La barca de Pedro

[Visto: 601 veces]

Evangelio según San Lucas 5,1-11.
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.
Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”.
Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes”.
Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.
Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”.
El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”.
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

En 1981 fui a las Provincias Maritimas de Canadá para visitar a algunos amigos y familiares. He pasado tres días en la Isla del Príncipe Eduardo, visitando a una Hermana de Santa Marta con quien he estudiado en London, Ontario. Un día la Hermana Irene me ha dicho que estábamos yendo a pescar. No soy un pescador. Mi hermano y algunos de mis sobrinos son pescadores, pero usualmente fui yo quién he puesto el gusano y he sacado el pez. Entonces, hemos ido con alrededor de dieciocho personas en un barco durante tres horas. Algunos tuvieron equipos bien caros y profesionales, mientras nosotros tuvimos cosas sencillas. Durante las tres horas, en el pleno sol, nadie ha pescado nada. Si al llegar a la orilla alguien me hubiera dicho, “echa las redes para pescar” yo hubiera corrido al auto y me hubiera encerrado dentro hasta prometer a la Hermana Irene que vamos a ir a casa.
Siempre pienso en esta experiencia al escuchar el evangelio de hoy (Lucas 5:1-11). Cuando Jesús les ha pedido a tratar de nuevo, después de una noche de no pescar nada, ellos han hecho lo que les ha pedido para conseguir la pesca abundante.
Vemos la respuesta de Pedro a esta pesca milagrosa. El se siente interpelado frente a una señal tan poderosa del poder de Dios –revelado en Jesús– y le dice “Señor, apártate de mí, porque soy un pecador”. En el momento Pedro se siente débil y vulnerable, Jesús le llama a ser su discípulo, y le dice que “serás pescador de hombres”. Tenemos que recordar que Pedro ha visto ya a Jesús ‘en acción’. Él ha curado su suegra en Cafarnaún. Entonces, no fue (según Lucas) su primer encuentro con Jesús. El ya ha visto su poder revelado, y tal vez le ha escuchado predicar con autoridad. Fue solamente el comienzo de lo que iba a ver, escuchar y experimentar.
La respuesta de Pedro es natural, humana y normal. Se siente indigno. Esta es una cruz que muchos cargan en diferentes momentos de sus vidas, al sentir “No puedo hacerlo”, “No soy suficiente bueno”. Pero, cuando nosotros, como Pedro, confirmamos en Jesús y decimos nuestro “Sí” a Dios; hemos descubierto –por su gracia– que somos dignos, que somos suficientemente buenos. Estos sentimientos de debilidad y vulnerabilidad nos abren a la gracia de Dios y que PODEMOS hacer su trabajo. El puede revelar su poder en y a través de nosotros: como hizo con Pedro, Santiago y Juan.
La Primera Lectura del Libro del Profeta Isaías (6:1-2ª, 3-8) también nos presenta una persona que se siente indigna: el profeta Isaías. Las últimas semanas, en las Primeras Lecturas, hemos escuchado la lucha de los profetas, como Jeremías la semana pasada, a aceptar su misión dada por Dios. Cuando Dios ha llamado a Isaías, el dijo “soy un hombre de labios impuros”. El se siente indigno de ser un profeta, hablando para Dios a su pueblo. Luego, dramáticamente, Dios le ha tocado y fue aliviado de su inseguridad. La gracia de Dios iba a guiarlo. Entonces, cuando Dios ha dicho a Isaías, “¿A quién enviaré?” Isaías ha podido contestar, “¡Aquí me tienes, mándame a mí!”
En la Segunda Lectura de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios (16:1-11) escuchamos a Pablo reconociendo como Dios ha actuado en él. Pablo paso de ser Saulo, un perseguidor de los seguidores de Jesús, a ser Pablo, uno de los predicadores más ardientes de la Buena Nueva. El fue de verdad eficaz en su misión como un apóstol. Se le ha llamado un ‘apóstol’, a pesar de no haber visto a Jesús vivo, o caminar con él, por su encuentro con el Señor Resucitado en el camino a Damasco. Se ha sentido digno de ser llamado apóstol, y ha convencido a Pedro y los otros discípulos a aceptarlo como su igual. ¡WOW! El ha dado su “sí” a Jesús, como hizo Pedro.
Hoy, el mismo Señor Jesús viene a nosotros y nos invita a seguirlo, y hacer grandes cosas en su nombre.
En nuestras casas, nos pide a acercarnos a él y depender en su gracia: como Pedro, e Isaías, y Pablo. Tenemos una misión en las vidas de los demás, y nuestra casa es ‘la escuela de la vida’. Es allá que aprendemos a amar y perdonar, como ser responsables y hacer buenas decisiones. Podemos ser “pescadores” en nuestra casa cuando no solamente damos buenos consejos, sino cuando damos buen ejemplo a otros como vivir en unión con dios y en armonía con otros.
En el trabajo y en el colegio, Jesús también nos invita a depender en su gracia: como Pedro, e Isaías, y Pablo. Son lugares importantes donde nos encontramos: para crecer y desarrollarnos, para descubrir y compartir nuestro tiempo, talentos y tesoro. Allá también somos “pescadores”, trayendo a personas –por nuestra palabra y ejemplo– a una vida más profunda en Cristo y permitiendo que nuestra vida de discípulo y corresponsable (steward) sea reconocida, aceptada, y apoyada.
Nuestras lecturas este fin de semana nos llaman a un compromiso más grande con Jesús y con su Iglesia. Como “pescadores” no podemos ser observadores, sino participantes activos en la vida de Cristo y de su Iglesia. Que tomemos corazón, como Isaías, Pablo y Pedro, y demos nuestro “sí” a Dios. Que damos eco a las palabras de Isaías, “¡Aquí me tienes, mándame a mí!”

