Junta Nacional de Justicia lagarta

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Por Luciano Revoredo– LaAbeja.pe
El debate generado en torno a la destitución de la Junta Nacional de Justicia y la desesperación de los caviares en su defensa es algo sintomático. No cabe duda de que, si provoca tal reacción en contra en ese deplorable sector, es porque se va por buen camino.
Es bueno recordar que este organismo tiene un enorme poder. Nombra, evalúa, ratifica y sanciona a jueces, fiscales, autoridades nacionales de control del Ministerio Público y el Poder Judicial, y a los jefes de la ONPE y el RENIEC.
También es bueno recordar que se creó para reemplazar al Consejo Nacional de la Magistratura en uno de los golpes institucionales que el infame Lagarto Vizcarra dio, cuando aupado en lo más alto del poder, hacía y deshacía con la complicidad de la caviarada parasitaria.
Es evidente que para concentrar el poder era necesario primero destruir al parlamento y lo consiguió con una intensa campaña de demolición mediática y la prostitución de figuras antes solo tocadas in extremis, como la “cuestión de confianza”, lo cual le permitió finalmente dar un golpe de estado y cerrar el congreso con la complicidad del Tribunal Constitucional, y segundo tomar el poder judicial y el Ministerio Público, esto se consiguió a través del cuento de los cuellos blancos, del cual ya nadie habla, para tomar por asalto el Consejo Nacional de la Magistratura y reemplazarlo por la Junta Nacional de Justicia, creada a su medida por una comisión de notables y aprobada por un congreso acobardado y chantajeado.
Luego vino una campaña nunca vista, en que una prensa mayoritariamente aceitada por millones de soles de la publicidad estatal se prestó, para llevar a la población a votar SI,SI,SI, NO, en un referéndum con el que Vizcarra se consolidaba. Una de las preguntas de ese referéndum permitía la creación de la Junta Nacional de Justicia. Es evidente que la absoluta mayoría de votantes no tenía ni la menor idea de por qué estaba votando.
Lo cierto es que ahora nos encontramos ante la situación en que el parlamento en cumplimiento de sus funciones debe actuar. El artículo 156 de la Constitución establece los requisitos para ser miembro de la JNJ. Uno de ellos es: …ser mayor de 45 años, y menor de 75 años. Sucede que la Dra. Inés Tello cumplió 75 años en el año 2020 y debió ser cesada de inmediato, pero los demás miembros del Consejo interpretaron que este límite era para acceder al cargo, no para ejercerlo. Una auténtica cantinflada que los pone a todos en situación de falta grave, al haber incumplido un mandato constitucional. A esto hay que sumar que en su momento asumieron la defensa de la fiscal lagartiana Zoraida Ávalos, mediante un comunicado con el cual adelantaban opinión sobre un tema que debían investigar, otra falta grave y finalmente que no han cumplido con los informes que deben entregar anualmente al congreso.
Hay que destacar que en la creación vizcarrista de la Junta se establecen todas estas normas y requisitos, no se trata de caprichos del actual congreso. Y por otro lado también cabe recordar que los destituidos serán reemplazados por sus accesitarios que vienen nombrados desde aquellos días, no serán nombrados ahora. Es hora de actuar e ir recuperando las instituciones.

Empresas chinas: Alfredo Thorne desmiente a Martín Vizcarra

Extitular del MEF desvirtúa afirmaciones del exmandatario sobre direccionamiento de obras. En su presentación, Vizcarra cayó en contradicciones; pasaría a condición de investigado.

No se quedó callado y desbarató sus mentiras. El exministro de Economía Alfredo Thorne desmintió al expresidente Martín Vizcarra quien, en su declaración ante la Comisión que investiga la adjudicación direccionada de obras a empresas chinas, lo responsabilizó de la dación -durante el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski- del Decreto Legislativo N°1321 que modificó la Ley de Bancos y que terminó favoreciendo con millonarios contratos a dichas firmas. “Me está difamando. No creo que me esté responsabilizando porque no soy responsable de nada. Que está faltando a la verdad, es un hecho, no está contando los hechos como son”, declaró tajante el extitular del MEF a Perú21TV.
