Catolicismo intercultural en la diócesis de Chosica

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Catolicismo intercultural

Historia intercultural de la diócesis de Chosica

La Diócesis de Chosica como institución de la Iglesia católica para administrar los sacramentos y todo aquello que la población requiera para su espiritualidad tiene más de una década de creada. Sin embargo, la historia del espacio que ocupa actualmente no es reciente. El sector que hoy comprende la Diócesis de Chosica estuvo gobernado por la etnia de los Ruricancho antes de la llegada de los españoles. Si deseamos remontarnos a las primeras manifestaciones de la historia de Lima podemos ubicarnos posiblemente hace 12,000 años atrás con la construcción del yacimiento arqueológico de Chivateros que está en la margen derecha del río Chillón.
La llegada de los españoles a Lima se debió al establecimiento de la capital del virreinato del Perú en este territorio. En consecuencia, los españoles ubicaron espacios estratégicos para gobernar y también para  extender la religión católica como la verdadera.  La primera evangelización de la zona este de Lima estuvo a cargo de la congregación Mercedaria, que aun sigue manteniéndose en el área. La organización jurisdiccional durante los siglos XVI al XVIII fue en doctrinas de indios.
Durante la etapa republicana la zona este de Lima se constituyó en San Juan de Lurigancho. Dicho nombre se tomó en consideración principalmente por la doctrina de San Juan Bautista y a la etnia que había poblado la zona este de Lima antes de la llegada de los españoles: los Ruricancho.
El catolicismo en la zona este de Lima ha sido muy importante desde la llegada de los primeros evangelizadores, quienes brindaron a la comunidad la enseñanza catequética y los servicios sacramentales. En tal sentido la evangelización ha permitido cristianizar a la gran población nativa. La tradición religiosa cultural oriunda se ha visto desplazada por el cristianismo a la llegada de los españoles; sin embargo ambas culturas han permitido unificarse brindándose en un sincretismo religioso y que en la actualidad se puede observar en la zona este de Lima.
 1. LA PRIMERA EVANGELIZACIÓN
Francisco Pizarro fundó la encomienda de Lurigancho, que fue parte del corregimiento del Cercado hasta la segunda mitad del siglo XVIII. El arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loayza, tomó posesión de la encomienda de Lurigancho, el 8 de febrero de 1549. De esta manera, el origen de la diócesis de Chosica es la Doctrina de San Juan de Lurigancho, que era una Iglesia de indios recién convertidos al cristianismo perteneciente a la jurisdicción del Arzobispado de Lima.
La evangelización intensiva se inicia con el clérigo Diego de Uceda, quién ya bautizaba desde 1552, siendo su sucesor Roberto de Torres a partir de 1563. En 1588, el presbítero Juan de Campos era cura propio de Lurigancho y Late; cuya labor fue continuada por el clérigo Juan Téllez en 1591.
El siglo XVII se caracteriza por la lucha contra las idolatrías y la cristalización del nuevo sistema religioso, en consecuencia, en dicho siglo se produce la separación de las doctrinas de San Juan de Lurigancho y Santa Cruz de Late. El 19 de julio de 1619, el cacique principal Juan Gabriel, de los indios de Pucuya reducidos en Late; presentó una petición al arzobispado reclamando la reincorporación de Late a la doctrina de San Juan de Lurigancho. El cacique Juan Gabriel manifestó que el cura Juan de Campos cedió la Doctrina de Santa Cruz de Late al fraile mercedario Pedro Polaino, como interino para que lo ayude en la administración del curato. En 1629 era cura de Lurigancho el licenciado Francisco Allosa Menacho.
El 6 de febrero de 1653, el padre Pedro Navarro de la Orden de la Merced, cura de la doctrina de Late, solicitó al Arzobispado de Lima que se autorice la construcción de un templo en el valle de la Rinconada donde hay aproximadamente 300 personas que necesitan recibir los sacramentos, asistir a misa y enterrar a sus difuntos. En 1655, Damián de Hita era cura de Lurigancho y mayordomo de la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria. En 1686, el licenciado Luis de Herrera era cura propietario de la doctrina de Lurigancho y su interino era el bachiller José Barreto.
Carlos II, rey de España, creó el título de Castilla por Real Cédula del 18 de abril de 1695, confiriéndole al maestro de campo Luis de Santa Cruz y Padilla, nacido en Lima; el título de conde de San Juan de Lurigancho. Su padre fue don Alonso de Santa Cruz, nacido en Lima el 18 de septiembre de 1613; y su madre doña Dorotea de Vera, peruana, nacida en Zaña. En la genealogía de don Alonso encontramos a Francisco Pérez -calificado como hidalgo- nacido en Talavera de la Reina, España, quien vino con Francisco Pizarro al Nuevo Mundo.
