Las cosas suceden por alguna razón, todo tiene un inicio y un fin, todo sigue un curso, nada está aislado, los hechos se relacionan por algún u otro motivo, la vida sigue fluyendo libremente, las victorias y derrotas se hunden en el río de la experiencia, todo llega a desaparecer, errores y aciertos, la vida sigue fluyendo hasta que algo intempestivo detenga su rumbo hasta que su antagonista le toqué el hombro y se detenga, vuelva los ojos hacia atrás y desaparezca por completo.
Edward se levantó algo apesadumbrado y tarde esa mañana, en su oscuro cuarto de empleado sin futuro e hijo sin cariño, se calzó lo primero que vio, se abotonó la camisa y se dirigió al cuarto de baño, su padre y su hermano mayor ya se habían bañado antes y habían dejado el piso embarrado y sucio, bostezó, miro a ambos lados en busca de algo que se haya salvado de la mugre y de la tierra y decepcionado se dirigió a el botiquín que tenían como gaveta de baño, la abrió y vio más mugre y cepillos chorreando, cogió el suyo y buscó el dentífrico, tanteando entre las cremas y lociones llegó a dar con lo buscado, estaba totalmente aplastado y estirado, no quedaba nada y no lo habían repuesto, contuvo su enojo, rió desconsolado, cerró la gaveta.
Volvió a su habitación y se puso el descolorido pantalón de tela que usaba en casa, se cambió de zapatos y puso una chaqueta que dejó colgada en la silla la noche anterior, se puso los gastados lentes que usó desde que la conoció a ella y salió hacia el comedor.
Saludó a su madre levantando la cabeza, volvió a bostezar, se sentó en la mesa, su padre aún sentado lo increpó con la mirada, el giró la cabeza mirando hacia otra parte y tomo la taza de avena fría que habían preparado en la mañana, su padre se tomó el día libre, estaba cansado de ir a la oficina para que le manden todo el día, tareas inútiles, comentarios inoportunos, papeles atiborrados de burocracia, se quedó sentado, cogió el periódico y se dispuso a pasar media mañana llenándose la cabeza de noticias de un mundo que estaba muy lejos para sentirlo y de un mundo que estaba muy cerca, pero que no merecía la menor atención.
Edward ya estaba tarde para ir al almacén, el jefe probablemente lo reprocharía y lo mandaría a volar, por lo que prefirió excusarse mañana diciendo que estuvo enfermo y que no pudo marchar a laborar. Su madre nacida ama de casa y muerta ama de casa no hacía más que pasar el día, cocinando, planchando, barriendo, limpiando, pudriéndose limpiando la mugre de hombres a los que hace mucho había dejado de querer, pero de los que necesitaba para seguir viviendo.
El hermano mayor se había marchado hacía mucho al trabajo, había estudiado y tenía un trabajo como mando medio del que disfrutaba los beneficios de forma irracional y abusaba del alcohol pero nunca volvía a casa mareado, si se emborrachaba, no volvía simplemente.
Edward se volvió a acostar, ayer había trabajado hasta muy tarde y se sentía cansado, se acostó sin la intención de dormir, pero no lo pudo evitar, cayó rendido en su lecho con la ropa aún puesta y sus lentes en la mano. Su padre y su madre se habían quedado en la sala incómodos mutuamente y odiándose en conjunto, hacía mucho que su padre había salido del hogar con la esperanza de encontrar una nueva casa al volver, pero ya se había decepcionado de ello y se acostumbró, es más fue domesticado por la rutina, por lo que no sabía qué hacer mientras estaba en casa, decidió que lo mejor sería criticar a su inoportuna esposa, ella trataba de pasar el día ocupada, pero la realidad era otra, termina las tareas del hogar en muy poco tiempo por lo que siempre se sentía ofuscada al no hacer nada en casa durante la tarde y la noche, cocinó de mala gana, lo que lo notó su aburrido esposo y se lo dijo, ella no lo tomo en cuenta y lo obvio, ella se fue al cuarto de lavar y metió toda la ropa en una canasta, la seleccionó de mala manera, y su esposo lo notó y se lo dijo, ella lo paso por alto una vez más y sus iras reprimidas se acrecentaron más y más.