Thorne explicó que el objetivo de la referida norma, dada en enero de 2017, no fue favorecer a las empresas chinas, sino atraer inversión al país; y aclaró que fue al amparo de las facultades que le otorgó el Congreso al Ejecutivo, que el decreto fue aprobado por el Consejo de Ministros que también integraba entonces Martín Vizcarra como titular de Transportes y Comunicaciones.
Añadió que hasta antes de su promulgación estaba restringida la posibilidad de que el accionista de un banco del exterior tenga la propiedad de más de una entidad bancaria en nuestro país. Luego de la disposición, sin embargo, la Superintendencia de Banca y Seguros le aprobó la licencia al Banco de China (Bank of China) “por lo que ese país tiene hoy dos bancos”. “El argumento de Vizcarra es que eso le permitió a las empresas chinas tener más acceso a financiamientos (y obtener las licitaciones). Esa es una reverenda mentira, porque cualquier banco con licencia en el Perú le podía dar la carta fianza a las empresas chinas”, puntualizó.
Según el exministro, si para Vizcarra era lesiva esta medida, dado que permitía que las empresas chinas tengan mayor solvencia económica en comparación a las empresas peruanas, “¿por qué nunca se opuso a ese decreto y por qué no lo derogó en su gobierno?”, preguntó.
MEF NO FIRMÓ CONTRATOS CON CHINOS
Lo que es importante saber —precisó— es que el Ministerio de Economía no firmó ningún contrato con alguna empresa de construcción china; el que tengan o no acceso al financiamiento no exime de responsabilidad al Ministerio de Transportes de haber contratado con las empresas chinas”, subrayó a este diario, luego de que Vizcarra se presentara ante la comisión que investiga el caso.
Al término de la sesión, el presidente del grupo de trabajo, Héctor Valer, por su parte, dio cuenta de que el expresidente responsabilizó a Thorne de la publicación del Decreto Legislativo N°1321 y anticipó que Vizcarra podría pasar a la condición de investigado y ser citado nuevamente porque dio versiones contradictorias. Además, reconoció haber viajado a China junto al entonces mandatario Pedro Pablo Kuczynski, en septiembre de 2016, pero sostuvo que no se firmó ningún acuerdo aunque aceptó que invitó a las empresas de ese país a invertir en el Perú. “Vizcarra tiene responsabilidad política”, agregó Valer.
-Alfredo Thorne será convocado a la comisión el próximo viernes 3 de noviembre.
-La comisión investiga 93 contratos direccionados a empresas chinas, entre 2018 y 2022, valorizados en casi S/10 mil millones.
-En el gobierno de Vizcarra, las empresas chinas obtuvieron 54 contratos por S/3,951 millones.
Fuente: Diario Perú21.

Tras la liberación. El papa Pío XII, cuyo rol durante la II Guerra Mundial ha sido muy cuestionado, camina entre los soldados del ejército de Estados Unidos, en 1944, tras la liberación de Roma.

Servicios secretos extranjeros

Por Carlos Manuel Sánchez– Diario ABC.
«¡Llamad a Leiber!» El papa Eugenio Pacelli, Pío XII, sólo confiaba en tres personas: Augustin Bea, su confesor, un jesuita; sor Pascualina Lehnert, también llamada la Papisa, su ama de llaves; y Robert Leiber, otro jesuita, su secretario personal y presunto jefe de su servicio secreto, aunque la Santa Sede siempre ha negado tener un servicio secreto. Los tres religiosos eran alemanes. Y los tres lo ayudaron a capear una época tormentosa: Pío XII llegó al papado en vísperas de la Segunda Guerra Mundial (1939) y murió en plena Guerra Fría (1958). Fascismo, nazismo y comunismo fueron sus tres bestias negras. Luchó contra ellos con desigual fortuna y empeño. Hoy por hoy es el Papa más controvertido de la historia contemporánea.
Fascistas, nazis y comunistas, a los que hay que añadir británicos y estadounidenses, convirtieron en un nido de espías el Vaticano, la ciudad estado de apenas medio kilómetro cuadrado cuyo PIB no se mide en dólares, sino en almas, según dejó dicho Juan XXIII. No es extraño que el papa Pacelli sólo se fiase de sus más allegados.
Robert Leiber era su hombre para todo. Un cascarrabias, profesor de Historia de la Iglesia, que vivía en la Universidad Gregoriana de Roma, a cinco kilómetros de la Santa Sede, y tenía que dejar lo que estuviese haciendo cada vez que el Papa lo llamaba, ya fuese para escribirle un discurso, para pedirle consejo o para sondear las intenciones de algún emisario. Leiber, asmático, sufría con la espléndida primavera romana.
