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Jacobo Timerman, el preso sin nombre

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Claroscuros del terrorismo de Estado durante la dictadura de Videla

(junio, 2013)

El circuito de la represión

El 19 de diciembre del 2012 el juez Carlos Rozanski sentenció a cadena perpetua a 16 acusados por crímenes de lesa humanidad por su participación en muertes, torturas, desapariciones y secuestros en el Circuito CampsLa megacausa del Circuito Camps no es la primera ocasión en la que se enjuicia a los responsables de la represión ocurrida entre 1976 y 1983. Ya en diciembre de 1985 fueron llevados ante el estrado en calidad de acusados los miembros de las tres primeras juntas militares, un total de 9 personas, de las cuales 4 fueron sentenciadas a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad. (Clarín Web TV, 2010). Entre estos personajes se encontraba Jorge Rafael Videla, quien fue absuelto junto a una larga lista de militares, favorecidos por indultos otorgados en los gobierno de Raúl Alfonsín (1983 – 1989) y Carlos Saúl Menem (1989 – 1999) (Young, 2010). Solamente en el gobierno de este último fueron indultadas más de 1000 personas entre 1989 y 1990, figurando en la lista “represores, guerrilleros, imputados por delitos comunes, participantes de distintos levantamientos y los militares responsables de Malvinas” (El País, 2010).

En el año 2010 la Corte Suprema de Justicia Argentina declaró tales indultos inconstitucionales, pues según el Derecho Internacional desarrollado en la década de 1990, las violaciones de derechos humanos dejaban de tener prescripción (Young, 2010). Entre las nuevas causas que Videla tuvo que afrontar estaba la del “plan sistemático de robo de bebés”, que ocasionó la separación de cientos de niños y sus familias (El País, 2010), el baluarte de los reclamos de asociaciones como “Las abuelas de Mayo”, quienes aún después de más de 30 años continúan en la búsqueda activa de aquellos nietos que fueron apartados de sus padres debido a sus filiaciones políticas o por haber nacido en cautiverio (Abuelas, s/f).

Junto a las “Abuelas de Mayo”, decenas de organizaciones civiles han participado del proceso a lo largo de los 30 años en que se ha buscado restituir identidades, memorias y justicia. Después del macroproceso de diciembre del 2012, muchas heridas se han cerrado, si bien se han abierto aún posibilidades de juicios por nuevas causas, a la vez que ninguno de los implicados ha cedido en dar información para encontrar a los desaparecidos o a quienes han perdido su identidad.

El tema de lo ocurrido durante las Juntas Militares es, pues, un tema vigente y con muchos vacíos aún por cubrir, ya que se dio el “terrorismo de Estado”, del cual no estaría libre ningún sector de la sociedad civil. Para los militares, la justificación del golpe de 1976 era el caos imperante en Argentina, pues el gobierno  constitucional de María Estela Martínez de Perón había dejado al país en una precariedad económica, además del caos político y social que estaba polarizando a los argentinos (Canelo, 2008:14). La sensación general de desorden llevó a importantes personajes como Borges o Sábato a apoyar abiertamente el golpe; aunque años después más bien se horrorizaran y condenaran las acciones y excesos de los militares en el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” (Borges, 1985). El apoyo al régimen también era compartido por una importante ala de la Iglesia Católica, como ilustraría la alegoría del provicario Bonamín, “los militares deberán desenvainar su espada y bañarla en el Jordán de la sangre para salvar a la patria” (citado en Reato, 2012:19). Ciertamente, entre 1973 y 1976 Argentina vivió tiempos difíciles, como describió Timerman: “Coexistiendo en Argentina estaban: guerrillas trotskistas urbanas y rurales, escuadrones de la muerte peronistas de derecha, grupos terroristas armados de los sindicatos dedicados a vengar el asesinato de sus hombres, grupos parapoliciales de izquierda y derecha luchando por la supremacía en la organización de las fuerzas policiales federales y de provincias; y grupos terroristas de la derecha católica organizados por camarillas que se oponían a las propuestas del papa Juan XXIII para reconciliar a los sacerdotes liberales de izquierda” (2002 [1980]: 14). El diagnóstico que ofrece el periodista y entonces director del diario La Opinión le llevó a apoyar el empoderamiento de los militares en 1975 para “preservar las instituciones politicas existentes y hacer uso de los canales legales para poner fin a todo tipo de violencia” (2002 [1980]: 14). Quizás no estaba tan en desacuerdo con el propio general Videla, quien en una entrevista en la celda donde murió, confesaba que el golpe militar de marzo de 1976 fue un desacierto, ya que los decretos peronistas del pasado octubre “fueron una especie de licencia para matar; no podíamos pedir más ni necesitábamos más” (Citado en Reato, 2012: 12).

¿Opinarían de igual forma los ciudadanos de a pie que veían recortadas sus libertades y tuvieron que atestiguar, con indiferencia, aprobación u horror, las desapariciones, muertes y torturas de 30 000 ciudadanos argentinos? Probablemente esta respuesta sea cada vez más difícil de resolver, ya que la memoria sobre los años más duros de la represión está siendo reconstruída en nuestros días. El terrorismo de estado fue estimulado por el silencio cómplice de muchos, por eso también es importante reconciliar a la sociedad argentina. Parte importante en esa reconstrucción es tener información que pueda dar nuevas pistas sobre lo acontecido, es por ello que liberar archivos y documentos restringidos ha sido un proceso de gran ayuda para comprender otras perspectivas y así colaborar con la justicia desde el estado y desde la sociedad civil. Como señala Casanova: “frente al olvido e indiferencia hacia los terrores organizados, solo caben políticas públicas de memoria basadas en archivos, museos y educación” (2013). En esa dirección ha habido varias acciones como la desclasificación y publicación de documentos del gobierno argentino y el estadounidense respecto a temas de represión y tortura, como fue lo vivido por Jacobo Timerman, detenido en abril de 1977 por la jurisdicción de Ramón Camps.

La celda sin número y el preso sin nombre

Jacobo Timerman plasmó las memorias de su prisión en un conmovedor relato llamado Preso sin nombre, celda sin número. Publicado por primera vez en 1980, en este volumen autobiográfico, Timerman ofrece un panorama de sus ideas, pensamientos, temores y acciones relacionadas al encierro que vivió desde el momento en que fue secuestrado en abril de 1977 (Timerman, 2002 [1980]). No fue, pero, el único testimonio que hubo sobre su prisión. Ya en octubre de 1979 el Departamento de Estado norteamericano había preparado un documento titulado Background on the Timerman Case, en donde, en poco más de dos páginas, se cuenta los pormenores de su arresto, proclama su inocencia y se le erige como un símbolo de los “miles de argentinos que fueron privados de su libertad […] y mantenidos en detención ejecutiva”. (Antecedentes…, 1979). Años después, Timerman reafirmaría su testimonio ante la Cámara Federal de Argentina, en el marco de los Juicios a las Juntas Militares. (Cámara Federal, 1985). Los testimonios de sus hijos, especialmente de Javier Timerman, parecen hacer eco de las palabras de su libro, con respecto al primer momento de la captura: Camps le dijo que su vida dependía de sus respuestas. (Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP, 2012).

