Carnaval Inhumano

Era un día como cualquier otro, de una semana cualquiera, de un mes cualquiera, de un año cualquiera, pero no lo era para Paulino.

Paulino tenía 35 años y había migrado a la capital hace unos meses, el venía desde Acos un pueblo Ayacuchano que había sido azotado por el terrorismo, sus padres unos ronderos, habían muerto en manos de unas de las tropas de Sendero Luminoso.

Paulino tenía la cara como dibujados con crayón fuerte, su tez de un color rojizo asemejaba a un indio muy molesto, pero su trato era amable, vestía chompas de varios colores, pero cuando estaba solo se ponía a llorar, visitaba muchas cantinas y siempre se sentaba a mirar a otros, con una mirada de entre pena y odio, siempre que se sentaba en la barra no pedía nada, hasta que sean las 3 de la madrugada, cuando se paraba y salía con un paso lento de la cantina, iba a una tienda cualquiera compraba una botella de aguardiente y se emborrachaba cantando canciones tristes, su puño era duro y su boca rabiosa, su vida no había sido nada sencilla.
Su infancia había estado plagada de tragedias, su abuela murió cuando el recién tenía 2 años y su abuelo murió de pena al año siguiente.
Su adolescencia fue marcada por el infortunio pues a los 15 años se enamoró de una muchacha de un pueblo vecino, cuyo amor no fue correspondido, pues el no tenía mucho dinero para pagar el cortejo a la airosa cholita, al año siguiente se enteró que se había casado con un viejo rico que vivía en la capital y que se mudarían para tener una vida nueva.

Paulino sintió pena y rabia, quería matarse y no podía tolerar la situación, se rompió su chompa y corrió hasta un risco para lanzarse a la nada, pero justo unos momentos antes de lanzarse ya cuando su corazón latía a mil por hora y sus venas se abultaban por la gran cantidad de sangre que transitaba por sus torrentes se dio cuenta que si se mataba le daría el gusto a ella y ella sería feliz al ignorarlo en su ignorancia y decidió que morir por alguien que nunca lo amaría no valía la pena, esa noche se fue a una tienda de Vinchos y compró una botella de aguardiente y tomó y lloró y fue a casa para contarle a sus padres cuanto los amaba, pero al llegar a la puerta, todo tembloroso se derrumbó en la puerta, a la mañana siguiente unas balas lo despertaron, aún estaba mareado y cansado así que se quedó ahí, vio a unos hombres salir de su casa, cuando estaba a punto de incorporarse un golpe en la cabeza lo dejó privado, cuando despertó ya habían pasado varias horas, se paró y notó que no estaba donde había caído, frente a la puerta, estaba detrás de una pirca, camino hasta su casa abrió la puerta y observo a su padre y a su madre acostados sobre el piso con un charco de sangre saliendo de sus viejas y canas cabezas, su hermana no estaba, la buscó pero no lo encontró luego recordó que ella había salido temprano el día que cayó en la puerta borracho, la buscó y fue hasta la pirca ella estaba sentada al pie de ella, llorando con la cabeza entre las piernas, él le cogió el brazo, la levantó y abrazó, él aún tenía una razón para vivir, pero ya tenía muchas para haber muerto hace tiempo.

Pasaron varios años y nada nuevo ocurría en la vida de Paulino, o por lo menos era lo que él creía, su hermana ya se había vuelto una mujer y estaba empezando a salir con un hombre, que por azares de la vida Paulino nunca había visto, Paulino ya había acabado la escuela y trabajaba de zapatero, pero una noche en que su hermana salió decidió cerrar el frágil puesto e ir en seguimiento a su hermana, cuando la vio quedo sorprendido, él, su enamorado la acosaba y acariciaba de una forma muy atrevida y vio que empezaba a aprovecharse de ella, no lo soporto más y corrió hacia él, le estampó un puñete en el rostro al cariñoso amante, este tenía una casaca de jeans y un pantalón de tela y su aspecto siniestro pero a la vez indefenso al golpe, este retrocedió un poco, y casi se desploma, su hermana intento controlarlo pero la furia de Paulino no se podía contener y de otro le rompió la nariz y este cayo al suelo como un costal de papas, una vez ahí, le dijo que no lo quería ver nunca más con su hermana, el hombre tendido en el suelo se incorporó, se limpió la nariz y se sacó su casaca, de pronto Paulino notó un inusual tatuaje en su brazo, la hoz y el martillo claramente dibujado, una ira ciega lleno a Paulino y de un solo golpe lo volvió a tumbar al suelo, y luego lo pateó en las costillas, su hermana no lo podía ver y estaba llorando implorándole a Paulino que no lo golpee, este no la escucho y le grito:

Tus padres….

Su hermana se fue corriendo, y Paulino tras ella, el terrorista yacía en el suelo inmóvil e inerte, por fin Paulino se había vengado. Al llegar Paulino a casa no encontró a su hermana solo una nota que le decía que no la volvería a ver que si su amor se iba, ella también, esa noche Paulino no la buscó y fue a la misma tienda y tomó hasta embriagarse y caer en el suelo borracho, cuando despertó muy temprano se dio cuenta de que estaba muy lejos de su casa, medio tambaleándose volvió a casa y se percató que su hermana no había llegado aún, entonces empezó a preocuparse, grito y grito pero por más que gritaba no la encontró, fue al abismo al que él mismo fue cuando estuvo a punto de matarse, y vio una extraña figura al pie del abismo corrió como loco hasta al pie del acantilado, su hermana estaba muerta y puesta la casaca de su ahora eterno amante, Paulino se puso a llorar arrodillado a lado de su hermana, a los dos días con el poco dinero que Paulino tenía le dio cristiana sepultura y decidió huir de Acos esta vez, para siempre y dirigirse a la capital, así es como inicia la historia.