¿El 007 de Pío XII? El padre Robert Leiber, era ecretario personal del papa Pío XII y, se cree, jefe de su servicio secreto. Hombre clave entre los alemanes que se oponían a Hitler, el Papa y los aliados, vivía humildemente a cinco kilómetros, en Roma. No tenía ni chófer. Murió en 1967; antes destruyó todos sus papeles.
Y se quejaba de que el Papa escatimaba con él. Ni siquiera tenía un chófer a su disposición. El jefe de la red de espionaje más antigua y extensa del planeta viajaba en tranvía o autobús, aunque llegase a la plaza de San Pedro ahogado por las emanaciones de polen de los pinos, plátanos, cipreses y alcanfores. Leiber murió en 1967 de una crisis respiratoria, pero antes destruyó todos sus papeles personales. Una pérdida lastimosa, pero no irreparable, pues del pontificado de Pío XII se conservan 15,430 documentos, 2,500 legajos y 16 millones de cartas.
Todo ha estado bajo llave durante décadas en el Archivo Secreto Vaticano, un búnker subterráneo cuyos intestinos suman 85 kilómetros de pasillos y estanterías. Ahora aquellos documentos se han desclasificado. El papa Francisco ha cambiado el nombre del archivo, ahora se llama Archivo Apostólico Vaticano, y ha permitido el acceso primero a los estudiosos y después al público en general. Miles de esos documentos relacionados con la persecución de judíos durante el pontificado de Pío XII se pueden consultar en Internet. Curiosos e historiadores podrán así arrojar luz sobre un papado lleno de sombras.
Maestro de espías. El alemán Wilhelm Canaris (con abrigo de solapas blancas), director de la agencia germana Abwehr, conspiró para derrocar a Hitler, buscando el apoyo de los aliados presentes en Roma. Pero fue descubierto y enviado a un campo nazi, en el que fue ahorcado.
«¡Llamad a Graham!». El papa Pablo VI confió en 1966 la tarea de estudiar los papeles de Pío XII a cuatro jesuitas de su absoluta confianza: un italiano, Angelo Martini; un alemán, Burkhart Schneider, un francés, Pierre Blet, y un estadounidense, Robert Graham. Los llamaban ‘los mosqueteros’ y realizaron una labor enciclopédica que quedó plasmada en once tomos en los que se puede seguir casi al minuto la actuación de Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial.
Si escribieron una historia fidedigna o una versión saneada, sólo se sabrá en lo próximos años. Pero Graham, además de reputación de historiador meticuloso, tenía alma de periodista. Escribía a altas horas de la madrugada, escuchando marchas militares, para desesperación de sus vecinos de cuarto. Afable y socarrón, disfrutó con aquel material y, como cualquier periodista, tenía la necesidad de compartir sus hallazgos.
El hombre de confianza. Robert Graham fue uno de los pocos hombres de total confianza del papa Pablo VI desde 1966. Destapó la identidad de los espías nazis y aliados que actuaron en el Vaticano.
Graham destapó las identidades de todos los espías nazis o aliados que actuaron en el Vaticano durante la guerra, además de algunos agentes soviéticos llegados desde el telón de acero en la posguerra. Escribió cientos de artículos para la revista Civiltà Cattolica y recibió con los brazos abiertos durante 30 años, hasta su muerte, a cualquier historiador que se acercase a su caótica habitación en una residencia para religiosos en Roma, donde los papeles, borradores escritos a lápiz y recortes de periódico llegaban hasta el techo. Barra libre.
El estadounidense David Álvarez, profesor de Ciencias Políticas en la Saint Mary School de California, fue uno de los historiadores que pudo consultar el archivo del padre Graham y colaboró con el jesuita en la redacción de un libro sobre las redes de inteligencia en la Santa Sede, Nothing sacred (‘Nada es sagrado’), en 1997. Hoy, Álvarez está considerado como el mayor experto mundial en espionaje y diplomacia papal y su obra Spies in the Vatican (‘Espías en el Vaticano’) es texto de referencia.
