Consejo de refugiados
reunidos en la ultraterrestre isla de los olvidados
reclaman
y sus reclamos convertidos en ecos
le son devueltos más sordos todavía
Sus creencias, sus “fes” se han disuelto
en la sal de sus quejidos y llantos
su real naturaleza de humanoides grises
desposeídos, odiados, aborrecidos
olvidados
Se revela y rebelan ante el poder opresor
de los no-grises, los no-muertos
los no-pobres
Y su isla, la isla, que no está rodeada por agua
más si por los otros, aquellos, que son pocos
que no se quejan, que no se duelen
los no-muertos, los no-pobres
los siempre presentes, los poderosos
los no-muchos pero que siempre son oídos
Y el grito de los olvidos no rebota en una pared
rebota en ellos, y ellos no oyen, no escuchan
no sienten, no lloran.
Los otros, nosotros, todos, al fin y al cabo
estamos aquí