Reunión trinitaria

Acaricio tus inermes brazos y me imagino el niño que en ellos sostendrás.
Beso tus labios y los siento también sobre su cabecita acaramelada.
Escucho tu voz y le veo arrullarse deseando volver a oírla al abrir sus ojitos.
Vislumbro sus ojos en los tuyos y quiero ser el padre.
Quiero ser el hijo
Y también, tu espíritu.
Ojalá algún día, santo.

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