LA EDUCACIÓN BILINGÜE INTERCULTURAL COMO HERRAMIENTA EN LAS POLÍTICAS DE DESARROLLO RURAL

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Introducción

El Perú es un país heterogéneo, en el coexisten diversas razas, etnias, idiomas y cosmovisiones, ya sea de forma fusionada, sincrética o separadas entre sí.

En este breve artículo, intento desarrollar un tema que considero de suma importancia para tender puentes entre nuestras diferencias; no pretendiendo zanjarlas, sino más bien proponer una mirada más humana y democrática del otro, del distinto y de nosotros mismos. Partiendo de la diversidad en el mundo rural campesino, sea éste de la costa, sierra o selva, intento abstraer la problemática entre el encuentro de dos mundos diferentes entre sí, con la finalidad de sentar ciertas bases de análisis que inviten a una concienzuda reflexión respecto de nuestro hoy futuro incierto como nación, sin triunfalismos ni fatalismos, sino más bien aportando comentarios respecto a la interculturalidad como eje transversal que debiera cruzar cualquier política social a implementarse.

Aquí trataré el tema de la Educación con énfasis en la educación primaria y secundaria impartida por el Estado perua

no, es decir aquella “gratuita” a que todos y todas tenemos constitucionalmente el derecho a acceder.

La educación cruza el proceso formativo del ser humano, y la responsabilidad ineludible del Estado, debiera ser puesta sobre el tapete para plantearnos una reflexión certera y aguda, no en búsqueda de recetas mágicas ni soluciones pseudogeniales, sino a partir de una modesta y franca reflexión.

I. La Interculturalidad y su importancia

El Perú posee el carácter de país multicultural, este concepto alude a la pluralidad de culturas que coexisten en un espacio y tiempo histórico determinados; las mismas que pueden interactuar entre sí de modo incluyente, excluyente, aditivo, sustractivo, entre otros.

El hecho de la existencia de una pluralidad de culturas constituye el elemento fáctico de la multiculturalidad, mientras que las relaciones de poder o integración que se den entre ellas corresponde más bien a aspectos políticos, económicos, sociales y de intereses de diversos grupos.

Si comparamos entonces el modus vivendi de una persona andina rural, su idioma, costumbres, entre otros, con el de una personal de la selva rural o costa rural, nos encontraremos frente a varias diferencias entre sí, las que incluyen la visión del mundo y la suya propia (abstrayendo y generalizando).

El carácter multicultural del Perú, constituye uno de sus mayores desafíos para la planificación e implementación de cualquier política social, ya que es evidente que el tratamiento de cada grupo humano debiera atender a su heterogeneidad y respeto a sus derechos humanos.

El concepto de interculturalidad está estrechamente ligado al de
multiculturalidad, implicando principalmente una actitud frente a la diversidad, a la diferencia, pues “constituye una herramienta o noción operativa que, a partir de un estado de cosas “X”, pretende orientar un proceso conducente a una situación meta “Y”, en la que:

El estado de cosas X corresponde a una realidad fuertemente marcada por el conflicto y las relaciones asiméticas de poder.

La situación meta Y se refiera a las relaciones dialógicas y equitativas (en términos económicos, sociales y políticos), entre los actores mismos de universos culturales diferentes.

El paso de un estado de cosas X a la situación meta Y, es un proceso de negociación social, en el que todos los interlocutores, en especial los de los sectores o pueblos más afectados, van adquiriendo autonomía, responsabilidad ciudadana e igualdad de derechos” (esta definición ha sido tomada de una conferencia del profesor Juan Godenzzi en la Pontificia Universidad Católica –marzo 2000).

Nos encontramos entonces con que la interculturalidad consiste en un lente a través del cual observamos los acontecimientos que se suceden a nuestro alrededor. Si bien los temas económicos del Perú a nivel macro y micro son importantes; resolver el problema de cómo nos miramos nosotros mismos y a los demás, resulta imperativo, si es que deseamos -en algún momento-, tener próximo el horizonte de elaboración de un proyecto nacional a nivel real y no de meras dádivas o misericordias para con algunos, y arenales para otros.