 

El protagonista en mi vida ha sido Cristo

Lima, 5 de Febrero de 2019
A TODOS LOS FIELES DE LA ARQUIDIÓCESIS DE LIMA
Queridos hermanos:
Como es de conocimiento público, el Santo Padre ha aceptado mi renuncia al gobierno pastoral de la Arquidiócesis de Lima y ha nombrado al Padre Carlos Gustavo Castillo Mattasoglio Arzobispo de esta Iglesia Particular. Por ello, los invito a la Ordenación Episcopal y Toma de Posesión del nuevo Arzobispo que se llevará a cabo el día sábado 2 de marzo a las 10 am en la Basílica Catedral de Lima.
Quiero ahora, a través de estas breves líneas, dar las gracias en primer lugar a Dios por estos 30 años de servicio pastoral –apasionantes e intensos– a la Iglesia, primero en Ayacucho y luego en Lima. Deseo agradecer el ejemplo, el aliento y la atención que me dedicaron los Papas bajo los cuales he desempeñado mi labor: san Juan Pablo II, Benedicto XVI, y ahora el Papa Francisco.
Han sido años de profundo aprendizaje. ¡Cuánto he aprendido de las multitudes que con devoción acompañan al Señor de los Milagros todos los años en el mes de octubre; de los innumerables adoradores de las más de 80 Capillas de Adoración al Santísimo que han hecho de Lima una Ciudad Eucarística; del inmenso mar de laicos comprometidos que caminan todos los años apoyando en la Marcha por la Vida; de mis grandes amigos que pueblan los cerros de Manchay, tierra noble y generosa abierta a la esperanza; de los padres de familia, maestros y estudiantes de nuestras escuelas parroquiales que sostienen la valiosa tarea educativa y promueven con esmero los valores de la familia católica; y de los kilómetros y kilómetros de peruanos que rodeaban las calles de Lima para saludar al Papa Francisco en su reciente visita!
Pido a Dios que, con su generosa bendición, las semillas del amor misericordioso de su Hijo Jesucristo y de su Madre Bendita, la Virgen María, sigan floreciendo en esta Arquidiócesis de Lima.
Estoy seguro que recibirán al nuevo Arzobispo de Lima con la misma calidez con que me he sentido acompañado por ustedes durante estos años y para ello les pido de corazón la ofrenda de su generosa oración por el futuro ministerio episcopal del Padre Carlos Castillo.
Queridos hijos, los llevo en mi corazón y rezo por cada una de sus familias.
Que Dios los bendiga a todos. Les pido que recen por mí.
Con mi bendición llena de cariño,
Juan Luis Cardenal Cipriani Thorne
Arzobispo Emérito de Lima
Administrador Apostólico

Puntuación: 5 / Votos: 30

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *