Pedagogías invisibles.

Pedagogías invisibles. El espacio del aula como discurso

María Acaso

Editorial Catarata

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Lo que ocurre en un salón de clases, en el encuentro del docente con sus estudiantes, es de tal complejidad que aun cuando haya sido observado por diversos autores y desde múltiples dispositivos teóricos no se agota. De hecho, a partir de la lectura de Pedagogías invisibles. El espacio del aula como discurso, podemos comprender que muchos de estos dispositivos se limitan a ofrecer un marco de comprensión del quehacer educativo pero sin llegar a brindar pautas o herramientas para transformarlo.

Frente a este contexto, Acaso reconoce que una actitud crítica es necesaria en todo abordaje de la crisis de la educación pero enfatiza que: “El discurso de la pedagogía crítica es un discurso que llega, destapa todo aquello que estábamos haciendo mal y no nos ofrece posibilidades de cambio reales (p. 80-81)”. Para ella, las pedagogías regenerativas son la posibilidad de no solo detectar los vacíos en el sistema y las prácticas educativas sino también de involucrar a los propios docentes en el abordaje de la crisis de la educación.

Para comprender mejor esta propuesta habría que señalar que Acaso y su equipo recurren y proponen algunos referentes teóricos que, todos juntos, transforman nuestra mirada del acto pedagógico.

Así, la noción de currículo oculto es el germen para un nuevo dispositivo teórico: el currículo opaco. Si el currículo oculto es aquello que, estando oculto, se hace presente en los procesos de aprendizaje; el currículo opaco es aquello que oculta que está oculto. No nos confundamos con este juego de palabras. Pensemos en el elemento clásico del salón de clases: la tarima. Ocultar que está oculto es estar a la vista de todos. Dejarse evidenciar, naturalizarse –me permito esta expresión- puede ser la forma más nefasta de transmitir un aprendizaje que ni los propios docentes son conscientes de ello.

Otro aspecto a considerar es que este libro parte de reconocer que el acto pedagógico es un acto violento desde su base. En la medida que los contenidos, pero se podría decir también lo mismo de las estrategias, los recursos, la logística y en realidad de todo el escenario pedagógico; son decididos por otros –autoridades imponen a directivos, directivos a docentes y docentes a estudiantes- hay un núcleo de violencia.

Cuando la autora plantea que todo acto pedagógico posee una direccionalidad está empleando un concepto del ámbito de la publicidad y el marketing para enfatizar que dichos actos están dirigidos para un público en particular. Es decir, en el momento que un docente piensa en el diseño de una sesión de clase lo hace teniendo en su mente un tipo de alumno con sus propias características: acaso el más atento, acaso el que tiene facilidad para aprender leyendo, acaso el que pregunta; pero dejando de lado la diversidad del grupo. Dicha autora enfatiza que la direccionalidad es un intrincado juego de elementos que, para hacerlo más complejo todo, son invisibles y nos involucra: nuestra vestimenta, los materiales que empleamos, nuestra elección del discurso que empelaremos ya dice algo sobre el tipo de público al que vamos a dirigirnos.

Desde el psicoanálisis, la autora recoge la noción de lapsus psicológico como aquel elemento que al olvidarse u omitirse  se hace más presente. Las ausencias, se diría, enseñan tanto –quizá más- que las presencias. La falta de escritoras en una revisión sobre la historia de la literatura dice algo sobre la forma como se entiende el rol de la mujer en la literatura, el arte y en la sociedad.

Finalmente, la performatividad es quizá la propuesta teórica más interesante que se plantea. Se parte de la noción que el acto pedagógico es un acto performativo porque guarda en su interior un ejercicio transformativo de lo social. Olvide y descarte que lo que ocurre dentro de un salón, que aquello que se enseña y aquello que se aprende es la realidad. Lo que se pone en juego en el acto pedagógico es una transformación de la realidad. El profesor de historia no enseña la realidad de la II Guerra Mundial. Transforma la realidad –incluso se diría su realidad- de la II Guerra Mundial en un discurso para enseñar-aprender.

He de reconocer que es sumamente complicado dar cuenta del trabajo de Acaso en tan pocas palabras. Estoy dejando de lado 2 aspectos fundamentales de su texto. El primero el que fundamenta teóricamente su propuesta desde la semiótica. En dicha sección la autora recurre a una presentación breve y clara sobre semiótica ya que es a partir de la lectura del acto pedagógico como un discurso que se permitirá detectarlo, analizarlo y transformarlo. Precisamente la segunda parte omitida es la presentación de casos en donde, a partir de la detección, análisis y transformación de uno o varios elementos del acto pedagógico se evidencia la posibilidad de regenerar la pedagogía.

Quizá para otra oportunidad.

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