24/08/10: IDENTIDAD PARTIDARIA EN UN MUNDO FRAGMENTADO

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En momentos de definiciones electorales les invito a leer este articulo
Gianna

¿Son importantes las banderas y los símbolos partidarios en una
campaña electoral? ¿Por qué? ¿Qué resortes cerebrales movilizan?

Descubriéndose ante el espejo—————————–
Al principio el niño no se siente otro, distinto a los demás,
autónomo e independiente. Es que al principio el niño ni siquiera
se siente uno. No tiene conciencia y ni siquiera sensación de ser
uno, idéntico a sí mismo.

No tiene el concepto ni la imagen de su propia identidad. No es más
que una caótica multiplicidad de impulsos, movimientos, necesidades
y deseos.

Hasta que se descubre en el espejo y todo comienza a cambiar. De
pronto un día se ve reflejado. El espejo le devuelve su imagen.
Allí estoy. Allí soy. Ese soy yo. Yo.

Puede tratarse del espejo como objeto del mobiliario. O del espejo
de los ojos de la madre, de los ojos de otros, de las superficies
espejadas de algunos objetos, de la superficie espejada del agua, o
hasta de las acciones y reacciones de los demás que le hacen sentir
su propia existencia.

Está. Existe. Vive. Es un individuo. Es uno. Completo, entero,
diferente a los demás. Y respira aliviado, alejando la angustia de
la fragmentación.

La difícil tarea de construir la identidad
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El reflejo dice que estoy. El reflejo dice que soy. Desde aquel
instante mágico en el que el niño se descubre en el espejo comienza
una tarea vitalicia. Una tarea compleja y que dura para siempre. La
tarea de construir la identidad.

Y el mundo de hoy no facilita mucho esta construcción.

Vivimos en un mundo fragmentado. Surgen ante nuestros ojos nuevos
países (y hasta nuevos planetas). Se hunden viejos sistemas de
gobierno y son sustituídos por otros. Nuevos objetos cambian
radicalmente nuestra vida cotidiana: computadoras, teléfonos
inteligentes, libros electrónicos, televisores, aparatos
reproductores de música. Nuevos hábitos irrumpen. Viejas
concepciones del mundo y de la vida se rompen. Las crisis
económicas van y vienen. Muchas aparentes verdades caen al suelo
por su propio peso. Las ideologías y las religiones se sacuden y
crujen.

La vida se vuelve una sucesión de experiencias rápidas y
fragmentarias. Los contactos del Facebook. Los canales de la
televisión por cable. Las canciones del mp3. Los videos de YouTube.
Unos pocos segundos para escanear visualmente una página web tras
otra. Los sms que entran y salen. El chat, el msn. Las tribus
urbanas. La inestabilidad laboral, las migraciones, los cambios de
domicilio, los divorcios, las separaciones.

Fragmentos, rupturas, velocidad. ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Dónde
está el espejo?

Levanten esa bandera
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Entonces aparece la bandera. El símbolo. Los colores. El partido
político. La identidad partidaria como parte de la identidad
personal.

Y algunos partidos políticos logran que su bandera se convierta en
un espejo para amplios sectores del electorado. Para una
multiplicidad de individuos que ven la bandera de su partido y
sienten que “allí estoy yo, allí soy”.

Eso soy. Por fin. Y fuera la angustia. ¡Fuera! Yo soy esa bandera,
esos colores, esas ideas. Yo soy.

La bandera cumple en este caso la función del espejo. Reúne en una
identidad única todos los fragmentos contradictorios y dispersos.
Tranquiliza y da sentido. Integra al individuo en una totalidad que
lo trasciende, que va más allá. Y da un sentimiento de poderío, de
grandeza, casi de eternidad.

Levanten esa bandera.


Daniel Eskibel – Psicociudad

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