La interculturalidad es una herramienta que permite integrar sin licuar, sin homogenizar, permite tender puentes, conocernos y revalorarnos en nuestra real dimensión, para así poder mirar al otro (a) como nuestro semejante en términos reales, sin aspavientos ni exageraciones. Es una invitación al diálogo en todas las esferas de la actividad humana, traspasa el sistema educativo, posee contenido estético, legal, médico; implica la predisposición para conocer al otro (a) sin marginarlo (a) ni marginarme; a vivir en armonía y por qué no, a soñar con una sociedad más justa, en la que se inicie la construcción de un país que nos acoja con la esperanza de un mañana mejor.

La capacidad de una mirada intercultural de nuestro entorno está en nosotros (as) mismos (as); implica despercudirnos de prejuicios y tratar seriamente de encontrarnos.

Básicamente, en relación al mundo rural andino y amazónico, constituye un serio esfuerzo por lograr que el (la) profesional que trabaja en aquellas zonas, esté predispuesto (a) a conocer a las personas del lugar, y a establecer lazos de trabajo dentro de la comunidad, sin despreciar la sabiduría llamada popular, ni desconocer a las autoridades comunales. Significa estar atentos (as) a entender que la visión del mundo no puede ser etnocéntrica, sino que va más allá de lo que creíamos posible.

Cuando nos referimos a la interculturalidad, debemos ser cautelosos (as); pues en aras de la diversidad cultural se pueden cometer los más grandes atropellos.

Es decir, que no se trata de que el Estado se repliegue en su función de tal, y simplemente observe las diversidades como colores y diseños distintivos y antojadizos dentro de un cuadro llamado Perú; sino que sea capaz de lograr bases de consenso para el desarrollo común; pero no con la visión de imposición de una lengua sobre otra o de un modo de vida sobre otro, sino siendo capaz de llegar a acuerdos que permitan la convivencia armónica, y evidentemente la posibilidad de cambio y transformación libre de cualquier imposición.

Las comunidades rurales no son inmutables, no se quedan estáticas o congeladas en el tiempo, varían al igual que cualquier grupo humano; difícilmente se conservan en idéntico estado. La cultura es viva, se recrea y transforma. No se trata de evitar y negar el cambio, de conservar grupos humanos cual mantos o artículos arqueológicos; sino de convivir armónicamente pese a ser culturalmente distintos.

Este hecho lo remarcamos porque es importante entender el amplio concepto que encierra la interculturalidad; no solo de ida, sino de ida y vuelta. Esto significa que hay que evitar caer en el facilismo de creer que la cultura no está viva y en permanente transformación, y pretender que el mundo rural sea estático, o que se licúe con el mundo llamado “occidental”. Muy por el contrario, la interculturalidad implica el respeto irrestricto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales reconocidas en la Constitución del Perú. El reto consiste en reinterpretar su ejercicio a la luz de una visión intercultural de la realidad.

La negación del “yo” es sumamente nefasta para el individuo. A nivel colectivo, la negación de un grupo humano o se reducción a una postal o a simples ejecutores de proyectos mal llamados de desarrollo, impuestos desde afuera con el fin de “civilizar”, constituyen afrentas que invisibilizan a miles de personas, excluyéndolas del proceso nacional y la toma de decisiones, recreando finalmente situaciones de dominación, alienación y miseria, entre otros.

La interculturalidad se opone al etnocentrismo, su primera finalidad es abrir nuestra mente hacia un mundo diverso, para así lograr un mejor conocimiento de quiénes somos y preguntarnos hacia dónde queremos ir.

Tiene que ver con la autoestima y los afectos, y también con el uso de tecnologías apropiadas, pero sobretodo con el respeto al ser humano como fin supremo de la sociedad; y con un Estado responsable de la conducción del país, con la sociedad civil en su conjunto. Evidentemente partiendo de un rol activo del Estado en la promoción de tender puentes que unan en vez de dividir, y que integren en vez de excluir.

II. La educación y su relación con la interculturalidad

La educación es fundamentalmente un fenómeno histórico-social-ideológico. Nace en la sociedad, se dinamiza y administra a través de sus instituciones, siendo además garantía de su supervivencia y progreso.

