RAZONES, PASIONES E INTERESES

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Sinesio López Jiménez

Es difícil pero no imposible un candidato único de la izquierda. Si las pequeñas organizaciones y corrientes que se proclaman de izquierda actuaran con un mínimo de racionalidad política (haciendo que sus decisiones políticas coincidan con los intereses de los clases y grupos sociales que dicen representar) podrían encontrar o construir un candidato único de la izquierda. Ayuda a esta racionalidad la existencia objetiva de un espacio sociopolítico de izquierda que, para mantenerse como tal, necesita una representación única.

Para que esta opción se concrete es necesario que las izquierdas desplieguen una serie de movidas que la hagan viable. Primero, volver al diálogo como el que se tuvo desde fines del 2011 hasta antes de las últimas elecciones regionales y locales. Segundo, recuperar la confianza (relativamente deteriorada) entre los líderes y los militantes de las diversas corrientes de izquierda. Tercero, llegar a la convicción racional de la incapacidad de sus actuales liderazgos para representar por separado al amplio espacio sociopolítico de izquierda y apostar, por eso mismo, a una candidatura única que los represente a todos. Debe acompañar a esta convicción la conciencia de que la fragmentación de la izquierda conduce a una derrota segura. La izquierda fragmentada es la izquierda que la derecha necesita.

Cuarto, buscar a un candidato o a una candidata independiente de izquierda o cercana a ella, confiable, creíble y viable en quien todas las izquierdas se sientan representadas. Con una candidatura única y consensuada nadie pierde. Todos ganan. Quinto, la fórmula presidencial tiene que ser decidida por consenso de los diversos agrupamientos de izquierda, pero los representantes al congreso tienen que competir en elecciones democráticas internas bajo supervisión de la ONPE. Sexto, dejar de lado las ambiciones y el espíritu de capilla para apostar a un gran actor colectivo, capaz de enfrentar con éxito al modelo neoliberal en crisis y a  los candidatos de la derecha.

La política, por desgracia, no se guía sólo por la racionalidad individual o colectiva. La política es también el campo de las pasiones, de las ambiciones y de otros elementos de irracionalidad. Con mucha frecuencia todos ellos interfieren entre las decisiones políticas de los dirigentes y los intereses de las clases y los grupos sociales que buscan representar afectando la racionalidad de la acción política. No se le puede pedir a un político que deje de ser un hombre apasionado, pero sí le puede pedir que controle sus pasiones y sus ambiciones para ensanchar el campo de la racionalidad política.

Si se llegara a encontrar un candidato único de la izquierda ya sería un logro en relación a la actual fragmentación política que conduce a una derrota segura y deshonrosa. Mi hipótesis es que un solo candidato o candidata viable de izquierda no gana las elecciones del 2016, pero puede alcanzar resultados auspiciosos. Pero si quiere conquistar el poder tiene que ganar al centro para organizar una coalición de centro-izquierda que esté en condiciones de derrotar a los candidatos de la derecha (García, Keiko, PPK). Eso requiere la máxima racionalidad política y habilidades especiales que ni siquiera estoy en condiciones de imaginar en los actuales dirigentes de la izquierda. Esto es lo más deseable, pero no es, por desgracia, lo más viable.

 

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