investigación…, 1977).

La Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires afirmaba, sin embargo, que Timerman estaba oficialmente acusado de “Crímenes Económicos”, pero que, al no haberse probado que Graiver tenía vinculación con el dinero de los Montoneros, Timerman tendría que haber sido absuelto y retirársele los cargos (La Investigación…, 1977).

La propia Embajada envió, en noviembre del mismo año, un comunicado resumiendo los cargos imputados hasta entonces a Timerman:

“18 de abril, 1977: El general Suárez Mason emitió un comunicado de prensa acusando al arrestado Timerman de actividades subversivas.

23 de abril, 1977: El Ministro del Interior [censurado] imputó a Timerman de crímenes económicos.

28 de abril, 1977: […] Decreto del Ministro del Interior Harguindeguy manifestando que el Sr. Timerman era incompatible con la seguridad pública.

Pasada Primavera, 1977: El Ejército anunció que Timerman estaba siendo investigado […] por subversión y conexiones con el grupo Gravier [sic].

Setiembre, 1977: La Corte […] libró a Timerman de cualquier conexión con actividades subversivas.

Fines de octubre, 1977: Apelaciones de la Corte cuestionaron al Ministro del Interior por las razones por las que Timerman continuaba preso.

1 de noviembre de 1977: Anuncio de Prensa emitido por el Ministro del Interior anunció que Timerman había sido puesto bajo el Acta de Responsabilidad Institucional.”   (Detención…, 1977).

Ciertamente parecía que ni siquiera los miembros de la Junta conocían la razón exacta por la que Timerman estaba encarcelado y, según la percepción que él declaró tener, parecía que más bien se habría decidido que lo dejarían libre; no siendo así la opinión de la propia familia. (Detención…, 1977).

Los documentos apuntan a varias posibilidades, todas ellas absolviendo de plano a Timerman y la posibilidad de estar vinculado al caso Graiver, que además no ha sido investigado a profundidad con documentos que puedan aportar nueva información al respecto, solamente hay especulaciones periodísticas y de testigos “amigos”, como en las páginas ya citadas de Reato.

Una sugerencia de este tipo parecería irrespetuosa en el feliz contexto que vive la Argentina de hoy en día con respecto a la victoria de la sociedad civil en procesos como el de diciembre del 2012, favorecidos además por el gobierno de Cristina Kirchner y con la popularidad del canciller Héctor Timerman, hijo de Jacobo; sin embargo, aún sigue siendo una deuda importante con la memoria colectiva del país, si bien los deudos decidieron dar paso al silencio para cubrir la memoria.

Sería una muestra pública de democracia, además, el no solamente acusar y condenar militares o uno que otro civil entre ellos que les resultara útil en la maquinaria de terror, sino también pasar al otro lado y encontrar también a los responsables del terror de izquierda, de las guerrillas, de los terroristas. Para reestablecer la paz y justicia en una sociedad, hace falta un ajuste de cuentas más equitativo, que permita a la sociedad mirarse sin recelo y sentir que sus deudas han sido reparadas en democracia y sin revanchismo. Ensañarse en nombre de los muertos y desaparecidos aún está lejos de la justicia que merece la sangre derramada ante la represión y violencia. No solamente sería saludable en aras de construir una memoria común, sino también permitiría realizar mejores análisis históricos del proceso, evitando alimentar “la teoría de los demonios” y otras polarizaciones (Canelo, 2008: 15).

 

El humo del antisemitismo

Los documentos del NSA ofrecen otro tipo de información valiosa: la publicación mensual de extrema derecha, llamada Cabildo, denunciaba una conspiración judeo-marxista con respecto al caso Graiver, afirmando que había un “aparato judeo marxista montonero” intentando apoderarse de Argentina (Publicación Mensual…, 1977). Este tono delirante acusaba además a Timerman junto a otra larga lista de individuos destacados en los medios, muchos acusados de “dudosa cristiandad”, de vinculaciones con el MOSSAD, información que parece haber sido refrendada por los líderes judíos, que además del revuelo periodístico por el caso Graiver, señalaron incidentes como eslogans antisemitas en contextos futbolísticos como “necesitamos a Hitler otra vez” (Publicación Mensual…, 1977).