«Mientras el padre Graham estuvo vivo, no consideró que sus papeles fuesen secretos, aunque revelasen las identidades y operaciones encubiertas de los espías en el Vaticano. Graham fue generoso compartiendo sus hallazgos. Yo me pasé muchos días hurgando en sus documentos. Ojo, no era una cazaespías ni una especie de Agente 007 pontificio; él se consideraba ante todo un historiador y todo lo que investigó fue en nombre de la historia», puntualiza.
Una monja con carácter. De Sor Pascualina se dice que mandaba en el Vaticano más que el Papa. Ella fue la encargada de coordinar el plan de evacuación de Pío XII, en caso de intento de secuestro por parte de los nazis. Ese plan pasaba por huir a España.
Poco antes de morir, el padre Graham metió como pudo sus papeles, unos 25,000 documentos agrupados en cientos de carpetas, en dos enormes baúles y se marchó a Estados Unidos. La Curia General de los Jesuitas ordenó que los baúles regresasen a Roma después de su fallecimiento. El padre Federico Lombardi, que fue redactor jefe de Graham en Civiltà Cattolica, niega que fuese un secuestro editorial ordenado por el papa Ratzinger cuando todavía era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
O que contengan material sensible que puede afectar al proceso de beatificación de Pío XII (que progresa a paso de tortuga) o quizá esclarecer si el KGB estuvo detrás del atentado a Juan Pablo II, en represalia por su apoyo al sindicato Solidaridad, pues Moscú temía que si caía Polonia, el resto del bloque comunista caería por el efecto dominó, como así fue. «Sencillamente, los papeles regresaron a Roma porque el archivero no sabía muy bien qué hacer con ellos en California, y Roma es su lugar natural». Lo cierto es que esos papeles han estado al alcance de estudiosos en el archivo general de los jesuitas.
Aún hoy se discute el supuesto plan de Hitler de secuestrar al Papa, requisar las obras de arte del Vaticano y arrasarlo después todo a sangre y fuego
Y bajo órdenes estrictas del Prepósito General de la Compañía de Jesús de no permitir su publicación hasta que Roma levantara el veto a la documentación sobre Pío XII en el Archivo Secreto Vaticano.
El secretismo ha disparado los rumores y todo tipo de teorías han circulado sobre el contenido del archivo Graham, de las que se ha hecho eco la revista italiana Panorama. No obstante, si se consultan las hemerotecas se puede reconstruir parte de lo que hay en esas carpetas, pues el padre Graham disfrutaba contando sus fascinantes hallazgos sobre las tramas de espionaje que investigó.
El sanguinario «nazi perfecto». Reinhard Heydrich dirigía la seguridad del Reich y seguía la pista a Canaris. Para Hitler, era el «nazi perfecto». El espionaje alemán en Roma falló por exceso de datos: tenía allí hasta cinco agencias. Tanta información se volvió contradictoria e inútil.
También el padre Blet, otro de los mosqueteros, ha hablado sobre los papeles reservados concernientes a Pío XII. Ambos han defendido su pontificado a capa y espada. Para ellos, la leyenda negra del Papa que guardó silencio ante las atrocidades de Hitler es una de las mayores injusticias de la historia. Esa leyenda negra comenzaría en los años 60, según algunas versiones, supuestamente alentada por espías de la Stasi (el servicio secreto de la antigua República Democrática Alemana) y del KGB para desprestigiar a la Santa Sede. Guerra sucia propagandística que todavía hoy sigue coleando.
15,430 documentos y 16 millones de cartas del papado de Pío XII se conservan en el Archivo Secreto Vaticano, un búnker subterráneo de 85 km de pasillos.
Para los jesuitas es relativo, cuando no manifiestamente falso, que Pío XII guardase silencio o cerrase los ojos ante la persecución de los judíos. Según publicó The Economist en la necrológica de Graham, «la queja principal de los críticos de Pío XII fue que no hubiera hecho una condena pública del asesinato de judíos cuando la existencia de los campos de exterminio llegó al conocimiento del Vaticano». Se dijo que una declaración así podría haber detenido la matanza.
Al menos, una carta pastoral que recordase que matar judíos era pecado hubiera disuadido a los colaboracionistas de entregarlos a los alemanes. Graham dijo que Pío XII, trabajando entre bastidores, ayudó a la resistencia a librar a más de 800,000 judíos de las cámaras de gas, ocultándolos en iglesias y en el mismo Vaticano. «Pío XII pensó que hablar públicamente contra los opresores habría empeorado las cosas para judíos y católicos».
