Cesar Sarasara Andrea

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Cesar Sarasara Andrea

Por Maritza Espinoza- Diario La República
“Nací, no sé cuándo, en la cabecera del río Nieva. Mis padres eran cazadores, pescadores y recolectores. Me educaron los jesuitas. Al irrumpir la colonización, decidí defender a mi comunidad, pero, para eso, debía educarme. He sido presidente de la Conap y trabajado con muchas organizaciones. Ahora acabo de graduarme de doctor en Planeamiento Estratégico para el Turismo Ecológico en Latinoamérica”.
¿Qué significa para un awajún conseguir un grado de doctor?
Creo que el hecho de que yo haya alcanzado este grado es un indicador de que los pueblos indígenas, como otros pueblos del mundo, tenemos el mismo grado de inteligencia. Lo único que hace falta es oportunidad.
¿Por qué elegiste el tema del turismo para tu doctorado?
Hay una fuga masiva de indígenas hacia la ciudad, sea para educación o porque no encuentran oportunidades. Por otro lado, hay una preocupación mundial sobre el medio ambiente y las culturas. Entonces, vi que este es el único rubro que se preocupa de mantener la cultura, por potencializar la selva y eso podría permitir que las culturas nativas puedan preservarse.
¿Te fue difícil acceder a la educación?
Muy difícil. Yo nací en una comunidad… Bueno, cuando yo nací no existía la comunidad. Nací en la quebrada de Tupacún, en las cabeceras del río Nieva. Los jesuitas, en ese entonces, buscaban niños en todas las familias y en diferentes cuencas para brindarles educación.
¿Por qué?
Probablemente así era la concepción de la educación. Yo me acuerdo que mis dientes de leche me estaban brotando cuando los jesuitas hablaron con mis padres, a través de traductores, porque mi padre y mi madre nunca han aprendido el español.
¿Y te sacaron de hogar?
Sí. Y mi nueva casa era el internado en Santa María de Nieva. Allí había niños y niñas de diferentes cuencas. Lo bueno de los jesuitas es que nos dejaban practicar nuestro idioma. Entonces no teníamos problema de comunicarnos entre nosotros ni con los que nos enseñaban en idioma español. Yo entré en el año 59 o 60, no me acuerdo bien…
¿Cuántos años tienes ahora?
Yo no sé cuándo nací ni cuántos años tengo, pero, en el momento en que los jesuitas me bautizaron, me han puesto que yo he nacido el 8 de agosto del 52. Es posible que haya sido así.
¿Pero se les permitía mantener su cultura, sus creencias, su cosmovisión?
Sí, manteníamos el idioma, pero, con la educación religiosa de los jesuitas, todo nuestro concepto de cosmovisión ya empezaba a cambiar. Ya no estaba, por ejemplo, la relación Cosmovisión-Territorio-Hombre, que son las tres dimensiones de nuestra cosmovisión. Eso fue reemplazado por la trinidad Padre-Hijo-Espíritu Santo.
¿Cómo te marcó eso?
De dos formas. Uno, que ya nunca más íbamos aprender nuestra forma de vida y, lo otro, que se tenían que aprender nuevos mensajes, una nueva estructura de pensamiento: la cultura occidental.
¿Qué mensajes, por ejemplo?
Como llegar a creer en el premio y el castigo después de la muerte, cuando, en nuestra cosmovisión, todos son buenos, todos se salvan. Esas cosas ya no las hemos podido defender, porque hemos sido grupos muy pequeños y tratar de reivindicarlas es muy difícil.
¿Eso no te generó cierta rebeldía?
Cuando estaba en el internado, el internado ya existía. No sé exactamente cuándo empezó. Por otra parte, lo que no me gustaba es que había, en paralelo, demasiado abuso de los comerciantes con las mujeres awajún.
¿De parte de los colonos?
No se conocía aún la palabra colono. Eran comerciantes que se habían distribuido las cuencas y cada cuenca tenía un dueño y un apellido. Eso se refleja en que muchos niños han quedado con esos apellidos. Son hijos de esos comerciantes nacidos de mamás awajún.
¿O sea producto de violaciones?
Algunos. Pero también el comerciante aquí optaba por una nueva antropología medio tosca: tenía muchas concubinas y eso, de alguna manera, para la mujer awajún también era una subida de estrato social. Y el comerciante tenía muchas suegras y estas le protegían. Se creaba una esfera de protección.
¿Y de poder?
Sí. Pero yo creo que los jesuitas hicieron muy bien educándonos. Sé que se han roto muchos valores, pero si no fuera por ellos, no hubiéramos aprendido el español ni accedido al sistema educativo.
¿Te sientes awajún u occidental?
Yo me siento awajún, porque mi concepción de vida no ha cambiado. Yo sigo viviendo y pensando como awajún. Probablemente mis hijos y nietos sí ya cambien totalmente, y ya lo estoy viendo. Por ejemplo, todas las comunidades de mi tribu awajún huampis se están andinizando…
¿Por la migración?
Sí. Ya no se puede hablar solamente de la occidentalización. Hoy día, la andinización es mucho más relevante. El cambio de vida ha sido muy fuerte.
Los awajún, en la colonia, fueron los que resistieron a los españoles…
Sí. Es interesante cómo se resistió, pero también hay que hablar de cómo está cambiando ahora. Hoy día se espera un nuevo tipo de awajún. Probablemente no sea el mismo awajún originario ni tampoco un awajún puramente occidentalizado, sino una síntesis.
¿Qué esencia awajún mantienes?
Yo mantengo, por ejemplo, el sistema de parentesco, mi habla, mi forma de vida. Yo sigo comiendo como comía antes y también mantengo el sentimiento de identidad y de solidaridad. Y los valores, como el principio de la defensa étnica. Eso no se me ha ido.

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3 pensamientos en “Cesar Sarasara Andrea

  1. Samuel Cauper

    César Sararasa un gran amigo awajun. Con su sabia visión amazónica ha construido el esquema de trabajo para la organización nacional CONAP, que es la base para el Estado Intercultural Peruano; desarrollando la verdadera inclusión social indígena en los todos los niveles y el sistema nacional del país.

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  2. Nestor Reategui

    Para nosotros que somos awajún es muy importante, que los gobiernos de nuestro país puedan dar facilidades para que los indígenas profesionales, como el Doctor Cesar, trabajen en los diversos Ministerios

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