La fe mueve montañas

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“Señor, bendice esta comida que vamos a comer, y haz que cada pobre tenga su comida”.
Por Marco Zileri/Fotos: Oscar Medrano- Revista CARETAS.
Al pie de la Cordillera Blanca, Chacas se ha convertido en un pueblo del Renacimiento. Para los artesanos de Chacas no hay retos grandes ni pequeños.

Hace medio siglo, el sacerdote salesiano  Ugo De Censi, 93,  arribó alto y desgarbado al pueblo de Chacas en la cabecera del Callejón de Conchucos, y lo convirtió en un pueblo de eximios artistas en arte sacro.
Mi madre se sentaba en la puerta de nuestra casa y tallaba las imágenes de Cristo como quien pela papas”, describe Matteo Prinoth. Pero el escultor italiano ha tenido la oportunidad de llevar el arte que corre por sus venas a la enésima potencia en el pueblo de Chacas, Callejón de Conchucos, Áncash.
Prinoth camina a paso ligero al compás de golpes de martillo y del zumbido de máquinas que cortan el silencio a más de 3,000 metros de altura. Tallado en madera se erige imponente un Cristo en el patio del taller de esculturas. “Es un trabajo para la iglesia de Las Vegas, EEUU”, explica Prinoth.
En el taller de vitrofusión se acoplan los bloques de vidrio de colores sobre los cuales se instalará la colosal imagen, y en el área de carpintería se labran las gigantescas puertas de San Pedro.
Las pilas bautismales de mármol se esculpen en las afueras de Huaraz. Trabajan en el altar otros jóvenes. Son cerca de 540 artesanos del Callejón de Conchucos comprometidos con la sacra encomienda rumbo a EE.UU., que incluye el mobiliario de ese templo en Las Vegas y de dos más en San Diego y La Escondida, California.
Prinoth es el profesor de escultura de la Cooperativa Don Bosco de la Operación Mato Grosso.
PUEBLO DEL RENACIMIENTO
Hijo y nieto de afamados artífices de arte sacro del pueblo de Ortisei, en Bolzano, en los Alpes italianos, Prinoth desembarcó en el Perú en 1997. Vino tras los pasos del sacerdote salesiano italiano, Ugo De Censi (93), quien en la década del setenta se internó, alto y desgarbado, en el Callejón de Conchucos, con la vocación de convertirse en un pastor pobre entre los más pobres.
Desde entonces Chacas se ha convertido en una suerte de pueblo del Renacimiento, cuyo arte traspone fronteras y toca el cielo.
“El padre Ugo es la punta del diamante”, dice Prinoth. “Él sueña, nosotros trabajamos”, bromea.
Ugo De Censi se conmovió por la pobreza extrema de Conchucos durante las exequias de un campesino. Los techos herrumbrosos de la iglesia de Chacas y el retablo colonial en ruinas eran el escenario del funeral. Tuvo entonces la visión de instruir a los hijos de la pobreza en oficios que les ofrecieran una alternativa de vida digna, que la agricultura no proveía ni provee hasta hoy.
Así, ordenó adiestrar a un puñado de jóvenes en las artes de la carpintería, la escultura, la pintura, la vidriería y la restauración. Obtuvo el concurso de la afamada galería Uffizi de Italia, quien supervisó la restauración del retablo de pan de oro del templo de Chacas.
“El que unos pastorcitos lograran hacer una obra de arte –dice la voluntaria Gemma Angeli– marcó el camino”. Así fue cómo empezó la Operación Mato Grosso –primero en Brasil, de ahí el nombre–, cuyo combustible es la pobreza y cuyo motor es la caridad.
INDUSTRIA DE LA CARIDAD
Hoy la Operación financia una escuela (1,000 alumnos), un instituto pedagógico (60), otro tecnológico (30) y una universidad (50), solo en Chacas. Todos los servicios son gratuitos y ninguno depende del Estado. Se financian con la venta de lo que ahí se fabrica y con un caudal de donaciones proveniente fundamentalmente de Italia.
En la década del 90 levantó en Chacas el hospital “Mama Ashu” –o Virgen Asunta, patrona de la localidad–, y más recientemente construyó una tercera central hidroeléctrica de 3 MW.
En los llamados “talleres” –internados donde se estudia durante cinco años– se sigue el currículo escolar y se adiestra a decenas de adolescentes en carpintería.   De esa industriosa cantera provienen los artesanos que hoy fabrican las grandes obras para las iglesias de EE.UU., y también los autores de las 15 esculturas de mármol que escenifican el Corpus Christi.
“El padre Ugo quiso instruir a los jóvenes en oficios para que se quedasen en su tierra, con sus padres, con sus costumbres”, explica el sacerdote Alessandro Valenti, 40, quien llegó a Chacas a los 17 años como voluntario y se ordenó como sacerdote pocos años después. Desde entonces, ha servido en Mamara, Apurímac, donde la Operación Mato Grosso reproduce los talleres y cooperativas de producción de Chacas.
LOS VOLUNTARIOS ITALIANOS
Anualmente desembarcan en nuestro país decenas de voluntarios de diferente condición social y profesión para permanecer unos meses, unos años o toda la vida en el Perú, contribuyendo con la Operación Mato Grosso. El trabajo es gratuito y el dinero de las donaciones se destina exclusivamente a atender a los más pobres. Los voluntarios no son curas, aunque los hay, ni necesariamente célibes. Hay ingenieros, carpinteros, médicos, gasfiteros. En Chacas vive una comunidad de 40. En el Perú suman 400. Hay varias familias peruano-italianas y suelen tener numerosos hijos que revolotean por todos lados.
“El salario es alto, ¡que Dios te lo pague!”, ríe Abele Capponi, quien se sumó a la cruzada en 1978.
JORNADA DIARIA
A las 6:30 a.m. arranca la jornada de trabajo en Chacas con un murmullo acompasado de oración.
Tres veces al día se abren las puertas de la casa parroquial y de los talleres para dar de comer a los pobres. No se hacen preguntas ni se exigen certificados de pobreza. El acceso es libre. Una paila de comida emerge de la cocina y los parroquianos hacen animada cola para servirse. De pie, los platos llenos y aún humeantes, ofrecen una corta oración de gracias. “Señor, bendice lo que vamos a comer y haz que cada pobre tenga su comida. Amén”.
Poco después se reanuda el ruido en los talleres.
Cae la noche sobre el pueblo de Chacas. Es el mes de María, cuando se ofrece una misa diaria a los feligreses. El templo, sobrio y reconstruido, se llena de familias. Las velas iluminan el colosal retablo que fue el comienzo de todo.

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