¿Por qué razón fue secuestrado y encarcelado Timerman? Esta es una de las preguntas más difíciles de resolver en el caso.

David Graiver era un próspero empresario a quien se le acusó de lavar dinero de Montoneros por los rescates de Juan y Jorge Born, así como de Heinrich Metz, gerente de Mercedes Benz. El empresario murió en un accidente de avión en México en agosto de 1976 y sus herederos no tardaron más de tres meses en vender su imperio económico, incluyendo sus acciones en Clarín, La Nación y La Razón. En marzo de 1977 Ramón Camps, jefe de la Policía de Buenos Aires, lanzó la “Operación Amigo”, que consistía en detener, torturar y encarcelar a familiares, socios y colaboradores de Graiver. (Reato, 2012: 151). Según Videla, Timerman era un amigo del régimen y desde sus letras los apoyaba, igual que Héctor desde La Tarde. Sin embargo, continúa el dictador, Timerman al menos conocía el origen malhabido de los fondos con los que David Graiver financiaba el diario La Opinión, además de ser su socio (Reato, 2012: 151 – 152).

Sobre este espinoso asunto, los documentos desclasificados y puestos a disposición por el National Security Archive no brindan ninguna luz al respecto, pues precisamente en el cuarto punto, donde de Graiver pasa a Timerman, hay una censura de varios párrafos (La Investigación…, 1977).

La Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires afirmaba, sin embargo, que Timerman estaba oficialmente acusado de “Crímenes Económicos”, pero que, al no haberse probado que Graiver tenía vinculación con el dinero de los Montoneros, Timerman tendría que haber sido absuelto y retirársele los cargos (La Investigación…, 1977).

La propia Embajada envió, en noviembre del mismo año, un comunicado resumiendo los cargos imputados hasta entonces a Timerman:

“18 de abril, 1977: El general Suárez Mason emitió un comunicado de prensa acusando al arrestado Timerman de actividades subversivas.

23 de abril, 1977: El Ministro del Interior [censurado] imputó a Timerman de crímenes económicos.

28 de abril, 1977: […] Decreto del Ministro del Interior Harguindeguy manifestando que el Sr. Timerman era incompatible con la seguridad pública.

Pasada Primavera, 1977: El Ejército anunció que Timerman estaba siendo investigado […] por subversión y conexiones con el grupo Gravier [sic].

Setiembre, 1977: La Corte […] libró a Timerman de cualquier conexión con actividades subversivas.

Fines de octubre, 1977: Apelaciones de la Corte cuestionaron al Ministro del Interior por las razones por las que Timerman continuaba preso.

1 de noviembre de 1977: Anuncio de Prensa emitido por el Ministro del Interior anunció que Timerman había sido puesto bajo el Acta de Responsabilidad Institucional.”   (Detención…, 1977).

Ciertamente parecía que ni siquiera los miembros de la Junta conocían la razón exacta por la que Timerman estaba encarcelado y, según la percepción que él declaró tener, parecía que más bien se habría decidido que lo dejarían libre; no siendo así la opinión de la propia familia. (Detención…, 1977).

Los documentos apuntan a varias posibilidades, todas ellas absolviendo de plano a Timerman y la posibilidad de estar vinculado al caso Graiver, que además no ha sido investigado a profundidad con documentos que puedan aportar nueva información al respecto, solamente hay especulaciones periodísticas y de testigos “amigos”, como en las páginas ya citadas de Reato.

Una sugerencia de este tipo parecería irrespetuosa en el feliz contexto que vive la Argentina de hoy en día con respecto a la victoria de la sociedad civil en procesos como el de diciembre del 2012, favorecidos además por el gobierno de Cristina Kirchner y con la popularidad del canciller Héctor Timerman, hijo de Jacobo; sin embargo, aún sigue siendo una deuda importante con la memoria colectiva del país, si bien los deudos decidieron dar paso al silencio para cubrir la memoria.

Sería una muestra pública de democracia, además, el no solamente acusar y condenar militares o uno que otro civil entre ellos que les resultara útil en la maquinaria de terror, sino también pasar al otro lado y encontrar también a los responsables del terror de izquierda, de las guerrillas, de los terroristas. Para reestablecer la paz y justicia en una sociedad, hace falta un ajuste de cuentas más equitativo, que permita a la sociedad mirarse sin recelo y sentir que sus deudas han sido reparadas en democracia y sin revanchismo. Ensañarse en nombre de los muertos y desaparecidos aún está lejos de la justicia que merece la sangre derramada ante la represión y violencia. No solamente sería saludable en aras de construir una memoria común, sino también permitiría realizar mejores análisis históricos del proceso, evitando alimentar “la teoría de los demonios” y otras polarizaciones (Canelo, 2008: 15).

 

El humo del antisemitismo

Los documentos del NSA ofrecen otro tipo de información valiosa: la publicación mensual de extrema derecha, llamada Cabildo, denunciaba una conspiración judeo-marxista con respecto al caso Graiver, afirmando que había un “aparato judeo marxista montonero” intentando apoderarse de Argentina (Publicación Mensual…, 1977). Este tono delirante acusaba además a Timerman junto a otra larga lista de individuos destacados en los medios, muchos acusados de “dudosa cristiandad”, de vinculaciones con el MOSSAD, información que parece haber sido refrendada por los líderes judíos, que además del revuelo periodístico por el caso Graiver, señalaron incidentes como eslogans antisemitas en contextos futbolísticos como “necesitamos a Hitler otra vez” (Publicación Mensual…, 1977).

Si bien la publicación era de una derecha argentina recalcitrante y se caracterizaba por haber sido pro-nazi, anti imperialista, anti estadounidense y antisemita (Publicación Mensual…, 1977), también es cieto que sería desproporcionado afirmar que Timerman fue encarcelado únicamente por ser judío o que se le obligó a permanecer en prisión por las manifestaciones antisemitas. El documento del Departamento de Estado agregó, además, que no había habido ningún ataque a establecimientos o individuos de origen judío desde el incidente Graiver hasta la fecha.