Si bien la publicación era de una derecha argentina recalcitrante y se caracterizaba por haber sido pro-nazi, anti imperialista, anti estadounidense y antisemita (Publicación Mensual…, 1977), también es cieto que sería desproporcionado afirmar que Timerman fue encarcelado únicamente por ser judío o que se le obligó a permanecer en prisión por las manifestaciones antisemitas. El documento del Departamento de Estado agregó, además, que no había habido ningún ataque a establecimientos o individuos de origen judío desde el incidente Graiver hasta la fecha.

No se trata, sin embargo, de la única mención que se hace en los documentos citados sobre la “Situación de los Judíos en Argentina”. En setiembre de 1977 fue uno de los temas tratados en un documento del Departamento de Estado de Robert Zimmerman a Harrison Dogole. (Reunión…, 1977). En este documento sí se mencionan pintas de esvásticas en sinagogas y amenazas a los líderes judíos. Asimismo, se hace referencia al caso de Timerman recalcando los esfuerzos hechos por al gobierno de los Estados Unidos directamente del presidente Carter en su reunión con Videla en Washington, a propósito del Canal de Panamá. La mención, sin embargo, no parece tener una clara relación entre el origen judío de Timerman y la razón por la cual continuaba su prisión, más bien parece que el factor semítico era importante para su liberación, o una mejora de sus condiciones. Esta afirmación se vería respaldada por otro documento ofrecido por la NSA, en donde se decía que los Estados Unidos estaban interesados en otros casos, como los de Jaime Lokman y Horacio Saragovi, dos casos seguidos por la comunidad judía (Antecedentes… 1979).

El tema de la etnicidad judía, sin embargo, fue aprovechada por la estela Timerman. Para muestra, un botón: La nota sobre la declaración del canciller Héctor Timerman en el juicio del Circuito Camps culmina señalando “Timerman fue secuestrado el 15 de abril de 1977 y durante un mes fue torturado con aplicación de descargas eléctricas, mientras era interrogado sobre su condición de judío”. (Radio Nacional Argentina, 2012). De esta forma, se borraba de la memoria no solamente la posible vinculación con el caso Graiver, sino que también se victimizaba aún más al director del diario La Opinión. No se pone en cuestión que haya sido torturado y cruelmente tratado, casi no cabe duda de que con Timerman, como con miles de presos políticos, los brazos extensibles de la siniestra maquinaria del terrorismo de Estado se ensañaron. Es más, es probable que en más de una ocasión se haya hecho referencia a sus orígenes hebraicos de manera despectiva y como una forma de buscar desmoralizarlo, sin embargo, hay que establecer el límite entre un hecho agravante de su situación y una posible causa. Jacobo Timerman no parece haber sido encarcelado para ser “interrogado sobre su condición de judío”, sino por una posible vinculación con el caso Graiver. Esos documentos deberían de ser liberados e investigados para darle un cierre justo al caso. El ser judío era un injusto agravante, con seguridad, de su situación en medio de las torturas y maltratos.

Muestra de que sí era posible que las raíces semíticas de Timerman fueran motivo de desprecio, podrían desprenderse de la declaración de su propio hijo, Héctor Timerman, quien señaló que, tras el arresto de su padre, fue “a [la comisaría? de ]La Plata junto con el rabino Marshal Meier” pidiendo ver al comisario Etchecolatz, recibiendo como respuesta “por menos de esto, gente como vos se fue para arriba como humo”. (Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP, 2012).

Derechos Humanos

En sus memorias de la prisión, Timerman afirmaba que los cuentos de Borges eran una perfecta personificación de la capacidad de violencia argentina, así como de su incapacidad política. (Timerman, 2002 [1980]: 17). Revelaba el periodista que solamente las naciones capaces de crear un ambiente político que adoptasen múltiples soluciones políticas para cualquier situación eran capaces de escapar de la violencia argentina. En ese sentido, sonaba congruente sus ideas de privilegiar una mano firme para acabar con el caos argentino, pero respetando los lineamientos constitucionales.

