Renato Poblete Barth SJ: teólogo caviar

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La red de poder que miró al techo ante la doble vida del cura Poblete

Por  – www.elmostrador.cl
El sacerdote construyó un sistema perfecto con el que no solo sustentó la obra del Padre Hurtado, haciendo crecer el Hogar de Cristo, sino que recobró el poder y la influencia en la élite que los jesuitas habían perdido tras la irrupción de otras órdenes, como el Opus Dei. El poder de sus amistades y benefactores le dieron un “halo” que sumió en la ceguera a sus cercanos, en donde a pesar de que “todos sabían” y se le veía cerca de mujeres jóvenes, “nadie sabía” del abuso y poder que ejercía sobre ellas.
“Polvete”, así era llamado Renato Poblete Barth, el sacerdote que fue pilar fundamental del Hogar de Cristo y del legado del Padre Alberto Hurtado. Un hombre poderoso, “casi santo”, que ostenta el Premio Bicentenario entregado por la Presidenta Michelle Bachelet y que hasta cuenta con un parque con su nombre para honrarlo. Un religioso que protagonizó la reinvención de los jesuitas, luego que la Compañía de Jesús comenzara a perder fuerza entre los católicos de élite a fines de los sesenta, y constituyó la beneficencia como la base de las redes de poder que lo protegieron durante décadas ante los “rumores” que siempre hubo sobre su doble vida.
Renato Poblete -quien murió en febrero de 2010- cuenta con más de ocho denuncias por abuso sexual y de conciencia en su contra, presentadas ante la Compañía de Jesús. Una de ellas fue revelada por Marcela Aranda, teóloga de la Universidad Católica, quien denunció el abuso sexual por parte del sacerdote en los años ochenta, cuando este era capellán del Hogar de Cristo y ella tenía 19 años.
“El testimonio dado a conocer por la Sra. Marcela Aranda nos avergüenza y entristece. Valoramos su coraje y expresamos nuestra más firme voluntad de investigar a fondo”, respondió en un comunicado la Compañía de Jesús, que designó al abogado laico Waldo Bown como instructor de la investigación.
Los sacerdotes y fieles cercanos a Poblete también reaccionaron. Fernando Montes, el exrector de la Universidad Alberto Hurtado, aseguró estar “sorprendido y dolido” ante la denuncia, mientras que el ex director del Hogar de Cristo, Benito Baranda, dijo sentir “rabia, dolor y tristeza”. El único que salió en su defensa fue el sacerdote Raúl Hasbún, cuestionado por la forma en la que ha llevado los casos de investigación por las denuncias de abuso al interior de la Iglesia.
Solo una cosa tenían en común todas las declaraciones a favor o en contra de Poblete, todos se escudaron en el “no sabía”, “nadie se lo imaginaba”, “no había antecedentes” o “no hay conocimiento de denuncias previas”, como contestó ante la consulta de El Mostrador la Compañía de Jesús.
Sin embargo, la verdad que ronda “hace muchos años” -recalcó un periodista que cubre el área de Iglesia- es que el sacerdote Poblete no solo era conocido como “El Padrino” por sus fieles, debido a las grandes redes de poder que había construido a partir del Hogar de Cristo, sino también como “Polvete”. “Siempre se le veía con mujeres, chicas, jóvenes”, indicó un exseminarista que compartió con el sacerdote durante la década de 1990, aunque “¡nunca menores!”, enfatizó.
Frases que se repiten al conversar con quienes trabajaron con Poblete en el mundo empresarial, en las comunicaciones, la beneficencia y la Iglesia, donde afirmaron que el sacerdote “tuvo pareja”, pero que nunca “nadie imaginó que fuera un abusador”. Eso, principalmente -añadió un exsacerdote- debido a que se le veía cercano “con mujeres, no con hombres”.
“Su poder era encandilante, irradiaba fortaleza y seguridad, sus mensajes y discursos eran inspiradores”, aseguraron desde el mundo empresarial. Un poder que lo habría protegido y habría propiciado el silencio de las víctimas que hoy lo denuncian.
Consultados sus cercanos jesuitas, nadie quiso referirse al tema. Señalaron que están esperando el próximo cónclave de la orden para conocer “de primer fuente la información”, pero la verdad es que al interior de la Compañía de Jesús reina un extremo silencio, al igual que con los otros casos de abuso sexual que han estallado en el seno de la congregación.