No se trata, sin embargo, de la única mención que se hace en los documentos citados sobre la “Situación de los Judíos en Argentina”. En setiembre de 1977 fue uno de los temas tratados en un documento del Departamento de Estado de Robert Zimmerman a Harrison Dogole. (Reunión…, 1977). En este documento sí se mencionan pintas de esvásticas en sinagogas y amenazas a los líderes judíos. Asimismo, se hace referencia al caso de Timerman recalcando los esfuerzos hechos por al gobierno de los Estados Unidos directamente del presidente Carter en su reunión con Videla en Washington, a propósito del Canal de Panamá. La mención, sin embargo, no parece tener una clara relación entre el origen judío de Timerman y la razón por la cual continuaba su prisión, más bien parece que el factor semítico era importante para su liberación, o una mejora de sus condiciones. Esta afirmación se vería respaldada por otro documento ofrecido por la NSA, en donde se decía que los Estados Unidos estaban interesados en otros casos, como los de Jaime Lokman y Horacio Saragovi, dos casos seguidos por la comunidad judía (Antecedentes… 1979).

El tema de la etnicidad judía, sin embargo, fue aprovechada por la estela Timerman. Para muestra, un botón: La nota sobre la declaración del canciller Héctor Timerman en el juicio del Circuito Camps culmina señalando “Timerman fue secuestrado el 15 de abril de 1977 y durante un mes fue torturado con aplicación de descargas eléctricas, mientras era interrogado sobre su condición de judío”. (Radio Nacional Argentina, 2012). De esta forma, se borraba de la memoria no solamente la posible vinculación con el caso Graiver, sino que también se victimizaba aún más al director del diario La Opinión. No se pone en cuestión que haya sido torturado y cruelmente tratado, casi no cabe duda de que con Timerman, como con miles de presos políticos, los brazos extensibles de la siniestra maquinaria del terrorismo de Estado se ensañaron. Es más, es probable que en más de una ocasión se haya hecho referencia a sus orígenes hebraicos de manera despectiva y como una forma de buscar desmoralizarlo, sin embargo, hay que establecer el límite entre un hecho agravante de su situación y una posible causa. Jacobo Timerman no parece haber sido encarcelado para ser “interrogado sobre su condición de judío”, sino por una posible vinculación con el caso Graiver. Esos documentos deberían de ser liberados e investigados para darle un cierre justo al caso. El ser judío era un injusto agravante, con seguridad, de su situación en medio de las torturas y maltratos.

Muestra de que sí era posible que las raíces semíticas de Timerman fueran motivo de desprecio, podrían desprenderse de la declaración de su propio hijo, Héctor Timerman, quien señaló que, tras el arresto de su padre, fue “a [la comisaría? de ]La Plata junto con el rabino Marshal Meier” pidiendo ver al comisario Etchecolatz, recibiendo como respuesta “por menos de esto, gente como vos se fue para arriba como humo”. (Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP, 2012).

Derechos Humanos

En sus memorias de la prisión, Timerman afirmaba que los cuentos de Borges eran una perfecta personificación de la capacidad de violencia argentina, así como de su incapacidad política. (Timerman, 2002 [1980]: 17). Revelaba el periodista que solamente las naciones capaces de crear un ambiente político que adoptasen múltiples soluciones políticas para cualquier situación eran capaces de escapar de la violencia argentina. En ese sentido, sonaba congruente sus ideas de privilegiar una mano firme para acabar con el caos argentino, pero respetando los lineamientos constitucionales.

Varios documentos de la NSA se inclinan a favor de Timerman como un hombre de carrera impecable y ferviente defensor de los Derechos Humanos. Esto es evidente, incluso, en conversaciones que tuvo con Patricia Derian semanas antes de su detención, donde Timerman agradecía al presidente Carter por su política de derechos humanos, tema que “rompió el molde que ha caracterizado las relaciones Este-Oeste), “el síndrome de la Guerra Fría” desde WWII. Los Estados Unidos, según el documento afirma de Timerman, había tomado la iniciativa ideológica. (Memorándum…, 1977: 1). Timerman afirmó a finales de marzo de 1977 que le parecía acertada la política de Carter sobre los derechos humanos, sin embargo, este acercamiento a la nueva política era ya del interés del Congreso desde tiempos anteriores a la elección de Carter (Stuckey, 2008: 15).

En el informe proporcionado por la NSA, se afirmaba que el caso argentino era atípico con respecto a Chile, Brasil y Uruguay, en donde los gobiernos civiles, aunque ineptos, no violaban los derechos humanos. En Argentina el gobierno civil había sido extensamente culpable de dichos casos y el gobierno militar no había hecho ninguna mejora en este campo, con respecto a sus predecesores. Timerman se mostraba favorable a que los Estados Unidos defendieran sus principios (de derechos humanos) de acuerdo a la situación local. (Memorándum…, 1977: 1)

Timerman afirmaba que había tres tipos de oficiales militares argentinos: los inteligentes que aceptaban la realidad de la política de derechos humanos de los EEUU y que de acuerdo a ello ajustarían la política de Argentina para establecer relaciones cordiales. También estaban los “imbéciles”, quienes pensaban que la administración de Carter y el Pentágono estaban separados y ellos están en conversaciones con el Pentágono. Alguno de ellos afirma, inclusive, que los militares estadounidenses deberían deshacerse de Carter. Un tercer tipo de oficiales creen que el tema de los derechos humanos era la política de campaña de Carter, pero que siendo presidente, él vería las cosas de otro modo. Finalmente, afirma Timerman, no debería de haber un doble mensaje. (Memorándum…, 1977: 1).

Ciertamente, los militares argentinos parecían estar divididos al menos en dos grandes grupos, una supuesta “ala dura” y una “blanda”, o, como también les llamó Berdiales, “las palomas y los halcones”. Según este periodista, Videla era de “las palomas”, quienes se mostraban inclinados al diálogo y a la formación de lo que el dictador llamaba “grandes movimientos de opinión” (s/f). En el caso de Timerman, Videla afirmó que los enfrentamientos entre palomas y halcones solamente se hizo notar al final (Reato, 2012: 12).

La gran victoria de los subversivos, afirma Timerman, ha sido convencer a los militares que sus tácticas (terror, tortura) eran las tácticas correctas. A pesar de ello, los militares progresistas han hecho grandes avances para los estándares argentinos, aceptando la protección de derechos humanos. En caso de que la situación continuase, estaba convencido de que habría una guerra civil y que los Montoneros la ganarían.

En el caso de que el gobierno pudiese derrotar a los fascistas de izquierda tanto como a los fanáticos de derecha, Argentina sería un ejemplo para el mundo. (Memorándum…, 1977: 2). Para mantener credibilidad, los Estados Unidos tendrían que denunciar violaciones de derechos humanos de ambos bandos, pues cuando solamente se denunciaba terrorismo de derecha, los argentinos cuestionan la sinceridad americana. (Memorándum…, 1977: 2). El diagnóstico de Timerman era, sin duda, bastante claro y directo.