La educación es como dice Víctor Guedez, una manifestación real, y como tal está inserta en el espacio y en el tiempo. La educación se desenvuelve temporalmente, responde a una secuencia, a una dinámica, y por tanto, tiene una historia. De la misma manera, se puede afirmar que tiene una temporalidad, en lo que equivale a decir que tiene una correspondencia con la evolución y los cambios que se operan en la cultura en las distintas épocas y según determinados ámbitos físicos, políticos y geográficos. Se infiere entonces, que la educación es un proceso que se mueve con la historia y que, al mismo tiempo mueve a la historia.

Además de ser un fenómeno histórico social inherente a cualquier grupo humano, es impartida al ser humano desde su nacimiento ¿o quizás antes de nacer?, y se corresponde con su proceso de socialización. El ser humano durante su socialización primaria, aprende un lenguaje, y a través de él construye su concepción del mundo, sus valores, sus conocimientos y sus relaciones de género.

El lenguaje está íntimamente ligado al proceso educativo de la persona, sea cual fuera el grupo en el que ésta se desenvuelva; el lenguaje forma parte de la identidad del sujeto/a y con él/ella su idioma materno, aquel que aprendió primero y que le brindó categorías abstractas de interpretación del mundo exterior e interior.Éste lo/la relaciona con sus semejantes, y también puede ser el mecanismo perfecto de aislamiento y dominación.

En el Perú, la lengua dominante es el castellano; desde la conquista se intentó castellanizar el Perú, y con ello uniformizar el uso de este idioma, siendo extendido su uso ante autoridades administrativas, judiciales o policiales a nivel nacional.

En el mundo rural andino y amazónico, resulta evidente que existen otras lenguas como el quechua, el aymara, el machiguenga, el asháninka, entre otros.

La pregunta que surge de inmediato es si estas lenguas están condenadas a la desaparición por su exclusión ante instancias oficiales, si eso es importante, y por qué.

Hemos señalado que la lengua forma parte integrante de la identidad de la persona, y con ello de su autoestima y valoración; un grupo humano que ve negado el uso de su lengua ante instancias oficiales en su propia comunidad, evidentemente desarrollará mecanismos forzados de adaptación ante este mundo supuestamente formal que coexiste con su mundo comunal.

La educación escolar es sumamente importante para rescatar la lengua materna como mecanismo de refuerzo a la autoestima del grupo humano, de la persona, y de integración real de dicho grupo, respetando su diversidad y no simplemente aculturándolo o asimilándolo al distinto.

Los modelos de educación multicultural básicos, tomados del documento titulado “La educación multicultural y el concepto de cultura” de la OEA (Organización de Estados Americanos) son:

a) Educar para igualar: La asimilación cultural
En este modelo se trata de lograr una transición de los grupos minoritarios hacia su homogenización con los grupos mayoritarios o dominantes, se licúa al diferente, homogenizándolo, según se supone, con un fin integrador.
b) El entendimiento cultural: el conocimiento de la diferencia
En este modelo se trata de que los alumnos (as) conozcan de las diversidades existentes entre grupos humanos, intentando preparar a los estudiantes para que vivan en una sociedad multiétnica.
c) La educación bicultural: la competencia en dos culturas
En este modelo, la educación tiene como finalidad lograr que una persona desarrolle sus destrezas y habilidades al máximo en dos culturas diferentes, se trata de una educación bicultural y bilingüe.
d) La educación como transformación: educación multicultural y reconstrucción social

Este modelo intenta lograr a través de la educación miltilingüe una reconciliación y armonización entre los distintos grupos étnicos y culturales, de modo que se tienda a un proyecto de desarrollo vía consenso y respeto mutuos, con un rol activo por parte del Estado, quien deberá propender a crear mecanismos que promuevan la armonía y revalorización de lo propio en respeto a las diferencias.

III. Educación antirracista

Este modelo implica un sistema educativo en el que no solo se entienda que existen personas culturalmente diferentes sino que, habiéndose determinado que las diferencias han generado desigualdades y jerarquías en la escala social, se ponga en marcha un rol de la escuela liberador del racismo personal e institucional.

La educación intercultural intenta como meta trabajar no solo con los grupos minoritarios, sino también con los miembros de la cultura mayoritaria o dominante, pues son estos últimos los que repiten los patrones de conducta aprendidos, y por ende de la dominación y la marginación del distinto.

