Alegría del Evangelio

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El Papa Francisco participó del “Encuentro con los Pueblos de la Amazonía” en el coliseo regional.
En este lugar, el Papa dio su discurso a más de 4 mil integrantes de comunidades nativas de la Amazonía del Perú, Brasil y Bolivia.
Al promediar las 11:30 a.m., el jefe de la Iglesia Católica otorgó un mensaje a sus miles de fieles en la explanada del instituto Jorge Basadre, donde permaneció por casi 45 minutos. A las 12:15 a.m. se reunió con 40 niños y adolescentes en estado de vulnerabilidad del Hogar Principito, fundado en 1996.
Por último, a la 13:15 p.m. el papa Francisco almorzó con los representantes de los pueblos de la Amazonia en el Centro Pastoral Apaktone. Su retorno a Lima está programado a las 14:35 p.m., a fin de evitar inconvenientes con el clima.
Fuente: Diario El Comercio.

El Papa abraza a los pueblos del Amazonia: “Defender la vida, la tierra y las culturas”

Por Andrea Tornielli- Vatican Insider.
El encuentro de Francisco con los miembros de las etnias amazónicas: “Están amenazados por los grandes intereses económicos pero también las políticas que promueven la conservación de la naturaleza os asfixian”. No a las colonizaciones ideológicas sobre la vida y la familia que imponen un pensamiento único y débil.
«Harakbut, Esse-ejas, Matsiguenkas, Yines, Shipibos, Asháninkas, Yaneshas, Kakintes, Nahuas, Yaminahuas, Juni Kuin, Madijá, Manchineris, Kukamas, Kandozi, Quichuas, Huitotos, Shawis, Achuar, Boras, Awajún, Wampís…». El encuentro “muy deseado” con los pueblos de la Amazonia al Coliseo Madre de Dios de Puerto Maldonado, primer acto público en Perú para Francisco, se abre con el elenco de las etnias indígenas presentes. Con un Papa que abraza, y con alegría frente a esta variedad de lenguas y culturas dice: “Permítanme una vez más decir: ¡Alabado seas Señor por esta obra maravillosa de tus pueblos amazónicos y por toda la biodiversidad que estas tierras envuelven!”.
Por su parte, los cerca de 4,000 representantes de las tribus indígenas, que desde primera hora de la mañana han esperado al Papa en la estructura deportiva, exprimen entusiasmo por la presencia del Obispo de Roma con cantos y bailes de bienvenida. El mismo entusiasmo mostrado una hora antes por un grupo de niños reunidos en el aeropuerto de Puerto Maldonado, los cuales se han literalmente amarrado al cuello de Francisco para abrazarlo de tal forma que lo han obligado a apoyarse a la barandilla para no caer. Beroglio ha respondido con una sonrisa.
En el Coliseo mira divertido el torbellino de plumas, túnicas, instrumentos musicales de madera, de hombres, mujeres, ancianos, niños que se exhiben en su honor. Al lado del Papa está el vicario apostólico de Puerto Maldonado, monseñor David Martínez de Aguirre Guinea, que expresa su gratitud por la visita en Perú y por la convocación del Sínodo por la Amazonia en 2019.
Siguen las palabras de una pareja de indígenas, Héctor y Yésica, y de una anciana, María Luzmila, que lanzan un grito de alarma por los “abusos” que su tierra está obligada a padecer: “Quieren hacernos desaparecer. Están destruyendo el planeta. Si no tendremos que comer, moriremos de hambre. Todos nosotros debemos proteger nuestra tierra para vivir en armonia”, dice Yésica. “Queremos –añade- que nuestros hijos estudien pero no queremos que la escuela borre nuestras tradiciones, nuestras lenguas, no queremos olvidarnos de nuestra sabiduría ancestral”.
A ellos y a otros representantes de los indígenas les han entregado una copia de Laudato si’ traducida a las lenguas locales mientras se lleva a cabo un canto Marichenga. El Papa toma después la palabra: “Gracias por vuestra presencia –dice Bergoglio– y por ayudarme a ver más de cerca, en vuestros rostros, el reflejo de esta tierra. Un rostro plural, de una variedad infinita y de una enorme riqueza biológica, cultural, espiritual. Quienes no habitamos estas tierras necesitamos de vuestra sabiduría y conocimiento para poder adentrarnos, sin destruir, el tesoro que encierra esta región”.
Francisco habla de las “hondas heridas que llevan consigo la Amazonia y sus pueblos”, reafirmando la cercanía y el acompañamiento de la Iglesia, junto a una opción sincera “por la defensa de la vida, defensa de la tierra y defensa de las culturas”.
“Probablemente –añade– los pueblos originarios amazónicos nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora”. El Papa indica dos amenazas: “por una parte, el neo-extractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que dirigen su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales”. Por otra parte, “la amenaza contra sus territorios también viene por la perversión de ciertas políticas que promueven la «conservación» de la naturaleza sin tener en cuenta al ser humano y, en concreto, a ustedes hermanos amazónicos que habitan en ellas”. Es una llamada de atención hacia cierto ambientalismo ideológico que termina por considerar al hombre un cáncer para el planeta. “Sabemos de movimientos que, en nombre de la conservación de la selva, acaparan grandes extensiones de bosques y negocian con ellas generando situaciones de opresión a los pueblos originarios para quienes, de este modo, el territorio y los recursos naturales que hay en ellos se vuelven inaccesibles”.