En las ocasiones en los documentos de la NSA dan información deonde se ve directamente que el gobierno estadounidense intercede por Timerman, siempre se pone de relieve lo importante que es no permitir más violaciones de derechos humanos en Argentina, sin embargo no hay sanciones firmes propuestas directamente ante esta actitud. ¿Acaso en ese contexto de Guerra Fría eran permitibles “cietos excesos” en la lucha contra la amenaza socialista que representaba uno de los problemas a los que se enfrentaba el gobierno de la Junta Militar? La justificación de aplicar “métodos no convencionales” en la lucha contra el terrorismo no resulta nueva, tampoco lo es el argumento de luchar en contra de dos frentes a la vez, teniendo la inestabilidad económica por el otro flanco. (Canelo, 2008: 40 – 42).

Poca duda queda, sin embargo, que Timerman haya sido un defensor de los derechos humanos, y que contara con el aprecio de un grupo de poder importante en los Estados Unidos, incluido el propio presidente Carter.

 

Deconstrucción de la memoria. Preguntas sin respuesta

Lejos de verse con claridad en los documentos desclasificados, la construcción que parece haber emergido de la experiencia de Timerman más bien tiene un gusto reivindicatorio de su figura como defensor de los Derechos Humanos, así como de una víctima del antisemitismo de los militares argentinos, como se enfatiza según otros medios. Probablemente sea una figura de peso en esa construcción el canciller Héctor Timerman, hijo de Jacobo y personaje que recibe atención de los medios de prensa por su filiación y su importante cargo en el gobierno de Cristina Fernández.

Un aspecto que se ha destacado en favor de su inocencia en las imputaciones que lo mantuvieron durante tanto tiempo en la prisión fue el hecho de que finalmente fuese liberado, aunque deportado de Argentina. En los documentos del National Security Archive se ve la opinión favorable que el Departamento de Estado norteamericano tenía sobre Timerman y su constante orientación a reafirmar la idea de que se trataba de un hombre de intachable y comprometida carrera periodística, pero quizás el peso de su figura no era tan importante en sí como por razones estratégicas. Las divisiones internas en la Junta Militar se acentuaron con su caso, eso es innegable, y ante las presiones del gobierno estadounidense, Videla amenazó con renunciar. En lugar de desvanecerse, la Junta más bien logró un consenso en este delicado asunto y pudo mantenerse vigente durante un tiempo más. Había superado una difícil prueba.

Si algo se puede afirmar sobre la percepción de justicia en el caso Timerman, es que Héctor y Javier, hijos del reconocido periodista, declararon sentirse satisfechos tras el desenlace de diciembre del 2012, con la lectura de la sentencia a los responsables de delitos de lesa humanidad en el Circuito Camps. Esta satisfacción, sin embargo, está aún lejos de una reconstrucción clara de la memoria sobre las razones e implicancias que tuvo el arresto y prisión del experimentado hombre de prensa.

Documentos desclasificados

La siguiente lista procede del National Security Archive. Disponible desde diciembre del 2009.

<http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB299/index2.htm>

 

Marzo 31, 1977 – Memorándum de Conversación
Abril 16, 1977 – El Ejercito Reconoce el Arresto de Timerman 
Abril 25, 1977 – Detención del Director de La Opinión

Abril 25, 1977 – La Investigación Graiver/Timerman y Relacionados 
Mayo 6, 1977- Publicación Mensual de Extrema Derecha Denuncia Conspiración Judeo-Marxista

Septiembre 9, 1977 – Reunión entre los Presidentes Carter y Videla
     1: Under Secretary Newsom’s meeting with Deputy Foreign Minister Allara-Part II
     2: Situation of the Jewish community in Argentina
Noviembre 12, 1977 – La Visita del Secretario Vance

Noviembre 16, 1977 – Detención de Jacobo Timerman; un Nuevo Vericueto Legal 

Enero 10, 1978 – El Congresista Conte Ve a Jacobo Timerman
Septiembre 7,  1978 – Reunión entre el Vice Presidente y el Presidente Videla

Marzo 27, 1979 – El Embajador Discute el Préstamo Ferroviario con el Presidente Videla

Julio 26, 1979 – Derechos Humanos: Sesión del Embajador con el General Camps
Agosto 14, 1979 – El Embajador Se Encuentra con el Canciller y Discute Viaje a Ecuador

Septiembre 26, 1979 – Timerman Expulsado
Octubre 20, 1979 – Su Reunión con El Ministro de Relaciones Exteriores Carlos Washington Pastor

Octubre 30, 1979 –  Antecedentes sobre el Caso Timerman

 

Bibliografía

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s/f                           “¿Quiénes somos? Historia de Abuelas”. s/l, s/f. Consulta: 5 de julio del 2013.

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s/f                          “Hay Halcones y Palomas en el Gobierno Militar Argentino”. El Día. s/l, s/f. Consulta: 10 de julio del 2013.

<http://www.unla.edu.ar/greenstone/collect/archived/index/assoc/HASH55c5/461b393e.dir/doc.pdf>

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2010                       “Buscar la verdad, un camino tortuoso que aún no termina”. Clarín. s/l, 2 de noviembre del 2010. Consulta: 8 de julio del 2013.

<http://www.clarin.com/juicio-a-las-juntas/Buscar-verdad-camino-tortuoso-termina_0_364763781.html>

 

Muerte en Tlatelolco

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(publicado en Senda 5 el 24 de junio del 2013 http://plataformasenda5.wordpress.com/2013/06/24/muerte-en-tlatelolco/)

La mayoría de los cadáveres estaban de espaldas, hinchándose bajo la lluvia, pero había rostros boca arriba. Parecían flores pisoteadas, iguales a las flores enlodadas, machucadas, de los jardines del edificio Chihuahua.Pilar Martín de Zepeda, maestra de primaria.

Tlatelolco 1

Kate Doyle es analista senior del National Security Archive con sede en Washington, una organización sin fines de lucro que pone a disposición del público documentos desclasificados por el gobierno estadounidense según el Acta de Libertad de Información (su acrónimo en inglés es FOIA). Doyle ha sido premiada con el prestigioso ALBA/Puffin por Activismo en Derechos Humanos en el 2012 y ha participado como especialista en diversos procesos de Comisiones de Verdad y juicios en Latinoamérica, como es el caso de los escuadrones de la muerte en Perú y los excesos cometidos durante el gobierno de Alberto Fujimori. Desde marzo del 2003 el National Security Archive (NSA) y la revista Proceso se unieron en un proyecto dirigido por Doyle para recopilar documentos desclasificados de México y Estados Unidos en una serie llamada Archivos Abiertos. Se contiene información sobre temas como narcotráfico, negociaciones con NAFTA, casos de derechos humanos, inmigración, el entrenamiento de militares mexicanos a cargo de Estados Unidos y la represión del estado durante la “guerra sucia” mexicana.