La interculturalidad no posee como finalidad únicamente el tratar de eliminar situaciones de dominación causadas por la intolerancia a las diferencias, sino otorgarle participación activa al alumno (a), brindarle un espacio de diálogo entre él y el maestro (a), proponiendo variaciones a la currícula escolar según se trate de un grupo humano u otro, y de sus necesidades; actuando sobre la sociedad en su conjunto, pero sobretodo, debe haber una real vocación del Estado para forjar una sociedad más democrática.

En el mundo rural, la educación intercultural se asocia casi inmediatamente con el concepto de bilingüismo; consistente en términos generales en lograr que los miembros de grupos llamados mayoritarios (rurales), desarrollen sus destrezas en ambas lenguas, la suya propia y el castellano.

El educarse en su propia lengua, y paralelamente aprender el castellano como segunda lengua, tiene un significado más que lírico, es más importante de lo que parece. La persona se construye a sí misma, su identidad y autoestima, a partir del uso de su lengua materna. Entonces, encontramos que si al niño (a) se le prohíbe hablar en su propia lengua en la escuela o ésta no es valorada en el aula, ni usada en el proceso de lectoescritura, sino que se pretende simplemente eliminarla por ejemplo vía un proceso de transición entre la lengua materna y la segunda lengua, se daña la construcción de su YO, su autoestima y autovaloración. Sucede que a veces se utiliza el idioma materno a nivel de lectoescritura solamente como un mero puente transicional hacia la lengua oficial, desapareciendo el uso de la lengua materna a medida que avanzan los años de escolaridad.

Así, no solo se está determinando el uso exclusivamente doméstico de una lengua, sino que se le está condenando a la desaparición. Más aún, a las personas se les está trasmitiendo el mensaje de que su lengua es menos lengua que el castellano por ejemplo, porque éste daría prestigio en el mundo público. Con ello se continúa la cadena de marginación al habitante rural sea de la zona que sea; quien experimentará un proceso de autonegación y baja autoestima, reforzado por las instituciones de la sociedad y el Estado.

Con esta base de recreación del sometimiento, se abren zanjas entre los grupos humanos en vez de tenderse enlaces, haciéndose inviables en su mayoría los proyectos puestos en marcha en zonas cuya población haya sido maltratada de esta manera. Estos proyectos comúnmente se aplicarán de idéntico modo que el idioma, impuestos desde afuera, sin considerar seriamente la participación de la comunidad beneficiaria, sus problemas y la definición de los mismos.

Un proyecto que no considere a las personas involucradas en él, y que se presente desde fuera como la panacea ideada por intelectuales desde sus oficina, sin conocimiento real de la problemática de la población y sin considerar siquiera la opinión de la misma respecto del tema de que se trate, corre el riesgo de ser abandonado por la población una vez que el dinero de la cooperación o del Estado se hayan terminado, ya que no lo sentirán suyo, no se apropiarán de él ni de sus frutos.

La interculturalidad parte desde el planeamiento, desde la selección de objetivos y las estrategias; con una flexibilidad razonable en función al permanente monitoreo en las zonas de intervención, y busca en relación a la educación bilingüe, el desarrollo de las destrezas del alumno (a) en ambas lenguas, partiendo del conocimiento de la lengua materna, sin dejarla de lado durante el proceso educativo.

Asimismo, la currícula escolar en el mundo rural, debiera considerar además por ejemplo los ciclos productivos de la comunidad, a fin de que los horarios escolares no interrumpan o aíslen al niño (a) de su vida comunal.

En este sentido, la educación intercultural cruza también el amplio concepto de educación, constituyendo una herramienta fundamental para respetarnos unos a otros, partiendo del respeto que el Estado le debe a todos los ciudadanos (as) por igual.

IV. Educación Monocultural y Educación Intercultural

Educación Monocultural

a) La currícula es general, igual para todos los alumnos (as).
b) Estructura las clases indiferenciadamente, al margen de que los alumnos (as) pertenezcan a grupos étnicos culturales distintos.
c) Obedece a la concepción de que la diversidad es dañina para un orden social hegemónico determinado, por lo tanto intenta homogenizar a los educandos, de modo tal que representen una imitación de la clase dominante (no necesariamente mayoritaria).
d) Constituye un mecanismo de segregación, no hay respeto por las diferencias.
e) Hay un desprecio tácito o expreso por lo distinto (discriminación) y minusvaloración de la cultura diferente.
f) El (la) alumno (a) se siente marginado (a).
g) No hay cabida para la educación bilingüe.

