– ¿No tienes otra cosa que ponerte? Pareces un cuervito
– No, sólo tengo ternos
Debo, tal vez, empezar a presentarme y decirles que no soy otro, que no soy diferente, que soy el mismo, el de las poesías vagas y el de la mente austera, aquel que cuándo se le busca desaparece, aquel que dice estar escuchando y que esta sordo hacia mucho tiempo, en fin soy yo otra vez, sólo que con un nombre nuevo y con un espíritu añejo, el del saquito de un abuelo que nunca lo usó y que ahora es parte, parte de mí