Según Doyle, el evento que marcó inicio al período conocido como la “guerra sucia” se inició con la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas5. El PRI (Partido Revolucionario Institucional) lideraba el gobierno bajo la administración de Gustavo Díaz Ordaz, un abogado de Puebla quien sucedió a López Mateos en la presidencia. Díaz Ordaz continuó aplicando una “ortodoxia desarrollista” que suscitó una serie de manifestaciones urbanas de la clase media, el sostén del sistema. Las protestas llegaron sobre todo del sector estudiantil y universitario, quienes estaban en contra de las grandes restricciones en materia de participación, que debía de pasar por el partido oficial6. El gobierno respondió con una dura represión abierta y el resultado fue un número aún indeterminado de muertos y heridos.

Si bien el camino para develar lo ocurrido fue largo, según relata Doyle en su presentación de los archivos, sí se hicieron algunos esfuerzos para aclarar los hechos, aunque se deja sentir la ausencia de voluntad del gobierno en dicha tarea.
En 1971 la periodista Elena Poniatowska publicó “La noche de Tlatelolco”, reuniendo testimonios colectivos sobre lo sucedido la noche de la matanza y al cual le fue concedido el premio Xavier Villaurrutia de literatura, que la autora rechazó. Pasaron muchos años antes de que se volviera a indagar sobre el tema, hasta 1993, cuando fue creada una Comisión de la Verdad independiente que careció de conclusiones debido a la falta de recursos, tiempo y autoridad. En 1998 se formó la llamada “Comisión Especial del 68”, que corrió la misma suerte por falta de evidencia. En el mismo año, sin embargo, Sergio Aguayo publicaba “1968: Los Archivos de la Violencia”, después de haber tenido acceso a documentos de la dirección general de Investigaciones Políticas y Sociales (IPS). La ausencia de información sobre los muertos, sin embargo, permanecía.

 

Tlatelolco 2
En el año 2000 Vicente Fox asumió la presidencia de México y con respecto a este hecho, prometió esclarecer los eventos, abrir los archivos secretos de inteligencia al escrutinio público y nombró para ello un Fiscal Especial. Hasta el año que fue publicado el artículo de Doyle, Fox no había presentado un informe final y solamente un borrador fue filtrado a los periodistas y escritores.
Este Informe Borrador del Fiscal Especial “Que no vuelva a suceder” fue redactado en el 2005 y figura disponible entre los documentos presentados por el NSA. Otras fuentes proporcionadas por la desclasificación son los documentos del Archivo General de la Nación, que cuentan con tres procedencias: la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (IPS) que cuenta con reportes de las autopsias de 25 personas en total, 10 de ellas sin identificar. La segunda es documentación procedente de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y que corresponde a información recogida por la agencia de inteligencia después de la masacre, así como referencias de los fenecidos. El siguiente corpus procede del Secretariado de Defensa Nacional (SEDENA), que no entregó al Archivo General nada pertinente con respecto a la matanza de Tlatelolco.

Otros documentos disponibles responden a la desclasificación por FOIA y proceden de la CIA, el FBI, el Departamento de Defensa, la embajada de Estados Unidos en Ciudad de México y la Casa Blanca. Esta información era sensible en 1968 debido a varias razones: era un contexto de Guerra Fría, el gobierno acusaba a los estudiantes de ser agitadores extremistas y comunistas, además que la represión ejercida por los militares fue dura y borró toda memoria de la cantidad de víctimas, pero sobre todo de sus identidades.
Las fuentes que ofrece el NSA para los investigadores, así como los recursos en línea puestos a disposición para completar la información, sin duda son un principio para esclarecer estos grandes vacíos en lo acontecido la lluviosa noche del 2 de octubre de 1968, cuando el mundo entero tenía los ojos puestos en México por las Olimpiadas y tantas voces sucumbieron ante el autoritarismo institucionalizado del PRI y sus secuaces.
Igual o peor que el hecho mismo de la masacre es el olvido, la indiferencia, pero sobre todo la impunidad con que el evento ha pasado a la historia y es por ello que la desclasificación masiva de documentos secretos marca una diferencia al ofrecer herramientas para esclarecer los hechos, identificar a los responsables y reconstruir los sucesos ocurridos, devolviendo la identidad a las víctimas, así como la memoria de sus vidas y de sus muertes.

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La memoria que se olvida

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y de cómo recuerdan “los otros” (Artículo publicado en Senda 5 el 11 de mayo de 2013) http://plataformasenda5.wordpress.com/2013/05/11/la-memoria-que-se-olvida/

Hace tiempo leí el discurso de orden de Elizabeth Hill Boone, la presidenta de la Sociedad Americana de Etnohistoria. En él se reflexiona sobre la importancia de las historias registradas sin el empleo de escritura alfabética. La autora toma el caso de las pinturas, los nudos y los hilos torcidos, especialmente entre los mayas, aztecas, iroquois, y otros.

Las razones para considerar estos registros son múltiples: En primer lugar, tienen un valor inherente más cercano a la epistemología indígena que los documentos alfabéticos (los cuales están atrapados en un discurso de estructuras europeas). Esta epistemología revela el marco indígena de conceptualización y registro de la memoria colectiva de tales sociedades, representando eventos y acciones considerados lo suficientemente valiosos como para ser incluidos.

En segundo lugar, puede comprenderse la estructura en que se organiza un documento histórico (no escrito alfabéticamente) y el tipo de información que se presenta a partir de una estructura específica, valorando otros elementos. Finalmente, son registros que autentican la identidad social, al ser discursos que contienen memoria y legitiman la autenticidad de los eventos y, mejor aún, cómo los vivieron y quisieron recordar estas sociedades.

Los códices mixtecas relatan la historia de eventos (res gestae) en una secuencia en donde el tiempo y lugar son secundarios a la acción y solamente se añaden cuando es necesario. Guardan una estructura interna que utiliza signos convencionales fácilmente comprensibles desde nuestra óptica.

 

Bodleian Library, Oxford.Bodleian Library, Oxford.

Los códices aztecas, por otro lado, relatan series de eventos ocurridos en una medida de tiempo constante y continua. Es decir, hay una especie de línea de tiempo en donde se colocan los eventos, sin importar los eventos que ocurran, es una historia estructurada alrededor del tiempo. En estas imágenes, se utilizan signos convencionales y no siempre se mencionan los participantes, incluso pueden no haber eventos significativos.

