Principios o billeteras

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Mocha

¿Deben renunciar Aída García Naranjo y Nicolás Lynch al cargo de embajadores en Montevideo y Buenos Aires?
Según la congresista Rosa Mavila: Cada uno debe decidir de acuerdo a sus convicciones. “Mocha” es secretaria general del Partido Socialista y Lynch, miembro de Ciudadanos por el Cambio, que se alejó del gobierno. Debería haber una suerte de coherencia.
La áspera renuncia de Javier Diez Canseco y Rosa Mavila a la bancada de Gana Perú ha dejado a varias personas en una situación incómoda. Particularmente, a los embajadores Aída García Naranjo (dirigente del Partido Socialista) y Nicolás Lynch (miembro del colectivo Ciudadanos por el Cambio, al igual que Mavila). En la medida en que la diplomacia es para ellos una tarea tan exótica como para Rafael Roncagliolo, siempre resultó claro que su designación fue política. Y desvanecida la circunstancia política que sostenía esos nombramientos –la alianza de las referidas organizaciones de izquierda con el nacionalismo gobernante–, lo lógico sería que García Naranjo y Lynch dejasen sus cargos. Si, como es de suponer, ellos comparten los términos de la carta de renuncia de Diez Canseco y Mavila (es decir, la convicción de que el presidente ha “faltado a su palabra y a los compromisos contraídos con el país”), no se explica que permanezcan en sus puestos un día más. A menos, claro, que ante la perspectiva de dejar sus dulces exilios en Argentina y Uruguay, prefieran cantar ese viejo hit de los embajadores criollos que dice:
“Me he convencido [de] que tu amor no es verdadero/
me he dado cuenta de tu engaño, y más te quiero.
Sé que te debo odiar, que no te debo amar;
pero es inútil, este amor es más fuerte que yo mismo”.

Los congresistas Carlos Bruce y Javier Velásquez Quesquén señalaron que los embajadores de Uruguay y de Argentina, Aída García Naranjo y Nicolás Lynch, respectivamente, “deben ser consecuentes con sus ideas y abandonar o renunciar a sus cargos por ética” tras las renuncias de Javier Diez Canseco y de Rosa Mavila a la bancada de Gana Perú.
“Ahora se verá si prefieren sus ideas o sus billeteras”, comentó Bruce a Perú21. En tanto, su colega Velásquez Quesquén recordó que el mismo camino deberían tomar el actual presidente de Petroperú, Humberto Campodónico; el titular de Essalud, Álvaro Vidal; y el viceministro de Agricultura, Juan Rheineck porque son parte de la “cuota de poder” de los exaliados del Gobierno.
“Salvo que estén en desacuerdo con las ideas de Diez Canseco y de Mavila, y prefieran seguir con la Hoja de Ruta del presidente Humala”, señaló el expremier aprista.

Fuente: Diarios El Comercio, La Primera y Perú21.
Nicolás Lynch¿Lealtad con quién?
Por Nicolás Lynch Gamero
Hay una especie que vienen difundiendo diversos voceros del toledismo sobre mi persona y que es preciso aclarar para que la opinión pública se forme su propio juicio. Se dice que fui desleal con Alejandro Toledo porque luego de haber renunciado a formar parte de su gobierno he criticado con dureza su conducta política. El asunto nos lleva a un tema crucial: ¿hacia quién es la lealtad política?, ¿hacia una persona o hacia la propuesta programática que se lleva adelante? Ambas cuestiones están muy relacionadas porque las propuestas, sobre todo en nuestro país, las encarnan en personas. Sin embargo, cuando sucede que los líderes abandonan sus propuestas, como ha sucedido en muchísimas partes, hay quienes señalan la discrepancia y se apartan del movimiento y/o gobierno.
Fui ministro y luego consejero presidencial durante el gobierno de Toledo y me siento orgulloso de ello. Entré en condición de aliado en un gabinete que en ese momento se denominó de “todas la sangres”. Lo hice por la promesa de campaña de Toledo de que continuaría la transición a la democracia iniciada por Paniagua y haría modificaciones, que prometió importantes, al modelo neoliberal. Nada de eso cumplió. El país es testigo y lo castigó en la época con los bajos índices de popularidad que recordamos. Creo que serví con lealtad a un presidente y a un gobierno. Pero, por esa misma razón, cuando las discrepancias se hicieron insalvables renuncié y me alejé de ambos, recuperando mi independencia política. Mi renuncia fue por escrito, y en ella constaba mi agradecimiento al Presidente pero también las razones de mi alejamiento. Luego di varias entrevistas y escribí muchos artículos en los que me explayé sobre mis diferencias.
¿Qué es lo que debe dominar entonces en la lealtad política: el vínculo con la persona o con la propuesta? Creo que con la propuesta y, por esa vía, con el país. Porque de eso se trata en la política democrática: de prometer determinadas cuestiones y cumplirlas, o por lo menos dar lo mejor de uno para cumplirlas. Eso fue lo que creo que Toledo no hizo. Lo contrario, creer que la lealtad es solo a la persona es un concepto señorial propio de la sociedad oligárquica, donde los individuos valen por sus apellidos o por sus relaciones pero no por sus logros personales o colectivos a favor de la sociedad, la política o la nación.
Por último, y quizás lo más importante: esta lealtad suprema con los demás es lo que nuestro pueblo nos reclama. Los mandones pasan pero la patria queda y es a la que nos debemos.

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