Luis de Santa Cruz y Padilla recibió dicho título por méritos y servicios prestados a la Corona. El mayorazgo de Lurigancho, reconocía un capital, cuyo producto recibía el Cabildo y se empleaba en el sostén de los presos de la cárcel pública. Luego será designado tesorero perpetuo de la Real Casa de la Moneda de Lima, puesto que dejó de ser de libre provisión del rey, debido a que la familia Santa Cruz lo contrató y adquirió para sí por 80,000 pesos. En el condado de San Juan de Lurigancho, los Santa Cruz poseían tierras y casa solariega con huertas, ganados, esclavos, coches, calesas, además del tambo de Ancón, en el camino de Lima a Chancay.
A su muerte, le sucedió su hijo don José de Santa Cruz y Gallardo de la Orden de Santiago quien por Real Cédula del 10 de Diciembre de 1702, la reina gobernante le otorgó dos oficios, “tesorero y blanqueador”, de la Casa de La Moneda, para que los tuviese perpetuamente y por heredad para él y sus sucesores con todos sus frutos, rentas aprovechamiento correspondientes y con derecho a tener habitación dentro de la Casa de La Moneda. De esta manera, fueron tesoreros de dicha casa, sucesivamente hasta 1821, todos los condes de San Juan de Lurigancho a cuyo mayorazgo estaba unida la tesorería.
Este conde de San Juan de Lurigancho, contrajo nupcias con doña Mariana Centeno, cuyo primogénito don José de Santa Cruz y Centeno; le heredó su hermano Diego, quien se casó con doña Juana de Querejazu y Santiago Concha -hija del oidor don Antonio Hermenegildo de Querejazu-, natural de Lima. Tuvieron una hija, María Mercedes que heredó el Condado y se casó con don Sebastián de Aliaga y Colmenares quien ostentó diversos cargos y títulos.
Don Sebastián nació en Lima el 12 de julio de 1743, poseyó el mayorazgo que fundó en capitán Jerónimo de Aliaga, conquistador del Perú, de quien descendía por línea recta. Fue corregidor de la provincia de Chancay desde 1763 a 1768; alcalde de Lima en 1775; Capitán de la Guardia de Alabarderos del virrey y luego invistió el título de Castilla de Conde de San Juan de Lurigancho, falleciendo el 1 de febrero de 1817.
En 1807 entró en posesión del Condado su hijo Juan de Aliaga y Santa Cruz, de las órdenes de Carlos III e Isabel “La Católica”, habiendo sido el último conde de San Juan de Lurigancho, titulo que fue suprimido en 1824 por la creación de la República del Perú.
La primera Constitución Política del Perú fue promulgada el 12 de noviembre de 1823, de tendencia liberal y en ella se manifiesta que la división territorial es en departamentos, los departamentos en provincias, las provincias en distritos y los distritos en parroquias, dándose énfasis a las parroquias. La provincia de Lima comprendía diez distritos: Ate, Ancón, Lurigancho, Carabaillo, Magdalena, Miraflores, San José de Surco, San José de Chorrillos, Pachacamac y Lurín; con dos ciudades, dos villas, ocho pueblos, catorce caseríos, noventa y cinco haciendas, noventa y ocho chacras y doce huertas.
De los diez distritos señalados anteriormente, los más extensos eran Lurigancho y Ate por comprender todas las tierras ubicadas a uno y otro lado del río Rímac, es decir, todo el Valle desde su entrada en el Cercado de Lima, hasta el valle del Santa Eulalia y Ricardo Palma.
El distrito de Lurigancho comprendía todas las tierras de la margen derecha del río Rímac, desde Tres Compuertas hasta las alturas limítrofes con Matucana y delimitadas por las cumbres de la cadena andina del lado Norte, mientras que Ate, cubría la margen izquierda de dicho río hasta la cordillera andina del lado Sur.
A lo largo del tiempo, este extenso distrito de Lurigancho, que ha visto pasar curacas, caciques, incas, condes, virreyes, presidentes, santos, dirigentes políticos y hombres de gran alcurnia, fue perdiendo sus territorios por fraccionamiento para el surgimiento de nuevos distritos. Así fueron creándose progresivamente: Ate, el Rímac, La Victoria en agosto de 1921; Chaclacayo en abril de 1940 y Ricardo Palma en 1944.
En 1704, Antonio de Sifuentes y Villarroel -cura de la doctrina de San Juan de Lurigancho- presentó una demanda contra Antonio Ruiz de la Escalera para recuperar una propiedad en Santa Clara, prosiguiendo con el expediente de Tomás de Ballesteros. También presentó en 1717 un expediente contra la Orden de La Merced para que restituyan a su doctrina el anexo de Santa Cruz de Late.
El Arzobispado de Lima autorizó cultivar la devoción privada, para ello se establecieron oratorios. Los oratorios ubicados en lo que actualmente comprende la jurisdicción territorial de la diócesis de Chosica son treinta y ocho. Los oratorios eran lugares de culto privado en que un hacendado ponía a disposición un espacio de culto para mantener la piedad católica. En tal sentido, los oratorios sirvieron como un espacio sagrado dentro de la hacienda y, a su vez, para mantener vinculación directa con la Iglesia Católica.
La devoción y el culto privado ha sido característica peculiar de la zona Este de Lima, siendo Ate el espacio donde se han ubicado el mayor número de chacras y haciendas.