Varios documentos de la NSA se inclinan a favor de Timerman como un hombre de carrera impecable y ferviente defensor de los Derechos Humanos. Esto es evidente, incluso, en conversaciones que tuvo con Patricia Derian semanas antes de su detención, donde Timerman agradecía al presidente Carter por su política de derechos humanos, tema que “rompió el molde que ha caracterizado las relaciones Este-Oeste), “el síndrome de la Guerra Fría” desde WWII. Los Estados Unidos, según el documento afirma de Timerman, había tomado la iniciativa ideológica. (Memorándum…, 1977: 1). Timerman afirmó a finales de marzo de 1977 que le parecía acertada la política de Carter sobre los derechos humanos, sin embargo, este acercamiento a la nueva política era ya del interés del Congreso desde tiempos anteriores a la elección de Carter (Stuckey, 2008: 15).

En el informe proporcionado por la NSA, se afirmaba que el caso argentino era atípico con respecto a Chile, Brasil y Uruguay, en donde los gobiernos civiles, aunque ineptos, no violaban los derechos humanos. En Argentina el gobierno civil había sido extensamente culpable de dichos casos y el gobierno militar no había hecho ninguna mejora en este campo, con respecto a sus predecesores. Timerman se mostraba favorable a que los Estados Unidos defendieran sus principios (de derechos humanos) de acuerdo a la situación local. (Memorándum…, 1977: 1)

Timerman afirmaba que había tres tipos de oficiales militares argentinos: los inteligentes que aceptaban la realidad de la política de derechos humanos de los EEUU y que de acuerdo a ello ajustarían la política de Argentina para establecer relaciones cordiales. También estaban los “imbéciles”, quienes pensaban que la administración de Carter y el Pentágono estaban separados y ellos están en conversaciones con el Pentágono. Alguno de ellos afirma, inclusive, que los militares estadounidenses deberían deshacerse de Carter. Un tercer tipo de oficiales creen que el tema de los derechos humanos era la política de campaña de Carter, pero que siendo presidente, él vería las cosas de otro modo. Finalmente, afirma Timerman, no debería de haber un doble mensaje. (Memorándum…, 1977: 1).

Ciertamente, los militares argentinos parecían estar divididos al menos en dos grandes grupos, una supuesta “ala dura” y una “blanda”, o, como también les llamó Berdiales, “las palomas y los halcones”. Según este periodista, Videla era de “las palomas”, quienes se mostraban inclinados al diálogo y a la formación de lo que el dictador llamaba “grandes movimientos de opinión” (s/f). En el caso de Timerman, Videla afirmó que los enfrentamientos entre palomas y halcones solamente se hizo notar al final (Reato, 2012: 12).

La gran victoria de los subversivos, afirma Timerman, ha sido convencer a los militares que sus tácticas (terror, tortura) eran las tácticas correctas. A pesar de ello, los militares progresistas han hecho grandes avances para los estándares argentinos, aceptando la protección de derechos humanos. En caso de que la situación continuase, estaba convencido de que habría una guerra civil y que los Montoneros la ganarían.

En el caso de que el gobierno pudiese derrotar a los fascistas de izquierda tanto como a los fanáticos de derecha, Argentina sería un ejemplo para el mundo. (Memorándum…, 1977: 2). Para mantener credibilidad, los Estados Unidos tendrían que denunciar violaciones de derechos humanos de ambos bandos, pues cuando solamente se denunciaba terrorismo de derecha, los argentinos cuestionan la sinceridad americana. (Memorándum…, 1977: 2). El diagnóstico de Timerman era, sin duda, bastante claro y directo.

En las ocasiones en los documentos de la NSA dan información deonde se ve directamente que el gobierno estadounidense intercede por Timerman, siempre se pone de relieve lo importante que es no permitir más violaciones de derechos humanos en Argentina, sin embargo no hay sanciones firmes propuestas directamente ante esta actitud. ¿Acaso en ese contexto de Guerra Fría eran permitibles “cietos excesos” en la lucha contra la amenaza socialista que representaba uno de los problemas a los que se enfrentaba el gobierno de la Junta Militar? La justificación de aplicar “métodos no convencionales” en la lucha contra el terrorismo no resulta nueva, tampoco lo es el argumento de luchar en contra de dos frentes a la vez, teniendo la inestabilidad económica por el otro flanco. (Canelo, 2008: 40 – 42).