Bibliothèque National de FranceBibliothèque National de France

Los indios de las llanuras (Yanktonai, Blackfoot, Kiowa) tienen “winter counts”, usualmente llamados calendarios por su organización cronológica de año tras año en donde se presenta una secuencia de eventos . El tiempo va desde la primera nevada del invierno hasta la primera nevada del siguiente invierno y se registra sobre piel de búfalo o antílope un signo escogido por la comunidad para decir cuál fue el evento más significativo de ese año. El carácter de dicho signo es mnemótico y no son todos iguales, algunos son convencionales, pero otros son completamente ambiguos, por lo que se requiere de un historiador para guiarse del signo y reproducir la memoria del evento.

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Quedan otro tipo de registros como los cinturones wampum de los Iroquois o los quipus de los Incas, que guardan la información no solamente en el registro visible, sino también en su propia manufactura, el uso de ciertos materiales (fibra de algodón, fibra de camélido en los quipus), los colores (las cuentas moradas, las blancas en los cinturones wampum) en donde el mensaje no solamente dependerá de la lectura de los especialistas, sino también lleva en sí una carga de valores, comprendidos y legitimados en comunidad, otorgándole también al objeto un valor intrínseco como vehículo de la memoria de tales sociedades.

Si bien la escritura alfabética permite que compartamos información de manera más amplia, los misterios de estas letras guardan una riqueza diferente a la de los elementos que hemos presentado. ¿Por qué pues darle un valor de segunda categoría a los registros táctiles y gráficos si también guardan una lógica importante para las sociedades que los fabricaron? Estas imposiciones algunas veces han matado algunas historias. Es el caso de los quipus: su lectura se ha perdido en el tiempo. Desde el momento en que los conquistadores decidieron dejar de utilizarlos porque los indígenas los consideraban objetos sagrados, ha muerto una parte de nuestra historia, no sabemos si para siempre. Se pueda o no revertir esta situación, aún nos quedan otros casos para enseñarnos que la memoria de los pueblos, se registre como se registre, no tendría por qué ser olvidada nunca.

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La creación del Virreinato de Nueva Granada y el impacto de las Reformas Borbónicas en Cartagena

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(parte de la monografía “No faltar a tan sagrado compromiso”: Cartagena de Indias en los albores de su independencia). Diciembre 2013.

En 200 años de independencia americana los estudios históricos han variado sus perspectivas considerablemente. La historiografía tradicional ha sido duramente criticada por descartar un análisis diacrónico y sincrónico (Chust 2007: 11 – 13), además de tener rasgos nacionalistas, románticos y poner de relieve exclusivamente a “próceres y precursores”, pero postergar a otros actores.

Los investigadores contemporáneos han subsanado en buena cuenta tales ausencias proponiendo estudios que consideren la “trilogía espacial” europea, peninsular y americana en un análisis diacrónico que parte con el ciclo de las revoluciones liberales y burguesas en Europa y América de 1775 a 1871 (Chust 2007: 11 – 50).

A pesar de las variaciones en los enfoques a través del tiempo, los estudios sobre la independencia de la América española consideran el reformismo borbónico como un punto de entrada para una serie de cambios políticos, militares, culturales, económicos y sociales que tuvieron innegable peso en la situación americana que recibiría los efectos de la coyuntura revolucionaria de fines del siglo XVIII y principios del XIX.

Si bien el reformismo borbónico se relaciona con el cambio de dinastía, no se debió únicamente a ello, sino que hubo otros factores igual de importantes: la presión francesa sobre la corona de España, la guerra y sus demandas y finalmente el surgimiento de una élite burocrática (Lynch 1991: 57). En suma, las reformas borbónicas tuvieron como objetivo la centralización del poder en el gobierno y agilizar la administración. Además cuando tales cambios fueron propuestos en América, ya se habían instaurado desde principios del siglo XVIII en Aragón, Valencia y Cataluña generando no pocos anticuerpos por los métodos coercitivos aplicados.

En cuanto a Nueva Granada, McFarlane identifica tres coyunturas de reformismo borbónico: de 1717 a 1723, de 1739 a 1740 y finalmente de 1778 a 1783 (1997: 345). En resumen, la primera coyuntura tuvo como objetivo el refuerzo de la autoridad de la corona, pero tuvo una reorganización deficiente del sistema de gobierno (se creó y disolvió un primer virreinato); en cambio la segunda corresponde a una etapa de “robustecimiento” del dominio real en Nueva Granada a partir de su establecimiento efectivo como virreinato. Finalmente, el tercer momento concierne a un programa “más radical” de reformas en el que se buscó incrementar el comercio colonial, reestructurar la administración del gobierno centralizándola y frenando la influencia criolla, así como explotando los recursos fiscales (McFarlane 1997: 345 – 346).

Si bien el Virreinato de Santafé o  Nueva Granada se erigió por primera vez en 1717, en la primera coyuntura, éste fue suspendido en 1723 por dificultades financieras. Sin embargo, se estableció por segunda vez en 1739 para que

“con las más amplias facultades de este empleo logre el Gobierno el mejor orden conque los desmaiados ánimos de sus vasallos se esfuercen y apliquen al cultivo de sus preciosos minerales y abundantes frutos y se evite que lo que actualmente fructifican pase á manos de extrangeros, como está sucediendo en grave perjuicio de la corona”. (Real Cédula… 1739).

La real cédula de 1739 resume así tres objetivos perseguidos por la corona española. Nueva Granada debía tener la posibilidad de un “mejor orden” del gobierno, mayores beneficios económicos y la capacidad de proteger sus recursos de los extranjeros, es decir, con la creación de este virreinato se tocaban los puntos fundamentales del reformismo borbónico.

El contexto internacional que precipitó la formación del virreinato de Santafé, según McFarlane, habría sido además el “inminente estallido de una guerra internacional” (1997: 296) en la que se enfrentarían España y Holanda, por ataques de estos últimos al comercio marítimo en el Caribe.

Cartagena era un punto estratégico para la corona española en el Caribe, no solamente por su ubicación geográfica, sino también por su esplendor económico y alza demográfica. En el siglo XVIII Cartagena vio un importante crecimiento en sus ingresos fiscales debido al aumento de su población, la presión fiscal y los subsidios de otras regiones a través de la figura del “situado” o la transferencia de las cajas reales a éste y otros puertos caribeños (Meisel 2009: 11 – 18).