FECHA

LUGAR ORATORIOS

UBICACIÓN

PROPIETARIO

1747

Ate

Hacienda en La Rinconada

Francisca de Céspedes

1798

Ate

Chacra de La Mansanilla

Marques de Zelada de la Fuente

S/F

Ate

Hacienda de Monte Alberne

José de Salazar y Muñatones

1806

Ate

Hacienda Pariache

José de Laos

1807

Matucana (Huarochirí)

Hacienda San José de Chosica

Miguel García

1809

Ate

Chacra de Puruchuco

Josefa Espejo

1816

Ate

Chacra Santa Rosa

María Nieves Bernales

1819

Ate

Chacra de Segama

Domingo Rolando

1820

Ate

Hacienda Pulido

Nicolás Lobatón

1828

Ate

Hacienda Lomo Largo

Miguel Arteaga

1828

Ate

Chacra Barbadillo

Hipólito Aparicio

1845

Ate

Chacra de Bravo Chiquito

Miguel Aguirre

1847

Ate

Hacienda de Santo Cristo de Zavala

Miguel Huerta

1848

Ate

Chacra La Calera del Agustino

Rosa Rávago

1849

Ate

Chacra de La Rinconada

María Ana de los Ríos

1849

Ate

Chacra de Santa Clara

Francisco Antonio de Goytizolo

1849

Ate

Chacra de Mayorazgo

Julia Piñeiro

1849

Ate

Suchacra

Juan de Dios Moreno

1849

Lurigancho

Chacra de Zárate

Lorenzo de Soria

1849

Lurigancho

Hacienda de Santa Clara

Manuel Victorero

1849

Ate

Chacra de Camacho

Manuel Ayulo

1849

Lurigancho

Chacra de Flores

Cristóbal Armero

1849

Ate

Chacra de Lomo Largo

Tiburcio Medina

1849

Ate

Hacienda Chacracerro

Manuel Elguera

1849

Ate

Hacienda de Pariachi

José María Sancho Dávila

1853

Lurigancho

Hacienda Huachipa

Juan Antonio García

1857

Lurigancho

Hacienda Huampaní

Manuel Servido

1858

Ate

Hacienda de Salinas

José Rueda

1862

Lurigancho

Hacienda Nievería

Pablo Sacio

1865

Ate

Hacienda Vásquez

Teodoro Vásquez de Velasco

1872

Ate

Hacienda Salamanca

Flavio Castañeda

1875

Lurigancho

Hacienda Carapongo

José Manuel Herrera

1884

Ate

Hacienda Mayorazgo

Elisa S. De Silva Rodríguez

1884

Ate

Hacienda Zavala

Samuel Cavero

1886

Lurigancho

Hacienda Ñaña

Eulogio Delgado

1888

Ate

Fundo Santa Clara

Luis Bryce

1889

Santa Eulalia

Fundo Moyopampa

Pedro José Zavala

1892

Lurigancho

Fundo Pedreros

Juan A. Urmeneta

Fuente: Archivo de la Arquidiócesis de Lima.

