Juan de Berindoaga y Palomares

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Por Gonzalo Villamonte Duffoo- Real Academia de la Historia.
Juan de Berindoaga y Palomares nació en Lima (Perú) el 11.XI.1784 y fue fusilado por orden de Simón Bolívar el 15.IV.1826.
Político y militar. Su familia fue parte de la nobleza criolla que durante las guerras de Independencia estuvo a favor de la causa realista. Sus padres fueron Juan Félix de Berindoaga, vizconde de San Donás, y María Josefa Palomares y Salazar. Desde temprana edad se orientó por el estudio de las letras, ingresando en el Real Convictorio de San Carlos, donde se graduó con honores como bachiller en Artes y años más tarde, con el mismo título en Leyes (1804). Apenas terminados sus estudios, realizó sus prácticas legales en el famoso estudio de Don Francisco Valdivieso. Alcanzó el título de abogado ante la Real Audiencia (1808); y se desempeñó con acierto y lucimiento en la defensa de causas importantes, especialmente en la alegación jurídica hecha por los herederos de San Donás contra la testamentaría del marqués de Celada de la Fuente acerca de ciertos derechos que reclamaban como arrendatarios de la hacienda de Huando (1818).
Al parecer, su capacidad de interpretar magníficamente las leyes le otorgó prestigio y consideración, a tal punto que fue nombrado regidor y secretario del cabildo de la ciudad de Lima (1814). En los años siguientes, cuando las luchas por la independencia de Perú eran inminentes, Berindoaga fue reconocido como teniente coronel de milicias realistas y luchó junto al mariscal José de la Mar, siendo designado como su ayudante de campo (1820). En el campo militar demostró igualmente cierta distinción, fue ascendido a coronel y comandó el escuadrón del Regimiento de Dragones de Carabaillo hasta que fue elegido por el virrey como subinspector de las tropas del virreinato.
Cuando José de San Martín ocupó la ciudad de Lima, Berindoaga, al igual que muchos militares realistas, al ver la -y su- situación adversa y conocedores de las pocas posibilidades de repeler la invasión, renunciaron a las milicias españolas y fueron incorporados a la causa patriota.
Como colaborador del general San Martín, el ejército independentista le ratificó el grado de coronel y lo nombró oficial mayor del Ministerio de Guerra y Marina (1821). Fue miembro de la Sociedad Patriótica y apoyó en todo momento las ideas monárquicas que San Martín pretendía para el Gobierno de Perú.
De igual manera, Berindoaga aprovechó el foro de la Sociedad para exponer sus ideas no sólo de gobierno, sino también la forma cómo debería acabar la guerra, las condiciones para ambos bandos y el mantenimiento del orden público.
Durante su permanencia en el Gobierno ocupó varias carteras ministeriales, entre ellas la del Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores (1822) y la Secretaría del Consejo de Estado durante la presidencia de la Junta gubernativa. No obstante, a pesar de haber servido a dicha Junta, estuvo de acuerdo en su disolución tras los malos resultados obtenidos en las campañas de Puertos Intermedios (1823). Cuando Torre Tagle asumió el poder Ejecutivo (julio de 1823), Berindoaga fue nombrado ministro de Guerra y posteriormente, de Hacienda, encargándose de la intendencia del Ejército, la Comandancia Militar y la Prefectura del departamento de Lima. Ascendido a general de brigada por órdenes expresas de Torre Tagle, Berindoaga estuvo encargado de las negociaciones con el general realista Canterac para la realización de un armisticio que debía ser aprovechado por las tropas independentistas para su recomposición.
A pesar del servicio prestado a la causa patriota, Berindoaga no dejó nunca sus ideas monárquicas, intentando exponerlas ante cualquier público, especialmente entre la nobleza y los sectores más pudientes de la ciudad. Consciente de los problemas que ello podría provocarle, decidió no salir de Lima cuando los realistas tomaron la ciudad y se presentó ante ellos como un reacio defensor del mantenimiento del orden colonial. Junto a Torre Tagle, Berindoaga se refugió en la fortaleza del Real Felipe, esperando la ayuda de las tropas realistas acantonadas en la sierra. Para su mala suerte, el sitio impuesto por las tropas independentistas impedía cualquier tipo de contacto entre las del ejército realista y los refugiados en el Callao. Berindoaga, al ver cómo sus compañeros morían por docenas a causa de la insalubridad del lugar, pactó su escape con unos pescadores que lo llevarían a alguna playa aledaña. Sin embargo, fue capturado y enviado al cuartel del ejército patriota, donde se le abrió proceso por traición a la patria. Elevado su juicio a la Corte Suprema, la sentencia final fue la pena de muerte. A pesar de las súplicas y ruegos que Berindoaga le hizo a Bolívar, el Libertador no dudó en hacer efectiva la pena, pues fue utilizada como castigo ejemplar para cualquier individuo que se pasara a las filas enemigas. El 15 de abril de 1826, Juan de Berindoaga fue ejecutado en la Plaza Mayor de Lima y expuesto durante todo el día en la horca.
Bibliografía:
M. de Mendiburu, Diccionario histórico biográfico, Lima, Librería e Imprenta Gil, 1934
J. Basadre, Historia de la República del Perú, Lima, Editorial Universitaria, 1983
A. Tauro del Pino, Enciclopedia Ilustrada del Perú, Lima, PEISA, 2001.

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