Poderoso sacerdote

El cura Poblete es uno de los religiosos que destacó en plena dictadura, cuando la Iglesia se dividía entre la defensa del régimen y la de los Derechos Humanos. Se abocó a consolidar el legado del Padre Hurtado y fue a partir de esta estructura de beneficencia, que logró construir puentes desde la UDI hasta el PPD, pasando por grandes empresarios y poderosos dueños de medios de comunicación como Agustín Edwards.
Uno de sus principales eventos, en donde se dejaba ver toda la potencialidad de sus redes e influencia, era la cena anual de “Pan y Vino”, que creó para financiar al Hogar de Cristo. En la década de 1990 y siguientes desfilaban figuras como el exministro de la Concertación, Sergio Bitar, y Agustín Edwards Eastman, como los más asiduos, junto a artistas, políticos y empresarios, círculo desde donde reconocen que era “mal visto negarse al cura Poblete”. Un ritual que se repite hasta ahora y cuya última versión del 2018 fue animada por Cecilia Bolocco.
En la Iglesia es reconocido que el sacerdote usó y levantó la imagen del Padre Hurtado para crear un verdadero imperio. Llegó hasta el sector empresarial e instauró la idea del “bienestar social” y el asistencialismo. Un exseminarista recalcó que Poblete iba “desde Paz Ciudadana hasta el PPD” y que estaba “siempre sentado en la mesa del poder”.
Una relación cercana, al igual que la que cultivó Fernando Karadima con los poderosos, a quien autorizó para aparecer como un personaje en Crónicas de un hombre santo, la serie realizada por Canal 13 en 1990 que relata la vida del Padre Hurtado. Quienes conocieron a Poblete han dicho que no tuvo “una relación de amistad” con Karadima, pero que se conocían, que “ambos eran sacerdotes importantes y respetados en sus diócesis”.
Poblete no era un sacerdote de vocación académica, como es la tónica de los jesuitas. A pesar de que estudió filosofía, química y sociología, su carrera académica -principalmente ligada a los estudios y la investigación de la teología y la sociología- quedó rezagada a mediados de los años setenta y totalmente olvidada desde 1982, cuando asumió como capellán del Hogar de Cristo hasta el año 2000. “No era brillante”, afirmó un exseminarista, al menos en comparación con otros sacerdotes que dieron origen al estudio de la Teología de la Liberación durante los setenta y ochenta.
El peso de los jesuitas se forjó sobre la base de la educación y el desarrollo intelectual. Formaban y dirigían la vida espiritual de los hijos de la élite, al menos hasta la década del sesenta, época en la que perdieron terreno ante otras órdenes como el Opus Dei. Según el periodista y escritor del libro Rebaño, Óscar Contardo, el poder y la influencia de la Compañía de Jesús se fue rezagando a los núcleos más progresistas del poder, pero a partir de la década de 1980 supieron reinventarse y avanzaron hacia una estructura basada en la beneficencia, se “convirtieron en un puente entre los poderosos y los más desposeídos”.
Esta nueva estructura tendría como ancla la imagen del Padre Hurtado y luego otras, como la del cardenal Silva Henríquez y el mismo Poblete.
La nueva estructura jesuita se basó en las redes que construyó Poblete a partir del Hogar de Cristo y otras fundaciones como Techo Para Chile y la Comunidad de Vida Cristiana (CVX), que agrupa a laicos. A esto se sumó una mirada “vanguardista” a partir de los años setenta y la férrea defensa a los Derechos Humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet. De esta forma, el legado jesuita se combinaba entre la figura progresista del cardenal Raúl Silva Henríquez y el legado benefactor del Padre Hurtado, a través de Renato Poblete.
El excapellán era un “as de las comunicaciones”, aseguró un exeditor de medios. Poblete era amigo personal de Don Francisco, tenía una posición envidiable dentro de El Mercurio y fue columnista de La Segunda durante años. Fue condecorado como Hombre del Año por la Asociación Chilena de Publicidad, declarado “una de las 100 personas más influyentes en Chile” por la revista ¿Qué Pasa? y nombrado “Gran Caballero de la Industria Gráfica” en el año 1997 por la Asociación de Impresores de Chile.
Contardo explicó a El Mostrador que los vínculos con editores y editoras de prensa se remontan a los años de colegio y de guía espiritual, y dijo que cada vez que salía una denuncia desde el año 2005, eran vistas como casos puntuales, privados y aislados, que se separaban de la práctica del abuso de la Compañía de Jesús. “Jamás hubo denuncias, jamás hubo un reportaje sobre casos que salieron a la luz antes que el de Karadima”, añadió.
“Poblete estaba con todo el mundo, cualquier foto muestra su influencia transversal. El Hogar de Cristo es una institución que tiene un poder muy fuerte en el imaginario de los chilenos, el golpe que han tenido con esto es muy fuerte”, precisó Contardo.  La Compañía de Jesús, agregó, “ha cuidado mucho los detalles, dan información súper sucinta y la prensa no hacía nada, la diferencia es que la imagen del cura Poblete es potente, pero ellos controlan el flujo de información”.
Es más, recordó que en el año 2016 la Universidad Alberto Hurtado invitó a Michel Rezendes -uno de los periodistas  del Boston Globe que destapó la red de abusos y encubrimiento de la Iglesia Católica de EE.UU- para que entregara el premio anual a la excelencia periodística. “Todo en medio de las denuncias en contra de sacerdotes jesuitas, y no se dijo nada públicamente sobre ellas”, recalcó.

El mundo de los negocios

Poblete era reconocido entre los empresarios, y fue premiado en 1992 como “El Hombre del Año” por Icare. También fue reconocido en diversas ocasiones por su espíritu emprendedor. Hasta el Presidente Sebastián Piñera quiso nombrarlo como capellán de La Moneda, pero el sacerdote falleció antes que asumiera su primer mandato.
Quizás Poblete no era un hombre de academia, pero sí era “hábil para los acuerdos, era encantador”, destacaron desde la banca. En este sector, Poblete era reconocido y “muy querido”, espacio donde expandió sus redes mientras dirigía la Fundación para el Desarrollo, que hasta la década de los noventa aún mantenía el control del Banco del Desarrollo. Cuando llegó a dicha fundación ligada a la DC, la Iglesia tenía cerca del 80% del control del banco, que nació como una idea de Silva Henríquez, pensando en “los más desposeídos”.
Durante los noventa, la Iglesia fue vendiendo parte de sus acciones a Norte Sur, creada en 1989 por los empresarios Vicente Caruz, reconocido financista de la Falange, y Maximiliano Poblete, sobrino -en segundo grado- del sacerdote. Ambos llevaban años trabajando con Silva-Henríquez en la conformación del banco, por esa razón, ambos ocupaban cargos gerenciales en la financiera.
Poblete, el sacerdote, estuvo cinco años a cargo de la fundación, que poco a poco fue mutando en sus objetivos hasta transformarse en la Fundación Emmanuel, que hoy presta asistencia y asesoría a las escuelas católicas. Su sobrino, Maximiliano, le prestaba ayuda para llevar la contabilidad y el proceso de expansión del Hogar de Cristo. Además, el gerente bancario mantendría una estrecha relación con Piñera, luego de que fueran compañeros de colegio en el Verbo Divino.

El tabú jesuita

Uno de los principales fantasmas que sigue al caso de Poblete es el secretismo de los jesuitas. Un exsacerdote de la orden aseguró que estos casos se “tratan con pinzas” y que cada nombre de cura abusador se convierte en un tabú.
En el libro de Contardo se recopilan varios casos de jesuitas, como el del sacerdote Juan Miguel Leturia, que se destapó en 2005 y fue reconocido por el propio Poblete, quien explicó a El Mercurio que había denuncias “reiteradas” en su contra.
También está el caso de Eugenio Valenzuela, provincial de la orden. La primera denuncia fue en 2010, pero recién en 2013 el sacerdote dejó su cargo como provincial. En el año 2014 fue trasladado a la residencia de ancianos de la Compañía de Jesús, y en el comunicado final de los jesuitas se hizo hincapié en que las víctimas habían quedado satisfechas con las sanciones, además de señalar que estas -al momento de ocurrir los abusos- eran mayores de edad. Sin embargo, según la investigación de Contardo, la realidad no era así. Una de las víctimas afirmó que fue víctima de presiones por parte del sacerdote que llevó la investigación para que cambiara la figura de su denuncia.
El nombre de Jaime Guzmán Astaburuaga es otro tabú en el mundo jesuita. Las denuncias en su contra se hicieron hace un año, tras la visita del Papa Francisco. Era reconocido por ser un guía espiritual, un “cura choro”, dijo Luis Ojeda, alumno del Colegio San Ignacio de Puerto Montt, quien destapó los abusos del sacerdote.
A fines de los ochenta, el jesuita fue trasladado a Santiago para ser capellán del colegio San Ignacio. Estaba encargado de organizar paseos de fin de semana, expediciones al Cajón del Maipo que incluían baños desnudos en piscina y fotografías de los menores desnudos que terminaban exhibidas en los murales del colegio.
Además, Guzmán Astaburuaga, quien fuera confesor de Cristián del Campo, actual provincial de los jesuitas en Chile, tenía la obsesión de preguntar por la masturbación a sus estudiantes durante las confesiones, y pegarle “palmaditas de futbolista” a los menores en sus genitales, misma acción que reiteraba Karadima tras sus misas.
Hacia fines de la década de 1980, Fernando Montes era rector del Colegio San Ignacio. Este fue emplazado a comienzos del año pasado por el animador José Miguel Viñuela en el programa de TVN “Estado Nacional”, por las denuncias en contra de Guzmán Astaburuaga. A raíz de esto, el cura Montes reconoció lo siguiente: “Una vez un papá me contó lo de las fotos y honradamente llamé a esa persona y lo reprendí severamente”, sin siquiera hacer referencia al nombre del famoso cura jesuita ni responder por qué no investigó la denuncia realizada por un apoderado en ese entonces.
Este actuar “secreto y sigiloso” por parte de la Compañía de Jesús y sus autoridades es una de las principales armas que tienen los jesuitas. “Si hay una denuncia, ellos definen cómo se hace pública, tienen un buen control de daños”, destacó un exmiembro de la orden. Mismo control que han intentado aplicar con las ya más de ocho denuncias en contra de Poblete, casos en los que no se han filtrado detalles de las denuncias ni tampoco nombres, porque “aún existe fe en la institución, en la Iglesia; las víctimas buscan justicia y tienen fe, creen en Dios y en este halo de bondad y acogida que tiene el mundo jesuita”, explica el mismo exjesuita .

Jesuita chileno abusó de 22 mujeres en un período de 48 años

Renato Poblete, un emblemático jesuita chileno, fue durante 48 años un depredador sexual que en ese lapso abusó de 22 mujeres, entre ellas cinco menores de edad, según los resultados de una investigación dados a conocer por la congregación.
“Esta investigación comenzó (el pasado enero) gracias a la denuncia (por delitos sexuales, abuso de poder y de conciencia) de la señora Marcela Aranda y posteriormente recibió el testimonio de (otras) 21 mujeres más que sufrieron alguna experiencia de abuso sexual por parte de Renato Poblete entre los años 1960 y 2008”, dijo en una rueda de prensa el provincial jesuita, Cristián del Campo.
“Entre las víctimas mencionadas hay cuatro personas que eran menores de 18 años cuando ocurrieron los hechos denunciados”, precisó del Campo respecto de los resultados de la investigación, desarrollada por el abogado laico Waldo Bown.
Los demás casos se refieren a abusos sexuales de mujeres mayores de edad, “consistentes en un abordaje sexual inesperado y violento, en que intempestivamente se intenta besar y tocar a la víctima”, señala el texto dado a conocer por el provincial jesuita.
Fallecido a los 85 años, en febrero del 2010 a causa de un paro cardíaco, Renato Poblete fue entre los años 1982 y 2000 el capellán del Hogar de Cristo, una institución chilena de beneficencia pública, creada por San Alberto Hurtado el 19 de octubre de 1944, que atiende a miles de personas cada día.
En 2009, el sacerdote recibió de manos de la entonces presidenta Michelle Bachelet el Premio Bicentenario como reconocimiento del Gobierno a su trayectoria de servicio social.
Según datos de la Fiscalía, hay 166 causas abiertas por abusos en el clero chileno, mientras las víctimas suman 248, de las que 131 eran menores de edad al sufrir los delitos.