Entre los siglos XVII y XIX se autorizó la construcción de las capillas. Habiéndose construido en Huachipa, la primera capilla dentro del territorio, de lo que actualmente es la diócesis de Chosica. El propietario de dicha capilla fue el capitán Diego de Ayala y Contreras.
Cinco capillas recibieron reconocimiento a inicios del siglo XVII; una capilla recibió reconocimiento en el siglo XVIII; y, tres recibieron reconocimiento en el siglo XIX. En consecuencia, las capillas fueron construyéndose según la necesidad de mejorar la administración de los sacramentos e inclusive para el nuevo sector social de fines del siglo XIX: los obreros. Según Poloni, en 1773 existían las siguientes haciendas: Zárate, La Bega, El Rosario, Santa Clara, Lascurain, Azcarruns, Palomares, Doctrina de Lurigancho, Otero, Conde de Lurigancho, Buenamuerte, Oropesa, Cascajal, Huachipa, Monte Mogollón, San Miguel de los Ancones, Nievería, Carapongo, Mogollón, Barbablanca y Ñaña. Algunas de estas haciendas tenían capillas donde se celebraban misas mediante un capellán.

2. LA ORGANIZACIÓN DE LOS INDíGENAS LAICOS

La cofradía era una agrupación de fieles laicos reunidos bajo la advocación de un santo patrón. La cofradía rural de indios se presentó de manera similar en su funcionamiento a las instituciones de los labriegos españoles con fines de practicar el culto católico y la ayuda mutua de naturaleza comunal, ligada al ciclo agrícola. En 1679 los pobladores oriundos de Huachipa constituyen la Cofradía de San Agatón.
Celestino afirma que: “la cofradía puede ser una institución clave para profundizar nuestro conocimiento sobre la historia tanto rural como urbana del Perú, en el ámbito económico e ideológico, porque ella jugó el mismo rol que la hacienda y la comunidad”.
 2.1. La población de las Doctrinas
Luego que Pizarro constituyó a Lima como la principal ciudad del virreinato de Nueva Castilla, su población fue ampliándose hacia zonas aledañas, siendo propicias sus áreas, para la repartición entre sus allegados e inclusive en reducciones para evangelizar a los aborígenes. Para tener un mejor conocimiento de la distribución de los indios se realizaron una serie de censos.
En tal sentido, el 3 de setiembre de 1760 se realizó un Padrón General de los Naturales y demás personas de la Doctrina de Late. El pueblo de Late tenía una población muy reducida, pues contaba con 16 integrantes, entre los cuales los indios conformaban la mayoría con 9 integrantes. Luego seguían los españoles con cuatro integrantes.
El padrón respondía a las propuestas reformistas de los Borbones quienes deseaban tener un mejor control del virreinato del Perú y de quienes integraban sus reinos. De esta manera, encontramos el pueblo de Ate, el pueblo de La Rinconada, la población de las haciendas, y el valle de La Sieneguilla.
El pueblo de La Rinconada tenía en total 48 integrantes. Los indios conformaban la mayoría con 38, mientras que los zambos ocupaban el segundo lugar con 4 integrantes. Esta población parece no haber sufrido los estragos por parte de los españoles ante el abuso de los indios, pues se registra un número mayor.
La población en las haciendas tenía una proporción mayoritaria de indios, seguido de los mestizos. En tal sentido la masa poblacional de las haciendas eran de trabajadores que se dedicaban al trabajo del cultivo y de la cosecha.
En el valle de Cieneguilla la población mayoritaria era de indios, de los cuales el hombre tenía 65 integrantes, mientras 49 son mujeres. Los mestizos eran el siguiente grupo, pero era muy reducido, pues se registró a 7 integrantes.
En general, la población de la doctrina de Santa Cruz de Late cuenta con 330 integrantes. La población mayoritaria la conformaban los indígenas, con 264 integrantes; mientras que la siguiente población, en número, eran los mestizos con 26 integrantes.
Si bien la suma de indios y mestizos corresponde al 88% de la población en la doctrina de Santa Cruz de Late, esto no se explica porque los indios tuvieran buenas condiciones laborales ni mucho menos por que su mano de obra fuera de calidad; pues encontramos cinco chinos y cuatro zambos, quienes fueron reemplazando a los indígenas de la zona. Esto significa, que también la población indígena censada estaba muy por debajo de otros asentamientos aledaños.
La disminución de la población indígena en los valles de Lima se debió principalmente a las enfermedades propias de los españoles que fueron contagiadas a la población autóctona, y a que los indios no sabían como curarlas, ya que les resultaban desconocidas.
