Deben saber compañeros de estudio que yo nunca he comido un Bigote, nunca comería uno (la idea de no seguirle la corriente a Ud. es demasiado tentadora como para no rendirme ante ella), el comer un pan con ¿carne cocida? , papas, ensalada (supongo que un tío bigote tiene ensalada, no?) y cremas al escoger no es nada apetecible a mi paladar, no es digamoslo así algo por lo que yo pagaría, me gustan las hamburguesas, no lo niego; sólo que prefiero las que yo preparo en mi rústica sartén de teflón y a medio cocer.

Nunca comería un bigote, estudio en su universidad, debe de ser así pues tengo un blog con el dominio .pucp, además de una cuenta en la intranet, tengo notas promedio y una vida social, digámosle, normal. La gran maravilla PUCP que se me cruza cada trecho en el tontódromo, la tan apetecible, por muchos, Hamburguesa del tío Bigote, quien por cierto ha quedado abandonado en el Facebook desde el 14 de agosto (no, no es obsesión eso de andar averiguando fechas, sólo quiero escribir con un poquito de seriedad) y quien al menos no en el ciber mundo (que es ya casi el mundo en el que paso más tiempo, sobretodo en las noches) ha festejado el triunfo de esa gran obra gastronómica que es un Bigote.

No pienso comer un Bigote en lo que resta de mi tiempo en la universidad, no lo he hecho antes, no lo pienso hacer ahora. Si desean llámenme loco, pero ni soy fanático de las hamburguesas ni tengo las cutres moneditas para comprarme una.