Donald Trump y la apócrifa historia de las balas con sangre de cerdo

Hace algunas semanas el precandidato republicano Donald Trump hizo referencia a un supuesto incidente ocurrido en el marco de la guerra entre estadounidenses y moros en el sur de las Filipinas entre 1902 y 1913. Veamos:

Esto es algo que pueden leer en los libros de historia, aunque no en muchos, porque no les gusta enseñar esto. Era inicios del siglo XX, y había un problema terrible de terrorismo, tal como el que tenemos ahora. Y [el general Pershing] capturó a 50 terroristas que habían hecho tremendo daño y matado a muchas personas. Y tomó a los 50 terroristas, y empapó 50 balas en sangre de cerdo. E hizo que sus soldados cargaran sus rifles, puso a los 50 terroristas en fila y mataron a 49 de ellos. Al último le dijo: “Ve con tu gente, y cuéntales lo que pasó”. Y por veinticinco años no hubo problemas, ¿entienden? [aplausos] Así que más nos vale ponernos rudos, prestar atención y empezar a usar nuestras cabezas, o nos vamos a quedar sin país.

Esta apócrifa anécdota contada por Trump y las lecciones que de ella extrae nos muestran los peligros de la manipulación -o descarada invención- del discurso histórico. Para empezar, clasificar la resistencia mora contra la conquista estadounidense como una campaña de terrorismo resulta problemático. Si recaemos en el facilismo de tachar a cualquier enemigo que defiende su territorio -con o sin tácticas no convencionales- como terroristas, entonces todos somos terroristas, incluidos los guerrilleros campesinos en la Guerra del Pacífico, los partisanos soviéticos en la Segunda Guerra Mundial y una larga lista de etcéteras.

Pero además, a diferencia de las tácticas guerrilleras utilizadas por los católicos luzoneros en la fase tardía de la guerra filipino-estadounidense, la resistencia de los moros musulmanes en Mindanao y Sulú más bien se caracterizó por recurrir sobre todo a tácticas convencionales. Los jefes moros anunciaban su resistencia a las autoridades estadounidenses y convocaban a sus guerreros a concentrarse en sus kotas, fortificaciones tradicionales donde tenían algunas piezas de artillería bastante obsoletas. Como señala Michael Hawkins, esta actitud de pelear ‘cara a cara’ les ganó algo de respeto por parte de los estadounidenses, quienes preferían estas batallas convencionales a las interminables campañas contrainsurgentes que tenían que llevar a cabo en las zonas católicas del país. Difícilmente se puede tildar de terroristas a un grupo que intenta librar batallas defensivas convencionales desde posiciones fijas.

Ahora bien, uno podría argumentar que Trump estaba usando el rótulo terrorista para referirse a los famosos juramentados musulmanes que asolaron tanto a españoles como a estadounidenses. Los juramentados eran individuos que consideraban que la conquista cristiana de tierras musulmanas era intolerable, y hacían un juramento ante un pandita (líder religioso) de morir matando a cuantos pudieran. Estos juramentados se infiltraban en fortines y barracas militares del ejército invasor o incluso en pueblos de colonos católicos o estadounidenses, y una vez adentro atacaban con sus bolos o barongs a cuanto enemigo vieran, sea este civil o militar. Para poder resistir la mayor cantidad posible de balas, estos antes de lanzar sus ataques se fajaban con vendas, de manera que la pérdida de sangre fuera contenida. Por su excepcional habilidad con armas punzocortantes y su capacidad de absorber varios disparos antes de caer muertos, los juramentados en efecto causaron terror entre los estadounidenses.

Sin embargo, hay algunas precisiones que hacer. Para empezar, jamás hubo ataque de juramentado alguno en Nueva York, Seattle, San Francisco o Boston. La idea actual del terrorista, tal como es entendido por gran parte del público estadounidense, es aquel que quiere infiltrarse en Estados Unidos y causar daño. Bajo esa premisa, el juramentado definitivamente no lo es, ya que su horizonte se limitaba a Mindanao y Sulú. Además, los juramentados en el periodo estadounidense actuaban de manera individual o en grupos muy pequeños, jamás en grupos de cincuenta hombres. Y por último, debido a su propia naturaleza suicida, era muy difícil capturar a un juramentado vivo, a lo cual habría que sumar que la actitud de los soldados estadounidenses en Filipinas no era del tipo que buscara tomar prisioneros. Capturar cincuenta juramentados de un solo golpe es completamente inverosímil.