Debemos tener en cuenta que los corregidores perjudicaron la formación cristiana de los indígenas, pues no evangelizaron como se les encomendó, sino los sobrecargaron con labores en sus tierras.
El primer Padrón General de todos los feligreses de la doctrina de San Juan de Lurigancho y de los esclavos de la hacienda, data de 1760; sin embargo analizaremos el de 1790 ya que se puede observar mejor la distribución de la población.
La visita realizada a la doctrina de Lurigancho se realizó el 1 de setiembre de 1760. En dicho patrón se tiene registrada a 66 personas[1]. El número total de haciendas es trece: Hacienda de San Lorenzo de Zárate, hacienda de Santa Cruz, hacienda del oidor Gorena, hacienda de don Ignacio Castro, hacienda del marqués de Salinas, hacienda del Mayor Otero, hacienda de Oropesa, hacienda de Pedreros, hacienda de Gallegos, hacienda de Nievería, hacienda de Montes, Hacienda de Ñaña y hacienda de Magdalena de Villa Blanca. La visita a la doctrina de Lurigancho no sólo tenía el objetivo de conocer el número de fieles integrantes y si están casados o están viudos o solteros, sino también el estado de los ornamentos de la liturgia y del templo, que se habían visto afectados por el gran sismo de Lima: “Habiéndose arruinado la Iglesia enteramente y cuanto hacía dentro de ella con el temblor del año de 1746 y no habiendo quedado ni un atril ni candelabro para poder decir misa, todo lo que presente se halla es enteramente nuevo”.[2]
Al igual que la doctrina de Santa Cruz de Late, en la doctrina de Lurigancho se observa la disminución de la mano de obra indígena. El cura que registró la visita de 1760 fue Ignacio de Villanueva, siendo Arzobispo Diego del Corro. Ante la disminución de los indios el cura manifestó: “En cuanto a la ausencia de feligreses dijo que los indios son pocos como consta el padrón, y los [de]mas se ocupan en trabajar en las chacras que no se les puede apurar porque los defienden sus amos, y si se les castiga la falta se van, y si se les busca por algún fiscal, o por alguno otro enviado por el cura administrador rentan a este los mayordomos y faltan a la obediencia debido a su párroco y asistencia a la iglesia. Que en cuanto a misa dicen la oración en sus chacras o en lima y que cuanto a doctrina e instrucción, dicen sus amos que tienen bastante cuidado en ella”.[3]
En cuanto a la población de la doctrina de San Juan de Lurigancho en mayo 1790 se observa una gran disminución de los indígenas, es decir, de indios y mestizos. La población de negros aumentó considerablemente a 445 integrantes; es decir, la mano de obra pasó a ser mayoritariamente procedente de África, dado que la población indígena seguía disminuyendo.  La población negra llegó a ser el 75 % de la doctrina de San Juan de Lurigancho.
En los años de 1876, 1908 y 1920 se realizan censos de población; sin embargo, según Poloni el de 1908 no es útil porque solo está referido al pueblo de Lurigancho. De esa manera Poloni manifiesta que la población de Chosica, según los datos que arrojan los censos y visitas, ha ido aumentando dejando al margen a San Juan de Lurigancho como la principal población del distrito: “El crecimiento de la población de todo el valle de Lurigancho se debe fundamentalmente a la creación de la ciudad de Chosica y al número de aumento de sus habitantes. Por oposición, el pueblo de San Juan de Lurigancho conoció un proceso de decadencia por haber perdido su función de capital distrital, sin embargo, la población de las haciendas se duplicó entre 1876 y 1940, lo que es un índice de su vitalidad económica”.[4]
Un Censo (1839) realizado en los distritos de Ate y Lurigancho, permite obtener los siguientes resultados: una población total de 1212, que se distribuye en 293 castas, 288 indígenas y 631 negros esclavos. De esta manera se observa cómo la población esclava ha ido en aumento, mientras que la de indios fue disminuyendo drásticamente por la explotación de los dueños de las haciendas. Esto no significó que la producción de las haciendas decayera, sino que se mantenía en auge, puesto que se seguía teniendo mano de obra barata.
Para el caso de Matucana, San Pedro de Casta, Santa Olaya (hoy San Antonio), Carampoma y San Mateo, los resultados fueron los siguientes: una población total de 6,209 habitantes; de los cuales 3212 mujeres y 2997 hombres, que se distribuyen en 182 castas y 6,027 indígenas (ver gráfico 1.2). En consecuencia, en la provincia de Huarochirí la población indígena es la mayoría según el censo de 1839. Esto podría sugerir que la población indígena se desplazó hacia el este para no ser explotado y formar una comunidad alejada de la autoridad.

