Ratzinger elogió al teólogo Gutiérrez

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Juan Carlos Scannone

Conferencia del jesuita argentino Juan Carlos Scannone en el congreso sobre “Las raíces de Papa Francisco”, organizado por “Civiltà Cattolica” y la Pontificia Universidad Gregoriana. Ayer fue la misa del cardenal Beniamino Stella.
Por Iacopo Scaramuzzi- Vatican Insider
En 1996, durante un encuentro con la cúpula del episcopado latinoamericano en Alemania, el entonces cardenal Joseph Ratzinger elogió a Gustavo Gutiérrez, el teólogo peruano que acuñó el concepto de la “Teología de la liberación”. El episodio fue narrado por el jesuita argentino Juan Carlos Scannone, principal autor de la “Teología del pueblo”, además de, en su momento, profesor de Jorge Mario Bergoglio; en un congreso en la Universidad Gregoriana dedicado a “Las raíces de Papa Francisco”, a un año del inicio del Pontificado.
Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger criticó la teología de la liberación por sus “tendencias” marxistas. “Las Instrucciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 1984 y 1986 -bien comprendidas- ayudaron a prevenir posiciones extremas, no seguidas por la mayoría de los teólogos de la liberación”, dijo Scannone, que acaba de mudarse a Roma, en donde permanecerá en la sede de la revista de los jesuitas “La Civiltà Cattolica”. Juan Pablo II, en su mensaje del nueve de abril de 1986 a los obispos de Brasil, “le dio reconocimiento eclesial no sólo como “oportuna, sino [como] útil y necesaria”, así como “una etapa nueva” en la reflexión teológico-social de la Iglesia”.
Después, “en setiembre de 1996, la cúpula del CELAM, con participación de las autoridades de la Congregación para la Doctrina de la Fe (entre ellas los entonces Cardenal Ratzinger y Arzobispo Bertone), reunió en Schönstatt (Alemania) a un grupo relativamente pequeño de teólogos y expertos latinoamericanos, para reflexionar sobre “el futuro de la teología en América Latina”, pidiéndoseles el desarrollo de cuatro temas, a saber: la teología de la liberación, la doctrina social de la Iglesia, el comunitarismo y la teología de la cultura. Yo, que también participé de ese encuentro, pregunté a los organizadores por qué se habían elegido dichos temas; la respuesta fue: porque se los consideraba los más relevantes (o entre los más relevantes) para la teología latinoamericana del tercer milenio. El primero de ellos fue encomendado nada menos que a Gustavo Gutiérrez, y el cuarto -por dificultades de salud de Gera- a su discípulo Carlos Galli, con la consigna de presentar la teología de su maestro. Es decir, que se le reconocía un papel decisivo para el futuro teológico de América Latina tanto al tronco principal de la teología de la liberación como a la corriente argentina. De paso testimonió que, después de la brillante exposición de Gutiérrez, Ratzinger le alabó explícitamente su cristocentrismo y su sentido de la gratuidad“.
Joseph Ratzinger, efectivamente, nunca sancionó a Gutiérrez, como lo hizo con otros teólogos de la liberación, como Leonardo Boff o Tissa Balasuriya. Gustavo Gutiérrez, que fue recibido por Papa Francisco en septiembre del año pasado, escribió el libro “De la parte de los pobres. Teología de la liberación, teología de la Iglesia”, que acaba de ser publicado en Italia sobre todo por las gestiones del actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Ludwig Müller. “L’Osservatore Romano” publicó algunos fragmentos.
En su larga conferencia, el padre Scannone expuso la historia y el significado de la “teología argentina del pueblo”, subrayando su especificidad en el contexto de la teología de la liberación sudamericana. Recordó que “en el momento actual su estudio interesa especialmente por su influjo tanto en el enfoque teológico-pastoral del Papa Francisco como en su guía de ruta, a saber, la exhortación apostólica Evangelii Gaudium”. El jesuita argentino recordó a grandes rasgos la conformación de la teología de la liberación, que contó entre sus pioneros con figuras como Lucio Gera, Juan Luis Segundo y el mismo Gutiérrez y tuvo su bautismo de fuego en citas tan importantes como los encuentros del episcopado latinoamericano de Medellín (1968) y Puebla (1979). E indicó la especificidad argentina, desde el punto de vista histórico y político: “El contexto político argentino de ese tiempo incluía el gobierno militar de Onganía (dictadura, pero no tan cruel como la posterior de Videla), la proscripción del peronismo desde su caída en 1955, la represión del movimiento obrero peronista, el surgimiento de la futura guerrilla y un fenómeno nuevo -probablemente debido a las citadas circunstancias-, a saber, que no pocos intelectuales, docentes y estudiantes universitarios progresistas apoyaban entonces al peronismo como resistencia popular ante los militares y movimiento de protesta social, hecho que no había acaecido durante las presidencias de Perón”.
El padre Scannone explicó el concepto de “pueblo” en la teología del pueblo, así como el de “religión del pueblo”, subrayando que, por ejemplo, “son los pobres quienes, al menos de hecho en América Latina, conservan como estructurante de su vida y convivencia la cultura propia de su pueblo, y cuyos intereses coinciden con un proyecto histórico de justicia y paz”. Es decir: “son estos últimos quienes preservan mejor la cultura común y sus valores y símbolos religiosos, que de suyo tienden a ser compartidos por todos, pudiendo ser en nuestros países el germen -aun en los no pobres- de una conversión al pobre para lograr su liberación y así, la de todos. Por ello, la religión del pueblo -si está auténticamente evangelizada-, lejos de ser considerada opio, no sólo tiene un potencial evangelizador, sino también de liberación humana, como de hecho lo ha mostrado y sigue mostrando la lectura popular de la Biblia”.
Los dos días del congreso sobre “Las raíces de Papa Francisco” comenzaron en la sede de “La Civiltà Cattolica” con una celebración presidida por el cardenal Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero. “Para entender verdaderamente a una persona, debemos conocer sus raíces”, dijo por su parte el padre Antonio Spadaro, director de la revista de los jesuitas. Ayer por la tarde, Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina y amigo de Jorge Mario Bergoglio, pronunció una “lectio” introductiva. Desde que fue elegido como obispo de Roma, explicó el intelectual uruguayo a los micrófonos de la Radio Vaticana, “el sentido espiritual y esta gran capacidad de discernimiento, el arte de gobierno, el enfoque pastoral son los mismos en el obispo Bergoglio y en Papa Francisco. Tal vez la gracia lo ha rejuvenecido, ¡lo ha rejuvenecido! Le ha permitido expresar mucho más abiertamente un sentido de cordialidad, de afección hacia la gente, hacia el propio pueblo que en Buenos Aires sobre todo se manifestaba en los grandes encuentros, en los santuarios, durante las fiestas patronales. Lo hizo mucho más sereno y libre, determinado en su ministerio. Es, sin duda, un padre imprevisible. Conociéndolo bien como arzobispo de Buenos Aires -concluyó-, nos exige a todos que seamos abiertos, que sepamos recibir las sorpresas de Dios más allá de nuestros esquemas, nuestras seguridades (incluso las seguridades pastorales, eclesiásticas y espirituales)”.
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