Edward despertó con el ruido de las frecuentes peleas domésticas de sus padres y se lamentó estar en esa casa, en ese lugar, en ese momento, en ese mísero instante de su paupérrima existencia, se levantó resignado y dispuesto a seguir su vida como siempre, con su sueldo mísero y la mierda de vida que lleva, se dirigió al cuarto de lavar motivado por el sonido de la máquina y esperar que sus padres se calmaran y que la ropa se lavara, lo último fue más rápido por lo que cargó la ropa en un cesto y subió a la azotea del departamento en el que vivían para colgar la ropa, esperando que sus padre se callaran y terminaran su estúpida pelea.
El padre increpaba la falta de interés de su esposa y ella le replica la falta de dinero y las deudas atrasadas y su mediocridad imperante, él se ofuscaba y ella se inmutaba, ella se enojaba y él le ignoraba, empezaron a insultarse, repitiéndose una y otra vez el porqué de su boda, el porqué de sus infelices existencias juntos, juntos hace 10 años y juntos consolando sus penas 35 años más, ella le increpó una y otra vez sobre los gastos de la casa y él se burlaba de ella, pensaba que teniendo una amante sería mucho más feliz, pero la verdad era distinta, su vida se había hecho más odiosa y rutinaria, no pudo más y se lo confesó, le dijo que tenía una amante que se habían visto mucho tiempo atrás y que no necesitaba de su primorosa y amable esposa, que él tenía suficiente con ella y si deseaba saber a dónde iba a parar el dinero del hogar, pues qué se lo pregunte a ella, porque ella era la que administraba los gastos, ella era la que incluso destinaba dinero para la educación de sus hijos y la que se preocupaba por los gastos domésticos.
Ella volvió el rostro hacia el suelo, se dio media vuelta y se dirigió hacia su habitación, esperaba todo menos una traición, todo menos la horrible traición de estar viviendo con los recursos que destinaba una amante hacia el hogar de la mujer a la que su esposo engañaba, entró a su habitación, abrió un cajón y sacó el rifle que su esposo tenía guardado por si surgía alguna emergencia, olvido que hacía poco lo habían cargado, tanto como su esposo también lo había olvidado, ella entro con el rifle en la mano, Edward colgó las medias, ella le apuntó al cuerpo, el padre se rió, ella tembló y el rifle se estremeció, Edward observó el suelo, el distante y frió suelo, se miró futuro y no contempló nada, pensó en ese instante en el vació y el frio que estaban bajo sus pies a unos 10 pisos de altura, su madre empezó a gritar y insultó al hombre como nunca lo había hecho, cómo era posible que le engañase, si yo tanto te quería, yo pensaba en ti, yo te quería, tú, tú, tú no mereces perdón, una fuerte explosión, un grito, Edward!!!
Edward no se lanzó al vació, se tropezó con el cesto de la ropa y trastabilló, no pudo evitar golpearse la pierna y perder el equilibrio, caer de cabeza al vació que contempló hacia unos momentos y en la caída no pudo evitar oír la explosión y ver a su madre cogiendo el rifle aún humeante y ver la bala que ella había disparado, contra su padre, el cuál yacía en el piso temeroso de su mujer que ya no era su estúpida esposa, sino una mujer con mucho miedo en el rostro y una debilidad que era propio de ella pero que él le había olvidado, la sintió mujer, fuerte, decidida y a la vez temerosa, no reparó en Edward, pero si en la expresión petrificada de su mujer, se incorporó, se acercó a ella y la abrazó, ella no se movía, esta pálida y fría, él y ella lloraron, él no sabía porque lloraba, pero ella lloraba por su hijo, el hijo que ella mató, el hijo que fue atravesado por la bala que su rabia disparo y atravesó el pecho de su hijo…
La madre de Edward bajó lo más rápido que pudo y su esposo le siguió, ella contempló a su hijo que yacía en el pavimento con el cráneo destrozado y el pecho atravesado por una bala, una bala que su rabia disparo y que su pena lamenta, ella vio al hijo muerto despedazado por la caída y por la bala, vio al fruto de su amor, tendido en el asfalto, volvió el rostro hacia el esposo, él la contempló, la abrazó, lloraron juntos y decidieron subir, llamar a un oficial de policía o a los médicos, o a quien sea para que recojan al hijo que mataron, al hijo que fue asesinado por las circunstancias.
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