Cartagena fue importante para la corona española como centro administrativo, epicentro del comercio exterior y como puerto fortificado por el que el oro de Nueva Granada y la plata de Perú y Bolivia se enviaban a España (Meisel 2009: 11 – 18). Además del monopolio comercial que le otorgaba beneficios en concepto de derechos de aduana, también se exportaban servicios militares, una actividad esencial que movió la economía cartaginense.

Sobre este punto es interesante señalar que, pese a la creencia generalizada de que la base económica del puerto era el comercio ilegal, autores como Meisel sugieren que más bien ese “pecado original” no constituía el sostén de Cartagena, sino que era más bien un porcentaje bajo de sus ingresos (2009: 28, 31, 39) a comparación del movimiento económico generado por el carácter militar del puerto. La construcción de fortificaciones militares así como la manutención de tropas sí constituyeron una base de crecimiento rápido y sostenido de su base económica junto a los ingresos fiscales (Meisel 2009: 49), como se ha señalado anteriormente.

En cuanto al poder local, en Cartagena se había asentado una nueva élite administrativa, comercial y social relacionada con oficiales militares españoles que habían llegado al puerto en una expedición de 1698. Estos oficiales estaban estrechamente relacionados con los comerciantes españoles –principalmente gaditanos- y hacendados criollos (McFarlane 1997: 365).

Frente a la vigorización borbónica de Madrid en Nueva Granada hubo reacciones como la revolución comunera de 1781 que defendía la autonomía local frente a la reestructuración planteada por los borbones (McFarlane 1997: 21). Si bien la insurrección se dio en las ciudades de Socorro y San Gil agobiadas por las medidas fiscales sobre el tabaco y algodón, hubo en el resto del territorio una adhesión espontánea a la causa bajo arengas como “viva el rey y abajo el mal gobierno” (McFarlane 1997: 325 – 328). En este contexto, sin embargo, Cartagena, el lugar donde estaba asentado el virrey, funcionó como el punto de partida para sofocar la rebelión.

Los hechos de 1781 demostrarían con meridiana claridad lo que habrían anunciado los indios rebeldes de Riohacha en su insurrección de 1770 quienes “sin descoso profieren […] que hasta noviembre, tiempo de su cosecha, durará la vida de los españoles, que el rey de España no tiene fuerzas para con ellos” (Insurrección de indios 1770).

Las capitulaciones de los comuneros no solamente refrendaban la debilidad del poder español en el virreinato de Santafé, sino también reafirmaban su control sobre los aspectos comerciales y administrativos en sus 35 artículos que revertían el impacto de las reformas borbónicas en varias provincias del interior (Capitulaciones 1781). El virrey, sin embargo, cumplió con reprender, sentenciar a muerte y desterrar a las cabezas visibles de la rebelión dando “consuelo, satisfacción, seguridad y confianza a los fieles y leales vasallos de su Majestad, reconociendo todos el superior brazo de su justicia que sin olvidar su innata clemencia castiga a los delincuentes y premia a los beneméritos” (Sentencia de muerte… 1782).

Los hechos de las últimas décadas del siglo XVIII no solamente probarían la dificultad en los avances del proyecto borbónico en Nueva Granada, sino también se sumarían a los acontecimientos internacionales que influyeron en la difusión de ideas “inquietantes” provenientes de la Ilustración europea, el liberalismo y que no tardarían en retomarse en el siglo XIX. Un ejemplo de ello sería la prohibición de la traducción de Los Derechos del Hombre, elaborada por Nariño. Este “folleto” fue “decomisado” y se propuso un máximo celo “sobre los sujetos de espíritu inquieto que se emplean en infundir y propagar sus máximas erróneas” (Orden para decomizar… 1794).

En suma, la creación del Virreinato de Nueva Granada, así como el carácter de su administración y economía tenían estrecha relación con el aspecto militar bajo el que Cartagena había florecido en el siglo XVIII. Las familias relacionadas a la administración política cartaginense, así como al circuito comercial estaban asociadas a orígenes y rangos militares; sancionando una legitimidad propia y diferente a la de otras provincias del interior.

Asimismo, la situación geopolítica del puerto de Cartagena fue decisiva para que la corona española buscase proteger la zona con fortalezas, hombres de carrera militar y finalmente con el establecimiento de un Virreinato que a la vez ayudaría a llevar a cabo los objetivos de las reformas borbónicas: control de exportaciones, centralización del gobierno y explotación de recursos fiscales.

Finalmente, todo este proceso estaría acompañado del rechazo ante las reformas económicas y con ello se evidenciaría el poco poder fáctico con el que contaba la corona española en Nueva Granada. Si bien hubo represión ante las rebeliones que surgieron en las últimas décadas del siglo XVIII y se evitó la difusión de ideas de germen revolucionario, tanto el pueblo bajo como el intelectual veían llegar nuevos aires al Caribe.

Referencias citadas

1739. Real Cédula mediante la cual se erige el virreinato de Santafe o Nueva Granada y se señala a Veragua en su distrito, San Idelfonso, agosto 20  de 1739.

1770. Insurrección de Indios.

1782. Sentencia de muerte contra los capitanes comuneros Galán, Ortiz, Molina y Alcantuz.

1794. Orden para decomizar [sic] el folleto titulado “Los Derechos del Hombre”.

CHUST, Manuel

2007          “Un bienio trascendental: 1808 – 1810” en CHUST, Manuel (coord.). 1808. La eclosión juntera en el mundo hispano. México: Fondo de Cultura Económica. Colmex. pp. 11 – 50.

LYNCH, John

1991        El siglo XVIII. Historia de España. Barcelona: Crítica.

McFARLANE, Anthony

1997            Colombia antes de la Independencia. Economía, sociedad y política bajo el dominio borbón. Bogotá: Banco de la República. El Áncora editores.

MEISEL Roca, Adolfo

2009             ¿Por qué perdió la costa Caribe el siglo XX? Cartagena: Banco de la República.

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Amamos a Cipolla

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Carlo Cipolla (1922 – 2000) fue un historiador italiano especializado en historia económica, a partir de la cual descubrió su propia pasión y curiosidad sobre la sociedad y lo humano.

En la época que comenzó a ejercer su profesión tenía 26 años, eran tiempos difíciles en Europa y la historia económica italiana se caracterizaba por ser descriptiva y carente de análisis; Cipolla marcó un cambio en la aproximación y en la forma de análisis.

Cipolla era un gran historiador, investigó a la población, las pestes, la tecnología, colonización y los pormenores de la “macro – historia” para luego desarrollar su extraordinario sentido del humor y divertirse haciendo algo que podría reconocerse como “microhistoria”. Desplegó su ingenio, sencillez y gracia en unos escritos que son tan buenos como sus más rigurosos textos de historia económica.