Educación Intercultural

a) La currícula es flexible, e incorpora elementos representativos de la realidad.
b) Estructura las clases de modo tal que los alumnos (as) pertenecientes a culturas distintas se integren en el modelo de dictado, y formen parte activa de la clase.
c) Obedece a valores y concepciones del mundo más abiertas, considera que la diversidad debe ser respetada y que la educación debe responder al interés y necesidades del grupo objetivo de alumnos (as).
d) Constituye un mecanismo de integración, hay respeto por las diferencias.
e) Hay una valoración positiva y expresa de reconocimiento a las diferencias.
f) El alumno (a) se siente reconocido, valioso (a), incrementa su autoestima.
g) Promueve la educación bilingüe e intercultural.

V. Reflexiones en torno al mundo rural desde la ciudad de Lima

Esta reflexión consiste en pensar seriamente qué estamos dispuestos (as) a dar y a recibir. Si creemos que por haber leído y estudiado en un sistema de educación superior universitario lo sabemos todo, y somos los (as) llamados (as) a la titánica tarea de determinar un nuevo orden de las cosas, o si consideramos que la experiencia y el contacto directo con la población nos alimenta y llena de vivencias repletas de conocimientos sobre las poblaciones con las que trabajamos. Si es que realmente las consideramos valiosas por sí mismas, y si nuestro acercamiento es uno de respeto y valoración, una permanente apertura a conocer y comprender que el mundo no acaba en el horizonte; y que la realidad se conforma por rostros multicolores y distintos entre sí.

Debemos ser capaces de no caer en la idea de una mal entendida igualdad, entendida como homogenización; pues entonces simplemente nos enfrentaremos ante la ley de la supervivencia del dominante y la vejación y aislamiento del dominado.

No reconocer que existen lazos de dominación entre la capital y el mundo rural, es cerrar los ojos ante la realidad diaria de migrantes que buscan un supuesto “futuro mejor”, y que a veces niegan sus raíces por una “vergüenza” impuesta desde el modelo dominante estético y de vida, de la llamada ciencia formal y cultura occidental; la misma que se centraliza en la capital, en la que a su vez se centralizan los poderes del Estado (al margen del proceso de descentralización).

Consideramos que cualquier propuesta que intente proponer un proyecto de desarrollo viable, deberá considerar como punto de partida la calidad humana y el nivel de comunicación a establecerse entre los actores. De lo contrario, continuaremos reproduciendo impositivamente nuestras propias ideas y creencias, sin cuestionamiento sobre lo fundamental.

No todo se puede restringir a un análisis económico de costo-beneficio, es útil recordar que el ser humano posee dimensiones más allá de la ciencia económica (sin por ello despreciarla), teniendo en cuenta que estas dimensiones afectivas, emocionales y culturales, marcan el destino de los pueblos y los individuos; y que más allá de las cifras, existen personas cuyas vidas se comprometen cada día en el quehacer cotidiano por sobrevivir, pero también por ser felices. Por tanto, redescubrir nuestra esencia humana es una propuesta ética y moral vital para reencontrarnos y tomar el timón de nuestro propio barco, bajo un consenso nacional difícil de lograr, pero necesarísimo para cerrar viejas heridas y virar hacia un rumbo esperanzador.

La interculturalidad es una herramienta que coadyuva en este sentido, sin embargo, no es la única. Es necesario mucho estudio y conocimiento de nuestro entorno, pero también una cuota de pasión y sueños, que nos animen a continuar creyendo que juntos (as) somos capaces de forjar nuestros destinos y lograr un país cada vez más justo y soberano; sobre la base del respeto irrestricto de los derechos humanos.

Cerrar los ojos y taparnos los oídos desde la ciudad a los reclamos y necesidades de las zonas rurales, es no solo una conducta retardataria para efectos de cualquier modelo de desarrollo, sino también una inmoralidad y egoísmo tremendos.

Finalmente, nuestro primer escollo somos nosotros (as) mismos (as), antes de pensar en qué hacer, debemos reflexionar sobre nuestras capacidades y qué queremos para el mañana. Solo así emprenderemos la sincera tarea de contribuir a un país más democrático y justo en la medida de nuestras posibilidades.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

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