Asimismo, habría que tratar el tema del general John Pershing. Este es el mismo que persiguió a Pancho Villa, comandó el Ejército estadounidense en la Primera Guerra Mundial y que fue a Sudamérica para mediar en la disputa en torno a Tacna y Arica. Para empezar, se le asignó un puesto de mando en la complicada zona del lago Lánao en Mindanao precisamente por sus cualidades diplomáticas, al ser conocido por la paciencia que demostraba al poder entablar larguísimas negociaciones con los jefes musulmanes. Tanto su comando de Lánao en 1902-1903, como de la región entera en 1909-1913 se caracterizaron más bien por sus intentos de evitar el derramamiento de sangre y, cuando realizó operaciones militares, estas se llevaron a cabo con tácticas convencionales por ambos bandos. Asesinar a cincuenta hombres a sangre fría no calza para nada con lo que se conoce de su personalidad durante esos años. Suena más a algo atribuible a los generales Leonard Wood o Jacob Smith.

Finalmente, aun si contra todo pronóstico el incidente hubiera ocurrido, la idea de que con ello se puso fin a la resistencia de los moros por 25 años también es completamente falsa. En caso hubiera ocurrido durante la campaña del lago en 1902-1903, el hecho de que las más grandes enfrentamientos de la guerra ocurrieron en 1906 (Bud Dajo) y 1913 (Bud Bagsak) lo desmentiría. Y aun si se hubiera realizado tras la batalla de Bud Bagsak en 1913, tiene mucho más sentido atribuir el fin de la guerra a los más de diez años durante los cuales los señoríos moros habían sido sistemáticamente destruidos, que a una improbable masacre. En cualquier caso, los ataques de los juramentados se siguieron dando hasta la década de 1940.

En conclusión, Donald Trump está citando una historia que en toda probabilidad es apócrifa. Los moros en general no eran “terroristas”, y aquellos a quienes quizás se les podría achacar retroactivamente aquel rótulo no podían ser capturados en grupos de 50. Asimismo, no encaja en la personalidad de Pershing masacrar en sangre fría a tanta gente y, finalmente, los ataques de juramentados en Mindanao nunca cesó. Aquel incidente es algo que no se puede leer en ningún libro de historia medianamente serio, sencillamente porque lo más probable es que jamás haya ocurrido. Es preocupante que haya gente dispuesta creer en historias apócrifas y en base a ellas propugnar la realización de crímenes de guerra.

 

Arnold, James. The Moro War: how America battled a Muslim insurgency in the Philippine jungle, 1902-1913. Nueva York: Bloomsbury Press, 2011.

Gowing, Peter. Mandate in Moroland: the American government of Muslim Filipinos, 1899-1920. Ciudad Quezón: University of the Philippines System, 1977.

Hawkins, Michael. Making Moros: Imperial historicism and American military rule in the Philippines’ Muslim South. DeKalb: NIU Press, 2013.

Puntuación: 5 / Votos: 3

Jorge Bayona

Jorge Bayona es candidato doctoral en Historia en la Universidad de Washington (Seattle), Magíster en Historia por la misma universidad y Bachiller en Humanidades con mención en Historia por la Pontificia Universidad Católica del Perú (Lima). Actualmente es docente en la Universidad del Pacífico y ha sido docente en la Universidad de Washington y la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. Sus áreas de especialización son el Sudeste Asiático, América Latina y el mundo del Pacífico.

2 pensamientos en “Donald Trump y la apócrifa historia de las balas con sangre de cerdo

  • 2 mayo, 2017 al 4:00 am
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    mas repugnanete en que se base en esa historia para sus planes de futuro como governante, el daesh o alcahera o el EI puede usarlos como la escusa para atacar sean culpables o no solo necesita los puntos donde en un pasado estaban y atacar alli

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  • 2 mayo, 2017 al 4:05 am
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    trump lleva planeando una guerra en oriente merio y en mas lugares segun su campaña quere ganr muchas guerras yu algunos puntos como cuando ataco somalia y yemen en ataque sorpresa ofuscado por un atentado en uno de los casos y acallado y decir que eso es vencer guerras o intentar que entren en guera como minimo intentar ograrlo en yemen es mas asqueroso, apenas pueden defenderse y pretentde iniciar guerras o los ataca, en yemen o era somalia, la escusa fue los opositores del ejercito diciendo que eran una afilacin de el daesh algo asi como si dijera que ele ejercito revelde sirio esu na afiliacion del daesh y el de al alasad lo ignoro, uso como escusa unos militantes para atacar y aplacar sus ansias de atacar a otro pais

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