Perú: El Perú de Carlos Iván

Por Martín Tanaka

Me sumo a los muchos merecidos homenajes hechos a Carlos Iván Degregori preguntándome por la imagen de país que nos deja su obra. Imposible responder con propiedad esa pregunta, menos dentro de los límites de este artículo. Pero creo que el punto de partida podríamos ubicarlo en el descubrimiento, junto con otros autores de su generación de científicos sociales de izquierda, de la “dimensión nacional” (dejando de lado el pensar el país desde “modelos” revolucionarios extranjeros) y del pensamiento de Antonio Gramsci, que llevó a pensar el cambio social como un proceso de construcción de hegemonía, que no puede ser impuesto por una vanguardia esclarecida. Al mismo tiempo, su formación de antropólogo, su experiencia familiar y laboral en Ayacucho, lo llevaron a considerar centralmente la importancia de la etnicidad y de lo andino para entender el país.

En la década de los 80 tuvimos democracia, una izquierda en ascenso y Sendero Luminoso. Degregori destaca por una mirada lúcida, que valora la democracia como régimen, que propone a la izquierda la tarea de persuadir al pueblo entroncándose con sus tradiciones nacionales, y de deslindar con el senderismo. Sus investigaciones fundamentan estas orientaciones, mostrando un país en el cual la modernización y las ansias de progreso son claves, en el cual la población andina opta masivamente por exigir una incorporación plena a la comunidad nacional, donde es central la demanda por reconocimiento tanto de su identidad cultural como de sus derechos económicos, sociales y políticos. SL aparece como la negación de ese proceso: como un proyecto fundamentalista, totalitario, anticampesino.

El camino de un Perú en proceso de democratización queda trunco con el giro autoritario de Alberto Fujimori a pocos meses de llegar al gobierno en 1990, aunque a partir de la captura de Abimael Guzmán Sendero Luminoso se derrumbara rápidamente. Degregori entonces escribió para demostrar la verdadera razón de la derrota de Sendero, gestada desde las rondas campesinas, lo que lo hizo preocuparse por el tema de la memoria, su construcción, sus usos. Denunció al fujimorismo en sus intentos de presentarse, tergiversando la historia, como salvador de la patria, lo que lo llevó a investigar y denunciar sus arbitrariedades, mentiras, manipulaciones.

Todo esto lo preparó para ser protagonista en la redacción del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, y luego a ser perito en el juicio contra los crímenes perpetrados durante el gobierno de Fujimori, organizados desde la cúpula del poder.

En cuanto al periodo reciente, creo que para Degregori quedó por resolverse la posibilidad de que el país pudiera seguir avanzando en un camino de mayor integración nacional, inclusión social y democratización política, o que se caiga en un camino de exclusión, desigualdad, autoritarismo. El dilema sigue abierto.

Fuente: La República

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