3. CATOLICISMO EN LA REPÚBLICA

Pedro García y Sanz [5] menciona que la Provincia Eclesiástica del Cercado, con una población aproximada de 68,496 feligreses, comprende: “Además del curato de la Ciudad y el del Cercado; Lurín con el pueblo anexo de Pachacamac; el curato del pueblo de Surco con el anexo de Chorrillos; el curato de Magdalena con el anexo de Miraflores; el curato de Lurigancho con el anexo de Huachipa; el curato de Late con el anexo La Rinconada; el de Carabayllo con el anexo de Lancon, y el curato de San José de Bellavista”.
Durante la etapa republicana se tuvo a los siguientes curas, que tenían como jurisdicción lo que hoy vendría a ser la diócesis de Chosica. En 1817, Manuel Lorenzo Lujan fue el cura de Late. La comodidad del valle de Lurigancho se verá afectada por el proceso de independencia y la libertad de esclavos.
El 21 de enero del año de 1825, Bolívar crea el gran distrito de Lurigancho. En 1857, el Congreso ratifica la creación del Distrito, cuya capital era el mismo pueblo de Lurigancho, con una población de 1248 habitantes dedicados en su mayoría a las actividades agrarias, según el censo de 1876. El 3 de octubre de 1894 se fundó la ciudad de Chosica, y por ley del 9 de noviembre de 1896, se convierte en su capital distrital, llamándose Lurigancho-Chosica. Al transformarse en sede administrativa, era un verdadero problema para los pobladores ir hasta la citada capital, para realizar sus tramites documentarios (inmobiliario, partidas de bautismo, matrimonios, defunciones).
A fines del siglo XIX, es cura de Late, Manuel Sebastián Fernandini en 1888. Y en San Juan Bautista de Lurigancho se suceden como curas interinos los presbíteros José de Cueto en 1883 y José Teodoro Rodríguez en 1895.

