cementerio de viejas frases sueltas

Tengo otro blog.
casavacia.blogspot.com
Lo saqué hace mucho tiempo pero he sido terriblemente ingrato. Quiero retomarlo. Es un blog más íntimo. Una bitácora de naufragio. Rescato los viejos escritos y los pego aquí. Debo de recordar no ser tan ingrato.

casa vacía

cerca de las diez la casa quedó vacía
la vieja sala a oscuras
extrañó tu presencia
y el silencio
se acostó en tu cama
con los pies
sobre tu almohada
moqueando un poco
de nostalgia
sobre las paredes
pensando
en los floreros
que a la mañana siguiente
amanecerían
sin novedad
y los cuartos de visita
preguntándose
que hacer
ahora
que la casa quedo vacía.
10.02.05

Alguna vez, mientras caminabas por las calles, imaginaste ser alguien diferente a ti? Como otra persona, otro nombre, otra identidad? Yo sí. La mayoría de las veces, o la mayoría de las veces que puedo recordar, me imagino como un asesino profesional. Camino pensando que tenga dos pistolas en el cinto, que doblo una esquina, que entro en una iglesia, que rezo, que luego entro a un café o un restaurant y espero. Imagino que algunos minutos después entra mi víctima mientras yo sigo tomando el café. Luego imagino que me paro, que pago el café, que camino hacia la salida, que me detengo, que miro a mi víctima quien entonces sospecha que llevo su muerte en mis manos, en mis ojos, en la bala que se incrusta en su corazón. Para él es demasiado tarde.
Fragmento para futura novela policial
3.09.06

Frío

… igual hizo frío. Un frío intenso. Me pareció raro porque sentía los brazos helados a pesar que tenía chompa. Cuando llegué a casa seguía sintiendo mis brazos helados y cuando me desvestí noté que en realidad estaban calientes. Me hizo pensar que existe un frío que no es del cuerpo, sino del alma.

5.09.06

las pequeñas batallas que luchamos a diario

De todos los asientos libres que había en la combi, el hombre decidió sentarse a mi lado. Quizá porque quería evitar que le caiga el sol a su pantalón talla XL, quizá porque me vio cómodamente instalado en la último hilera de asientos o quizá simplemente fue una coincidencia, pero a aquel hombre lo odié cuando me dijo: “Permiso”.

Que las calles, en palabras de Héctor Lavoe, sean selvas de cemento nos convierte en animales, en animales que dicen: “Permiso”. Y ya que hablamos de junglas, habría que recordar que ahí el más fuerte sobrevive, lo que en resumidas cuentas transforma nuestras vidas en una sucesión de pequeñas batallas que luchamos a diario.

Una pequeña batalla fue lo que libre esa mañana. Aquel gran hombre, que rellenaba un gran pantalón, necesitaba espacio extra para su XL… a costa de mi comodidad. Algo que no estaba dispuesto a aceptar.

En resumidas cuentas fue una lucha tenaz: hombro contra hombro, codo contra codo, un monto de adrenalina extra en una vida que por momentos se puede volver monótona. Una prueba de maldad, no de la brutal que se resume a golpes, si no de la mal llamada maquiavélica: aquella que es siniestra y racional, aquella que a partir del pequeño sacrificio del dolor que genera un hueso contra un músculo consigue derrotar la fuerza bruta a punta de paciencia. ¡Nunca me sentí tan cerca de Gandhi!
3.10.06

fragmento de una historia inconclusa
Cuando la vio pensó en abrazarla. Sus brazos se movieron. Los de ella no. El resto de la noche la pasó en silencio y al despedirse supo que jamás volvería a verla. Ya en casa y con todas las luces apagadas pensó que sería una buena idea mudarse. Era muy tarde cuando se durmió.
A la mañana siguiente la idea de mudarse le pareció ridícula. Se lo comentaría a Úrsula la siguiente vez que la viera. Le diría: la otra vez pensé algo ridículo. Pensé en mudarme. Úrsula se quedaría en silencio un instante y luego diría: ¿mudarte?
Entonces hablaría de todo lo que paso esa noche. El cine, los cigarros, las calles y la lluvia. También comentaría del tropiezo esperando que Úrsula riera. En medio de tanta cavilación… no te ha pasado tropezarte? Úrsula se quedaría en silencio. Luego daría por concluida la sesión.Afuera empezaba la lluvia.
21.1.07

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