Conmigo amanencen los borrachos de pena
ahogados en el vaso de su desdicha
y de su desamor
Conmigo amanecen los prostitutos
que venden su cuerpo al caos y al bullicio
de las mañanas
Al alba todos despiertan y continuan su existencia
al alba la vida sigue y no está dispuesta a parar
ni a detenerse a cotemplar la miseria que ya arrastra
Amanecidos todos los que ante la luz tungsténica palidecen
rehuyen los tormentos del topo, escapan al dios artificial.
Allá afuera les comprenden, las luces no les ciegan
las tinieblas le acompañan
Y los dragones nebulosos escondidos tras los cerros
y la niebla espesa de la melancolía
sonríen afables, ¿quién será hoy nuestra presa?
Los trasnochados