Presunto atentado comunista. Juan Pablo II, anticomunista confeso, tras ser herido de bala por el turco Alí Agca el 13 de mayo de 1981, en la plaza de San Pedro. Aún se investiga si la URSS planeó el atentado: los rusos temían que, si caía el comunismo en Polonia, se derrumbase con él todo el bloque.
Sólo en el campo de concentración de Dachau había casi 2,800 sacerdotes católicos presos, de los que fueron asesinados 1,034; la mayoría, polacos. Un enfrentamiento con los alemanes hubiera provocado mayores represalias incluso. También se acusó a Pío XII de favorecer el ataque de Alemania a la atea Unión Soviética. Graham pudo averiguar que Alemania trató de conseguir la bendición del Papa para la campaña de Rusia, e incluso que la declarara una cruzada, pero no lo consiguió.
Las intrigas vaticanas tuvieron como protagonistas a Leiber, el jesuita asmático, y varias personalidades de los círculos de resistencia de la Iglesia alemana, entre ellos un abogado, Josef Müller, enviado en misión secreta por el enigmático almirante Wilhelm Canaris, director de la agencia militar alemana Abwehr, que no obstante conspiraba con otros generales para derrocar a Hitler. Pío XII fue informado por este canal del comienzo de la invasión en el frente occidental y transmitió esa información a los gobiernos aliados. No le creyeron.
También sondeó si los ingleses aceptarían firmar una paz con los generales desafectos a Hitler, pero Winston Churchill no creyó que éstos triunfaran. La historia acabó trágicamente. Tanto Canaris, que llevaba un diario, como uno de sus hombres, Hans Oster, dejaron constancia escrita de todos estos pasos, con el propósito de que la humanidad conociese algún día que hubo alemanes justos que lucharon en la sombra contra el terror nazi.
Esos documentos, guardados en una caja fuerte, fueron descubiertos por la Gestapo tras el atentado contra Hitler. Canaris y los demás conspiradores acabaron en un campo de concentración y fueron ejecutados –Canaris habría sido ahorcado con una cuerda de violín para prolongar su agonía–, excepto Josef Müller, que se libró de la muerte por un malentendido de sus captores.
Graham también negó en su momento que el Papa ayudase a escapar a varios criminales nazis al terminar la guerra. Reconoce que hubo cardenales y obispos filonazis que lo hicieron, entre ellos el siniestro monseñor Alois Hudal, pero, según Graham, «Pío XII siempre se negó a recibirlo».
Los archivos secretos. En el Archivo Secreto Apostólico Vaticano se guardan todos los documentos relacionados con el gobierno y actividad pastoral de la Santa Sede. En 2020 se abrieron los archivos del Papa Pío XII, el controvertido pontífice.
Estas redes de evasión no habrían tenido nunca la complicidad oficial del Vaticano, aunque hubiese religiosos implicados. Por otra parte, Graham gozaba de tal prestigio en la Curia que se dice que a principios de los años 90, cuando Juan Pablo II acarició la idea de dimitir por el agravamiento de la enfermedad de Parkinson que lo mortificaba, el jesuita estadounidense recibió el encargo confidencial de redactar un plan para la renuncia del Papa y la elección de un sucesor.
También el padre Blet es entusiasta en su defensa de Pío XII. «Trató por todos los medios de buscar la paz. En cuanto a su relación con los judíos, en los documentos se ve cómo el Papa consideró cuál podía ser el modo mejor para ayudarlos. Quería hacer una declaración pública, pero incluso la Cruz Roja lo desaconsejó, pues habría podido perjudicar mucho más a aquellos que quería ayudar».
Esa sería la razón por la que no terminó la redacción de la encíclica Humanis Generis Unitas contra el antisemitismo que comenzó su predecesor, Pío XI, y cuyo borrador acabó archivado sine díe en el Archivo Secreto. «Además, hay cientos de documentos en los que las comunidades judías, los rabinos de medio mundo y otros fugitivos de los nazis agradecen a Pío XII y a la Iglesia católica las ayudas».
«Y el padre Robert Leiber me confirmó que el papa Pacelli usó su fortuna personal para ayudar a los judíos perseguidos», declaró Blet. Incluso el científico Albert Einstein, de ascendencia judía, reconoció el esfuerzo de los católicos. «Nunca antes había apreciado a la Iglesia, pero ahora siento un gran afecto y admiración porque sólo la Iglesia tuvo el coraje y la tenacidad de alinearse en defensa de la verdad intelectual y de la libertad moral», dijo.
