Perú: La Hora de las Hidroeléctricas

Por Ernesto Ráez Luna

El 26 de marzo por la noche, apagué la luz, sumándome a la “Hora del Planeta”. En días previos, mantuve una irónica distancia de la convocatoria. Los temas ambientales son mi pan de cada día, y sé demasiado bien que una hora anual con las luces apagadas es una gota en el mar de nuestro consumo y ofrece un alivio insignificante a la Madre Tierra. Es posible engañarnos y creer que porque apagamos una hora al año las luces, ya hicimos diferencia. Pero la demanda energética peruana, a la par de la economía y la urbanización, está en franco crecimiento. Al ritmo actual, en pocas décadas necesitaremos desarrollar todas nuestras fuentes energéticas (fósiles, hidroeléctricas, eólicas) para cubrir la demanda nacional. Pero, incoherentemente, además del gas de Camisea, ya se habla de exportar hidroenergía a Brasil y Chile.

Igual apagué la luz. Me convenció el entusiasmo con que los niños de quinto grado del cole de mis hijos hicieron su campaña. Carteles enternecedores, videos chistosos y aleccionadores al mismo tiempo. ¿Cómo le iba a quedar mal a esos maravillosos niños? Pero fuera de la “Hora”, desperdiciamos mucha electricidad en todo el mundo. Dos estudios recientes demuestran que si Brasil fuera más eco-eficiente, se ahorraría 78,000 MW de capacidad energética instalada al 2040. Sin embargo, Brasil sigue construyendo grandes represas en su territorio y ahora desea hacerlo en el nuestro. Y es que la sola construcción de mega-infraestructura ya es un gran negocio.

Aunque los niños me convencieron de apagar la luz, a demasiadas personas no les importa el bienestar y mucho menos la opinión de los niños. Especialmente legisladores y oficiales de gobierno. Así, los niños de Lima, ricos y pobres, respiran el aire de la ciudad más contaminada del planeta porque el diésel vehicular lleno de azufre está subsidiado, porque los carros de segunda mano se siguen importando, porque no existe política de transporte masivo y porque es perfectamente posible circular escupiendo hollín.

También su vida adulta será más dura. Tendrán menos recursos energéticos. El Presidente García celebró la “Hora del Planeta”; pero en junio pasado firmó un acuerdo con el Presidente Lula, que ahora busca aprobar en el Congreso, para construir varias mega-represas hidroeléctricas en la Amazonía peruana, hasta sumar 7,200 MW. Para que sean rentables, hay que vender la mayor parte de la energía en Brasil, donde es más cara, y el Perú se compromete a cumplir con la cuota –calculada sobre nuestra demanda actual– durante treinta años. Esas represas y sus líneas de transmisión (innecesarias si Brasil decidiera ser eco-eficiente) destruirán 1.5 millones de hectáreas de bosques, emitirán gases de efecto invernadero y expulsarán de sus tierras a miles de peruanos. Y –en un país que crece y aspira a más– nosotros mismos no podremos beneficiarnos de la energía, porque habremos sometido uno de nuestros recursos estratégicos a una potencia extranjera.

Este acuerdo, en esencia, es un ataque a nuestra soberanía disfrazado de integración regional, donde todos los costos y riesgos sociales y ambientales los asume el Perú, y los beneficios netos van al Brasil. Algunos se creen muy modernos, ríen del concepto de soberanía y hablan de un mundo sin fronteras. Pero una nación sin control sobre sus recursos no puede planificar su futuro! Es decir, no puede proteger a sus niños.

Lleva un instante votar en el Congreso. Lleva un instante anular una amenaza que dos gobernantes distraídos han impuesto sobre nuestra soberanía y nuestro futuro energético. Ojalá, señoras y señores legisladores, hagan lo correcto. Celebremos un “Instante del Perú”, como hicimos con la “Hora del Planeta”.

Fuente: La Primera

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