 4. EL SIGLO XX

El siglo XX será un periodo de transición en el cual la zona este de Lima se verá afectada por la migración de personas que deseaban tener un espacio para poder vivir. Cabe resaltar que el valle de Lurigancho se caracterizó por ser una zona bella, tranquila y agrícola; la productividad de los extensos campos era evidente por la variedad de cultivos que aquí se obtenían (camote, maíz, alfalfa, uva, sandia, algodón, etc.), además de la prospera actividad ganadera, que se alimentaba de la vegetación existente en los cerros y del rastrojo de los chacras.
Respecto al siglo XX, Stubbs [6] afirma que las haciendas de Lurigancho comprendían desde Tres Compuertas (Piedra Liza) hasta Moyopampa. En 1904 llegaron a Chosica los agustinos y forman el colegio Santa Rosa. Posteriormente dentro de la jurisdicción de Lurigancho, fue creada en 1914 – bajo la advocación de Santo Toribio de Mogrovejo- la quinta Vicaría Foránea con sede en Chosica que comprendía: las parroquias de Nuestra Señora del Rosario en Chaclacayo, Santiago Apóstol en Carampoma, San Pedro de Casta y Santa Eulalia.
Además, durante el siglo XX la zona este de Lima se ha caracterizado principalmente por la producción industrial, principalmente textil, dado que la población mayoritariamente conocía el arte del tejido. En San Juan de Lurigancho se asientan las más modernas industrias textiles y de confecciones para exportación y, a la vez, la mayor población quechua hablante nacional. Sus zonas de reciente expansión, se originan en los primeros moradores de asentamientos humanos como Piedra Liza, Zárate, Caja de Agua, Mangomarca y Las Flores, constituidos en barrios modernos a lo largo de la segunda mitad del siglo XX [7].
Durante los años de 1950 crece la intención de retomar sus límites y crear un nuevo distrito, esta iniciativa es tomada por un grupo de vecinos y hacendados del valle de San Juan De Lurigancho. El actual distrito tiene su partida de nacimiento el 13 de enero de 1967, durante el primer gobierno del Arq. Fernando Belaunde Terry. Según ley Nº16382, se crea el Distrito de San Juan de Lurigancho, su primer Alcalde fue el Dr. Luis Suárez Cáceres, nombrado por el gobierno militar del General Juan Velasco Alvarado.
 Debido a la reforma agraria, muchas propiedades son vendidas para la creación de urbanizaciones y cooperativas de vivienda. Es durante la década de los 80, que el distrito crece debido a la toma de tierras, constituyéndose una gran cantidad de asentamientos humanos y pueblos jóvenes. Esta gran variedad de matices culturales forma el actual rostro del distrito, cuyo nombre es el reflejo de siglos de antiguas culturas.
En la actualidad San Juan de Lurigancho es considerado como uno de los distritos con mayor población de Latinoamérica. Su crecimiento se debió básicamente al centralismo de la capital, que repercutió en una desatención del campo, el fracaso de la reforma agraria, así como la violencia social y política. El surgimiento de asentamientos humanos como Huáscar, Bayóvar, José Carlos Mariátegui, etc., es el producto de los múltiples problemas que durante las dos últimas décadas enfrentó nuestro país:
“La iniciativa de crear un nuevo distrito nació por el interés de algunos pobladores de Tres Compuertas en los años 50. Para lograr este objetivo se organizó un ‘Comité Pro Distrito’. Para fundamentar su reivindicación señalaban el aumento de los habitantes y la distancia de la capital distrital; estos dos hechos hacían evidente la absurda situación administrativa, los moradores para todo tipo de trámites tenían que ir hasta Chosica, puesto que los agentes municipales no tenían ningún poder decisivo. Junto a lo anterior, la ausencia de una carretera directa desde Lurigancho hacia Chosica hacía más engorrosa la situación. Además la municipalidad se hacía presente más para cobrar que para obrar en beneficio de la población” [8].