Uno de los episodios más rocambolescos del pontificado de Pío XII es el supuesto plan de Hitler de secuestrar al Papa, requisar las obras de arte del Vaticano y arrasarlo después a sangre y fuego. Habría sido encargado personalmente por el Führer al general de la SS Karl Wolff en 1943. Wolff asegura que desobedeció las órdenes. Pero Graham le da poca credibilidad a toda la historia. «Las evidencias apuntan a la propaganda de Londres más que a Berlín». No obstante, es probable que la Santa Sede, sí reaccionase a esos rumores, y ante la duda de si eran fundados o no, diseñase un plan para ocultar a Pío XII de las garras de la Gestapo.
Se ha escrito que sor Pascualina y el conde Galeazzi tenían preparado un escondite en un chalé a unos cien kilómetros de Roma y que de allí habría huido a España en barco, donde Franco lo hubiera recibido de mil amores. Al parecer, Pío XII se opuso a este plan. «Sólo me sacarán del Vaticano encadenado o con los pies por delante», habría dicho. Sor Pascualina era una mujer valiente, que lo mismo tamizaba la comida del Papa, delicado de estómago, por el pasapurés, que repartía víveres en una camioneta entre los 6,000 judíos escondidos en las iglesias y conventos de Roma. Unos 170 religiosos italianos fueron ejecutados por prestar ayuda a los judíos.

Cardenal Paul Zoungrana MAfr.

Paul Zoungrana nació en Uagadugú, Alto Volta (actual Burkina Faso). Estudió en el seminario menor de Pabré y en el seminario mayor de Koumi, donde fue ordenado sacerdote el 2 de mayo de 1942. Zoungrana, uno de los tres primeros sacerdotes de su país, ejerció la pastoral en su Uagadugú natal hasta unirse a la Sociedad de Misioneros de África el 24 de septiembre de 1948, emitiendo sus votos perpetuos en 1952 en Roma. De 1948 a 1953, amplió sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde obtuvo su doctorado en derecho canónico, y en el Instituto Católico de París. Zoungrana enseñó derecho canónico en el seminario de Koumi, a la vez que ejercía su ministerio pastoral en Uagadugú, de 1954 a 1959. Posteriormente, fue director del Centro de Información Social hasta 1960.
El 8 de abril de 1960, Zoungrana fue nombrado arzobispo de Uagadugú por el papa Juan XXIII. Recibió su consagración episcopal el 8 de mayo siguiente del propio papa Juan XXIII, con los obispos Napoléon-Alexandre La Brie y Fulton J. Sheen como co-consagrantes, en la Basílica de San Pedro. El arzobispo Zoungrana asistió posteriormente al Concilio Vaticano II de 1962 a 1965. Con la asistencia de los cardenales José Quintero Parra y José Bueno y Monreal, pronunció uno de los mensajes de clausura del Concilio el 8 de diciembre de 1965. El papa Pablo VI lo creó cardenal presbítero de San Camilo de Lellis en el consistorio del 22 de febrero de 1965. Fue el primer cardenal del Alto Volta y el único perteneciente a los Padres Blancos.
Zoungrana fue uno de los cardenales electores que participaron en los cónclaves de agosto y octubre de 1978, que eligieron a los papas Juan Pablo I y Juan Pablo II, respectivamente. Posteriormente, el cardenal fue enviado papal especial al Segundo Congreso Eucarístico Nacional y a la clausura del centenario de la evangelización en Zaire. De 1980 a 1987, fue miembro de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.
Zoungrana alentó la africanización de la liturgia, afirmando que los rituales «representan una forma de pensar y de vida africana». También encabezó una protesta contra el Banco Mundial por su política de negar ayuda financiera a países sin programas de planificación demográfica. El cardenal Zoungrana dimitió como arzobispo de Uagadugú el 10 de junio de 1995, tras treinta y cinco años de servicio.
Murió en Uagadugú a los 82 años y está enterrado allí en la Catedral de la Inmaculada Concepción. Al momento de su muerte, era el último cardenal superviviente nombrado por el papa Pablo VI en el Consistorio de 1965.
Fuente: Wikipedia.

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