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Papa Francisco en Filipinas

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Papa Francisco en Filipinas

En el discurso de bienvenida que leyó Tagle en la Catedral de Manila se puede ver la fuente de las «afinidades electivas» entre el Papa argentino y el purpurado filipino.
Por Gianni Valente- Vatican Insider
La fe es el «tesoro» gracias al cual el pueblo filipino se levanta cada vez tras las tragedias que lo golpean. Y, en virtud de este tesoro, los filipinos reconocen a Papa Francisco no como una “estrella” intermitente de la caprichosa corriente mediática global, sino como el Sucesor de Pedro, la «roca» sobre la que «Cristo construye su Iglesia». Bastaron pocas frases y pocos minutos para que el cardenal Luis Antonio Tagle dejara ver, sin posturas preconfiguradas o consignas, la sintonía que tiene con el actual obispo de Roma.
En su saludo de bienvenida, leído con mucha emoción y conmoción al final de la misa celebrada esta mañana por el Papa en la Catedral de Manila, en compañía de los obispos, sacerdotes y religiosos de la Iglesia local, el cardenal con “cara de niño” no utilizó ninguno de los trabalenguas “bergoglianos” más usados en el idiolecto eclesiástico de los últimos tiempos. Habló como obispo sumergido en la vida y en la fe de su pueblo. Usando como hilo conductor de su breve intervención justamente el caso concreto de la Iglesia en el que se estaba celebrando la Misa.
La Catedral de Manila, sugirió Tagle, «puede ser considerada como un símbolo del pueblo filipino». En su no tan larga historia ha sido destruida muchas veces por incendios, terremotos y bombardeos, como el que la hizo saltar en pedazos en 1945, durante la batalla de liberación de los japoneses. La Catedral, indicó Tagle, «ha sido demolida muchas veces, pero se niega a desaparecer. Renace con valentía de sus ruinas, como el pueblo filipino», sacudido por sufrimientos y tragedias, pero también caracterizado por nuevos comienzos inimaginables. Para explicar el «secreto» de estos nuevos inicios, Tagle citó una frase del jesuita-patriota Horacio de la Costa, conocido por su participación en la campaña de liberación de los japoneses. Los filipinos, repetía el jesuita que falleció en 1977, «tienen dos tesoros: la música y la fe. Nuestras melodías hacen que se eleve nuestro espíritu por encima de la tragedia de la vida. Nuestra fe nos eleva siempre después de los incendios, de los terremotos, de las tragedias y de las guerras».
Ahora, mientras (una vez más) muchísimos filipinos están empezando a levantarse de los efectos de calamidades y conflictos, la visita del Papa, sugirió Tagle, llega para provocar saludables sacudidas en la Iglesia y en la sociedad del archipiélago. «Usted», dijo el cardenal, dirigiéndose a Bergoglio, «trae el fuego, no para destruir, sino para purificar. Usted trae el terremoto, no para devastar, sino para despertar». Después añadió las fórmulas evangélicas que desde siempre definen al Obispo de Roma en la Iglesia Católica: «Tú eres Pedro, la piedra sobre la cual Cristo construye su Iglesia. Tú eres Pedro, que viene para confirmar a tus hermanos y a tus hermanas en la fe». Con la visita del sucesor de Pedro, concluyó el cardenal filipino, «nosotros sabemos que Jesús renovará y reconstruirá Su Iglesia en Filipinas».
Es Cristo quien construye Su Iglesia sobre la roca de Pedro. Es Cristo, y no el Papa o los obispos, quien la repara y la renueva en el camino de la historia. Papa Francisco lo repite sin cesar. Y también Luis Antonio Tagle comunica esta certeza en su cotidiano trabajo de pastor de la metrópolis en la que nació. Esta común percepción es la fuente que alimenta la sintonía que existe entre el obispo de Roma y el cardenal filipino. Una proximidad auténtica, que la visita papal pone en evidencia. Pero que continuará viva y fecunda también cuando el Papa haya vuelto a Roma.

NOSOTROS COMO CIUDADANOS, NOSOTROS COMO PUEBLO
Por Cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ
1. INTRODUCCION
1.1. Bicentenarios: herencia e inventario
1.2. Reconciliación y proyecto
2. ¿POR QUÉ COMO CIUDADANOS Y COMO PUEBLO?
2.1. ¿La primacía del individuo o el hombre como un ser en relación?
2.2. Dimensión social y construcción histórica
3. CIUDADANOS Y PUEBLO
3.1. Citados al bien común
3.2. La pertenencia a un pueblo
3.3. Ciudadano y vocación política
3.4. Dinámica de la verdad, con la bondad y la belleza
3.5. Ciudadanos en el seno de un pueblo
3.6. ¿Qué conspira contra ello?
4. PRINCIPIOS PARA ILUMINAR NUESTRO SER COMO CIUDADANOS Y COMO PUEBLO
4.1. Primera tensión bipolar: la tensión entre plenitud y límite
4.1.1. Primer principio: el tiempo es superior al espacio
4.1.2. Segundo  principio: la unidad es superior al conflicto
4.2. Segunda tensión bipolar: la tensión entre idea y realidad
4.2.1. Tercer principio: la realidad es superior a la idea
4.3. Tercera tensión bipolar: la tensión entre globalización y localización
4.3.1. Cuarto principio: el todo es superior a la parte
5. CONDICIONES FAVORABLES PARA LA REALIZACIÓN DE CIUDADANIA EN UNA EXPERIENCIA SIGNIFICATIVA DE PUEBLO EN LOS BICENTENARIOS 
5.1.    Tiempo de proyecto
5.2.    El pueblo como sujeto
6. PERSPECTIVAS DE FUTURO 
6.1. Dos prioridades:
6.1.1.  Erradicación de la pobreza
6.1.2.  Desarrollo integral de todos
6.2. Bicentenarios y futuro
7. CONCLUSIÓN
“El amor cristiano impulsa a la denuncia, a la propuesta y al compromiso con proyección cultural y social, a una laboriosidad eficaz que apremia a cuantos sienten en su corazón una sincera preocupación por la suerte del hombre, a ofrecer su propia contribución” [1]
1. INTRODUCCION 
1.1. Bicentenarios: herencia e inventario
Este segundo centenario de la Patria, este tiempo de aniversario y de celebración, es una ocasión inmejorable para reflexionar acerca de nosotros mismos, como ciudadanos y como pueblo y comprometernos en la acción.
Aquellos hombres de hace doscientos años deseaban construir una Nación  independiente y soberana. Ese fue su legado para la historia.
Doscientos años han pasado durante los cuales los hombres y mujeres que nos precedieron construyeron, con aciertos y errores, una herencia que nos pertenece y de la cual nos debemos hacer cargo con todos sus logros y todas sus imperfecciones, porque ese es precisamente el punto de partida desde el que nosotros debemos hacer nuestro aporte para el futuro.
La historia la construyen las generaciones que se suceden en el marco de pueblos que marchan. Por eso, cada esfuerzo individual, -por mas valioso que sea-, cada etapa de gobierno que se sucede, -por más significativa que haya sido- y los acontecimientos y procesos históricos  que va forjando un pueblo con historia, -portador de vida y cultura-, no son más que partes de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: un pueblo que lucha por una significación, que lucha  por un destino, que lucha por vivir con dignidad.
La Argentina de este segundo centenario se encuentra en condiciones diferentes a la del primero: tenemos democracia, libertades, derechos sociales, se han desarrollado intensos procesos de inclusión política y social a lo largo del siglo XX, en los últimos años se han ido profundizando procesos de integración en nuestra región geocultural y geoestratégica que es América Latina.
Tenemos también heridas,  cuestiones irresueltas y deudas que saldar. La historia nos marca y, muchas veces, nos deja sin aliento. Hemos pasado momentos duros y difíciles. Inestabilidad crónica y enfrentamientos, dictaduras militares, guerra perdida, hiperinflaciones y ajustes, etc. La crisis y la depresión del 2001/2002 no son datos que podamos obviar en el momento de tomar conciencia de la realidad que nos toca vivir.
Tenemos que partir del inventario, de lo que tenemos, de lo que logramos, de la plataforma que construimos para dar unos pasos más y llevar adelante un proyecto de país que nos permita a todos vivir con dignidad.
“En nuestra cultura prevalecen valores fundamentales como la fe, la amistad, el amor por la vida, la búsqueda del respeto a la dignidad del varón y la mujer, el espíritu de libertad, la solidaridad, el interés por los pertinentes reclamos ante la justicia, la educación de los hijos, el aprecio por la familia, el amor a la tierra, la sensibilidad hacia el medio ambiente, y ese ingenio popular que no baja los brazos para resolver solidariamente las situaciones duras de la vida cotidiana. Esos valores tienen su origen en Dios y son fundamentos sólidos y verdaderos sobre los cuales podemos avanzar hacia un nuevo proyecto de Nación, que haga posible un justo y solidario desarrollo de la Argentina” [2].
En ese inventario no pueden imponerse visiones decadentistas, que perciben la realidad como una continúa degradación partiendo de un paraíso perdido, ni visiones triunfalistas acríticas, que no perciben las problemáticas que tenemos aún por resolver.
Necesitamos un análisis sereno, reflexivo, profundo, de dónde estamos y hacia dónde nos proponemos ir.
1.2. Reconciliación y proyecto
La Argentina de este segundo centenario se encuentra frente a grandes desafíos y también frente a una extraordinaria oportunidad. Ello aumenta la responsabilidad de los dirigentes y de la ciudadanía frente a la ocasión y al  reto.  No podemos segmentarnos en espacios. Más bien tenemos que privilegiar el tiempo al espacio; la unidad al conflicto; el todo a la parte y la realidad a la idea.
El sistema democrático es el marco y estilo de vida que hemos elegido tener y en él tenemos que dirimir nuestras diferencias y encontrar nuestros consensos.
Con la recuperación de la democracia tuvimos la ilusión y pensamos que nuestra Patria podría, finalmente, lograr una convivencia y un proyecto común. Creíamos que podíamos resolver nuestras diferencias y las tensiones internas a través de las herramientas que nos brinda la política, que es el “espacio del compromiso y la misión para superar las confrontaciones que impiden el bien común”. [3] Sin embargo, todavía nos cuesta encontrar y aceptar los puntos de unión y los lugares que nos permitan una convivencia fraterna.
Hay un párrafo en el Documento “Iglesia y Comunidad Nacional”, de los obispos argentinos de mayo de 1981, que nos caracteriza hasta hoy: “… cada sector ha exaltado los valores que representa y los intereses que defiende, excluyendo a los otros grupos. Así, en nuestra historia se vuelve difícil el diálogo político. Esta división, este desencuentro de los argentinos, ese no querer perdonarse mutuamente, hace difícil el reconocimiento de los errores propios y, por lo tanto, la reconciliación. No podemos dividir el país, de una manera simplista, buenos y malos, justos y corruptos, patriotas y apátridas” [4].
Tenemos entonces un déficit de política, entendida en un sentido amplio como “la forma específica que tenemos para relacionarnos en sociedad. Lo político nos comprende a todos y es responsabilidad de todos, aunque no estemos directamente involucrados en actividades políticas” [5].
Esta situación interpela de modo vivo a quienes están directamente involucrados en la actividad política, a quienes tienen la responsabilidad de dirigir, de conducir los diferentes ámbitos que tienen mayor incidencia en la realidad.
Es hora de hacernos cargo y aceptar con valentía que como dirigentes no hemos estado muchas veces la altura de los desafíos que nos ha tocado enfrentar.
El diagnóstico de divorcio entre dirigencia-pueblo, elite-pueblo ha figurado en la mayoría de los trabajos de análisis sobre nuestra evolución histórica y  por tan repetido nos lo olvidamos. La dirigencia, muchas veces,  suele formarse en ambientes y perspectivas ajenas al sentir popular y a esta diferenciación “cultural” se le ha sumado el factor económico que ha cooptado el poder dirigente.
Nuestra política no ha estado, muchas veces, decididamente al servicio del bien común, se ha convertido en una herramienta de lucha por el poder que sirve a intereses individuales y sectoriales; de posicionamientos y ocupación de espacios, más que de conducción de procesos y no ha sabido, no ha querido o no ha podido poner límites, contrapesos, equilibrios al capital y de ese modo erradicar la desigualdad y la pobreza que son los flagelos más graves del tiempo presente.
En este punto no hay oficialismos ni oposiciones, hay un fracaso colectivo. Este es un sayo que nos cabe a todos.
Muchos podrán explicar lo difícil que es dirigir un país en un tiempo de grandes mutaciones y en un contexto global en el cual muchas de las decisiones quedan fuera del alcance de nuestras dirigencias. Pero en lo que nos toca a nosotros fronteras adentro, corresponde dejar de señalar al de al lado, o al de atrás, porque lo que hemos terminado dejando al lado y atrás, y finalmente afuera de todo, es a una importante porción de nuestros hermanos.
No podemos reconciliarnos con la idea de una democracia de baja intensidad, de niveles de pobreza como los que aún tenemos, de la falta de definición de un proyecto estratégico de desarrollo y de inserción internacional, de un rasgo de nuestra cultura política que juega al “todo o nada” en cada tema, que coloca cuestiones que son del orden de lo opinable, discutible, negociable, modificable en el límite, como si en ellas se jugara la existencia misma de la Nación, y  así se coloca en grave riesgo la convivencia, la estabilidad, la gobernabilidad, la necesaria tranquilidad de la vida en democracia y lo que es más grave aún, poniendo en riesgo lo que nos costó tanto conseguir: el crecimiento económico, el incremento del empleo registrado, el alivio relativo de la pobreza, una serie de medidas positivas como la asignación “universal” y la integración en la región, por dar sólo algunos ejemplos.
Es en ese marco que la dirigencia tiene un papel fundamental para jugar, para favorecer escenarios que contribuyan al desenvolvimiento de una democracia participativa y cada vez más social.
 2. ¿POR QUÉ COMO CIUDADANOS Y COMO PUEBLO?
2.1. ¿La primacía del individuo o el hombre como un ser en relación?
En la vida actual existe una tendencia cada vez más acentuada a exaltar al individuo.
Es la primacía del individuo y sus derechos, sobre la dimensión que mira al hombre como un ser en relación. Es la individualización de la referencia: es el reinado del “yo pienso”, “yo opino”, “yo creo”, por encima de la realidad misma, de los parámetros morales, de las referencias normativas, sin hablar de  preceptos de orden religioso. Es la primacía de la razón sobre la inteligencia, ratio sobre intellectio.
Esto ha sido calificado como nuevo individualismo contemporáneo. Puede rastrearse e inscribirse, genealógicamente, en el individualismo posesivo del liberalismo decimonónico.
Puede  también responder a las miradas psicologistas de principios del siglo XX que absolutizaron el inconsciente como fuente de explicación y destino de los hombres. Puede relacionarse, también genealógicamente, con el individualismo consumista del capitalismo de posguerra.
Un amigo querido recientemente fallecido, Alberto Methol Ferré,  decía que se trataba de un individualismo libertino, hedonista, amoral, consumista, que no tenía horizonte ético ni moral. Se trataba, para él, del nuevo reto para la sociedad y para la Iglesia en América Latina. Ese individualismo asocial y amoral muchas veces tiñe el comportamiento de sectores o fragmentos de nuestra sociedad que no se reconocen en un marco mayor, en un todo.
Por eso, al referirnos a los compromisos político-sociales actuales tenemos que hacer el esfuerzo de recuperar esa dimensión individual, personal, importantísima y destacada de manera significativa en nuestra tradición de pensamiento para ponerla a jugar con la dimensión social, colectiva, estructural de la vida comunitaria.
A ello obedece el titulo de la convocatoria: “nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo”; como ciudadanos en el seno de un pueblo.
2.2. Dimensión social y construcción histórica
Ciudadanos es una categoría lógica. Pueblo es una categoría histórica y mítica. Vivimos en sociedad, y esto todos lo entendemos y explicitamos lógicamente. Pueblo no puede explicarse solamente de manera lógica. Cuenta con un plus de sentido que se nos escapa si no acudimos a otros modos de comprensión, a otras lógicas y hermenéuticas.
El desafío de ser ciudadano comprende vivir y explicitarse en las dos categorías de pertenencia: de pertenencia a la sociedad y de pertenencia a un pueblo. Se vive en sociedad y se depende de un pueblo…
Es real y cierto que en nuestra condición de pueblo nuevo en la historia, nuestra identidad no está del todo perfilada y definida.  En nuestra situación ser parte del pueblo, formar parte de una identidad común, para algunos sectores, no es automático. No resulta natural ni orgánico tampoco para quienes tienen referencias externas más fuertes que las internas o hacen de la autodenigración un deporte. No resulta natural ni orgánico para quienes han perdido todo lazo social y cultural con sus compatriotas, sin sentido de pertenencia a un destino colectivo.
Por eso decía que no era automático. Se trata de un proceso, de un hacerse pueblo. De una integración. De un trabajo lento, arduo, muchas veces doloroso por el cual nuestra sociedad ha luchado.
Somos un pueblo nuevo, una “patria niña…” al decir de Leopoldo Marechal.
América Latina irrumpe en la historia universal hace 500 años portando la riqueza de los pueblos originarios y la mestización del barroco de indias.
Vamos cumpliendo 200 años como reza el canon patriótico que recibimos del liberalismo y nos enseñaron en los actos escolares, aunque nuestras raíces se hunden en el período hispano-criollo con el mestizaje que nos da color y originalidad y la fe que nos distingue de otras matrices culturales.
Luego vinieron las inmigraciones que se acriollaron, que se unieron y fueron configurando nuestro rostro actual.
Esa raigambre histórico-cultural, esa continuidad histórica, ese modo de ser, ese ethos, esos legados, esas transmisiones son las que resultan difíciles y dolorosas de integrar, unir, sintetizar entre nosotros.
La puja de tradiciones (ilustrada-popular, dos Argentinas), de relatos (liberal-revisionista), de controversias (agrario o industrial), de enfrentamientos (unitarios-federales; régimen-causa; peronistas-antiperonistas) hace dramática la pertenencia a ese pueblo que queremos más unido, libre y protagonista.
Sí, nuestra historia es dramática y llena de contradicciones, muchas veces, violentas. Hemos crecido más por agregación que por síntesis superadora. Tenemos que leer nuestro pasado y superarnos. No volver a caer como en un sino trágico en sus derroteros y huellas, como si nos porfiáramos en repetir situaciones y confrontaciones que nos han hecho daño.
Se nos impone la tarea de mirar nuestro pasado con más cariño, con otras claves y anclajes, recuperando aquello que nos ayuda a vivir juntos, aquello que nos potencia, aquellos elementos que pueden darnos pistas para hacer crecer y consolidar una cultura del encuentro y un horizonte utópico compartido.
3.1. CIUDADANOS Y PUEBLO 
3.1. Citados al bien común
Es necesario que cada uno recupere cada vez más la propia identidad personal como ciudadano, pero orientado hacia el bien común. Etimológicamente, ciudadano viene del “citatorium” latino. El ciudadano es el citado, citado al bien común, citado para asociarse hacia el bien común. Ciudadano no es el sujeto tomado individualmente como lo presentaban los liberales clásicos ni un grupo de personas amontonadas, lo que en filosofía se llama “la unidad de acumulación”. Se trata de personas convocadas hacia una unidad que tiende al bien común, de cierta manera ordenada; es lo que se llama “la unidad de orden”. El ciudadano entra en un ordenamiento armónico, a veces disarmónico por las crisis y los conflictos, pero ordenamiento al fin, que tiende hacia el bien común.
Para formar comunidad cada uno tiene un “munus”, un oficio, una tarea, una obligación, un darse, un entregarse, un donarse para el resto. Estas categorías que nos vienen del patrimonio histórico-cultural han quedado “olvidadas”, “tapadas”, frente a la exigencia del “individualismo consumista” que sólo pide, exige, demanda, critica, moraliza, y centrado en sí mismo, no pone,  no apuesta,  ni arriesga o “se juega” por los demás.
3.2. La pertenencia a un pueblo
Para ser ciudadano pleno no basta la pertenencia a la sociedad, para tener la total identidad de ciudadano no basta, aunque ya es un gran paso, pertenecer a una sociedad. Estar en una sociedad y tener pertenencia de ciudadano, en el sentido de orden, es un gran paso de funcionalidad. Pero la persona social adquiere su más cabal identidad como ciudadano en la pertenencia a un pueblo. Esto es clave, porque identidad es pertenencia. No hay identidad sin pertenencia. El desafío de la identidad de una persona como ciudadano se da directamente proporcional a la medida en que él viva su pertenencia. ¿A quién? Al pueblo del que nace y vive.
Como decía con anterioridad, en esta pertenencia al pueblo convergen dos tipos de categorizaciones: la categorización lógica y la categorización histórico/mítica. Y las dos hay que usarlas.
Entonces, cuando hablamos de ciudadano lo contraponemos a masa de gente. El ciudadano no es el montón, no es el rejunte. Existe una diferencia sustancial y cualitativa entre masa y pueblo. Pueblo es la ciudadanía comprometida, reflexiva, consciente y unida tras un objetivo o proyecto común. 
3.3. Ciudadano y vocación política 
En esta perspectiva, la reflexión sobre el ciudadano, la reflexión existencial y ética, culmina siempre en vocación política, en la vocación de construir con otros un pueblo-nación, una experiencia de vida en común en torno a valores y principios, historia, costumbres, idioma, fe, causas, sueños compartidos…
Entonces, si el ciudadano es alguien que está citado y obligado a dar para el bien común, ya está haciendo política, que es una forma alta de la caridad, según los documentos pontificios.
El desafío de ser ciudadano, además de ser un hecho antropológico, se encuadra en el marco de lo político. Porque se trata del llamado y del dinamismo de la bondad que se despliega hacia la amistad social.
Y no se trata de una idea abstracta de bondad, teórica, que funda el eticismo, sino la que se despliega en el dinamismo de lo bueno en el núcleo mismo de la persona, en las actitudes. Son dos cosas distintas. Lo que a uno lo hace ciudadano es el despliegue del dinamismo de la bondad hacía la amistad social. No la reflexión sobre la bondad que crea pautas éticas que -en última instancia- pueden llevar a actitudes que no despliegan nuestra total bondad. Una cosa es la bondad y otra cosa es el eticismo. También puede darse un eticismo sin bondad. Es propio del “medio pelo existencial” la inteligencia sin talento y el eticismo sin bondad.
3.4 Dinámica de la verdad, con la bondad y la belleza
En nuestra historia muchas veces estas disociaciones generaron graves conflictos y enfrentamientos: la razón abstracta del formalismo o del moralismo versus el dinamismo vital expresado y comprometido situacionalmente.
La reflexión abstracta corre el riesgo de elucubrar sobre objetos abstractos o abstraídos, encandilada en una aséptica búsqueda de la verdad, y se olvida de que el objetivo de toda reflexión humana es el ser real como tal y, por lo tanto, uno, de donde no se pueden desgajar esas tres pautas fundamentales del ser, que los filósofos llaman los trascendentales: la verdad, la bondad y la belleza. Van juntos. Lo que tiene que desarrollarse en el ciudadano es esa dinámica de la verdad, con la bondad y la belleza. Si falta alguno el ser se fractura, se idealiza, pasa a la idea, no es real. Tienen que ir juntos, no desgajarse.
En este desgajamiento metafísico se enraíza toda deformación en la concepción del ser ciudadano; se da el reduccionismo del bien común al bien particular, se busca una bondad que, al no tener al lado la verdad y la belleza, va a terminar por convertirse en un bien propio para mí en particular o para mi sector. Pero no el bien universal, el bien común, el bien que como ciudadano debo buscar. Entonces, un desafío de ciudadano es juntar esta bondad, esta verdad, esta belleza, lo cual da unidad, sin desgajarse, en pos de una experiencia de pueblo, de un nosotros como pueblo.
Recuperar la vigencia de la actitud ciudadana, del ciudadano como persona con identidad y pertenencia, entraña recuperar el horizonte de síntesis y de unidad de una comunidad.  
3.5. Ciudadanos en el seno de un pueblo
Recuperar la vigencia de lo ciudadano desde esta proyección, el transformarme de habitante a ciudadano como perteneciente a un pueblo con sus valores, significa aire de familia, projimidad en la comunidad, experiencia histórica de pueblo.
Para Alberdi en la segunda mitad del siglo XIX debíamos pasar de habitantes a ciudadanos. Habitantes haciendo ejercicio de los derechos civiles enunciados en el famoso artículo 14 de la Constitución Nacional de 1853. Ciudadanos ejerciendo los derechos políticos, una vez que la inmigración transformara de cuajo la sociedad preexistente. La república de abundantes libertades civiles era para Alberdi la “República Posible”. La república con libertades políticas era la “República Verdadera” que es la que se consolida con la ley Saenz Peña, en la que se cumple ese objetivo, aunque no en la línea que soñaba Alberdi y el liberalismo elitista.
Necesitamos constituirnos ciudadanos en el seno de un pueblo. Marchar hacia un concepto de ciudadanía integral.
La Argentina llegó a constituir una sociedad con movilidad social ascendente, bastante homogénea, con derechos sociales extendidos, de pleno empleo y alto consumo, con participación política electoral casi total, con una activa movilización. Sin caer en nostalgias  -ni las del Centenario, ni las de mitad de siglo XX- como generación no podemos estar a menor altura que esos proyectos.
3.6. ¿Qué conspira contra ello?
La primacía de lo individual y de lo sectorial por encima de todo y todos. El primado del interés individual, ese individualismo arribista, mezquino, que no debemos confundir con el esfuerzo individual que muchas de nuestras familias hicieron para tener casa, garantizar educación a los hijos, etc. La presencia del sectorialismo, el reinado del fragmento, la exaltación de la parte, la absolutización de la lógica y el interés del sector ha impedido la maduración de un proyecto colectivo y de mediano y largo plazo.
El coyunturalismo o el cortoplacismo ha instalado el presente como única dimensión del tiempo, que no permite visión y mirada estratégica y que coloca  la ocupación de espacios como fin último de la actividad política, social y económica.
Este coyunturalismo, ese inmediatismo tacticista, ese “estar en el juego”, “ese ocupar el espacio sin finalidades trascendentes” se une al afán de ganancia rápida que constituye un rasgo trágico de  los sectores de poder económico que no se han reconciliado con la idea del esfuerzo sostenido, del desprendimiento y el ceder, de la abstención de consumo suntuario en aras de un escenario económico más previsible y estable.
La presencia mediática. La irrupción de la “civilización de la imagen” es un hecho datado de hace más de cinco décadas. La reducción de la política a espectáculo o pura imagen es un hecho más reciente que habilita a figuras carentes de contenidos y propuestas, sin capacidad de gestión ni solvencia para enfrentar situaciones complejas como las que les tocan vivir a las sociedades contemporáneas. No se trata de una cuestión local. No hace falta dar ejemplos para considerar la emergencia de liderazgos efímeros producidos por una campaña publicitaria o por la complicidad mediática.
Con anterioridad enfaticé  el papel de la dirigencia en la formulación de un proyecto  de desarrollo integral e inclusivo de país. Esta se  ve limitada  por  los condicionamientos con los que opera y la debilidad en poder poner reglas de juego claras y eficaces para reconstituir el vínculo y el tejido social argentino.
Se da así la incapacidad para realizar acuerdos y generar proyectos de desarrollo de mediano y largo plazo, identificando los problemas y situaciones sociales a resolver. Una cultura política de confrontación, no de acuerdo, no de cultura del encuentro, donde el conflicto es más importante que el acuerdo, que la búsqueda de la unidad.
Nuestra patria merece un proyecto integrador. Un proyecto en torno a definiciones de valores y a objetivos concretos en las distintas áreas de la economía, la política, lo social, lo cultural. Un proyecto de desarrollo integral para todos. Ese proyecto integrador excede los tiempos de cualquier gobierno porque necesita una mirada de mediano y largo plazo y por lo tanto requiere continuidad, la cual sólo puede ser garantizada mediante el compromiso de las distintas fuerzas políticas y sociales.
Nos preguntamos:
¿Es posible en la Argentina de 2010 un proyecto de este tipo?
¿Es posible elevar un poco la mirada de la coyuntura que nos consume, y soñar un país que quizá sólo dé frutos a nuestros hijos y nietos?
¿Podemos los argentinos ponernos de acuerdo en cierto mínimo común denominador de ideas y políticas y respetarlas a través del tiempo?
¿Podemos construir una cultura política que tenga como norte el encuentro y no la confrontación estéril?
Ese es quizás, en estos tiempos de bicentenarios, nuestro mayor desafío como pueblo. 
4. PRINCIPIOS PARA ILUMINAR NUESTRO SER COMO CIUDADANOS Y COMO PUEBLO 
Enunciaría cuatro principios fundamentales: El tiempo es superior al espacio, la unidad es superior al conflicto, la realidad superior a la idea, el todo es superior a la parte.
Llegar a construir un proyecto común supone en la vida de un pueblo el manejo y la resolución de tres tensiones bipolares, que si uno las utiliza de manera madura ayudan a resolver el desafío de ser ciudadano, la pertenencia lógica a una sociedad y la dependencia histórico/mítica a un pueblo. Ellas son: Plenitud y límite. Idea y realidad. Global y local.
4.1.  Primera tensión bipolar: la tensión entre plenitud y límite
La plenitud es las ganas de poseerlo todo, y el límite la pared que se te pone adelante. La plenitud es la utopía como percepción, es decir: hay que ir más allá. Un ciudadano necesariamente tiene que vivir con utopías para el bien común. La utopía como “camino hacia”, o como dirían los escolásticos la utopía como “causa final”, lo que te atrae; aquello a lo cual tenés que llegar, al bien común.
La utopía no es la fuga. A veces usamos así la palabra: este es un utópico, en el sentido de fuga, en forma peyorativa. Aquí en sentido positivo, como causa final, como telos typo. La plenitud es esa atracción que Dios pone en el corazón de cada uno para que vayamos hacia aquello que nos hace más libres; y el límite, que va junto con la plenitud que nos atrae, en cambio nos tira para atrás: es la coyuntura o la crisis como quehacer, diría como quehacer cotidiano. Esto hay que resolverlo. La plenitud y el límite están en tensión. No hay que negar ninguna de las dos. Que una no absorba a la otra. Vivir esa tensión continua entre la plenitud y el límite ayuda al camino de los ciudadanos. También, el límite tiene su caricatura en la negación de la coyuntura como tal o en el coyunturalismo como horizonte socio-político, cuando se vive de la coyuntura y no se mira más allá.
Si lo traducimos un poquito vemos que aquí van el tiempo y el momento juntos. El tiempo hacia la plenitud como expresión del horizonte y el momento como expresión del límite. El ciudadano tiene que vivir en tensión entre la coyuntura del momento leída a la luz del tiempo, del horizonte. No puede quedar aprisionado en ninguno de los dos. El ciudadano es custodio de esta tensión bipolar. Esto es clave, porque uno puede crecer si procesa esa tensión dialógica.
4.1.1. Primer principio: el tiempo es superior al espacio
De ahí salen dos principios, de los cuatro que enuncié al comienzo. Primero: el tiempo es superior al espacio. El tiempo inicia procesos y el espacio los cristaliza. Por eso cuando la madre de los hijos de Zebedeo le dice a Jesús: Mirá, te quiero pedir un favor: que mis dos hijos estén uno a la derecha y el otro esté a la izquierda, o sea, que en el reparto les de un pedazo grande de la pizza -uno a uno y otro al otro-, le está pidiendo un espacio. Y el Señor le responde: No, el tiempo. ¿Van a poder llegar donde yo llegué, van a poder sufrir lo que yo sufrí?[6] Es decir, le marca el tiempo. El tiempo siempre es superior al espacio. Y en la actividad ciudadana, en la actividad política, en la actividad social es el tiempo el que va rigiendo los espacios, los va iluminando y los transforma en eslabones de una cadena, de un proceso. Por eso, el tiempo es superior al espacio. Uno de los pecados que a veces hay en la actividad socio-política es privilegiar los espacios de poder sobre los tiempos de los procesos. Creo que quizá nos haga bien a los argentinos pensar si no es el momento de iniciar procesos más que poseer espacios.
4.1.2. Segundo  principio: la unidad es superior al conflicto
Si uno se queda en lo conflictivo de la coyuntura pierde el sentido de la unidad. El conflicto hay que asumirlo, hay que vivirlo, pero hay diversas maneras de asumir el conflicto. Una es la que hicieron el cura y el abogado frente al pobre hombre en el camino de Jerusalén a Jericó[7]. Ver el conflicto y pegar la vuelta, obviarlo. Alguien que obvia el conflicto no puede ser ciudadano, porque no lo asume, no le da vida. Es habitante, que se lava las manos de los conflictos cotidianos. La segunda es meterse en el conflicto y quedar aprisionado. Entonces la contribución al bien común se daría sólo desde el conflicto, encerrado en él, sin horizonte, sin camino hacia la unidad. Ahí nace el anarquismo o esa actitud de proyectar en lo institucional las propias confusiones. La tercera es meterse en el conflicto, sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en  el eslabón de una cadena, en un proceso.
Hasta aquí los dos principios que ayudan a ser ciudadano: el tiempo es superior al espacio y la unidad es superior al conflicto.
4.2.  Segunda tensión bipolar: la tensión entre idea y realidad
La realidad es. La idea se elabora, se induce. Es instrumental en función de la comprensión, captación y conducción de la realidad. Ha de haber un diálogo entre ambas: entre la realidad y la explicitación que hago de esa realidad. Eso constituye otra tensión bipolar, y se contrapone a la autonomía de la idea y de la palabra sobre la realidad, donde la idea es lo que manda, ahí se dan los idealismos y los nominalismos. Los nominalismos no convocan nunca. A lo sumo clasifican, citan, definen, pero no convocan. Lo que convoca es la realidad iluminada por el razonamiento, por la idea, por la captación intuitiva por parte de ellos.
Aquí se plantea el problema de lo estético y la retórica. Fíjense que en la actividad del ciudadano estamos padeciendo, y esto no es sólo en el orden nacional sino también en el orden mundial, (me estoy refiriendo a fenómenos mundiales que inciden siempre en lo nacional, pero fenómenos mundiales) estamos padeciendo un deslizamiento de la acción socio-política desde la realidad expresada con ideas hacia lo estético, es decir hacia las ideas y los nominalismos. Entonces se vive en el reino de la imagen, de la sola palabra, del sofisma. Analicen en las convenciones internacionales o en lo cotidiano cómo el sofisma es en general el recurso de pensamiento que más se usa. Eso anula como ciudadano porque trampea, trampea la verdad porque no se ve la realidad explicitada con una idea.
Pero esto es tan viejo como el mundo. Platón, en el Georgias, hablando de los sofistas, que habían desplazado la reflexión de la realidad a través de la idea para llegar a una síntesis y la habían suplido por la estética y la retórica, dice esto: “la retórica es a la política lo que el gourmet al médico o la cosmética a la gimnasia”[8]. La idea queda aprisionada por el sofisma en vez de recurrir a la persuasión. Se trata entonces de seducir en vez de persuadir. Seduciendo perdemos nuestro aporte como ciudadanos. Persuadiendo confrontamos ideas, pulimos las aristas y progresamos juntos.
4.2.1.  Tercer principio: la realidad es superior a la idea
Sin embargo, entre realidad e idea: ¿qué está primero? La realidad. Por eso la realidad es superior a la idea. Este es el tercer principio que hace que un ciudadano vaya tomando conciencia de sí mismo, unidos a los dos que mencioné antes: el tiempo es superior al espacio, la unidad es superior al conflicto.
4.3. Tercera tensión bipolar: la tensión entre globalización y localización
Como ciudadanos estamos sometidos también a la  tensión bipolar entre globalización y localización. Hay que mirar lo global, porque siempre nos rescata de la mezquindad cotidiana, de la mezquindad casera. Cuando la casa ya no es hogar, sino que es encierro, calabozo, lo global nos va rescatando porque está en la misma línea de esa causa final que nos atraía hacia la plenitud. Al mismo tiempo, hay que asumir lo local, porque lo local tiene algo que lo global no tiene, que es ser levadura, enriquecer, poner en marcha mecanismos de subsidiaridad. Para ser ciudadano no hay que vivir ni en un universalismo globalizante ni en un localismo folklórico o anárquico. Ninguna de las dos cosas. Ni la esfera global que anula, ni la parcialidad aislada que castra. Ninguna de las dos. En la esfera global que anula, todos son iguales, cada punto es equidistante del centro de la esfera. No hay diferencia entre cada punto de la esfera. Esa globalización no la queremos, anula. Esa globalización no deja crecer. ¿Cuál es el modelo? ¿Recluirnos en lo local y cerramos a lo global? No, porque te vas al otro punto de la tensión bipolar. El modelo es el poliedro. El poliedro, que es la unión de todas las parcialidades que en la unidad conservan la originalidad de su parcialidad. Es, por ejemplo, la unión de los pueblos que, en el orden universal, conservan su peculiaridad como pueblo; es la unión de las personas en una sociedad que busca el bien común.
Un ciudadano que conserva su peculiaridad personal, su idea personal, pero unido a una comunidad, ya no se anula como en  la esfera sino que conserva las diversas partes del poliedro. Esto es lo que fundamenta algo que dije al principio como característica fundamental de ser ciudadano que es la projimidad. Al buscar en lo universal la unión de lo local y, a la vez, conservar la peculiaridad, construyo puentes y no abismos, construyo una cercanía movilizante. Hay que actuar en lo pequeño, lo próximo, pero con la perspectiva global, mediado por lo provincial, lo nacional, lo regional…. Esto lleva a un cuarto principio.
4.3.1. Cuarto principio: el todo es superior a la parte
El “todo” del poliedro, no el “todo” esférico. Este (el esférico) no es superior a la parte, la anula. Para crecer como ciudadano he de elaborar, en la confluencia de las categorías lógicas de sociedad y míticas de pueblo, estos cuatro principios. El tiempo es superior al espacio, la unidad es superior al conflicto, la realidad es superior a la idea, y el todo es superior a la parte.
Así abordé las tres tensiones bipolares entre plenitud y límite, entre idea y realidad, y entre globalización y localización, para facilitar nuestro caminar como pueblo y como ciudadanos.
Ser ciudadano significa ser citado a una opción, ser convocado a una lucha, a esta lucha de pertenencia a una sociedad y a un pueblo. Dejar de ser montón, dejar de ser gente masa, para ser persona, para ser sociedad, para ser pueblo. Esto supone una lucha. En la buena resolución de estas tensiones bipolares hay lucha, una construcción agónica.
La lucha tiene dos enemigos: el menefreguismo, me lavo las manos frente al problema y no hago nada, entonces no soy ciudadano. O la queja, eso que Jesús le decía a las personas de su época: A estos no los entiendo. Son como los chicos que cuando les tocan danzas alegres no bailan y cuando les tocan canciones de entierro no lloran[9]. Que viven quejándose. Hacen de su vida una palinodia continua.
5. CONDICIONES FAVORABLES PARA LA REALIZACIÓN DE CIUDADANIA EN UNA EXPERIENCIA SIGNIFICATIVA DE PUEBLO EN LOS BICENTENARIOS 
5.1. Tiempo de proyecto
Lograda la estabilidad política democrática, no sufriendo la región latinoamericana el impacto arrollador de la crisis económica actual como en otros países, con un horizonte de crecimiento para los próximos años, contamos con un escenario privilegiado para lograr un acuerdo de desarrollo, un proyecto de país, más inclusivo.
Nos falta como pueblo esa proyección: una definición de desarrollo que incluya a todas las personas en todas sus dimensiones, lo cual es más fácil de acordar en un horizonte expansivo que en una situación de restricciones. El tiempo juega a favor. El tiempo ayuda a acomodar las cargas en el espacio. Si se abren horizontes y nuevos espacios es posible otra proyección.
La realización de un proyecto de desarrollo integral para todos que privilegie la lucha contra la desigualdad y la pobreza es un tema que conviene abordar en estos tiempos de bicentenarios y en estos escenarios favorables.
El logro de una cultura del encuentro que privilegie el diálogo como método, la búsqueda compartida de consensos, de acuerdos, de aquello que une en lugar de lo que divide y enfrenta es un camino que tenemos que transitar.
Para ello debemos privilegiar el tiempo al espacio, el todo a la parte, la realidad a la idea abstracta y la unidad al conflicto.
Reitero: es una ocasión propicia para la reflexión, para la elaboración y acuerdo entre todos de un nuevo proyecto histórico de Nación, para que vivamos como ciudadanos en un pueblo más justo y solidario, más homogéneo e integrado, sin exclusiones ni confrontaciones agudas.
5.2. El pueblo como sujeto
Esa definición debe tener como actor a un sujeto histórico que es el pueblo y su cultura, no una clase, fracción, grupo, o elite. El proyecto debe reflejar los propósitos estratégicos, lo que es posible realizar y lo que el pueblo vívidamente desea.
“No se puede determinar un sistema prescindiendo del hombre para luego forzarlo a entrar en él.  Sería vano proyectar minuciosamente una organización cuyo propósito, en el mejor de los casos, no fuera más que el de lograr un ordenamiento formal, mecánico y abstracto que no sirviera a las exigencias perennes de la naturaleza humana ni recogiera los auténticos rasgos del hombre, históricamente incorporados a nuestra propia nacionalidad ” [10].
No sirve un proyecto de pocos y para pocos, de una minoría iluminada o testimonial, que se apropia de un sentido colectivo. Es un acuerdo de vivir juntos. Es la voluntad expresa de querer ser pueblo-nación en lo contemporáneo. Es una experiencia de pueblo en marcha en la historia, con las dificultades y los contratiempos, con los gozos y las penas, con los dolores y las alegrías.
6. PERSPECTIVAS DE FUTURO
En el Documento de la CEA “Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016)”[11] -que no es de coyuntura, sino programático- señalábamos una serie de cuestiones que sintetizo para concluir con esta intervención:
6.1.  Dos prioridades:
6.1.1.  Erradicación de la pobreza
La argentina de 2010 tiene demasiados pobres y excluidos, los cuente quien los contare, que supimos generar durante las últimas décadas. Lo que hay detrás de los números son personas, hombres y mujeres, ancianos,  jóvenes y niños.
No se trata sólo de un problema económico o estadístico. “Es primariamente un problema moral que nos afecta en nuestra dignidad más esencial”[12]  porque “El hombre es el sujeto, principio y fin de toda la actividad política, económica, social” [13] y  quien le da razón de ser. Cada hombre, todo el hombre, y todos los hombres, como nos dice Pablo VI.
Al analizar más a fondo la cuestión de la pobreza nos viene a la memoria el “Documento de Puebla” cuando dice que “esta pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas, aunque haya otras causas de la miseria” [14].
Debemos agregar que esas situaciones y estructuras también requirieron  de decisiones  económicas y políticas. Hay argentinos que se encuentran en situación de pobreza y exclusión, que debemos tratar como sujetos y artífices de su propio destino, y no como destinatarios de acciones paternalistas y asistencialistas por parte del Estado, como desde la sociedad civil.
Afirmar los derechos humanos también supone la lucha por cambiar esas estructuras injustas para que todos los argentinos tengan una vida digna en la que se puedan desarrollar plenamente como personas.
Las personas  son sujetos históricos, es decir ciudadanos e integrantes de un pueblo. El Estado y la sociedad deben generar las condiciones sociales que promuevan y tutelen sus derechos y les permitan ser constructores de su propio destino.
No podemos admitir que se consolide una sociedad dual. “Más allá de los esfuerzos que se realizan, debemos reconocer que somos una sociedad injusta e insolidaria que ha permitido, o al menos consentido, que un pueblo otrora con altos índices de equidad sea hoy uno de los más desiguales e injustos de la región” [15].
Esta deuda social exige la realización de la justicia social.
“La justicia es el objeto y la medida de toda política”[16]. “Debemos recuperar la misión fundamental del Estado de asegurar la justicia y un orden social justo a fin de garantizar a cada uno su parte en los bienes comunes, respetando el principio de subsidiariedad y el de solidaridad que, como lo definiera Juan Pablo II, es la “determinación firme y perseverante por el bien común y que requiere ser llevada a cabo mediante formas de participación social y política”[17].
Existe consenso en reconocer una presencia más efectiva del Estado en la cuestión social. El Estado y la sociedad deben trabajar juntos para hacer posible estas transformaciones y modificar de raíz las problemáticas de desigualdad y distribución.
Por todo esto los invito a “establecer una cultura del encuentro, que implica estimular procesos de diseño de consensos y acuerdos que preserven las diferencias, convergiendo en los valores que hacen a la dignidad de la vida humana, la equidad y la libertad. Sólo así podremos renovar la confianza en nosotros mismos como sociedad y en nuestra dirigencia política, social, académica, religiosa, empresaria, sindical y de las organizaciones sociales, para corregir el rumbo del individualismo hedonista y la desaprensión por una realidad social que nos interpela de modo creciente” [18].
6.1.2.  Desarrollo integral de todos.
Un proyecto de desarrollo integral, para ser auténtico debe alcanzar y dar posibilidad a todos. En ello juega un rol central la redistribución de la riqueza que produce el conjunto social. Para muchos analistas esto se relaciona con el origen de la deuda social que nos aqueja.
Su importancia es proporcional a su complejidad. Para ser tratado se requiere buscar consenso y tener presente un proyecto para toda la comunidad. Sólo de esta manera se puede avanzar en una matriz distributiva más justa. De otra manera sólo habrá una puja de intereses sectoriales, acusaciones cruzadas, etc. El todo es superior a la parte.
La educación y el trabajo son claves  tanto para el desarrollo y la justa distribución de los bienes como para lograr la justicia social.
El trabajo es fuente de dignidad y constituye un eje vertebrador de la identidad personal y social. La dimensión subjetiva del trabajo constituye un eje principalísimo en el reconocimiento y valoración del aporte de las personas al proceso productivo y a la construcción de la Nación.
La educación contribuye al desarrollo de la subjetividad de la persona, al ejercicio ciudadano responsable, a la empleabilidad, a conformar una identidad nacional abierta a la región, a la mirada universal.
El  Estado como sujeto activo, eficaz y eficiente, como promotor y responsable primario del bien común, basado en los principios de subsidiariedad y solidaridad, tiene un rol fundamental e indelegable en la búsqueda del desarrollo integral, como articulador de intereses de los distintos sectores y actores sociales, fijando las reglas de juego que promuevan la cohesión social.
Se puede proponer un método:
Participación, diálogo, consensos, fijación de políticas públicas de Estado, definición de un proyecto país.
Pensar en un proyecto nacional de desarrollo integral acordado entre los diferentes sectores y actores, desde la perspectiva que abre el sexenio propuesto por la CEA supone un ejercicio colectivo de largo aliento, e invita a pensar el escenario de los próximos años.
El nivel de actividad económica que se proyecta, el aumento de la capacidad exportadora, la creciente demanda de alimentos a nivel mundial y los precios de esos productos, la diversificación creciente de la estructura productiva, la estabilidad política democrática, etc. parecen constituir un horizonte positivo en el cual inscribir el debate y la reflexión sobre las características que debe asumir un nuevo proyecto nacional de desarrollo.
6.2. Bicentenarios y futuro
Los bicentenarios de nuestra Revolución de Mayo y de la Independencia parecen constituirse en un tiempo especial que el Señor nos pone a disposición para proyectarnos, para soñar, que puede contribuir a deponer posiciones intransigentes, a abandonar comportamientos corporativistas o individualistas que tienen como único horizonte el ahora y el ya del beneficio cortoplacista.
Es una ocasión privilegiada, un kairós, que no debemos dejar pasar.
Este tiempo abre una gran oportunidad: es la oportunidad de identificar las cuestiones irresueltas, entre las que la erradicación de la pobreza y la desigualdad resultan la tarea prioritaria. También lo que refiere en particular a los jóvenes que no encuentran oportunidades de educación y trabajo digno y suficiente.
Es la oportunidad de fijar políticas de Estado en temas que deben sustraerse al coyunturalismo  y la puja política como son la educación, la salud, el trabajo y la seguridad, que nos devuelvan homogeneidad como sociedad y reconstituyan el tejido y el vínculo social de los argentinos.
Es la oportunidad de definir con qué producciones, qué nivel de valor agregado,  etc. participaremos en el mercado mundial.
Es la oportunidad de insertamos cada vez más valientemente en Latinoamérica, lo que supone serios esfuerzos de adecuación y reformulación de una identidad nacional vinculada a la región, desde una perspectiva universalista.
Es la oportunidad de sostener una política de derechos humanos que ayude a la construcción de una identidad basada en la memoria, la verdad y la justicia.
Es la oportunidad de releer la historia con claves de esperanza.
Es la oportunidad de movilizar las energías sociales en torno a un proyecto más generoso, amplio, que ponga en valor todas nuestras potencialidades.
Esta idea de proyecto, que recorre varias etapas de nuestra propia historia, se presenta como utopía, como algo distinto a plan o incluso a modelo. Proyecto es cualitativamente superior y transformador. Proyectar es dar lugar a la utopía, es mirar al futuro, escribirlo, construirlo día a día con decisiones y acciones en diálogo armónico con el don recibido. El proyecto es nuestra intención y esperanza, es como buscar anticipar la historia. Requiere fijar estrategias con acuerdos sustanciales y plurales para ir paso a paso, creciendo progresivamente y, a la vez, sin  negar las raigambres de nuestra identidad.
7. CONCLUSIÓN
Este pueblo, en el que somos ciudadanos, sabe y tiene alma, y porque podemos hablar del alma de un pueblo, hablamos de una hermenéutica, de una manera de ver la realidad, de una conciencia. Advierto en nuestro pueblo argentino una fuerte conciencia de su dignidad. Es una conciencia histórica que se ha ido moldeando en hitos significativos.
Nuestro pueblo sabe que la única salida es el camino silencioso, pero constante y firme. El de proyectos claros, previsibles, que exigen continuidad y compromiso con todos los actores de la sociedad y con todos los argentinos.
El Bicentenario es tiempo de proyecto, desafío, entrega. Es la oportunidad de gestar nuevos estilos de liderazgo centrados en el servicio al prójimo y al Bien Común[19].
El liderazgo es un arte… que se puede aprender. Es también una ciencia… que se puede estudiar. Es un trabajo… exige dedicación, esfuerzo y tenacidad. Pero es ante todo un misterio… no siempre puede ser explicado desde la racionalidad lógica.
El liderazgo centrado en el servicio es la respuesta a la incertidumbre de un país dañado por los privilegios, por los que utilizan el poder en su provecho, por quienes exigen sacrificios incalculables mientras evaden responsabilidad social y lavan las riquezas que el esfuerzo de todos producen.
El verdadero liderazgo y la fuente de su autoridad es una experiencia fuertemente existencial. Todo líder, para llegar a ser un verdadero dirigente, ha de ser ante todo un testigo. Es la ejemplaridad de la vida personal y el testimonio de la coherencia existencial. Es la representación, la aptitud de ir progresivamente interpretando al pueblo, desde el llano, y la estrategia de asumir el desafío de su representación, de expresar sus anhelos, sus dolores, su vitalidad, su identidad.
Roguemos a nuestra Madre, la Santísima Virgen María, en su advocación de Luján, patrona de nuestra patria, que nos acompañe y aliente a nosotros como ciudadanos y como pueblo en esta celebración de los Bicentenarios.
Notas:
[1] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, 2005.  n° 6
[2] Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016). Documento de los obispos al término la 96ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. Pilar, 14 de noviembre de 2008. nº 10.
[3] Hacia una cultura del encuentro: La política, mediadora del bien común. Democracia –  Desarrollo – Justicia Social. DOCUMENTO DE TRABAJO, Xª Jornada de Pastoral Social, 15/09/2007. nº 39.
[4] Iglesia y Comunidad Nacional Documento de los obispos al término la 42ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. San Miguel 4 – 9 de mayo de 1981.  nº 31.
[5] Hacia una cultura del encuentro: La política, mediadora del bien común. Democracia –  Desarrollo – Justicia Social. DOCUMENTO DE TRABAJO, Xª Jornada de Pastoral Social, 15/09/2007. nº 40.
[6] Cf. Mc.10, 35-40; Mt. 20, 20-23
[7] Cf. Lc. 10, 31-32
[8] Cf. “Gorgias o la retorica” , Platón, edición Edimat, Madrid,  España, 2003.T/P Francisco Márques, p69
[9] Cf. Mt. 11, 16-17Lc. 7, 32.
[10] Cf. Iglesia y Comunidad Nacional Documento de los obispos al término la 42ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. San Miguel 4 – 9 de mayo de 1981, nº 38.
[11] Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016). Documento de los obispos al término la 96ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA). Pilar, 14 de noviembre de 2008.
[12] Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016). Documento de los obispos al término la 96ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina. Pilar, 14 de noviembre de 2008. nº 5.
[13] Cf. Mater et Magistra. Carta encíclica de su santidad Juan XXIII, sobre el reciente desarrollo de la cuestión social a la luz de la doctrina cristiana nº 219.
[14] Documento de Puebla. III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Documento Conclusivo, Puebla, 1979. nº 29.
[15] Hacia una cultura del encuentro: La política, mediadora del bien común. Democracia –  Desarrollo – Justicia Social. DOCUMENTO DE TRABAJO, Xª Jornada de Pastoral Social, 15/09/2007. nº 25.
[16] DEUS CARITAS EST. Carta encíclica del sumo pontífice Benedicto XVI a los obispos a los presbíteros y diáconos a las personas consagradas y a todos los fieles laicos sobre el amor cristiano. nº 28 a) 1.
[17] Hacia una cultura del encuentro: La política, mediadora del bien común. Democracia –  Desarrollo – Justicia Social. DOCUMENTO DE TRABAJO, Xª Jornada de Pastoral Social, 15/09/2007. nº 84.
[18] Hacia una cultura del encuentro: La política, mediadora del bien común. Democracia –  Desarrollo – Justicia Social. DOCUMENTO DE TRABAJO, Xª Jornada de Pastoral Social, 15/09/2007. nº 23.
[19] Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016). Documento de los obispos al término la 96ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA). Pilar, 14 de noviembre de 2008. nº 20-23.

Violencia y caos

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Violencia y caos

Por Juan Rosales Arenas- Revista CARETAS
¡Despierta peruano huevón!”, aúlla un anciano de barbas abundantes cuando las masas cruzan la intersección de Tacna y Colmena. Unas cuadras más adelante, el veterano marchante, ataviado con túnica blanca y sandalias, se lleva un pututo a los labios. El áspero y amenazador canto de la caracola anuncia la llegada de la cuarta marcha contra el régimen laboral juvenil a la Plaza San Martín. Allí aguarda a la multitud que viene de la Plaza 2 de Mayo otro piquete listo para unirse a la movilización, a la que hoy se han plegado considerables sindicatos y la CGTP.Los jóvenes tomaron las calles el 18 de diciembre para exigir la derogatoria de un nuevo régimen laboral que, a su juicio, recorta sus derechos como trabajadores. Cinco semanas después no cejan en el empeño.
La agenda creció. Kevin Montes, vocero de Jóvenes por el Cambio, colectivo que agrupa a estudiantes de la Universidad César Vallejo, el instituto Jaime Bausate y Meza, la Universidad del Callao y San Marcos dice que “la lucha no termina con la derogatoria, sino con muchos regímenes laborales que son explotadores como los CAS. Este Congreso representa los intereses de los capitales privados y no del pueblo”.
Llegan a los pies de la Corte Superior de Justicia, en el cruce de Abancay con Nicolás de Piérola. Dos centenares de policías forrados con chalecos antibalas, escudos y cascos aguardan a la muchedumbre a pocos metros del Parque Universitario.
Luego de negociar con los comandantes del operativo, los congresistas de Acción Popular- Frente Amplio, Yonhy Lescano, Manuel Dammert y las parlamentarias Rosa Mávila y Veronika Mendoza acompañan a César Soberón (Juventudes de la CGTP), César Ames (Centro Federado CC.SS de UNMSM) y Jorge Rodríguez (Foro Juvenil de Izquierda), articuladores de la movilización, hacia el Congreso. La misión es entregar un memorial a la presidenta Ana María Solórzano, que ha intentado ganar tiempo programando el debate sobre el régimen laboral juvenil para el próximo 28 de enero.
Hasta este momento, la movilización había recorrido las calles pacíficamente. 
Pero infiltrados del MOVADEF, integrantes de la Confederación de Trabajadores (CTP) y el colectivo aprista Renovar lanzan pintura verde, bombardas, palos y botellas al cordón policial encargado de resguardar el acceso a Abancay. Los manifestantes son repelidos hacia Nicolás de Piérola. Uno, dos, tres, cuatro veces gatilla el disparador un suboficial. Las bombas dejan una estela de humo que surca los cielos del Parque Universitario.
Los jóvenes retroceden hasta la Plaza San Martín. Allí, tras media hora de tregua y luego de otra escaramuza, la policía “gasea” todo el perímetro. La masa se dispersa.
16 policías heridos, 20 detenidos y S/. 26 mil en daños fue el resultado. Raúl Arriarán, reportero gráfico de un diario local, fue detenido y golpeado por la policía. Se le acusó de “resistencia a la autoridad”. IPYS ha condenado el hecho. El fotógrafo y los demás detenidos ya fueron liberados, pero el viernes 14 los organizadores de la marcha denunciaron que los efectivos reprimieron a punta de balas de goma y perdigones e infiltraron agentes del grupo Terna entre la muchedumbre para incitar la violencia.
Los jóvenes volverán a salir por quinta vez este 28 de enero, cuando 25 congresistas de la Comisión Permanente decidan el futuro de la norma, cuyo rechazo popular es hoy del 72% según Ipsos.
La cuarta movilización en contra de la ley laboral juvenil dejó como saldo 20 manifestantes detenidos y 16 policías heridos producto de las agresiones de personajes vinculados a grupos sindicalistas, así lo informó el ministro del Interior Daniel Urresti.
En su intento por llegar al Congreso de la República, miembros de sindicatos de trabajadores, estudiantes universitarios y colectivos barriales que participan de la cuarta marcha en contra del nuevo régimen laboral juvenil se enfrentaron con palos a miembros de la Policía Nacional del Perú que habían formado un cordón humano entre las avenidas Nicolás de Piérola y Abancay, en el Cercado de Lima.
Fuente: Diario El Comercio.

Amar a Dios

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Juan Manuel de Prada
Yo no soy Charlie Hebdo
Por Juan Manuel de Prada- Diario ABC
Durante los últimos días, hemos escuchado calificar a los periodistas vilmente asesinados del pasquín Charlie Hebdo de «mártires de la libertad de expresión». También hemos asistido a un movimiento de solidaridad póstuma con los asesinados, mediante proclamas inasumibles del estilo: «Yo soy Charlie Hebdo». Y, llegados a la culminación del dislate, hemos escuchado defender un sedicente «derecho a la blasfemia», incluso en medios católicos. Sirva este artículo para dar voz a quienes no se identifican con este cúmulo de paparruchas hijas de la debilidad mental.
Allá por septiembre de 2006, Benedicto XVI pronunció un grandioso discurso en Ratisbona que provocó la cólera de los mahometanos fanáticos y la censura alevosa y cobarde de la mayoría de mandatarios y medios de comunicación occidentales. Aquel espectáculo de vileza infinita era fácilmente explicable: pues en su discurso, Benedicto XVI, además de condenar las formas de fe patológica que tratan de imponerse con la violencia, condenaba también el laicismo, esa expresión demente de la razón que pretende confinar la fe en lo subjetivo, convirtiendo el ámbito público en un zoco donde la fe puede ser ultrajada y escarnecida hasta el paroxismo, como expresión de la sacrosanta libertad de expresión. Esa razón demente es la que ha empujado a la civilización occidental a la decadencia y promovido los antivalores más pestilentes, desde el multiculturalismo a la pansexualidad, pasando por supuesto por la aberración sacrílega; esa razón demente es la que vindica el pasquín Charlie Hebdo, que además de publicar sátiras provocadoras y gratuitamente ofensivas contra los musulmanes ha publicado en reiteradas ocasiones caricaturas aberrantes que blasfeman contra Dios, empezando por una portada que mostraba a las tres personas de la Santísima Trinidad sodomizándose entre sí. Escribía Will Durant que una civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro; y la basura sacrílega o gratuitamente ofensiva que publicaba el pasquín Charlie Hebdo, como los antivalores pestilentes que defiende, son la mejor expresión de esa deriva autodestructiva.
Califato
Debemos condenar este vil asesinato; debemos rezar por la salvación del alma de esos periodistas que en vida contribuyeron a envilecer el alma de sus compatriotas; debemos exigir que las alimañas que los asesinaron sean castigadas como merecen; debemos exigir que la patología religiosa que inspira a esas alimañas sea erradicada de Europa. Pero, a la vez, debemos recordar que las religiones fundan las civilizaciones, que a su vez mueren cuando apostatan de la religión que las fundó; y también que el laicismo es un delirio de la razón que sólo logrará que el islamismo erija su culto impío sobre los escombros de la civilización cristiana. Ocurrió en el norte de África en el siglo VII; y ocurrirá en Europa en el siglo XXI, a poco que sigamos defendiendo las aberraciones de las que alardea el pasquín Charlie Hebdo. Ninguna persona que conserve una brizna de sentido común, así como un mínimo temor de Dios, puede mostrarse solidaria con tales aberraciones, que nos han conducido al abismo.
Y no olvidemos que el Gobierno francés –como tantos otros gobiernos occidentales–, que amparaba la publicación de tales aberraciones, es el mismo que ha financiado en diversos países (y en especial en Libia) a los islamistas que han masacrado a miles de cristianos, mucho menos llorados que los periodistas del pasquín Charlie Hebdo. Puede parecer ilógico, pero es irreprochablemente lógico: es la lógica del mal en la que Occidente se ha instalado, mientras espera la llegada de los bárbaros.

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San José Vaz

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San Jose Vaz

El sacerdote José Vaz, aunque nacido en India en 1651, es el primer santo cingalés, conocido como “el apóstol de Sri Lanka”, arriesgó su vida como misionero en un momento en el que los cristianos vivían una brutal persecución.
José Vaz fue beatificado por San Juan Pablo II el 15 de enero de 1995, durante su visita a Sri Lanka.
Por ello, el papa Francisco que ya había decidido viajar a Sri Lanka decidió elevarle a los altares el pasado setiembre de 2014 sin tener que esperar la aprobación de un segundo milagro para poder ser nombrado santo.
Durante la ceremonia de canonización en Colombo ante cientos de miles de personas, Francisco destacó su ejemplo como misionero, que fue a buscar a los más pobres, pero además presentó “la verdad y la belleza del Evangelio en un contexto multirreligioso con respeto, dedicación, perseverancia y humildad”.
Vaz nació en la localidad india de Benaulin, en Goa, un territorio controlado entonces por los portugueses.
Estudio en el colegio de Sancoale y fue ordenado sacerdote en la Congregación de San Felipe Neri en 1676 y abrió una escuela de latín en esta localidad.
A pesar de su buena situación, al conocer las condiciones que atravesaban los cristianos en la entonces Ceilán, el sacerdote decidió abandonar sus privilegios y convertirse en misionero.
Con la llegada de los holandeses a Ceilán, los calvinistas habían prohibido expresar su fe a los católicos y los sacerdotes fueron expulsados del país o asesinados.
Vaz llegó a la isla en 1687 y tuvo que vivir de incógnito para no ser encarcelado o asesinado, y así pudo viajar por todo el país oficiando misas.
Según algunas biografías, el sacerdote, vestido como un mendigo, llamaba a las puertas de las familias cristianas pidiendo caridad y cuando conseguía su confianza revelaba su identidad.
En 1689 viajó a Jaffna, un poblado que había sido católico y donde encontró cobijo durante un año y ayudó a la población, pero los rumores de su presencia llegaron a las autoridades holandesas y tuvo que escapar.
En 1690 llegó al reino budista de Kandy, en el interior de la isla y que conservaba su independencia a pesar de la invasión holandesa, y allí seguían viviendo algunos católicos que habían quedado sin sacerdotes.
A su llegada, las autoridades holandesas difundieron la voz de que era un espía de los portugueses y fue encarcelado.
Paso seis años en la cárcel, pero el rey de Kandy el budista Vilamadharma Surya, le liberó después de quedar fascinado de la espiritualidad de ese hombre y le dejó predicar su fe por todo el reino.
Durante la epidemia de viruela que estalló en 1697, Vaz salvó a miles de personas en Kandy al enseñarles algunas normas higiénicas para detener el contagio y se ocupó de los enfermos.
Las biografías de Vaz hablan de un hombre de diálogo y que supo encarnar el ascetismo oriental y las espiritualidad cristiana.
Aprendió tanto el tamil como el singalés y a él se debe la traducción del evangelio y otros textos cristianos a ambos idiomas para que pudieran ser leídos por la población.
Extenuado de tanto trabajo, murió el 16 de enero de 1711 y a su muerte, de la total devastación de la Iglesia católica que encontró, dejó una misión de 70,000 católicos, 15 iglesias y 400 capillas.
Fuente: Agencia de Noticias EFE.

Marcha contra el terrorismo en París

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Francia 2015

Fue histórico. La movilización que se desarrolló hoy en Francia en repudio a los atentados terroristas, que enlutaron al país en la última semana y le costaron la vida a 17 personas, congregó a más de 3 millones y medio de personas, según cifras oficiales.
Al menos 3,7 millones de personas participaron en las manifestaciones en lo que es la mayor movilización jamás registrada en el país, anunció a la agencia AFP el ministerio del Interior. En las ciudades de provincia, hubo más de 2,5 millones de manifestantes. En París eran entre 1,2 y 1,6 millones, pero la masiva afluencia tornó imposible un recuento preciso, agregó el ministerio.
Según distintas agencias de noticias, fue la mayor movilización en la historia del país. Además, la policía anunció que se desarrolló sin ningún tipo de incidente.
Cerca de un millón y medio de personas, según estimaciones de los organizadores, salieron a la calle en París para pedir por la paz luego de la ola de atentados yihadistas que esta semana conmocionaron al planeta.
Junto a ellos caminaron unos 50 líderes mundiales, lo que convirtió a la ciudad en capital mundial del antiterrorismo.
Como ocurrió ayer en manifestaciones en distintas ciudades francesas que reunieron a 700,000 personas, la denominada “Marcha Republicana” se vio dominada por carteles de “Yo soy Charlie”, el lema popularizado en homenaje a los doce fallecidos el miércoles en el atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo.
Plaza de la RepublicaCon un despliegue excepcional de más de 5,500 efectivos de distintas fuerzas de seguridad, la convocatoria tuvo como epicentro la Plaza de la República. La gente empezó a llegar varias horas antes al grito de “¡Charlie!” acompañado por aplausos e hizo distintos recorridos por el centro de París.
El presidente François Hollande destacó que las manifestaciones en toda Francia significarán un claro repudio al terrorismo y un apoyo a la libertad de expresión, a la que se considera entre los valores esenciales de la identidad republicana del país.
Uno de los momentos más emotivos se dio cuando el mandatario francés abrazó a uno de los sobrevivientes de “Charlie Hebdo”, el columnista Patrick Pelloux.
CaricaturaEn una fuerte muestra de apoyo se sumaron a la manifestación los principales gobernantes de la Unión Europea, ocho jefes de estado de Africa, altos representantes de los Estados Unidos, el canciller ruso y el primer ministro de Israel.
Junto a Hollande y la multitud recorrieron el centro de París la canciller alemana Angela Merkel; y los primeros ministros de Gran Bretaña, David Cameron; de Italia, Matteo Renzi; y de España, Mariano Rajoy. También estuvieron el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu; el presidente palestino, Mahmoud Abbas, y el rey Abdalá de Jordania, entre otros, que avanzaron por las calles tomados de los brazos.
“Nos manifestaremos juntos en defensa de nuestros valores y de los asesinados en el Charlie Hebdo”, escribió Cameron en su cuenta de Twitter.
Fuente: Diario El Clarín.

Ayesa

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Ayesa

Aparentemente otra empresa que se vio beneficiada por los presuntos lobbies de Martín Belaunde Lossio habría sido la española Ayesa, a cuyo representante en el Perú, Manuel Castro Ruiz, el ex-asesor nacionalista gestionó una reunión con el ex presidente regional de Junín Vladimir Cerrón.
De acuerdo a “Panorama”, Ayesa no solo operó en Junín, sino también en Lambayeque, donde fue la empresa encargada de supervisar las obras que debía ejecutar Antalsis en el polideportivo Elías Aguirre.
El congresista de Gana Perú Daniel Abugattás advirtió que Ayesa firmó un contrato el 6 de junio del 2012 con el Comité Olímpico Peruano (COP) por la nada despreciable suma de 15 millones 586 mil soles.
Ayesa fue contratada para otorgar servicios para la dirección integrada del proyecto para mejorar la infraestructura deportiva que se utilizaría en los Juegos Bolivarianos del 2013, que se realizaron en Trujillo, Chiclayo y Lima. Incluso, en el acuerdo se estableció que el pago se iría desembolsado de acuerdo al avance de las obras. Sin embargo, la empresa vinculada a Martín Belaunde Lossio recibió en octubre y diciembre del 2012 el pago de 13 millones 500 mil soles por parte del COP.
Abugattás cuestionó que se le haya pagado por adelantado a esta compañía, sobre todo si de las 15 obras que debían supervisar, solamente fueron concluidas tres a tiempo. A raíz de los casos expuestos líneas arriba, el legislador nacionalista ha pedido investigar quién le abrió las puertas del Perú a Ayesa.
LOS MENSAJES DE WHATSAPP
Además, el programa “Cuarto Poder” develó que el sindicado cerebro de ‘La Centralita’ habría modificado las bases del concurso de obra del polideportivo de Chiclayo para favorecer a la empresa española Antalsis, por la que dijo daba la vida.
Un conjunto de mensajes de WhatsApp enviados por el propio Belaunde Lossio al empresario Guillermo Bernal, representante legal del Consorcio Benass y Benass Contratistas Generales, así lo confirman: “[Guillermo] necesito hablar contigo urgente, acabo de cerrar el tema de Chiclayo, ustedes son los consultores. Estamos cambiando bases en observaciones para que no haya necesidad de experiencia en concursos oferta”.
En esa misma conversación, Martín Belaunde Lossio le pide a Bernal que le presté 20 mil dólares para no perder un contrato, de lo contrario “el jefe me mata”. Finalmente, el empresario solamente le pudo dar 26 mil soles. 
Fuente: Panorama y Diario El Comercio.

Walter Chávez

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Walter Chavez

El exasesor del primer gobierno del presidente Evo Morales (2006-2010), acusado por la justicia del Perú de estar vinculado con el grupo subversivo Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y de haber cometido actos terroristas, Walter Chávez, trabajó como técnico de coordinación con la organizaciones sociales en torno a la campaña electoral a favor de la reelección del presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera, así lo confirmó la vicepresidenta del Movimiento Al Socialismo (MAS), Concepción Ortiz.
Chávez fue acusado por la justicia del Perú, por lo que huyó de su país y logró refugio político en Bolivia el año 1992, cumpliendo funciones públicas como periodista. Fue jefe de campaña electoral del MAS en las elecciones generales de 2002, encontrandose desde ese año emparentado con el partido oficialista y el Jefe de Estado.
“Jefe de campaña son todos los ejecutivos, los que conforman la Conalcam (Coordinadora Nacional por el Cambio), Walter Chávez también va trabajando como técnico de coordinar con nuestras organizaciones a nivel nacional MAS, en coordinación con nuestra Dirección Nacional (del MAS)”, confirmó Ortiz en inmediaciones de plaza Murillo.
El gobierno del MAS rechazó el años 2007 y 2008 la petición de extradición y detención que plantearon las autoridades peruanas sobre Walter Chávez, acusado en su país de presuntos vínculos con el MRTA.
Las autoridades de gobierno fundamentaron entonces su decisión en que Chávez cuenta desde la década pasada con el estatus de refugiado político en Bolivia, donde ha trabajado como periodista y llegó a ser asesor del presidente Morales en Palacio de Gobierno.
Antecedentes
En enero del año 2007, la Procuraduría Contra el Terrorismo de Perú pidió la captura internacional de Chávez, entonces asesor de Morales, por estar procesado por el delito de terrorismo y para quien pide 25 años de cárcel. Entonces, el Gobierno de Morales anunció que Chávez fue relevado de su cargo de asesor del Ministerio de la Presidencia y la Corte Suprema de Bolivia rechazó la extradición de este ciudadano.
El año 2008, el entonces embajador de Perú en Bolivia, Fernando Rojas Samanez, confirmó que su Gobierno solicitó a Bolivia proceder a la extradición del ciudadano peruano, sobre quien pesa un proceso de orden penal en su país por delitos de extorsión y terrorismo.
Sin embargo, el Gobierno boliviano negó la entrega e informó que Chávez se encuentra en el país en condición de refugiado político, amparado por la organización humanitaria del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Actualmente, el gobierno de Morales reclama a Perú que retire el asilo y refugio político que otorgó a tres ministros de Gonzalo Sánchez de Lozada; Mirtha Quevedo, Javier Tórrez Goitia y Juan José Torres, procesados en el país por el caso denominado octubre del 2003. El presidente Morales acusó al Gobierno peruano de “proteger a genocidas”.
Fuente: www.eldia.com.bo
Perseguido político “potencial”
Por Embajador Eduardo Ponce Vivanco- Diario Perú21
En la conferencia de prensa de Belaunde Lossio en Bolivia su abogado dijo, sibilinamente, que el prófugo tiene “una alta potencialidad política”. ¿Aludía acaso al carácter explosivo de las informaciones que guarda como su mejor garantía? ¿Es un misil dirigido a Lima, Caracas y La Paz? El disparo vino después de presentarlo como un samaritano que brindaba “aporte social a comunidades”. ¡Qué desparpajo!
El juego está abierto. Quieren provocar reacciones que muestren la politización del caso en el Perú, que seguirá investigando los presuntos delitos de MBL. Pero ninguno de estos comprende su eficaz colaboración en canalizar fondos supuestamente chavistas para campañas electorales. Si fuera así, es obvio que los donantes estarían tan complicados como los beneficiarios. Y si Bolivia está gobernada por el discípulo predilecto de Hugo Chávez, no sorprende que hayan escogido ese destino que resguardaría a los benefactores, además de protegerlo a él. Aspira a los mismos privilegios que blindan a un terrorista del MRTA, asesor influyente de Evo Morales, que nunca aceptó extraditarlo al Perú. Audaz movida la del “samaritano perseguido” y de quienes tienen intereses confluyentes: colocarse bajo el manto de la ACNUR y de acuerdos internacionales vinculantes para Perú y Bolivia. Es irrelevante si entró ilegalmente (los prófugos evitan controles migratorios), y en qué fecha. Sin embargo, en un impresionante galimatías, Evo Morales otorgó carácter determinante a estos hechos. Pero la posición boliviana fue aclarada después por el vicepresidente García Linera: los procedimientos establecidos en los acuerdos internacionales sobre refugio serán respetados. Lo importante ahora es investigar por qué no lo encontraron aquí durante los siete meses que lo “buscaron” (¿?).
Hacen gracia sus loas a la justicia de Bolivia y al “respeto que tiene este país por los tratados internacionales”. Hay cierta cizaña en esta discutible afirmación, y mal haría nuestro gobierno en seguir el juego del prófugo. No debe olvidarse que Evo es el enemigo número uno de la Alianza del Pacífico, que el ALBA quiere quebrar por todos los medios.
Pretende también que apoyemos su demanda contra Chile en La Haya, aunque Santiago haya cuestionado la competencia de la Corte.
Debe tenerse muy presente que, por ser un asunto de Estado, la política exterior es ajena a cualquier negociación vinculada a intereses oscuros de los políticos y los personajes de su entorno.

Nuestros Charlies criollos

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Charlies criollos

Por Aldo Mariátegui- Diario El Comercio
Lamento profundamente lo ocurrido en París y rindo homenaje a los colegas que fueron bárbaramente asesinados por el terrorismo integrista. Pero a mí no me gusta seguir la corriente; me gusta ser abogado del diablo o, por lo menos, explorar otras perspectivas más difíciles, porque lo fácil ahora es ser 100% políticamente correcto en cuanto a la masacre de los caricaturistas franceses, y ese camino me aburre.
¿Qué dirían ustedes de una revista muy ideologizada (esta es de extrema izquierda) que continua y sistemáticamente se esté burlando de los negros en sus portadas, con caricaturas sumamente crudas? ¿Que pongan a Mandela desnudo y con una estrella entrando por su ano, como con Mahoma? ¿A Luther King sodomizando a Pelé, como Jesús a Dios, según “Charlie Hebdo”? O también imaginen ese mismo escenario con los gays: ¿Que saquen caricaturas con pedazos de excremento representando a ese colectivo, como también hacía “Charlie Hebdo” con la derecha gala? ¿Hasta dónde algo es libertad de expresión y hasta dónde ya es un insulto? Les dejo esa duda.
Esa matanza es execrable, pero tampoco ahora, como algunos, voy a festejar esas portadas, que simplemente hay que aceptar con una sonrisa porque la libertad de expresión es un valor máximo, aun cuando se bordeen el insulto, la intolerancia y la provocación.
A mí aquí me crucificó la izquierda por cuestionar años atrás en una portada el hecho de que una congresista no tuviera el manejo elemental del español, que el diario “Correo” opinaba –como era su derecho y como se decidió en un consejo de redacción– era un requisito mínimo para desempeñar un cargo. ¿Se defendió nuestra libertad de expresión? ¡Noooo! Se nos acusó de “racistas” (por más que se dejaba claro que aquí no importaba si era rubia o indígena, sino sus capacidades en castellano), y hasta el Congreso –jalado de las narices por el entonces radical humalismo– demagógicamente votó una moción de condena, salvo las intervenciones valientes de Martha Hildebrandt, que los dejó calladitos a todos, y del ahora tan satanizado Aurelio Pastor, a quien su “pluralista” partido obligó a callar. ¿Acaso no teníamos la absoluta libertad de opinar –y de graficar con una dura foto– que considerábamos que para ser congresista se necesita por lo menos dominar el idioma mayoritario del país, que cuando menos se debería exigir secundaria completa, o mejor aun, estudios universitarios (que, es cierto, no garantiza nada, pero por los menos alguna valla pone)?
Es repelente ahora ver a todos esos hipócritas de entonces rasgarse las vestiduras por la indudable libertad de expresión de estos franceses para vejar sistemáticamente a una religión y de provocar así a un colectivo de creyentes con unos valores muy distintos a los occidentales (pero no por eso no respetables). Les apuesto que un grupo de extremistas indigenistas entraba a “Correo” y nos masacraba por esa portada y más de uno de estos hipócritas rojos, caviares, fujicaviares y sus tontos útiles hubieran relativizado el ataque, incluso aduciendo que “nos lo merecíamos” (con aplausos y sonrisas, ya entre sus amigos).
Je ne suis pas Charlie Hebdo
Por Salvador Aragonés- Blog “El ojo crítico”
“Yo no soy Charlie Hebdo” -o dicho en francés “Je ne suis pas Charlie Hebdo”- puede ser provocativo, y no lo es. Desde esta columna condenamos el vil asesinato múltiple de la bandas de Al Qaeda en Francia. Es una condena sin fisuras, porque es una afirmación firme e inquebrantable de la libertad, de todas las libertades, y por eso también de la libertad de expresión.
Pero no soy Charlie Hebdo, porque no me puedo identificar con un semanario que no he leído ni leeré, porque está en las antípodas de mis ideas. Defiendo su existencia pero no me coloquen eslóganes confusos como “Yo soy Charlie Hebdo” porque no me identifico con el semanario. Ha sido un eslogan acuñado por la izquierda francesa para condenar el atentado del día 7 en París. En París esta semana, como ha dicho el presidente de Francia, François Hollande, hubo tres atentados terroristas, uno también en un supermercado judío y no por eso me tengo que identificar con este supermercado.
Hacer seguidismo de eslóganes siempre me ha chirriado, porque antes de adoptar para mí un eslogan me gusta pensarlo antes para ver si va con mi  modo de pensar. Los eslóganes son siempre reductivos y necesariamente no pueden expresar exactamente un pensamiento. Sin embargo, el eslogan francés contra el terrorismo de Al Qaeda y del Estado Islámico se ha llegado a identificar con un semanario cuyo contenido es una sátira y una mofa de las religiones. Defiendo que existan estos semanarios, de la misma manera que rechazo la hipocresía de quienes hoy dicen una cosa y mañana hacen lo contrario en su país, en su universidad, en su tierra o en su municipio.En Estados Unidos, por ejemplo, no se toleraría este semanario, como no se toleran muchas cosas, como cuando un profesor fue despedido de una universidad porque explicaba la doctrina de la Iglesia católica sobre la homosexualidad o como en Catalunya o en el País Vasco no se permitiría un semanario que hiciera sátira y befa del catalán o a las instituciones vascas. En Italia no sería posible publicar “Charlie Hebdo” porque va contra la Constitución que exige el respeto para todas las religiones. Y un largo etcétera.
Los franceses y el mundo en general han condenado sin paliativos un atentado contra un medio de comunicación y más en general se condenan los atentados o el uso de la violencia contra quienes utilizan el Islam para acometer actos violentos o para quienes matan en nombre de Alá.
El terrorismo de origen islámico va a dar que hablar todavía, pues en Francia se ha visto que hay grupos organizados y preparados sin ser controlados por las fuerzas de seguridad. Lo mismo ocurre en cualquier país de Europa, a excepción tal vez de Gran Bretaña. España lleva más de medio siglo luchando contra el terrorismo doméstico y diez años en la lucha contras el terrorismo islámico. Por eso las fuerzas de seguridad españolas tienen una formación y una experiencia no solo en el terrorismo, tanto propio como islámico sobre todo desde el 11-M.
El terrorismo de origen islámico ¿puede combatirse con el solo uso de las fuerzas de seguridad o del ejército como en Francia? Rotundamente no. Y hago otra pregunta ¿qué dijeron los imanes en sus prédicas en las numerosas mezquitas españolas el viernes de oración siguiente a los atentados? Según mis informaciones, no todos entonaron la condena de estos atentados como lo hicieron las voces oficiales de las organizaciones islámicas españolas. Tampoco todos los estados islámicos condenaron los atentados de París, aunque  Hezbollah, considerada organización terrorista, e Irán afirmaron que la violencia no está en la religión islámica. Este terrorismo hay que combatirlo también con armas políticas.
El Gobierno de España, que quiere ser un poco portavoz de los países árabes dentro del Consejo de Seguridad, de la ONU, debería preocuparse que “todos” los estados árabes condenaran –y no solo de palabra, solo con hechos—el terrorismo de Al Qaeda y el Estado Islámico. O conseguir que algunos clubes como el F.C. Barcelona dejaran de hacer publicidad de un Estado como Qatar, financiador de este terrorismo, o que el gobierno español mirara mejor sus relaciones con Qatar que son importantes.
Podríamos seguir desgranando uno a uno ciertos apoyos indirectos que se dan a quienes financian el terrorismo. Por esta vez solo apuntamos que la lucha contra el terrorismo de origen islamista no se derrota solo con medidas policiales, sino también con medidas políticas que lógicamente afectan el bolsillo de estados y organizaciones internacionales. Es el momento de la transparencia y de limpiar de hipocresías las políticas internacionales de muchos estados.
¿Daría mi vida para que tú te rías?
Por Fernando Vivas Sabroso- Diario El Comercio
Cuando recién empezaba en esta chamba, imberbe e impune, me gustaba citar a Voltaire: “No estoy de acuerdo con tus ideas pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlas”. Entonces, mi entusiasmo libertario era puro y principista.
Ahora no puedo pensar así. No tengo pasta de kamikaze de la libertad de expresión absoluta. Si en alusión a “Charlie Hebdo” me preguntaran, “¿darías tu vida para que otro se ría de lo que quiera?”, con franqueza y con miedo diría que no. Y, a la vez, estoy asqueado y conmovido por la masacre del humor. Suscribo todas las condenas. Me aterra que compatriotas de Voltaire, como el par de policías abatidos en la fuga de los terroristas, mueran sin saber por qué. Y que Charb, el director del semanario, y los periodistas humoristas que lo acompañaban, murieran sabiendo por qué, aunque no por eso menos devastados. 
Todos los que ejercitamos la pluma, el teclado y la mente en Occidente, somos hijos de la Revolución Francesa. Ella cortó cabezas y entronizó principios que todavía nos seducen con el brillo de lo absoluto. Pero, repito, no lo son. Son relativos. Como la libertad de expresión, sublime derivado de la libertad a secas. Los derechos humanos, las guerras y armisticios, las migraciones masivas, la globalización, nos han llevado a relativizarla.
 El pacto social global nos ha ido llenando, en los últimos tiempos -y no por exquisitez o gazmoñería, sino por instinto de supervivencia- de límites, regulaciones, vallas. No debemos meternos allí donde la privacidad y la dignidad ajena se vea mellada, allí donde la tranquilidad se vea seriamente perturbada, allí donde choquemos con el principio de no discriminar. Y, en las zonas grises y fronterizas, nos autorregulamos para evitar que se nos regule.
Y, nos preguntamos, en serio y en broma, si tanta corrección política podría llegar a dejarnos sin temas para picotear; si la libertad de expresión aguda, la que punza y quema, la que denuncia y mueve conciencias, no acabaría tan arrinconada que se asfixie. Aunque no estoy seguro, yo creo que no podría pasar eso por más correctos que pretendamos ser, pues el área de la libertad de expresión frente a la cosa pública es tan vasta, que compensa otras parcelas vedadas. Y algunas de esas parcelas podrían dejar de estar vedadas si nos aproximamos a ellas por otros puntos de abordaje.
Por todo esto, acicateados por la masacre del humor, estamos obligados a debatir esta pregunta:¿tenemos que proscribir la representación, seria o cómica, de elementos del islam pues para esa religión iconoclasta el solo intento de visualizar sus fundamentos es un crimen? Esta pregunta engloba a otra, mayor: ¿debemos (auto) regularnos para no herir sensibilidades con la risa y con la mofa o, por el contrario, debemos seguir luchando para imponer la tolerancia? Si la respuesta es por la regulación, ¿cómo premunirse para que otros grupos humanos y hasta poderes instituidos no pretendan usar las mismas prerrogativas para esquivar la crítica y la fiscalización? ¿Cómo dejar establecido que la inhibición de graficar o mofarse de la religión, no puede de ninguna manera inhibir el análisis y la crítica textual hacia ella?
No tengo las respuestas, no quiero tenerlas todavía, porque el debate debe madurar; porque tenemos que llegar a conclusiones que trasciendan el miedo y el horror ante la violencia terrorista.  Las respuestas no deben estar dirigidas a bandas criminales que son expresiones ultraradicales del problema. Tenemos, primero, que procesarlas nosotros mismos, negociando entre nuestro espíritu libertario y nuestro afán de vivir en paz; y luego dirigirlas a una religión y a varias nacionalidades, en esencia pacíficas, con las que vamos a convivir por los siglos de los siglos.
¿Una nueva guerra santa?
Por Guillermo Niño de Guzmán- Diario Perú21
La escalada terrorista ocurrida esta semana en Francia ha causado la muerte de 20 personas y suscitado una conmoción de la que no será fácil recuperarse. El impacto es grande porque se ha producido en el corazón de Occidente, aunque, ciertamente, las manifestaciones del horror han recrudecido en los últimos tiempos y se han convertido en moneda corriente. Prueba de ello son los infames videos de los degollamientos de cautivos indefensos perpetrados por el Estado Islámico y que transmiten los noticieros. De cualquier modo, para la mayoría de los ciudadanos, eso es algo que sucede en un lugar remoto y en televisión. Hasta que, de repente, el terror invade tu calle y llega a tu puerta.
Más que un atentado contra la libertad de expresión, el ataque a la revista de humor Charlie Hebdo significa una brutal amenaza al mundo civilizado. Los ejecutores de la matanza son fanáticos que, desquiciados por una perversa inversión de valores, pretenden regresar a aquellas épocas siniestras en las que, en nombre de la religión, se cometían las peores tropelías.
A la humanidad le costó muchísimas penurias librarse de la barbarie y el oscurantismo. ¡Cuántos atropellos se consumaron antes de que Occidente fuese capaz de separar la fe y la razón! Hubo un tiempo en que la cristiandad emprendió la loca aventura de las cruzadas, obsesionada por acabar con los infieles que ocupaban Tierra Santa. Ahora, varios siglos después, los roles se intercambian. Los musulmanes fundamentalistas han lanzado su yihad contra aquellos que no comulgan con sus creencias. Es decir, los infieles somos nosotros.
Algunos piensan que la irracionalidad de los terroristas no les permite advertir que, con su intolerancia y violencia, solo consiguen generar un fuerte rechazo al islam. Sin embargo, eso es justamente lo que quieren. Su idea es polarizar las tendencias, agudizar la confrontación, incitar al odio y el repudio, de modo que los musulmanes que viven en Occidente sufran el desprecio y la exclusión, lo que facilitaría su progresiva radicalización.
La situación se torna muy delicada, pues el vulgo no distingue matices y tenderá a identificar a todo musulmán como posible terrorista. Las crecientes reacciones en contra de la inmigración revelan que el racismo y la xenofobia están a la orden del día en Europa. A estas alturas, ¿cómo convencer a la sociedad de que el islam es una religión de paz? Después de todo, ¿cómo entender esa fe que persuade a sus seguidores de que irán directo al paraíso si se inmolan para matar a los que no creen en ella?

Bautismo del Señor 2015

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Santos

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El bautismo de Jesús por Juan, que Marcos nos cuenta en su evangelio (Mc 11, 7-11), termina en la más importante de las epifanías del Señor. Una epifanía que es al mismo tiempo teofanía, pues, por primera vez, Dios mismo se nos manifiesta como es Él, en su interior, por decirlo así. En efecto, Dios, que proclama solemnemente que Jesús es su Hijo, su predilecto, se revela a Sí mismo como Trinidad de Personas: ahí están la voz del Padre (1), que reconoce a Jesús como su Hijo (2) y el Espíritu Santo (3), que en la forma de paloma entra en Jesús ungiéndolo como el Mesías (Lc 4,18).
Para nuestra fe cristiana, todo esto es muy importante e interesante, pero yo quiero referirlo al bautismo. No al de Juan, de sólo agua, sino al bautismo “con el Espíritu Santo y el fuego”, como llama Juan al bautismo que trae Jesús (Mt 3,11): nuestro bautismo cristiano, que hemos de celebrar cada año (el cumplebautismo) como celebramos el cumpleaños. Pensemos que, como en el bautismo de Jesús por Juan, todo bautizo cristiano (el tuyo y el mío) es también una teofanía maravillosa.
“Bauticen a todos los pueblos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, nos ordenó Jesús momentos antes de su regreso al Padre (Mt 28, 19). Y es en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que los católicos bautizamos. Para muchos, esto suena a fórmula, como si se tratara del “abra cadabra” mágica que hay que decir al echar el agua en la cabeza del bautizando para que haga su efecto. Nada más lejos y opuesto a la realidad, pues la invocación de las tres divinas personas, lejos de ser una fórmula mágica, es la teofanía que se da en todo bautizo, de algún modo como se dio en el bautismo de Jesús (Mc 1, 10-11).
En la teofanía bautismal, al invocar al Padre, el Padre Dios se hace presente y le dice al bautizando que en adelante él será su hijo…Al invocar al Hijo, Jesucristo le dice al bautizando que en adelante Él será su hermano mayor… Y al invocar al Espíritu Santo, Éste le dice al bautizando, que en adelante, Él será su huésped, morando en su corazón junto con el Padre y el Hijo (Jn 14, 23). No es, pues, una fórmula, ni menos mágica, bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, sino la descripción real aunque misteriosa, de lo que en ese momento pasa.
Tú, hermano mío, bautizado, puedes con toda verdad llamar a Dios Padre mío y saberte su hijo, llamar a Jesús Hermano mío y sentirte su hermano menor, y llamar al Espíritu Santo huésped mío y tenerlo como tu consuelo y tu defensor.

Vaticanistas y vaticanólogos

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Sri Lanka

Por Salvador Aragonés- Blog “El ojo crítico”
El papa Francisco ha recibido estas fiestas críticas por parte de periodistas vaticanistas y vaticanólogos que no acaban de entender a este Papa y por ello manifiestan sus dudas y perplejidades sobre su actuación. No entienden ni su espontaneidad, ni su transparencia, ni su afán reformista-administrativo, ni su apertura a todos los hombres y organizaciones sean del color que sean.
¿Qué es lo que sorprende tanto del Papa Francisco? A unos les sorprende que diga las cosas como las piensa sin subterfugios diplomáticos, a otros les duele que sea amigo de periodistas latinoamericanos y judíos dejando a un lado a los italianos vaticanistas “de toda la vida”, a otros les molesta que hable tanto de los pobres de modo que se acerque al comunismo (esto es para nota), a otros que utilice una liturgia tan simple que contrasta con la solemnidad que tenía Benedicto XVI (siempre hay comparaciones) y finalmente hay a quienes les molesta que el Papa abrace a todo el mundo: protestantes, judíos, musulmanes y ahora lo hizo con el líder de los yizadíes, los iraquíes perseguidos por el Estado Islámico (EI).
En este breve artículo no pretendo salir en defensa de un Papa muy querido en todo el mundo, que ha abierto horizontes en todos los campos y que va precisamente a las “fronteras” del cristianismo para dar conocer la Buena Nueva del Evangelio, empujando al mismo tiempo a los católicos a que salgan de su comodidad y vayan a las “periferias”.
Está desapareciendo en la Curia Romana este morboso secretismo del que se nutrían bastantes periodistas vaticanistas, especialmente los italianos, que son los que más critican al Papa por lo que ha hecho y dicho de la Curia Romana y su modo “extraño” -dicen- de gobernar, nombrado a cardenales que “no tocan”, pues este Papa no es previsible y se sale de todas las coordenadas tradicionales romanas.
Lo mismo le pasó a san Juan Pablo II, que era polaco y venía de “un país lejano”.
Dicen estos periodistas que hay “algunos cardenales” que se han arrepentido de haber votado a Bergoglio. Y si eso fuera así, entonces estos cardenales no fueron dóciles al Espíritu Santo en el pasado cónclave.
Los cardenales sí que conocían al cardenal Bergoglio, pues aunque no menudeaba por Roma eran conocidísimas sus intervenciones en Argentina y su modo de actuar, desplazándose en autobús o en metro.
El Papa Francisco ha dicho en numerosas ocasiones que él no es un teólogo ni un filósofo -aunque está bien dotado intelectualmente- y que no ha venido a cambiar nada de la doctrina.
Lo que ha cambiado Bergoglio es el modo de gobernar la Iglesia, lejos de los usos romanos seculares en la Curia y con una mentalidad de ejecutivo propio de un jesuita. Todo eso lo sabían los cardenales que, dóciles al Espíritu Santo, eligieron como Papa al arzobispo de Buenos Aires.
Por otro lado, algunos pensadores, ya un poco mayores, no han entendido que el Papa Bergoglio viene de América Latina, un continente alejado de Europa no sólo en su mentalidad, sino en las ideas y en modo de hacer las cosas.
Es un Papa que, de acuerdo con los cardenales electores, visualizó la necesidad de descentralizar a la Curia, pues la Iglesia no puede ser “romanocéntrica” y por eso nombró al Consejo de ocho cardenales que siguen pensando en reformar la Curia desde fuera de Roma. El Papa dijo que “el poder de un Papa está en servir”.
¿Qué más les preocupa del Papa? El papa Bergoglio tiene un modo de gobernar la Iglesia bastante distinto de los anteriores papas. Su doctrina es diáfana: baste leer su única encíclica Evangelii Gaudium, donde anuncia ya toda su pastoral como Obispo de Roma, y como tal, sucesor de Pedro y cabeza de toda la Iglesia.Todos los papas, como todos los gobernantes, tienen su modo de gobernar, que podrá ser más o menos eficaz, o más o menos agradable, pero para eso son elegidos.
El Papado en Europa tiene un significado más profundo -por la larga historia cristiana europea– que en América Latina, o que en África, o que en Asia. En estos continentes tienen una visión más sencilla del Papado aun sin recortar lo más mínimo su autoridad en materia de fe.
Por otro lado, hay que entender que el Papa Francisco es un amante de la polémica, que le gusta el debate, como sucedió en el anterior Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre la familia, porque después del debate sereno la doctrina sale más purificada racionalmente. Que trabaje la fe con la razón como dijo san Juan Pablo II.
Es, podríamos decir, un Papa provocador. ¿Demasiado públicas las discusiones? Son decisiones de gobierno y como tales opinables. No hay que confundir la doctrina con la acción de gobierno.
¿Qué es lo que preocupa detrás de estas críticas? No preocupa el descontento de algunos, pues la Iglesia es plural, sino el maniqueísmo que parece estar detrás de algunas críticas, que inciden en la división maniquea de la Iglesia -como se ha hecho desde el Concilio Vaticano II- entre progresistas y conservadores.
Los progresistas son los que ahora apoyarían al Papa. Hay algunos apoyos al Papa que causan hilaridad por cuanto ellos siempre habían hablado mal del Papado como institución.
El Papa, hay que decirlo otra vez, representa el signo de unidad de la Iglesia y es -junto a los obispos que están en comunión con el Papa- quien debe custodiar el depósito de la fe recibido por Dios en la Revelación. Por lo tanto cuando se habla del Papa hay una dimensión que puede afectar también a la fe.