Del Islam al Cristianismo

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Isla Flores
En Flores hay libertad de conversión, señala el Obispo de Ruteng- Indonesia
En comparación con otros países islámicos del mundo, donde la conversión del islam a otra religión se castiga incluso con la muerte “en Flores, la cuna del cristianismo en Indonesia, en la diócesis de Ruteng, cada año existe un pequeño grupo de musulmanes, 5 a 6 personas, que se convierten al cristianismo y son bautizados. Pero esto no plantea un escándalo, ni ninguna reacción”; es lo que le dice a la Agencia Fides, su excelencia monseñor Hubertus Leteng, obispo de Ruteng. Su diócesis abarca una superficie de tres ciudades, con más de 700 mil católicos, que representan el 93% de la población total.
“Flores es impermeable a las formas de fundamentalismo que cubren Indonesia. Por razones históricas, geográficas y culturales, la población local siempre ha estado abierta a la proclamación del Evangelio”. Además, continúa monseñor Leteng, “en Indonesia, país de mayoría musulmana, Flores no se ve como un cuerpo extraño: es un buen testimonio de la diversidad de la nación y la realización típica de los principios de la Pancasila, que son la base del Estado”.
El obispo señaló que “los intentos de provocar un conflicto interreligioso también suceden aquí, pero la actitud de los líderes religiosos, autoridades civiles y la gente común siempre ha ayudado a que estos intentos fallasen”.
La misión de la Iglesia Católica en Flores, concluye, continúa a través de la exuberante abundancia de vocaciones: por ejemplo el obispo cita más de 800 aspirantes a religiosas, que en su diócesis, desempeñan un valioso servicio pastoral en las parroquias, escuelas y comunidades.
Fuente: Agenzia Fides.
Mujer
Por Dante ALIGHIERI
Virgen madre, hija de tu hijo,
la más humilde y alta de las criaturas,
término fijo de la eterna voluntad,
tú eres quién la humana naturaleza
ennobleciste, de modo que su hacedor
no desdeño convertirse en su hechura.
En tu vientre se encendió el amor,
por cuyo calor, en la eterna paz,
esta flor germinó.
Aquí eres, entre nosotros, meridiana luz
de claridad, y allá abajo, entre los mortales,
fuente viva de esperanza.
Mujer, eres tan grande y tanto vales,
que quien desea una gracia y no recurre a ti,
quiere que su deseo vuele sin alas.
Tu benignidad no sólo socorre
a quien pide, sino que muchas veces
libremente se anticipa a la petición.
En ti la misericordia, la piedad,
la magnificencia, se reúnen
con toda bondad que se pueda encontar en la criatura,
Este, pues, que desde la caridad más honda
del universo hasta aquí ha visto
las existencias espirituales una a una,
te suplica la gracia de tal virtud,
que pueda con los ojos elevarse
más arriba, hacia la salud suprema.
Y yo, que nunca ardí en deseos de ver
más de lo que quiero para él, todos mis ruegos
te dirijo y te pido que no sean insuficientes
para que tu disipes todas las nubes
de su condición mortal con tus súplicas,
de modo que se descubra el sumo placer.
Aun te ruego, reina, que puedes
todo lo que quieres, que conserves sano
después de tanto ver los afectos suyos.
Venza tu guarda los humanos impulsos.
Mira a Beatriz, que con los bienaventurados
junta sus manos secundando mi ruego.

Fuente: EL PARAÍSO. Canto XXXIII. Traducción N. González, BAC 157. Madrid 1994.

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