La primera vez que leí un texto suyo, fue Allegro ma non troppo, que desde el título anuncia su carácter: “Alegre, pero no demasiado”. A partir de la introducción destaca la sencillez del escrito, sin pretensiones, claro, contundente y que defiende el “humorismo” en contra de la “ironía”, por ser más agradable y preferible reírse con los demás que de ellos y porque “la vida es una cosa seria, muy a menudo trágica y algunas veces cómica”.

El libro se divide en dos partes; la primera se titula El papel de las especias (y de la pimienta en particular) en el desarrollo económico de la Edad Media. Trepidante, erudito y lleno de humor; una parodia de la cliometría junto a dudosas metodologías para contarnos la historia de Europa desde la caída del Imperio romano. Hasta las notas al pie de página son acotaciones con gracia, muy distintas a las notas de sus propios escritos “serios” de historia económica.

La segunda parte puede que haya sido la más difundida de sus obras, aunque no tenía en absoluto la intención que muchas veces se le ha atribuido. Titulado Las leyes fundamentales de la estupidez humana“, Cipolla describe este ensayo como algo que los eruditos del siglo XVIII hubieran denominado una “aguda invención”. No hace falta decir más.

Otro libro de este corte, denominado Tres historias extravagantes, reúne tres ensayos: Hombres duros, El timo del siglo (XVII) y Los Savary y Europa. La característica común de estos escritos es que están bien documentados y que son textos ligeros, entretenidos, que a la vez permiten conocer ciertos aspectos específicos de la historia: personajes, familias.

La carencia de notas a pie de página pueden sorprender a los historiadores, siempre en busca de referencias, notas y bibliografía. Cipolla no solamente se toma la licencia de evitar a toda costa las notas (en los tres ensayos tiene solamente cinco llamadas a pie de página), sino que parece ser parte del entretenimiento. Y es que como la vida, la historia también es cosa seria, muy a menudo trágica y algunas veces cómica. Por eso amamos a Cipolla.

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GREGORIO TACO, CACIQUE REBELDE E IDÓLATRA (ANDAGUA, 1748 – 1755)

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Esta tesis presenta el caso de Gregorio Taco, ex – cacique de Andagua en Arequipa, poseedor de mochaderos, próspero comerciante de lanas, padrino de dos cofradías y presunto incitador al delito fiscal, denunciado por el cacique interino Carlos Tintaya y procesado por el corregidor Joseph de Arana entre 1751 y 1754.

El juicio que se le siguió pertenece a los fondos documentales del Archivo Arzobispal de Arequipa y en él se presentan los testimonios de los habitantes del antiguo Condesuyos. Ésta y otras fuentes permiten conocer las prácticas y creencias de Andagua a mediados del siglo XVIII y cómo éstas fueron un medio para legitimar el desacato fiscal y las revueltas indígenas en contra de la autoridad colonial. Asimismo, se exploran las relaciones y conflictos entre los fueros civiles y eclesiásticos en un contexto de cambios, producidos por la nueva dinastía que ocupaba el trono español: los Borbones.

Gregorio Taco, sus mochaderos, riqueza y prestigio en la década de 1750 demuestran que las tradiciones prehispánicas continuaron mediante un proceso dinámico de transmisión, en donde aspectos como la oralidad y el contacto con los ancestros eran elementos que afianzaban la autoridad del cacique ante el común. Estas formas tradicionales se mantuvieron, mezclaron y coexistieron con las españolas sin inconvenientes para los habitantes de la zona, hasta que los conflictos dentro del grupo subalterno llamaron la atención de las autoridades coloniales y tuvieron que redefinirse las bases del pacto social de convivencia.

Pronto disponible en el repositorio digital PUCP.

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Documentos desclasificados de la Guerra Fría: reescribir la historia

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En los últimos años se han desclasificado muchos documentos referentes a la Guerra Fría permitiendo una mejor comprensión de los diferentes acontecimientos y procesos que marcaron dicha época. El gran corpus documental procede de diversos archivos, en su mayoría europeos: Rusia, Austria, Chequia, Alemania, Polonia, Canadá, Hungría entre otros.

Uno de los proyectos de mayor alcance que permite la difusión de dichos datos (sobre todo en el bloque del este) es The Harvard Project on Cold War Studies, el cual, a través de su página web difunde toda la información disponible y la actualiza cada vez que se declara algún documento como desclasificado. Este es el enlace web para quien desee hacer la consulta.

Para los historiadores estos documentos desclasificados son una oportunidad para revisar la historia de la Guerra Fría desde una nueva perspectiva, con nueva información y aportar así a las visiones clásicas que desconocían esta información y no podían incluirla en sus análisis, o que quizás no podían respaldar sus teorías por falta de pruebas históricas.

Uno de los momentos más intensos de la Guerra Fría fue el que conocemos bajo el nombre de “la Crisis de los Misiles en Cuba”, el cual marcó un hito de tensión entre la URSS y Estados Unidos. Los investigadores coinciden en opinar que, de no haberse resuelto, podría haber estallado la guerra entre las potencias. O, como reza el proyecto “The Armageddon Letters“: In October 1962, Human Civilization Came Close to Being Destroyed.

The Armagedon Letters es un proyecto lanzado el pasado octubre (2012), 50 años después de la Crisis de los Misiles y ofrece información acerca de tal “incidente” y las tensiones políticas que compartieron Washington, Moscú y La Habana. Este es el enlace del sitio web que dispone de varios enlaces de libros, novelas, podcasts, etc.

Según Svetlana Savranskaya, directora de operaciones rusas del National Security Archive, el viceprimer ministro de Khrushchev llamado Anastas Mikoyan viajó a La Habana para entrevistarse con Fidel Castro y convencerlo de la decisión de retirar los misiles de Cuba en noviembre de 1962.

Castro, un hombre que ante todo respetaba la dignidad de Cuba y los cubanos, se sentía ofendido por la decisión unilateral de la URSS de retirar los misiles de su territorio sin haberle hecho ninguna consulta. Asimismo, Castro consideraba que a los Estados Unidos se les estaba haciendo muchas concesiones. Castro pidió quedarse los misiles en secreto.

Mikoyan no recibió instrucciones claras de Moscú ante tal petición y decidió improvisar, convenciendo a Castro de la existencia de una ley que impedía transferir los misiles a un tercer país. Sería un acto irresponsable dejar en manos de Castro unas bombas que tenían el poder de destrucción 100 veces mayor a Hiroshima.

Estos documentos desclasificados, procedentes del archivo personal de Mikoyan, revelan un nuevo aspecto de la Guerra Fría: un compromiso entre Washington y Moscú para evitar que otro país ganara protagonismo en esta carrera y además se convirtiera en un elemento peligroso con consecuencias potencialmente desastrosas para el mundo.

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