“Me llevaban donde otros hombres para que me violaran”

El líder de la congregación religiosa jesuítica, Cristián del Campo, ha admitido en rueda de prensa que la Compañía de Jesús se obnubiló con los éxitos de Poblete y nunca sospecharon de sus abusos.
Del Campo dio a conocer los resultados de una investigación en la que colaboraron 102 entrevistados y fue ordenada en enero pasado, luego de que la primera denunciante pública de Poblete, Marcela Aranda, académica de Teología de 53 años, acusara al cura de obligarla a abortar a sus hijos. “Me llevaba donde otros hombres para que me violaran y me pegaran por turnos”, aseguró a un medio local.
La denuncia contra Poblete ocasionó otro fuerte remezón al interior de la Iglesia católica chilena, que desde hace más de un año enfrenta una crisis originada en centenares de denuncias de abusos sexuales cometidos por curas y religiosos contra menores de edad. El grueso de las denuncias ocurrió tras la visita del papa Francisco a Chile en enero del 2018, cuando el pontífice descalificó a denunciantes de abusos, lo que desató un escándalo internacional. Un par de enviados suyos a este país concluyeron que los obispos chilenos vivían hace décadas una cultura del abuso y encubrimiento.
Poblete, fallecido en 2010, era considerado casi un santo antes de ser denunciado por Aranda. Incluso un parque público llevaba su nombre y había una estatua suya, pero tras la denuncia las autoridades cambiaron el nombre y retiraron la estatua para fundirla.
Aranda aseguró que el sacerdote y capellán de la obra benéfica Hogar de Cristo empezó a abusar de ella cuando tenía 19 años y que los abusos se prolongaron de 1985 hasta 1993. Agregó que mientras era violada por un grupo de sujetos, Poblete miraba.
En una entrevista con un canal local de televisión afirmó que “lo más terrible y que me hace sufrir es que él me obligó a abortar y no solo una vez, tres veces. Tres niños que nunca pude abrazar, arrasados por un hombre abominable”.
La primera denuncia de la mujer ocurrió ante la comisión de escucha creada por el arzobispo Charles Scicluna, un enviado del papa para dimensionar la magnitud de los abusos en Chile, y luego dio declaraciones a la prensa. Del Campo dijo que la investigación de la Compañía sobre los abusos de Poblete concluyó que todos los hechos afirmados por Aranda son “plausibles y creíbles”. Añadió que además de Aranda testificaron otras 21 mujeres sobre los abusos que sufrieron en poder de Poblete, quien, dijo, se aprovechaba de su poder religioso, económico y psicológico. Ellas no aceptaron que fueran reveladas sus identidades. Del Campo las llamó a denunciar a los tribunales de justicia cuando estén preparadas para hacerlo.