Poca duda queda, sin embargo, que Timerman haya sido un defensor de los derechos humanos, y que contara con el aprecio de un grupo de poder importante en los Estados Unidos, incluido el propio presidente Carter.

 

Deconstrucción de la memoria. Preguntas sin respuesta

Lejos de verse con claridad en los documentos desclasificados, la construcción que parece haber emergido de la experiencia de Timerman más bien tiene un gusto reivindicatorio de su figura como defensor de los Derechos Humanos, así como de una víctima del antisemitismo de los militares argentinos, como se enfatiza según otros medios. Probablemente sea una figura de peso en esa construcción el canciller Héctor Timerman, hijo de Jacobo y personaje que recibe atención de los medios de prensa por su filiación y su importante cargo en el gobierno de Cristina Fernández.

Un aspecto que se ha destacado en favor de su inocencia en las imputaciones que lo mantuvieron durante tanto tiempo en la prisión fue el hecho de que finalmente fuese liberado, aunque deportado de Argentina. En los documentos del National Security Archive se ve la opinión favorable que el Departamento de Estado norteamericano tenía sobre Timerman y su constante orientación a reafirmar la idea de que se trataba de un hombre de intachable y comprometida carrera periodística, pero quizás el peso de su figura no era tan importante en sí como por razones estratégicas. Las divisiones internas en la Junta Militar se acentuaron con su caso, eso es innegable, y ante las presiones del gobierno estadounidense, Videla amenazó con renunciar. En lugar de desvanecerse, la Junta más bien logró un consenso en este delicado asunto y pudo mantenerse vigente durante un tiempo más. Había superado una difícil prueba.

Si algo se puede afirmar sobre la percepción de justicia en el caso Timerman, es que Héctor y Javier, hijos del reconocido periodista, declararon sentirse satisfechos tras el desenlace de diciembre del 2012, con la lectura de la sentencia a los responsables de delitos de lesa humanidad en el Circuito Camps. Esta satisfacción, sin embargo, está aún lejos de una reconstrucción clara de la memoria sobre las razones e implicancias que tuvo el arresto y prisión del experimentado hombre de prensa.

Documentos desclasificados

La siguiente lista procede del National Security Archive. Disponible desde diciembre del 2009.

<http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB299/index2.htm>

 

Marzo 31, 1977 – Memorándum de Conversación
Abril 16, 1977 – El Ejercito Reconoce el Arresto de Timerman 
Abril 25, 1977 – Detención del Director de La Opinión

Abril 25, 1977 – La Investigación Graiver/Timerman y Relacionados 
Mayo 6, 1977- Publicación Mensual de Extrema Derecha Denuncia Conspiración Judeo-Marxista

Septiembre 9, 1977 – Reunión entre los Presidentes Carter y Videla
     1: Under Secretary Newsom’s meeting with Deputy Foreign Minister Allara-Part II
     2: Situation of the Jewish community in Argentina
Noviembre 12, 1977 – La Visita del Secretario Vance

Noviembre 16, 1977 – Detención de Jacobo Timerman; un Nuevo Vericueto Legal 

Enero 10, 1978 – El Congresista Conte Ve a Jacobo Timerman
Septiembre 7,  1978 – Reunión entre el Vice Presidente y el Presidente Videla

Marzo 27, 1979 – El Embajador Discute el Préstamo Ferroviario con el Presidente Videla

Julio 26, 1979 – Derechos Humanos: Sesión del Embajador con el General Camps
Agosto 14, 1979 – El Embajador Se Encuentra con el Canciller y Discute Viaje a Ecuador

Septiembre 26, 1979 – Timerman Expulsado
Octubre 20, 1979 – Su Reunión con El Ministro de Relaciones Exteriores Carlos Washington Pastor

Octubre 30, 1979 –  Antecedentes sobre el Caso Timerman

 

Bibliografía

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