Brasil: Un ejemplo brasileño que nadie debería imitar: Belo Monte

Por Eduardo Gudynas

El permiso para la construcción de una gran represa en la Amazonía de Brasil, no sólo ha recrudecido las polémicas en ese país, sino que tiene consecuencias internacionales importantes, y muchas de ellas alcanzan a Perú.

La represa de Belo Monte en el Río Xingú, tributario del Amazonas, inundará 700 km2, con enormes impactos sociales y ambientales. A pesar de los duros cuestionamientos de movimientos ciudadanos y organizaciones indígenas, el gobierno federal y las empresas lograron obtener su primera habilitación.

Generará 11 200 MW, pero será una de las hidroeléctricas más ineficientes del mundo, ya que operará a plena capacidad solo algunos meses, y por lo tanto requerirá obras adicionales. Es muy cara: costará unos 11 mil millones de dólares, pero ese dinero lo cobraran las empresas constructoras brasileñas. Su finalidad también alarma: brindar energía para la minería y el procesamiento de aluminio.

En agosto de 2010, Lula da Silva concretó la iniciativa en el crepúsculo de su mandato, y su sucesora Dilma Rousseff, reforzó la presión. Como el Instituto Brasileño del Ambiente y los Recursos Naturales (IBAMA) se resistía a firmar los permisos, obligaron a renunciar a su presidente.

¿Cuál es la importancia internacional de estos hechos? Es el “efecto ejemplo”: en tanto el gobierno de Brasil es bendecido como una gestión a imitar, siempre se corre el riesgo que los países vecinos sigan los pasos de forzar la construcción de una represa a pesar de sus impactos sociales y ambientales, y su dudosa efectividad energética y viabilidad económica.

También se podría imitar que Rousseff abandonara a los pocos días las promesas de compromiso ecologista de su campaña, para volcarse a una agenda desarrollista convencional. Otros podrían copiar la vieja práctica de llevar a la renuncia a los jerarcas de las agencias ambientales, hasta encontrar a quien esté dispuesto a estampar una firma en los permisos. Este ejemplo también impactará en el Banco mundial y el BID, y cuando otros países busquen préstamos para sus propias hidroeléctricas, Brasil les apoyará y no exigirá mayores condiciones sociales y ambientales.

Estos y otros caminos no deberían ser imitados por los países vecinos. Y en especial en Perú, donde hay planes de construir varias represas en su Amazonía y con el concurso brasileño.

Fuente: Diario La Primera

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