Presentación del informe sobre Renato Poblete Barth SJ

I. Introducción
Buenas tardes, mi nombre es Cristián del Campo, Superior Provincial de la Compañía de Jesús en Chile. Me acompaña María de los Ángeles Solar, directora del Centro de Prevención de Abusos Sexuales y Reparación de la Compañía de Jesús.
Agradecemos su presencia que nos ayuda a transmitir a la opinión pública el resultado de la investigación interna, que se ha llevado a cabo por los abusos sexuales denunciados contra el fallecido sacerdote Renato Poblete Barth.
Daremos a conocer los hallazgos y las conclusiones más importantes de esta investigación. A su vez, compartiremos los pasos que daremos en nuestro compromiso de reparación en este caso, y en los otros dos casos que hemos anunciado recientemente su resolución, referidos a Jaime Guzmán Astaburuaga y Leonel Ibacahe Ortiz.
II. Sobre la investigación
1. Duración y Metodología
La investigación comenzó el día 12 de enero de 2019 y el informe final fue entregado a mí como Superior Provincial de la Compañía de Jesús, la tarde del viernes 26 de julio. El informe final tiene un total de 407 páginas, más anexos. Se entrevistó a 102 personas, y se realizaron otro tipo de diligencias complementarias, tales como análisis de documentos, recepción de testimonios vía correo electrónico e inspección de lugares. No podemos dejar de mencionar la complejidad que ha significado investigar hechos donde el denunciado se encuentra fallecido.
2. Equipo
La investigación fue liderada de manera independiente por el abogado penalista de la Universidad de Chile, Sr. Waldo Bown. Sirvió como notaria, la abogada Victoria Carvajal. El abogado Bown tuvo la asesoría de un comité compuesto por la Sra. Daniela Bolívar, académica de la escuela de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile, experta en el trabajo con víctimas de abuso; el Sr. Alvaro Soto, académico de la escuela de psicología de la Universidad Alberto Hurtado, especialista en dinámicas organizacionales; y la Sra. Anastasía Assimakópulos, profesora de derecho canónico de la Universidad de Los Andes. Al mismo tiempo, queremos transparentar que esta investigación, como cualquier investigación canónica que llevamos adelante, es financiada por la misma Compañía de Jesús.
3. Resultados de la Investigación y valoración de los hechos
Esta investigación comenzó gracias a la denuncia de la Sra. Marcela Aranda y posteriormente recibió el testimonio de 21 mujeres más que sufrieron alguna experiencia de abuso sexual por parte del sacerdote Renato Poblete Barth, hechos ocurridos entre los años 1960 y 2008. Dentro de las víctimas mencionadas, existen 4 personas que eran menores de 18 años cuando ocurrieron los hechos denunciados.
De esos 22 testimonios, uno es el de la Sra. Marcela Aranda. Otros 16, se refieren a abusos sexuales de mujeres mayores de edad consistentes en abordajes sexuales violentos. A cada una de estas víctimas se les dio los datos de contacto del fiscal correspondiente. El último caso, para completar los 22, se refiere a una relación estable y aparentemente consentida, en que la víctima ha ido elaborando recientemente la situación abusiva en la que se encontraba.
La investigación también recogió informaciones que darían cuenta de otras personas que podrían haber sufrido abusos por parte de Renato Poblete Barth pero no se lograron contactar. O por fallecimiento o porque, al ser contactadas, no quisieron declarar.
Tal como señala el investigador, en relación al caso de la denunciante Sra. Marcela Aranda, que dio origen a esta investigación, todos los hechos descritos por ella han sido considerados plausibles y su relato creíble. En el caso de los abusos sexuales, éstos han podido ser corroborados y también los tres abortos denunciados.
Dada la gravedad de esta denuncia, que el testimonio de la Sra. Marcela Aranda ha sido considerado plausible y creíble en su integridad, y el hecho de que en su declaración ella señala que estos hechos podrían involucrar a terceras personas vivas, presentaremos estos antecedentes a la brevedad al Ministerio Público, para que investigue con todas las herramientas de las que dispone y sancione a quienes pudieran resultar responsables.
En cuanto al resto de las víctimas, la investigación consideró que todos los testimonios eran pausibles y creíbles y, en algunos casos, pudo corroborar esto con los testimonios de terceras personas u otro tipo de elementos externos que confirmaron los hechos.
4. Patrón del abuso
Esta investigación ha demostrado de manera contundente que Renato Poblete Barth abusó de manera reiterada, grave y sistemática, amparado en el poder que le otorgaba su condición de sacerdote, en el dinero que manejó de manera personal, y en el prestigio que su labor apostólica le otorgó durante sus años como líder de una organización benéfica jesuítica.
Los testimonios de las víctimas recolectados en el proceso de investigación dan cuenta de la dinámica establecida por Renato Poblete Barth. Una dinámica de violencia, de abuso de poder y de manipulación emocional y psicológica de las víctimas y sus familias, que facilitó su obrar y el silencio tanto de víctimas como de otras personas. La investigación pudo determinar los patrones de conducta utilizados por el sacerdote, tales como la focalización en personas con vulnerabilidades económicas o emocionales, la ayuda económica sistemática, la posición de poder social y religioso, la utilización de la confianza con el entorno familiar de las víctimas, las demostraciones de poder y la violencia de género, entre otras.
Todo esto nos parece de la mayor gravedad, ya que, como nos ha ido mostrando la experiencia clínica, la agresión sexual es uno de los tipos de agresión más devastadores que puede sufrir un ser humano, ya que afecta todas las dimensiones de la persona. Existe un profundo daño a nivel emocional, relacional, sexual y, en el caso del abuso sexual en el contexto eclesial, también a nivel espiritual.
Somos conscientes de este grave daño, y por ello, tal como lo han solicitado la mayoría de las víctimas, honraremos nuestro compromiso de confidencialidad con ellas. En nuestro país son los Tribunales los llamados a dictar justicia y establecer responsabilidades. Por esto, las instamos, a que de acuerdo a sus propios tiempos y procesos, ejerzan este derecho en las instancias correspondientes. Como Compañía de Jesús colaboraremos en todo lo que sea necesario.
III. Responsabilidades de terceros
Junto con el esclarecimiento de los hechos denunciados, también le fue solicitado al investigador pronunciarse respecto de eventuales responsabilidades de terceras personas, así como de responsabilidades institucionales de la Compañía de Jesús.
La investigación recogió diversos antecedentes que dan cuenta de que existió un número significativo de personas, jesuitas y laicos, que tuvieron alguna información de comportamientos inadecuados de connotación sexual del sacerdote Renato Poblete Barth, los que fueron conocidos de primera fuente, por terceras personas, o a modo de rumor. Aquí me referiré en específico a los resultados del informe en cuanto a las responsabilidades de miembros de la Compañía de Jesús.
El informe del abogado Waldo Bown señala que algunos jesuitas habrían recibido algún tipo de información, la mayoría consistente en rumores o comentarios de terceros, lo que implicaría una responsabilidad ética en su actuar. La investigación pudo acreditar que, al menos en dos casos, un jesuita recibió información directa de parte de una víctima. Respecto a uno de ellos, este recibió expresas instrucciones de parte de la víctima de no comunicar la información recibida; el otro se refiere a uno de los jesuitas públicamente mencionados, el del Padre Juan Ochagavía. La investigación señala que el Padre Ochagavía habría hecho llegar los antecedentes que disponía al Superior Provincial de la época. Y justamente esta situación muestra –como lo señalaré más adelante– de qué manera los canales institucionales fallaron, ya que el gobierno provincial minimizó los hechos o no activó con la debida diligencia los resguardos que permitieran detener las situaciones abusivas. Las responsabilidades individuales e institucionales están íntimamente conectadas. Con todo, el investigador concluyó que la conducta del Padre Juan Ochagavía fue negligente en cuanto al seguimiento de la información que recibió y en el cuidado de la víctima.
Así como la investigación determinó responsabilidades éticas de particulares como facilitadores, la Compañía de Jesús habría operado con medidas ineficaces para evitar las conductas de abuso de poder, de conciencia y sexuales cometidas por Renato Poblete Barth. Este clima institucional facilitaría la ocurrencia de los hechos denunciados, a saber, una mirada permisiva hacia conductas de Renato Poblete Barth que estaban en el límite de lo ético en relación con el manejo del dinero, el poder y su relación con mujeres; una estructura organizacional que fue ineficaz para evitar y enfrentar situaciones de abuso, es decir, falta de instancias de mayor control, como códigos de conducta que definieran más precisamente estándares profesionales de actuación de los sacerdotes y religiosos; prácticas culturales que dificultaron la detección temprana de las conductas abusivas, como por ejemplo, la defensa corporativa o la exaltación del logro y la autonomía individual.
Después de conocer los hallazgos más importantes de esta investigación, quiero hacer un reconocimiento de nuestra responsabilidad institucional y expresar nuestra petición de perdón a todas y cada una de las víctimas de abuso.
Lo primero y fundamental es el valor de la verdad. Esta investigación nos ha permitido esclarecer los hechos abusivos y las responsabilidades del sacerdote Renato Poblete Barth, a partir de la contundencia de cada testimonio y de la evidencia recogida. Hemos llegado a esta dura verdad gracias a la valentía de todas las personas que estuvieron dispuestas a compartir sus dolorosas y traumáticas experiencias de abuso, en particular, de la Sra. Marcela Aranda, quien presentó la primera denuncia en enero pasado. Quiero aprovechar para agradecer la profesionalidad y diligencia del Servicio de Escucha de la Conferencia Episcopal de Chile, que fue la primera instancia que acogió el testimonio de la Sra. Marcela Aranda. Asimismo, agradecezco el trabajo serio y acucioso del Sr. Waldo Bown y su equipo.
Quiero, en nombre de la Compañía de Jesús en Chile, pedirles perdón a las víctimas de abuso sexual en este caso y en los otros cometidos por jesuitas. El daño infringido ha sido enorme y, en muchos casos, tan grande que es difícil de dimensionar con palabras. Para ustedes, este abuso. Como Compañía de Jesús queremos reconocer el daño que hemos hecho y que ustedes han sufrido tan profundamente. Deseamos tener la ocasión de expresarles personalmente nuestra petición de perdón en los próximos días.
Como Compañía de Jesús, no solo en este caso sino también en otros casos de abusos, fallamos en reaccionar con decisión, diligencia y eficacia ante las noticias, informaciones o señales preocupantes. Esta inacción permitió que se llevaran a cabo abusos de gravedad sin impedir que el comportamiento abusivo continuara. Pedimos perdón porque no actuamos con la prontitud y seriedad que se requería, con una mirada puesta en quienes estaban sufriendo en silencio. En el caso de Renato Poblete Barth, el aparente éxito de su labor apostólica obnubiló nuestra capacidad de supervisar su rutina cotidiana y controlar debidamente su manejo de dineros. El poder del dinero, sumado al poder que ya tenía por su prestigio público y su calidad de sacerdote, fue lo que permitió que el acusado tuviera diversas posibilidades de utilizar ese poder para abusar de mujeres.