Paulino vino a la capital y consiguió trabajo como zapatero en un barrio del Cono Este, su vida ya no tenía por menores a excepción de la falta de luz, cuando los terrucos se bajaban las torres de alta tensión, o las noticias de asesinatos en la sierra por parte de los paramilitares o los terroristas, pero el reía al sentirse como un héroe al haber matado a un terrorista, ya se había estabilizado pero había una chica muy joven que le llamaba la atención, tenía la edad de su hermana cuando esta murió y le coqueteaba mucho, pues lo iba a visitar todas las tardes a su puesto a veces llevándole comida o a veces ropa que a su padre ya no le servía, y a cambio él la escuchaba, ella le contaba sus historias y como su padre la había violado cuando aún era pequeña y como había huido de ellos para refugiarse en ese nuevo barrio que recién estaba creciendo, cada vez que ella se iba, Paulino se encerraba en su taller y se ponía a llorar pensando en su hermana, una noche esa muchacha llegó corriendo desesperada al taller, Paulino creyó que ella se estaba asustada pues la luz se había ido, pero ella le dijo que había visto a su padre caminando por el barrio como buscándola, y ella temblaba, Paulino le ofreció que ella se quedara esa noche a dormir en el taller, como solo había una cama la compartieron, él ya no la quería como a una nueva hermana, la quería como a una mujer, la abrazó y la besó, esa noche durmieron abrazados, tanto por el frió como por su mutuo amor.

A la mañana siguiente un hombre vino al taller, a dejarle unos zapatos a Paulino, él ya hace mucho que se había levantado pero su joven y cariñosa amiga aún estaba dormitando, cuando Paulino salió al encuentro del cliente se desconcertó era el viejo, por el cual la airosa cholita lo ignoró, Paulino suspiró y sus ojos se inyectaron, luego vio el cuerpo de su amada frágil e indefensa y se tranquilizo, el viejo, estaba buscando a una joven y de pasada había llevado un par de zapatos para que el zapatero los arreglase, le dijo que recién se había mudado a la ciudad con su esposa, y que estaban en busca de su hija que había escapado hace años, Paulino volvió la cabeza a su cama, pero la chica ya no estaba en la cama, volvió a atenderle y le dijo que no conocía a nadie que era nuevo en el barrio y que sus zapatos estarían para la próxima semana.

Cuando el viejo estaba fuera del alcance la chica se incorporó, estaba tendida en el suelo, ella le comentó que el era su padre, y que si la encontraba no la dejaría escapar otra vez, que más que nunca necesitaba de su protección, desde esa día Paulino fue más reservado que antes, ya no salía a tomar a los bares ni nada estaba solo en el taller pero de pronto la gente empezó a sospechar y la muchacha le dijo que necesitaba salir para no dejar sospechas, la comida corría a cuenta de la muchacha que tenía una amiga en el mercado, Paulino la obedeció y fue a caminar dejando encargado el taller a su amiga, cuando volvió no la encontró, él ya sabía donde estaba, pero no se apresuró, al día siguiente habría una gran yunza, pues era febrero, y las yunzas eran muy comunes, todos estarían ahí, y como él no había levantado sospechas y nunca salía de su taller, él supuso que el viejo creería lo mismo, pero para no correr riesgos dejaría a su hija encerrada en su cuarto.
A la noche siguiente, todos estaban reunidos en la calle cantando canciones chichas y con un vaso y una botella en la mano, Paulino vio al viejo en la fiesta y supuso que su amiga estaba en su casa, sigilosamente cruzó y se dirigió a la casa, pero para no ser descubierto dobló la esquina, luego fue y de una sola patada rompió la puerta y entró a la casa, como la música estaba a full, nadie se percató de la puerta, Paulino notó que la casa no era muy lujosa más bien parecía modesta, mientras miraba el interior unos sollozos llamaron su atención, era ella, su cariñosa amiga, la llave estaba colgada al lado de la puerta, abrió y ella estaba tendida en el suelo como asustada, él le habló dulcemente y ella lo reconoció, le tendió la mano y le abrazó, con la misma rapidez con que entró salieron y se fueron al taller, suerte que el viejo ya estaba borracho y medio adormecido, ella le contó que el viejo la volvió a violar, esta vez Paulino no lo toleró cogió su navaja de zapatero y fue a la fiesta, su amiga, tras él, Paulino cortó los cables de los parlantes y la música sucumbió, todos se quedaron extrañados e empezaron a gritar, e insultar, en ese momento Paulino aprovechó para abofetear al viejo y tumbarlo al suelo, alguien se le acercó en defensa del viejo, pero el mostró la navaja, todos retrocedieron, el viejo aunque ya parecía de avanzada edad era muy ágil, se paró, y se abalanzó a Paulino un grito afónico se escuchó, el viejo cayó al suelo, con la navaja en su abdomen.

De pronto unos gritos ensordecedores y un ruido infernal se apoderó del ambiente, Paulino no sabía que pasaba, se escuchaban balas, mucha gente caía y de pronto una bala impacto en su espalda, cayó de cara y sangró era como si un globo lleno de sangre le hubiese caído en la espalada.

Y su cariñosa amiga se fue al taller, no podía morir, una vida estaba dentro de ella…

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