Estas amenazas terminan por asfixiar a los pueblos amazónicos y provocan la “migración de las nuevas generaciones ante la falta de alternativas locales. Hemos de romper con el paradigma histórico que considera la Amazonia como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes”.
El Papa considera “imprescindible realizar esfuerzos para generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo con los pueblos nativos; asumiendo y rescatando la cultura, lengua, tradiciones, derechos y espiritualidad que les son propias”. Y pide reconocimiento también para las “iniciativas esperanzadoras que surgen de vuestras bases y organizaciones, y propician que sean los propios pueblos originarios y comunidades los guardianes de los bosques, y que los recursos que genera la conservación de los mismos revierta en beneficio de sus familias, en la mejora de sus condiciones de vida, en la salud y educación de sus comunidades”.
Después añade: “Permítanme decirles que si, para algunos, ustedes son considerados un obstáculo o un «estorbo», en verdad, con sus vidas son un grito a la conciencia de un estilo de vida que no logra dimensionar los costes del mismo. Ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa Común”. “La defensa de la tierra –explica Bergoglio– no tiene otra finalidad que no sea la defensa de la vida”.
El Papa cita “el sufrimiento que algunos de ustedes padecen por los derrames de hidrocarburos que amenazan seriamente la vida de sus familias y contaminan su medio natural”. Y denuncia “otra devastación de la vida que viene acarreada con esta contaminación ambiental propiciada por la minería ilegal. Me refiero a la trata de personas: la mano de obra esclava o el abuso sexual. La violencia contra las adolescentes y contra las mujeres es un clamor que llega al cielo”. La Iglesia católica “nunca dejará de clamar por los descartados y por los que sufren”.
Francisco cita el ejemplo de los ’Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario’ (PIAV): “El rezago de épocas pasadas les obligó a aislarse hasta de sus propias etnias, emprendieron una historia de cautiverio en los lugares más inaccesibles del bosque para poder vivir en libertad. Sigan defendiendo a estos hermanos más vulnerables. Su presencia nos recuerda que no podemos disponer de los bienes comunes al ritmo de la avidez del consumo”.
El Papa pide que todos los pueblos autóctonos sean reconocidos: “Urge asumir el aporte esencial que le brindan a la sociedad toda, no hacer de sus culturas una idealización de un estado natural ni tampoco una especie de museo de un estilo de vida de antaño. Su cosmovisión, su sabiduría, tienen mucho que enseñarnos a quienes no pertenecemos a su cultura. Todos los esfuerzos que hagamos por mejorar la vida de los pueblos amazónicos serán siempre pocos”.
Después Francisco vuelve a hablar de las colonizaciones ideológicas: “La Amazonia, además de ser una reserva de la biodiversidad, es también una reserva cultural que debe preservarse ante los nuevos colonialismos. La familia es y ha sido siempre la institución social que más ha contribuido a mantener vivas nuestras culturas. En momentos de crisis pasadas, ante los diferentes imperialismos, la familia de los pueblos originarios ha sido la mejor defensa de la vida. Se nos pide un especial cuidado para no dejarnos atrapar por colonialismos ideológicos disfrazados de progreso que poco a poco ingresan dilapidando identidades culturales y estableciendo un pensamiento uniforme, único… y débil”. El Papa se refiere a las políticas sanitarias que no tienen en cuenta las culturas de los pueblos, y las presiones de algunos “organismos internacionales” para favorecer políticas de esterilización.
El Papa afirma que “la escuela y la educación de los pueblos originarios debe ser una prioridad y compromiso del Estado; compromiso integrador e intercultural que asuma, respete e integre como un bien de toda la nación su sabiduría ancestral”. Y pide a los obispos que sigan impulsando “espacios de educación intercultural y bilingüe en las escuelas y en los institutos pedagógicos y universidades”.
Por último Francisco recuerda el compromiso evangélico de tantos misioneros y misioneras en Amazona y hace un llamamiento: “No sucumban a los intentos que hay por desarraigar la fe católica de sus pueblos. Cada cultura y cada cosmovisión que recibe el Evangelio enriquece a la Iglesia con la visión de una nueva faceta del rostro de Cristo. La Iglesia no es ajena a vuestra problemática y a sus vidas, no quiere ser extraña a vuestra forma de vida y organización”. Necesitamos que los pueblos originarios “moldeen” culturalmente las Iglesias locales amazónicas. Con este espíritu convoqué un Sínodo para la Amazonia para el año 2019”.

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