Crisis de abusos en Chile

También deseo pedir perdón a nuestros colaboradores, familiares y amigos, así como a todo el pueblo de Dios que conforma nuestra Iglesia, por el daño, el dolor y la desilusión que provoca conocer situaciones tan graves de abuso cometidas por miembros de la Compañía de Jesús, y por nuestras responsabilidades como congregación religiosa en no detectar y detener estos abusos a tiempo.
Este perdón va acompañado de nuestra convicción como Compañía de Jesús de condenar toda situación de abuso, de orden sexual, de consciencia o de poder. Aunque suene gastado y muchas veces dicho, creo que nunca será suficiente: nos avergüenza y nos desgarra saber que hay personas a las que hemos dañado. Esto contraviene lo fundamental de nuestra razón de existir, de nuestra misión, que es justamente la transmisión de la Buena Noticia de Jesucristo, de la liberación de los oprimidos y del cuidado de los más vulnerables. Pedimos perdón por estos actos y por nuestras cegueras y negligencias.
IV. Perdón de cada jesuita
Pediré a cada jesuita que, a nivel personal y comunitario, avance en un trabajo real y profundo de reconocimiento de esta triste verdad que forma parte de nuestra historia y que haga efectivamente un gesto de arrepentimiento, en particular, en aquellos que han tenido una responsabilidad ética en su actuar.
Al hablar de reparación o restitución queremos referirnos a la necesidad de encontrarnos con las víctimas, reconociendo, desde su experiencia, las dinámicas abusivas mediante las cuales esto sucedió y posibilitando una relación que reconozca plenamente su dignidad de persona y su capacidad de determinación de su propio futuro.

Presentación de la investigación de los jesuitas sobre Poblete

El perdón sin signos concretos que contribuyan a reparar el daño causado, es un perdón vacío. Por eso, quiero dar a conocer los pasos dados y los que vamos a dar en el ámbito de la reparación.
Lo primero es que hemos intentado honestamente escuchar a las víctimas. Este último tiempo hemos procurado hacerlo a través de investigaciones que se han dado a conocer públicamente, para que todos quienes quisieran aportar algún antecedente lo pudieran hacer. Nuestra intención ha sido que esos espacios formales permitieran a las personas relatar su historia y ser escuchadas con respeto y confidencialidad.
En segundo lugar, hemos creado el Centro de Prevención de Abusos Sexuales y Reparación de la Compañía de Jesús en Chile, liderados por la abogada María de los Angeles Solar y por la psicóloga Francisca Salinas. Este Centro es el encargado de escuchar y recibir toda denuncia de abuso sexual que se haga contra un jesuita. Asimismo, el Centro ha tomado y tomará contacto con las víctimas, en éste y en los demás casos que hemos investigado. La restitución solo podrá tener lugar a partir de escucharnos unos a otros, reconocernos mutuamente y construir juntos un futuro sin abuso.
Sabemos que las experiencias de abuso sexual constituyen heridas profundas que se instalan en la persona, por eso creemos que también es importante ofrecer y hacernos cargo de los procesos psicológicos que intentan aliviar estas situaciones. Hemos ofrecido apoyo económico para los tratamientos terapéuticos a aquellas víctimas que nos lo han solicitado. Este ofrecimiento de apoyo será reiterado a cada una de ellas.
Dentro del proceso de reparación de las víctimas, tanto de Renato Poblete Barth, de Jaime Guzmán Astaburuaga, Leonel Ibacache Ortíz y otras víctimas de jesuitas, nos comprometemos a profundizar los espacios de diálogo para ir definiendo las medidas reparatorias más adecuadas. Para esta labor el Centro de Prevención y Reparación ha estado asesorándose con profesionales de distintas áreas y experiencias, de manera de ofrecer espacios de calidad, que no revictimecen y permitan el diálogo y los acuerdos. Deseamos escuchar lo que las mismas víctimas quieren proponernos, pensando en sus propios procesos de sanación. Escucharemos abiertamente lo que cada persona visualice como ayudas necesarias para su camino de reparación personal, y nos comprometemos a hacer todos los esfuerzos por apoyarlas en ese camino.

La Compañía de Jesús, contra el encubrimiento

En el diálogo que esperamos mantener con ellas, buscaremos reflexionar sobre modos de reparación que apunten también a aquellas comunidades eclesiales, educativas o laborales que se han visto afectadas por la ocurrencia de abusos en dichos espacios. Estaremos abiertos a un diálogo que sea fructífero y con resultados concretos, que considere acciones de reparación en todos los ámbitos para las víctimas y las comunidades afectadas, así como nuevos insumos para actualizar los protocolos de prevención y cuidado de ambientes sanos y seguros.
Por último, creemos que lo que ha sucedido no se trata solamente de hechos puntuales, sino de elementos estructurales que han favorecido que estos hechos ocurran. Lo vivido nos ha comprometido a una revisión profunda de las estructuras de gobierno y pastorales de nuestra congregación. Junto con las medidas que hemos ido tomando de examen de nuestra formación jesuita, de nuestras estructuras de gobierno y del modo cómo realizamos acompañamiento espiritual, continuaremos apoyándonos en profesionales de experiencia, para profundizar una evaluación institucional que nos permita ser conscientes de nuestros puntos ciegos. En este sentido, le pediremos a la Universidad Alberto Hurtado que pueda contribuir a la investigación y aprendizaje sobre el fenómeno del abuso en sus más diversas expresiones, en coordinación con otras universidades e instituciones, disponiendo para tales efectos los recursos necesarios, con el objeto de contribuir a una cultura nacional y eclesial de cuidado, respeto y protección de las personas, y a la renovación tanto de la Iglesia como de la Compañía de Jesús.
V. Conclusión
Las conclusiones de este informe no dejan dudas sobre el drama del abuso vivido por las personas que tuvieron la valentía de compartir sus testimonios. Sin ellas, no habríamos sabido la verdad. Probablemente, hay otras personas que no se han animado a dar a conocer sus historias y también queremos solidarizar con ellas, al tiempo de expresarles que nuestras puertas están abiertas para escucharlas y saber cómo podemos acoger lo que han vivido.
Esta verdad que hoy compartimos con ustedes nos llena de vergüenza por este y otros casos de abusos que involucran a miembros de la Compañía de Jesús, pues nuestra misión es comunicar el Evangelio de Jesucristo, que es un Evangelio de vida y plenitud.
Debemos aceptar el descrédito y trabajar con hechos concretos para recuperar la confianza. La verdad y el sufrimiento de tantas personas nos han enseñado a poner primero la mirada en quienes han sido víctimas de abuso. Queremos reiterar nuestra petición de perdón y nuestro compromiso de colaborar en el camino de sanación de quienes han sido heridos y de contribuir a que estos hechos no se vuelvan a repetir, creando ambientes de cuidado y confianza en la Iglesia.
Fuente: www.religiondigital.org

Leonel Ibacache Ortiz: Jesuitas chilenos expulsan a un sacerdote acusado de abusos sexuales

La Compañía de Jesús determinó la expulsión del sacerdote Leonel Ibacache Ortiz, esto por cinco denuncias de abusos sexuales y de conciencia a menores.
De acuerdo a un comunicado de los jesuitas, fue en diciembre del pasado año cuando el Vaticano solicitó abrir un proceso administrativo penal en contra de Ibacache.
Tras las investigaciones, se dio por concluido el proceso y se informó que el presbítero Arturo Sosa, superior general de la Compañía de Jesús “determinó expulsar a Ibacache de la orden religiosa y sugirió quitarle su estado clerical”.
De acuerdo al escrito, ya se enviaron los antecedentes a la Congregación para la Doctrina de la Fe, órgano que deberá confirmar si es que Ibacache es expulsado del sacerdocio. “Desde ya pedimos perdón como Compañía de Jesús por el grave daño causado, colaboraremos en las instancias judiciales pertinentes, y nos comprometemos a buscar, junto con las víctimas, los caminos de reparación que puedan contribuir en su proceso de sanación”, añadió la congregación.
Además, en el comunicado se reconoce que “las denuncias hechas por las víctimas han permitido que se establezcan los hechos y se tomen las medidas en justicia”, recalcando que “los momentos dolorosos que hemos vivido nos servirán para ser más responsables en el cuidado de toda persona que participa y colabora en la misión a la que somos llamados”.
La Compañía de Jesús, aclaró de todas formas, que el religioso en cuestión, por razones de edad (95 años) y salud, se encuentra impedido del ejercicio del ministerio sacerdotal.
Este hecho se enmarca en la crisis que atraviesa la Iglesia Católica chilena debido a los casos de abusos sexuales. A comienzos de mayo el fiscal nacional, Jorge Abbott, informó que las causas abiertas por abusos en el clero han aumentado a 166, y las víctimas a 248, de las que 131 eran menores de edad al sufrir los delitos, mientras las personas relacionadas con Iglesia que son investigadas suman 221.
Entre estas últimas, hay 10 obispos, 152 sacerdotes, 9 diáconos, 15 laicos, 8 personas de las que no se dispone información y 27 pertenecientes a órdenes o congregaciones sin ser clérigos, informó la Fiscalía Nacional.
Fuente: Agencia de Noticias EFE.

Texto completo del Comunicado de Prensa de la Compañía de Jesús

El Padre Arturo Sosa SJ, Superior General de la Compañía de Jesús ha determinado la dimisión del estado clerical y la expulsión de la Compañía de Jesús de Leonel Ibacache SJ. Se han enviado los antecedentes a la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien debe confirmar la pena de dimisión del estado clerical.
Esta resolución toma en consideración la recopilación de cinco casos de abuso de menores durante la investigación previa, abierta el 19 de abril de 2018, encomendada por el Provincial Padre Cristián del Campo SJ. al abogado Sr. Waldo Bown Intveen, y el posterior proceso administrativo penal, llevado adelante por el Padre Johnny Li Mesías SCJ, nombrado como delegado del Superior General de la Compañía de Jesús.
Por razones de edad (95 años) y salud, Leonel Ibacache SJ. se encontraba impedido del ejercicio del ministerio sacerdotal y restringido de todo contacto con menores de edad.
La información de esta resolución será comunicada de manera personal a las víctimas de Leonel Ibacache. Desde ya pedimos perdón como Compañía de Jesús por el grave daño causado, colaboraremos en las instancias judiciales pertinentes, y nos comprometemos a buscar, junto con las víctimas, los caminos de reparación que puedan contribuir en su proceso de sanación.
Las denuncias hechas por las víctimas han permitido que se esclarezcan los hechos y se tomen las medidas en justicia. Como Compañía de Jesús nos avergüenza enfrentarnos a esta verdad de abuso, sobre todo por el daño que se causó a menores de edad, aprovechando la confianza y autoridad otorgadas por el rol sacerdotal y en espacios dentro de nuestros colegios, donde el cuidado de los menores reviste el más alto deber.
Conscientes de que es necesario hacer mucho más para prevenir actos de esta naturaleza, como Compañía de Jesús reiteramos nuestro compromiso para seguir trabajando en la construcción de espacios libres de abusos, con protocolos y políticas eficaces de prevención de hechos de esta naturaleza. Los momentos dolorosos que hemos vivido nos servirán para ser más responsables en el cuidado de toda persona que participa y colabora en la misión a la que somos llamados.
Fuente: Jesuitas Chile
Santiago, 15-07-2019

Jesuitas chilenos revelan que sacerdote abusó de una menor desde los 3 años

La indagatoria del abogado Waldo Bown reveló que Renato Poblete realizó el primer abuso sexual contra una menor en 1959, solo cuatro años después de que se ordenó como sacerdote. Era una niña de 13 años, quien fue víctima hasta los 15.
La última vez lo hizo fue a los 78 años, de una menor de 12 de quien abusó hasta los 16 años de edad. Pero eso no fue lo más escalofriante, ya que salió a la luz una vejación hacia una infante de apenas 3 años.
Renato Poblete había iniciado una relación de pareja con una madre de familia, sobre quien ejercía su poder y logró crear en ella una dependencia hacia él. Fue así que la mujer permitió que el capellán tocara a sus menores hijas, entre las que se encontraba la niña de 3 años.
Sus abusos iniciaron con tocamientos que luego se fueron intensificando conforme pasaba el tiempo, hasta que la víctima cumplió los 10, en 1983.

Violación, denigración y dependencia

Poblete sabía cómo aprovechar su autoridad para cometer sus delitos y salir impune. Pese a que abusó y violentó sexualmente innumerables veces a muchas mujeres, nunca fue denunciado, ya que sus víctimas desarrollaron una dependencia hacia él o las familias de estas mantenían una buena relación con su persona.
De acuerdo con las descripciones de las mujeres abusadas, el sacerdote las tomaba por sorpresa, intentaba besarlas y tocarlas y ejercía violencia sobre ellas cuando las ultrajaba, con cachetadas y gritos.
“Si estás gorda; no conseguirás a nadie”, “tu eres feíta, pero yo te quiero tanto”, “a todos hay que perdonarles algo, a tu papá que te abandonó, y a mí, que te quiero tanto”, eran algunas de las palabras que Renato Poblete les decía a sus víctimas aprovechándose de sus vulnerabilidades.
Además, había un grupo familiar que era mantenido por él en su totalidad, lo cual también generaba una dependencia económica hacia Poblete. Totalmente subyugados a su poder, el capellán del Hogar de Cristo enrostraba esto a sus víctimas durante sus ataques.
“Sin mí, ustedes no podrán comer”, “acuérdate todo lo que yo hago por tu familia”, relatan algunos de los testimonios.
Incluso, a veces las subía a su auto y luego las dejaba abandonadas en cualquier lugar, para “demostrar” el poder que tenía.

Algunos jesuitas sabían de los abusos

La investigación de Bown señaló también que un grupo de 15 jesuitas tenía conocimiento de las vejaciones cometidas por Poblete. Siete de ellos habían recibido algún tipo de información de abusos, pero cinco apuntaron a rumores o comentarios de terceros. En tanto, los otros dos dijeron que se enteraron por testimonios directos de las víctimas.
Uno de estos últimos hizo llegar las denuncias al provincial jesuita de la época, Guillermo Marshall, y a su superior Patricio Cariola, pero no se hizo seguimiento.
Del resto, tres no recordaban nada, tres murieron y dos sufren enfermedad mental. Al respecto, la investigación concluye que no hubo actitudes de encubrimiento, pero sí “prácticas de carácter cultural”, como la defensa corporativa “basada en la obediencia jerárquica”.
“Para la mayoría, Poblete era intocable”, dice una parte de la indagatoria.
Fuente: Diario La República.

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