5. NACIMIENTO DE LA DIÓCESIS

La creación de una diócesis se constituye mediante una Bula Pontificia. De esa manera, se creó la diócesis de Chosica el 14 de diciembre de 1996, siendo nombrado el Monseñor Dr. Norbert Klements Strotmann Hoppe MSC [9], hasta entonces obispo auxiliar de Lima,  como Administrador Apostólico.
Dicha bula fue suscrita por los cardenales Ángelo Sodano y Bernardino Gantín, así como por los protonotarios apostólicos Eugenio Seri y Marcelo Rossetti. La actual jurisdicción territorial de la diócesis de Chosica pertenecía a la arquidiócesis de Lima desde 1541.
La Diócesis está a cargo de un Obispo quien con el presbiterio realiza su trabajo pastoral de evangelización. En tal sentido se nombró a Mons. Dr. Norbert Strotmann MSC como el pastor de la diócesis de Chosica el 10 de enero de 1997, constituyéndose como el primer obispo. A su vez, se eligió como santo patrón a San Martín de Porres, quien anduvo por esta zona de Lima.
El papa Juan Pablo II fue quien autorizó la creación de la diócesis de Chosica. De la misma manera, quien ejecutó la determinación de Juan Pablo II fue el entonces arzobispo metropolitano de Lima, Augusto Vargas Alzamora SJ. Además de la creación de la diócesis de Chosica, se erigieron  las diócesis de Lurín (Lima Sur) y la diócesis de Carabayllo (Lima Norte). La preocupación del Arzobispo de Lima de ese momento, Augusto Vargas Alzamora, fue la intensificación de la evangelización de los habitantes de la zona nororiental del territorio de la Arquidiócesis de Lima, a fin de cumplir más fácilmente la misión pastoral entre los fieles
Asimismo, se estableció la división de la diócesis de Chosica en 17 parroquias que comúnmente se llaman: El Señor de la Esperanza; San Benito; San Cristóbal; Cristo Liberador – Canto Grande; San Juan Bautista – Zarate; San Marcos; Jesús Vida y Paz; Santa Clara; La Santa Cruz– Ate; San Alfonso María Ligorio; San Andrés; San Luis María G. de Monfort; Nuestra Señora del Rosario– Chaclacayo; Santo Toribio– Chosica; Nuestra Señora de Lourdes; San Nicolás de Tolentino; San Juan Bosco.
La sede de la nueva de diócesis se ubica en la zona suburbana de Lima llamada Chaclacayo. En dicho lugar se erigió de Iglesia Catedral con los derechos y privilegios concedidos a esta clase de templos y la iglesia allí existente, dedicada al verdadero Dios en honor de la bienaventurada Virgen María, Nuestra Señora del Rosario.
Ante la creación de las diócesis de Chosica se hace necesario que proveer a la nueva jurisdicción de un sacerdocio diocesano propio, para mantener al Pueblo de Dios en completa comunión con el Dios de la Vida. Para ello, se crea el seminario mayor San Martín de Porres, que está bajo el mandato del Obispo y se rige según las normas de la Iglesia católica. La formación de los seminaristas debe estar bajo los planteamientos de la doctrina de la Iglesia como de sus diversas instrucciones. En el caso del proceso de elección del administrador durante la sede vacante, a los derechos de los fieles y cosas parecidas, se prescribirán bajo los sagrados cánones.
Al momento de la constitución de la diócesis se censó a los sacerdotes como adscritos a la Iglesia en cuyo territorio tienen oficio eclesiástico.
Luego de crearse la diócesis de Chosica, será en el 2001, por Decreto Prot. 597 de la Congregación para los Obispos, suscrito por su Prefecto el Cardenal Giovanni Battista Re, se cambiaron los límites entre la Diócesis de Chosica y la Prelatura de Yauyos. Se añadieron a la Diócesis de Chosica los territorios íntegros de las parroquias que comúnmente se llaman Ricardo Palma, Santa Eulalia, Matucana y San Mateo. Procedieron a ejecutar el Decreto Monseñor Norberto Strotmann y Monseñor Juan Antonio Ugarte, obispo de la Prelatura de Yauyos, en la sede de la Conferencia Episcopal Peruana.
En resumen desde el punto de vista socioeconómico y religioso, en el actual espacio de la Diócesis de Chosica se establecieron poblaciones importantes: siendo los ruricancho quienes ocuparon inicialmente el valle, disminuyendo esta población indígena con la llegada de los españoles. La evangelización de la zona sufrió la interferencia de los encomenderos, quienes cargaban de labores a los indígenas en sus haciendas. En tiempo del virreinato, en esta zona estuvieron ubicadas las doctrinas de Santa Cruz de Late, San Juan Bautista de Lurigancho y San Damián de Huarochirí, que afianzaron el catolicismo en la población. Durante la República la inmigración de la población andina provocó el aumento de la población, siendo una Diócesis intercultural no solo a nivel de fieles, sino también del clero. El surgimiento de la Diócesis de Chosica se debió principalmente a la necesidad de llevar mejor la administración espiritual de la población en la zona este de Lima.
Notas:
[1] Archivo Arzobispal de Lima. Visitas pastorales. Legajo 7. Expediente LXI. Pág. 2
[2] Archivo Arzobispal de Lima. Visitas pastorales. legajo 7. Expediente LXI. Pág. 4
[3] Archivo Arzobispal de Lima. Visitas pastorales. legajo 7. Expediente LXI. Pág. 1
[4] POLONI, Jacques. San Juan de Lurigancho: Su historia y su gente. Un distrito popular de Lima. Pág. 66.
[5] GARCIA Y SANZ 1876.
[6] STUBBS 1958 pág.
[7] FERNANDEZ VALLE 2007, Pág. 13.
[8] POLONI, Jacques. Ob.cit.
[9] Nació en Riesenbeck (Alemania), el 14 de agosto de 1946. Ordenado sacerdote el 03 de noviembre de 1973. Consagrado Obispo Auxiliar de Lima el 17 de diciembre de 1992. Preconizado Administrador Apostólico de la Diócesis de Chosica, el 14 de diciembre de 1996 y Obispo de la Diócesis de Chosica el 11 de enero de 1997.

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