Cuando se tiene demasiado tiempo libre y estas atento a las conversaciones telefónicas de tus vecinos (claro está, en una tienda y ante un teléfono público) te percatas de lo extraño que es todo allá afuera, en ese mundo del que no tienes ni idea, en ese mundo de parejas, de idas y venidas, de esperas, de falsas esperanzas, de amores traicionados, de besos, de te quiero, de amores, de adiós; más aún si eres un niñato, más aún si eres yo.
Quiero, quiero profundamente, pero no puedo dar esos espectáculos, no soy actor propicio para novela mexicana, no me gustan los polígonos amorosos, soy, quizá, fiel en exceso, romántico de corte medio (puedo llevarte flores solo si las veo bonitas), de conversación sosa y no tengo vida privada (quizá a causa de mi exceso de honestidad). Quiero y muy de seguro también amo, pero es que ese sentimiento tiene origen en la comodidad de la presencia de ella… De seguro seré un buen esposo pero de ahí a crear anécdotas para contar a los hijos de los tiempos de enamorado quizá no sea buen creador, soy frugal y modoso, ella es hermosa, virtuosa, generosa. Ella quizá sea buena esposa, es buena enamorada lo terrible es que yo creo que no soy bueno siendo ello…
Creo en el amor, creo en la belleza, creo en la virtuosidad, creo que debo verme lo mejor posible para ella, creo que no debe verme débil aunque en aquellos términos me presenté, creo que no debe verme enfermo ni preocuparse mas de lo debido. Creo que hoy no llegaré