“Ojerizas ajenas inundan mis ojos
tirria inanimada consume mi boca
furia demente se empoza en mis manos
un golpe errado
Nunca, yo nunca te haría daño
Muerdo mi cólera y rompo en llanto”
Olvide tal vez cómo era que se sentía la libertad, la tan ansiada libertad a la que cada vez que alcanzo aborrezco más que nada, me he vuelto esclavo de mi mismo, esclavo de mi conciencia, de mis iras contenidas y mis sonrisas disfrazadas en miradas frías.
El pasado no ha cambiado en nada, sigue manteniéndose estático, esperando a ser evocado, evocado nuevamente, y es en estos momentos cuando mi mente es más frágil, cuando mi alma se quiebra ante los demonios que acosan mi espíritu y que buscan, nuevamente, ser oídos y obedecidos.Pero mi alma se rebela, se subleva, víctima tal vez de un conjuro díficil de deshacer que me mantiene en un limbo entre mis infiernos impersonales y los cielos arrebatados, mas me doy cuenta que soy un humano, como cualquier otro, que también llora y se deprime. EUREKA! Estoy deprimido, cansado, aburrido, no es novedad sólo que esta vez el pasado se hace más nítido y mi mente empieza a divagar en un gran templo sostenido por 10 pilares de mármol blanco, mis creencias son humanas, mi mente es humana, mi espíritu es humano, soy tan común y vulgar como todos y como ninguno, soy simple, idéntico a mi mismo y a nadie más, aunque a veces creo que me empiezo a cansar de este juego y de esta máscara, la verdad se hace evidente, a pesar de los años, los muchos años atrás en los que empecé a jugar, ya va siendo hora del final.
¿Qué olvido cuando olvido?
Nada, yo nunca olvido, nunca